{"code":"25756","sect":"El Salvador","sect_slug":"el-salvador","hits":"3793","link":"https:\/\/elfaro.net\/es\/202109\/el_salvador\/25756","link_edit":"","name":"La invenci\u00f3n de las Manuelitas","slug":"la-invencion-de-las-manuelitas","info":"Este texto toma como pretexto tres pinturas creadas entre 1957 y 1959 por Luis Vergara Ahumada para mirar hacia las mujeres en el siglo XIX, sus interpretaciones historiogr\u00e1ficas y sus ficciones.","mtag":"Desigualdad","noun":{"html":"Elena Salamanca","data":{"elena-salamanca":{"sort":"","slug":"elena-salamanca","path":"elena_salamanca","name":"Elena Salamanca","edge":"0","init":"0"}}},"view":"3793","pict":{"cms-image-000026369-jpg":{"feat":"0","sort":"26369","name":"cms-image-000026369.JPG","link":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000026369.JPG","path":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000026369.JPG","back":"","slug":"cms-image-000026369-jpg","text":"<p>\"Aqu\u00ed es prohibido estar, y tambi\u00e9n, est\u00e1 prohibido tomar fotos\", advirti\u00f3 un funcionario de la Secretar\u00eda de Cultura. El uniformado de la Secretar\u00eda de la Cultura quer\u00eda evitar la presencia de gente en el sal\u00f3n de honor, ubicado en la segunda planta de la ex Casa Presidencial, en San Jacinto. Es una sala ocupada para actos protocolarios en la que destaca la gigantesca \u00a0pintura al \u00f3leo que registra al pr\u00f3cer Jos\u00e9 Mat\u00edas Delgado en el momento de la firma del Acta de Independencia del pa\u00eds. El \u00f3leo lo firma el pintor chileno, Luis Vergara Ahumada. El Faro consult\u00f3 a la Secretar\u00eda de Cultura sobre la restricci\u00f3n al p\u00fablico de esta importante Sala y la oficina de prensa respondi\u00f3 que se debe a una reestructuraci\u00f3n tras el cierre del programa \"Vive la Cultura\", que se realizaba en esa sede.<\/p>","capt":"\u003Cp\u003E\"Aqu\u00ed es prohibido estar, y tambi\u00e9n, est\u00e1 prohibido tomar fotos\", advirti\u00f3 un funcionario de la Secretar\u00eda de Cultura. El uniformado de la Secretar\u00eda de la Cultura quer\u00eda evitar la presencia de gente en el sal\u00f3n de honor, ubicado en la segunda planta de la ex Casa Presidencial, en San Jacinto. Es una sala ocupada para actos protocolarios en la que destaca la gigantesca \u00a0pintura al \u00f3leo que registra al pr\u00f3cer Jos\u00e9 Mat\u00edas Delgado en el momento de la firma del Acta de Independencia del pa\u00eds. El \u00f3leo lo firma el pintor chileno, Luis Vergara Ahumada. El Faro consult\u00f3 a la Secretar\u00eda de Cultura sobre la restricci\u00f3n al p\u00fablico de esta importante Sala y la oficina de prensa respondi\u00f3 que se debe a una reestructuraci\u00f3n tras el cierre del programa \"Vive la Cultura\", que se realizaba en esa sede.\u003C\/p\u003E"},"cms-image-000020807-jpg":{"feat":"0","sort":"20807","name":"cms-image-000020807.jpg","link":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000020807.jpg","path":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000020807.jpg","back":"","slug":"cms-image-000020807-jpg","text":"<p>'El grito de independencia', pintado por el chileno Luis Vergara Ahumada entre 1957 y 1959, intervenido digitalmente para ilustrar este art\u00edculo de El Faro Acad\u00e9mico 'Los verdaderos h\u00e9roes del llamado Primer Grito de Independencia'.<\/p>","capt":"\u003Cp\u003E'El grito de independencia', pintado por el chileno Luis Vergara Ahumada entre 1957 y 1959, intervenido digitalmente para ilustrar este art\u00edculo de El Faro Acad\u00e9mico 'Los verdaderos h\u00e9roes del llamado Primer Grito de Independencia'.\u003C\/p\u003E"},"cms-image-000036481-jpg":{"feat":"1","sort":"36481","name":"cms-image-000036481.JPG","link":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000036481.JPG","path":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000036481.JPG","back":"","slug":"cms-image-000036481-jpg","text":"<p>Primer Grito de Independencia de 1811. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto.\u00a0<\/p>","capt":"\u003Cp\u003EPrimer Grito de Independencia de 1811. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto.\u00a0\u003C\/p\u003E"},"cms-image-000036482-jpg":{"feat":"0","sort":"36482","name":"cms-image-000036482.JPG","link":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000036482.JPG","path":"https:\/\/elfaro.net\/images\/cms-image-000036482.JPG","back":"","slug":"cms-image-000036482-jpg","text":"<p>Firma del Acta de Independencia de Centroam\u00e9ricaa de 1921. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto.<\/p>","capt":"\u003Cp\u003EFirma del Acta de Independencia de Centroam\u00e9ricaa de 1921. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. 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En la tradici\u00f3n, Delgado est\u00e1 a punto de tocar la campa\u00f1a de la iglesia La Merced (aunque atr\u00e1s se divisa la iglesia de San Salvador que a\u00fan no era catedral y no lo ser\u00eda hasta 1827) y de gritar tres veces \u201cLibertad, libertad, libertad\u201d. Este mito, construido por el escritor Francisco Gavidia y otros intelectuales del Ateneo, y repetido como credo por cien a\u00f1os, se volvi\u00f3 mitoman\u00eda nacional. Hasta ahora. En 1957 fue interpretado visualmente por el chileno Luis Vergara Ahumada. Y lo que me importa de este icono que lleg\u00f3 a los billetes de 5 colones y las toallas, es que entre quienes arengan al pr\u00f3cer hay mujeres.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cem\u003E\u00bfQui\u00e9nes son? \u00bfQui\u00e9nes fueron esas mujeres?\u003C\/em\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cem\u003E\u003Cbr\/\u003E \u003Cfigure class=\"pict pict_land pict_move_posc 0 cs_img cs_img--curr rule--ss_c\" data-shot=\"pict\" data-hint=\"pict\"\u003E \u003Cdiv class=\"pict__pobj text-overflow\"\u003E\u003Cimg src=https:\/\/elfaro.net\/get_img?ImageWidth=2000&ImageHeight=1353&ImageId=36481 class=\"pobj\" style=\"max-width: 100%\" rel=\"resizable\" alt=\"Primer Grito de Independencia de 1811. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. 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Eso ha ocurrido en El Salvador en muchos episodios hist\u00f3ricos. Toda representaci\u00f3n visual de la historia salvadore\u00f1a es tard\u00eda. El escaso arte del siglo XIX no supo sostenerse hasta el XX, casi con la excepci\u00f3n del escudo nacional federal (pero ese es otro apasionante tema). Solo as\u00ed podemos explicarnos por qu\u00e9 el presidente Jos\u00e9 Mar\u00eda Lemus encarg\u00f3 una serie de pinturas \u00e9picas al chileno Luis Vergara Ahumada en su paso por El Salvador, que llegaron pronto a los libros de historia y cromos escolares y mutaron hasta objetos de consumo menos comunes, como las toallas. Ya antes se registraban intentos de pintar a \u201clos pr\u00f3ceres\u201d: una serie de Valero Lecha sobre Manuel Jos\u00e9 Arce y Gerardo Barrios en sus despachos, incluso con \u201cretratos de sus esposas\u201d en los escritorios, pero hasta entonces no hab\u00eda existido una representaci\u00f3n pict\u00f3rica \u00e9pica del proceso de independencia, de 1811 a 1821. El momento a la Independencia de Plaza Libertad, de 1911, era quiz\u00e1 la \u00fanica fuente de representaci\u00f3n visual.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAunque existen otras representaciones de Arce, como la pintura \u201cMapa con una piedra. Homenaje a Manuel Jos\u00e9 Arce\u201d, del guatemalteco Roberto Gonz\u00e1lez Goyri, otra que nos importa es la atribuida a Valero Lecha, que lo presenta en su despacho, coronado por un mapa de la Rep\u00fablica Federal Centroam\u00e9rica. En ese despacho, sobre su escritorio y al lado del tintero, se encuentra el retrato borroso de Mar\u00eda Felipa Aranzamendi y Palomo, su esposa.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAlguna vez, una entrevistadora me pregunt\u00f3 si pod\u00edamos hablar de \u201clas esposas de los pr\u00f3ceres\u201d o \u201cla esposa de Moraz\u00e1n o la de Gerardo Barrios\u201d. Yo respond\u00ed que no escribo sobre esposas ni construyo mitos de pr\u00f3ceras. Yo escribo sobre mujeres, sobre las mujeres en la historia y c\u00f3mo construir (de la mano de tantas te\u00f3ricas que me gu\u00edan e iluminan) historia de las mujeres en Centroam\u00e9rica. Y, por lo mismo, voy a recurrir a las pinturas que las representan, las median, las imaginan y, por supuesto, las ficcionan, para que nos preguntemos y nos respondamos, en la medida de lo posible, qui\u00e9nes eran esas mujeres, d\u00f3nde estuvieron, qu\u00e9 hac\u00edan.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEntre 1957 y 1959, Vergara Ahumada recre\u00f3 piezas aleg\u00f3ricas de la historia de El Salvador. Luego hizo lo mismo en Nicaragua. En El Salvador pint\u00f3 \u003Cem\u003EEl Primer Grito de Independencia\u003C\/em\u003E, \u003Cem\u003ELa Firma del Acta de Independencia\u003C\/em\u003E\u00a0y \u003Cem\u003EEl ocaso de un Sol\u003C\/em\u003E, la muerte de Manuel Jos\u00e9 Arce en su lecho. En las tres pinturas hay mujeres. Ciertamente no son protagonistas, pero su incursi\u00f3n nos refiere a una aparici\u00f3n m\u00e1s que escenogr\u00e1fica. Hay quien ha querido, incluso, identificar a las mujeres que arengan al pr\u00f3cer o lloran la muerte del general. Un texto de Patricia Iraheta sostiene que la mujer que arenga a Delgado es en realidad la sesuntepecana Mar\u00eda de los \u00c1ngeles Miranda. De ser as\u00ed, la operaci\u00f3n tendr\u00eda dos puntos valiosos que acotar: el primero la ubica en la historia visual, en ese cuadro que ha llegado a ser parte del inconsciente colectivo de lo nacional salvadore\u00f1o, antes que en la historia oficial. El segundo es casi de fuga: toda su trayectoria de participaci\u00f3n insurreccional se desarroll\u00f3 en Sensuntepeque y reclusi\u00f3n en San Vicente, pero Vergara Ahumada la traslada a San Salvador. Esta yuxtaposici\u00f3n de planos geolocales intentar\u00eda contar una historia hegem\u00f3nica del proceso, situada en San Salvador.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEn la pintura de la \u003Cem\u003EFirma del acta de Independencia\u003C\/em\u003E, incluso, aparece como pintura, en el juego de las representaciones fractales, la reina de Espa\u00f1a.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cstrong\u003EII\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00bfC\u00f3mo podemos pensar a las mujeres del siglo XIX si no hay tantas fuentes de ellas como quisi\u00e9ramos? \u00bfC\u00f3mo podemos construir su pasado sin el recurso del mito (que tan bien nos queda, porque tenemos mucho de mit\u00f3manos)?\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EMucha de la construcci\u00f3n de la historia de las mujeres del siglo XIX ha sido un tanteo aleg\u00f3rico en El Salvador. Aunque en Guatemala se escribieron algunos materiales sobre las mujeres coloniales o decimon\u00f3nicas desde la d\u00e9cada de 1950, en El Salvador la producci\u00f3n de la Historia, y sobre todo de la independencia y el periodo federal, ha sido absolutamente androc\u00e9ntrica: escrita por hombres y escrita sobre hombres. Las principales contribuciones a la historia de las mujeres en El Salvador, y especialmente a las del siglo XIX, fueron escritas hasta el siglo XXI: \u003Cem\u003EHistorias de mujeres, mujeres de historia en El Salvador\u003C\/em\u003E (2013), compilado por Josefa Viegas Guill\u00e9n; \u003Cem\u003EMujeres en p\u00fablico. El debate sobre la educaci\u00f3n femenina entre 1871 y 1889\u003C\/em\u003E (2014), de Olga V\u00e1squez, e \u003Ca href=\"https:\/\/docplayer.es\/7908447-Historia-de-mujeres-protagonistas-1811-1814-de-la-independencia.html\"\u003E\u003Cem\u003EHistoria de mujeres protagonistas de la independencia (1811-1814). Insurgencia, participaci\u00f3n y lucha de las mujeres de la Intendencia de San Salvador por lograr la emancipaci\u00f3n del Reino de Guatemala\u003C\/em\u003E\u003C\/a\u003E, la investigaci\u00f3n pionera (2010), de Carlos Ca\u00f1as Dinarte, que identific\u00f3 a Juana de Dios Arriaga, In\u00e9s Anselma Ascencio de Rom\u00e1n, Dominga Fabia Ju\u00e1rez de Reina, \u00darsula Guzm\u00e1n, Gertrudis Lemus, Mar\u00eda Madrid, Francisca de la Cruz L\u00f3pez, Mar\u00eda Teresa Escobar, y dem\u00e1s mujeres en los juicios por insurrecci\u00f3n y apoyo a los rebeldes entre 1811 y 1814. Ya la historia tradicional y oficial hab\u00eda reconocido a Manuela Arce de Lara, esposa del pr\u00f3cer Domingo Antonio de Lara, a su cu\u00f1ada Mar\u00eda Felipa Aranzamendi y a Ana Andrade Ca\u00f1as, viuda de Santiago Jos\u00e9 Celis, convertido en m\u00e1rtir en la historiograf\u00eda de la d\u00e9cada de 1910. Los tres trabajos nos arrojan ideas, debates y fuentes fundamentales situadas entre 1811 y 1890. Sin embargo, tampoco nos presentan, si los mir\u00e1ramos en la clave de engranajes, un siglo XIX de las mujeres.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEl siglo XIX es complejo: no se trata solamente del enfrentamiento del Antigo R\u00e9gimen y la Modernidad; ni de liberales y conservadores enfrentados en las fronteras y la ley; tampoco el siglo XIX centroamericano implica una lubricada transici\u00f3n de castas y estamentos a clases sociales. Hay m\u00e1s claroscuros y much\u00edsimas m\u00e1s grietas en el retrato del siglo XIX, que siguen agrit\u00e1ndose hacia hoy y que nos demuestran qu\u00e9 ideas, temas y caminos est\u00e1n a\u00fan pendientes de desentra\u00f1ar para Centroam\u00e9rica.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAs\u00ed como nuestra pintura \u00e9pica fue tard\u00eda, tan tard\u00eda que tard\u00f3 m\u00e1s de un siglo en ser representada, as\u00ed de tard\u00eda fue la aparici\u00f3n de las mujeres en ella y, sobre todo, en la historia nacional. La historia sobre las mujeres se ha tardado m\u00e1s en ser articulada y buscada entre los archivos, las memoria y los m\u00e1rgenes que no las identifican plenamente como sujetas del periodo hist\u00f3rico. Tan tard\u00eda que se demor\u00f3 m\u00e1s de un siglo en llegar a ser tema de estudio.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cstrong\u003EIII\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00bfD\u00f3nde estaban las mujeres en el siglo XIX?\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAunque la pregunta interpela al lugar en el espacio p\u00fablico, basada en las pinturas y algunos relatos, la respuesta se avoca m\u00e1s bien al lugar de las mujeres dentro del orden colonial y la incipiente naci\u00f3n, es decir, dentro de su \u00fanica gram\u00e1tica posible: la ley.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ENi la constituci\u00f3n de Centroam\u00e9rica de 1823 ni la de el Estado del Salvador de 1824 introduce a las mujeres en la naci\u00f3n mediante la ciudadan\u00eda. Fueron ciudadanos los hombres con ciertas facultades y privilegios, como la edad, la educaci\u00f3n y la propiedad, como fueron antes vecinos y s\u00fabditos. Esto quiere decir que, aunque alguna historiograf\u00eda producida con intenciones educativas, divulgativas o reivindicativas sobre las mujeres en las revueltas de independencia identifiquen su agencia, en la ley no exist\u00edan y no eran tampoco sujetas de discusi\u00f3n.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAunque las mujeres aparec\u00edan en ciertas claves, como el espacio p\u00fablico o los mismos juicios, eran subalternas de los hombres; es decir, toda su identidad estaba relacionada a ser hija, esposa, madre, hermana o viuda de un hombre. Ay, de las hu\u00e9rfanas y solteras: era como si no existieran. En estas narrativas de subalternidad, no se identificaba en ellas capacidad de agencia, ni siquiera la intelectual. Las mujeres, sin embargo, demostraron siempre que han tenido agencia, una capacidad de decidir por s\u00ed mismas, y la han manifestado en espacios o episodios menos \u00e9picos, en los intersticios de las instituciones, en los remanentes de las tradiciones, en los lenguajes ocultos de la cultura oficial, en una cultura pol\u00edtica propia.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEn 1827, durante el gobierno de Moraz\u00e1n en la Rep\u00fablica Federal, el decreto de \u003Ca href=\"https:\/\/www.academia.edu\/43501729\/La_reforma_conyugal_matrimonio_civil_y_divorcio_en_El_Salvador_1880_1894_\"\u003Ela reforma moraz\u00e1nica de la ley del divorcio y el matrimonio civil \u003C\/a\u003Epuso el acento en un nuevo orden social secular, mediante una instituci\u00f3n primordial para las mujeres: la del matrimonio. Pero, aunque el divorcio es tema crucial para las mujeres por el abandono de los esposos del hogar, la irresponsabilidad de los hombre para mantener los hijos, y la violencia, entre otros puntos, las mujeres fueron sujetos importantes en la discusi\u00f3n. Aquello se volvi\u00f3 un pleito entre devotos y anatemas y se trat\u00f3 m\u00e1s bien de una tensi\u00f3n de fuerzas cat\u00f3licas contra seculares, de pugnas de la modernidad.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EDespu\u00e9s de la disoluci\u00f3n federal y hacia 1860, algunas reformas relacionadas a la educaci\u00f3n de las mujeres comenzaron a situarlas dentro del debate p\u00fablico: \u003Ca href=\"https:\/\/www.academia.edu\/784114\/Escuela_de_ni%C3%B1as_y_Liceo_Santo_Tom%C3%A1s_educaci%C3%B3n_privada_y_naci%C3%B3n_salvadore%C3%B1a_en_el_siglo_XIX\"\u003Elas ni\u00f1as y las mujeres pod\u00edan estudiar y a\u00fan m\u00e1s, ense\u00f1ar.\u003C\/a\u003E Pero no fue hasta el periodo identidicado como de reformas liberales, de 1870 a 1890, que los hombres de letras y de ley ponen mayor acento en la mujer: no solo en la educaci\u00f3n, como muy bien ha estudiado \u003Ca href=\"http:\/\/www.elfaro.net\/es\/201410\/academico\/16137\/Mujeres-en-p%C3%BAblico-El-debate-sobre-la-educaci%C3%B3n-femenina-entre-1871-y-1889.htm?tpl=12\"\u003EOlga V\u00e1squez\u003C\/a\u003E, sino en el acceso a la salud, el derecho al matrimonio civil y al divorcio, a la manutenci\u00f3n suya y de los hijos abandonados, al debate sobre el derecho de testar y heredar, a su relaci\u00f3n con la propiedad y a la preocupaci\u00f3n de las mujeres por los hijos ileg\u00edtimos y la protecci\u00f3n del Estado. Sobre hijos e hijas ileg\u00edtimas, Prudencia Ayala y Josefina Pe\u00f1ate, desde 1920, ser\u00e1n activas defensoras del derecho al reconocimiento y a la protecci\u00f3n del Estado. Ya hacia 1880, sin embargo, intelectuales como Rom\u00e1n Mayorga Rivas y Francisco Estaban Galindo articularon discursos sobre la capacidad intelectual de las mujeres, al mismo nivel del hombre, para abogar por su derecho a la educaci\u00f3n y al sufragio. Y creo que, como he escrito en otro art\u00edculo, podemos identificar en ellos operaciones feministas.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ELas mujeres del siglo XIX atravesaron diversas experiencias que no han sido rese\u00f1adas. Aunque la educaci\u00f3n y la lucha por el sufragio sigan siendo los temas m\u00e1s apasionantes o con mayores recursos archiv\u00edsticos (y ya es mucho decirlo en El Salvador), tenemos que reconocer que las miradas hacia las mujeres han sido determinadas por la fuente, por el registro y el nombre en la Historia, la posibilidad de tener un documento, el privilegio de registrar su paso por el mundo, sigue siendo un asunto que clase y de etnia.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ENo hemos llevado a\u00fan la mirada hacia las mujeres en las guerras moraz\u00e1nicas y luego los conflictos armados nacionalistas del siglo XIX (m\u00e1s de 100); a las mujeres no castellanizadas durante los procesos de homogenizaci\u00f3n del Estado que guardaron y transmitieron su lengua materna; a la labor de cuidado de enfermos durante las epidemias, como religiosas o como seglares; a su mortalidad y morbilidad por maternidad; al puerperio y los trabajos de cuidados; a la violencia sexual y la violencia familiar; al derecho a la propiedad; al comercio y los intercambios de bienes; a la agricultura, los cultivos de subsistencia y la historia ambiental; al conocimiento ancestral; a su desarrollo en las artes y las ciencias; a la condici\u00f3n de las monjas durante las reformas liberales (a todo mundo le encantan las pugnas de Delgado y Casa\u00fas con Moraz\u00e1n, historias de hombres); a sus memorias; a sus silencios; a su propio tiempo, a su propio regimen de historicidad, como he sostenido en otros trabajos.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EPor alg\u00fan tiempo, me he dedicado a estudiar la relaci\u00f3n entre ciudadan\u00eda y autor\u00eda de las mujeres en el siglo XIX, ya sea como escritoras o como pintoras, por lo que creo que es importante poner el acento en los procesos y la cultura pol\u00edtica que lleva a una mujer a tener acceso a la ciencia, las artes y las ideas: estudiar revistas, librer\u00edas, suscripciones, traductoras.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EComo he se\u00f1alado antes, las poetas publicadas por Rom\u00e1n Mayorga Rivas en los tomos de su reuni\u00f3n de poetas salvadore\u00f1os en \u003Cem\u003EGuirnalda salvadore\u00f1a\u003C\/em\u003E (1884-1886) Antonia Galindo (1858-1893), Ana Dolores Arias (1856-1888), Jes\u00fas L\u00f3pez (1848-\u00bf?) y Luz Arru\u00e9 de Miranda (1852-1932) no son solo mujeres que se dedicaban a escribir rom\u00e1nticos versos; su ejercicio po\u00e9tico las convierte en agentes en el campo intelectual. De la misma forma, el poeta e investigador literario Vladimir Amaya ha desempolvado del olvido a otras poetas decimon\u00f3nicas como Raquel Soto (1874-\u00bf?), Rosa Amelia Guzm\u00e1n (1885-1969), Mercedes Quinteros (1890-1924), Mar\u00eda Loucel (1893-1961), Isaura Lara (1859-\u00bf?), Lastenia Garc\u00eda, Florinda B. Gonz\u00e1lez (1879-1952) entre otras. De muchas ha construido sus biograf\u00edas y ha publicado sus poemas en su antolog\u00eda \u003Cem\u003ELas muchachas de la \u00faltima fila.\u003C\/em\u003E Muchas firmaban con seud\u00f3nimo femenino y otras con masculino. De otras queda su nombre en una deste\u00f1ida pared de una escuela municipal o rural.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ELas mujeres del siglo XIX no han sido a\u00fan esbozadas ni imaginadas totalmente por nuestra historiograf\u00eda. Y esta ausencia no es vac\u00edo, es espacio. Es m\u00e1s bien una preciosa veta de exploraci\u00f3n, que relumbra, como una veta de la tierra con sus minerales preciosos, con las preguntas al archivo y a la historia oral, con las particularidades propias del conocimiento del g\u00e9nero. Con las dudas b\u00e1sicas que todas tenemos y que luego, con los a\u00f1os, apuntalamos, perfilamos, precisamos, y se convierten en preguntas de investigaci\u00f3n, en propuestas para pensar, en pistas, en huellas, en caminos. \u00bfQui\u00e9nes son? \u00bfD\u00f3nde estaban? \u00bfQu\u00e9 hicieron? \u00bfQu\u00e9 podemos hacer con\/por ellas?\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAfortunadamente, ahora sabemos que el g\u00e9nero no es una imagen fija. Y requiere una contextualizaci\u00f3n hist\u00f3rica: \u201cReconocer que la subordinaci\u00f3n social es un producto de la historia, cuyas ra\u00edces se encuentran en una organizaci\u00f3n espec\u00edfica del trabajo, ha tenido un efecto liberador para las mujeres. Ha permitido desnaturalizar la divisi\u00f3n sexual del trabajo y las identidades construidas a partir de ella, al concebir las categor\u00edas de g\u00e9nero no solo como construcciones sociales, sino tambi\u00e9n como conceptos cuyo contenido est\u00e1 en constante redefinici\u00f3n, que son infinitamente m\u00f3viles, abiertos al cambio, y que siempre tienen una carga pol\u00edtica\u201d, como ha apuntado Silvia Federici en \u003Cem\u003EEl patriarcado del salario\u003C\/em\u003E (2018).\u003Cstrong\u003E\u00a0\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cstrong\u003E\u00a0\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cstrong\u003EIV\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EHay una sola mujer en la firma del acta de la independencia de Centroam\u00e9rica en Guatemala. No es Mar\u00eda Dolores Bedoya, la m\u00edtica guatemalteca que \u201careng\u00f3 al pueblo\u201d durante la noche del 15 de septiembnre de 1821. Es m\u00e1s bien la art\u00edfice de la oposici\u00f3n a la algarab\u00eda independiente y popular, es la Reina.La pintura de Vergara Ahumada que representa la firma del acta, con Jos\u00e9 Mat\u00edas Delgado como protagonista, de nuevo en total hegemon\u00eda hist\u00f3rica y nacionalista, reproduce, recrea o imagina el interior del palacio de los caballeros de ciudad de Guatemala y est\u00e1 presidido por la imagen del poder de ese momento: los reyes de Espa\u00f1a.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cbr\/\u003E \u003Cfigure class=\"pict pict_land pict_move_posc 0 cs_img cs_img--curr rule--ss_c\" data-shot=\"pict\" data-hint=\"pict\"\u003E \u003Cdiv class=\"pict__pobj text-overflow\"\u003E\u003Cimg src=https:\/\/elfaro.net\/get_img?ImageWidth=2000&ImageHeight=979&ImageId=36482 class=\"pobj\" style=\"max-width: 100%\" rel=\"resizable\" alt=\"Firma del Acta de Independencia de Centroam\u00e9ricaa de 1921. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto.\" \/\u003E\u003C\/div\u003E \u003Cfigcaption class=\"pict__text cs_img_caption folk_content typo_buttons line--ss_s0c line--ss_s0c--auto block full-width text-overflow rule--ss_l relative\"\u003E \u003Cdiv class=\"__content block-inline full-width align-top tint-text--idle relative\"\u003E Firma del Acta de Independencia de Centroam\u00e9ricaa de 1921. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto. \u003Cdiv class=\"photographer text_italic rule--ss_l tint-text--idle\"\u003E \u003C\/div\u003E \u003C\/div\u003E \u003C\/figcaption\u003E \u003C\/figure\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEn la sala del palacio, custodiando cada flanco, Vergara Ahumada ubica a los reyes: el muy impopular Fernando IV y una de sus cuatro esposas, que, por la fecha del acontecimiento, podr\u00eda ser Mar\u00eda Josefa Amalia de Sajonia, reina consorte entre 1819 y 1829.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EHe aqu\u00ed, en esta invenci\u00f3n, paradoja que es tambi\u00e9n epifan\u00eda. Una maravillosa clave para traernos a la reflexi\u00f3n del archivo y las imagi-naciones. La representaci\u00f3n de los reyes mediante el retrato de grandes dimensiones era una tradici\u00f3n en el Nuevo mundo. Finalmente, los reyes nunca viajaron a Am\u00e9rica y as\u00ed los subditos y luego los rebeldes e insurgentes no ten\u00edan una imagen clara de contra qui\u00e9n se rebelaban. A muchos lugares incluso nunca lleg\u00f3 una estampa del rey. Pero hacia finales del siglo XVIII, \u003Ca href=\"http:\/\/www.elfaro.net\/es\/201205\/el_agora\/8671\/Las-mujeres-de-Nueva-Guatemala-en-la-jura-de-Carlos-IV.htm?st-full_text=all&tpl=11\"\u003Eyo he podido localizar dos retratos de cuerpo entero la reina consorte de Carlos IV, Mar\u00eda Luisa de Parma, reconocida como Mar\u00eda Luisa de Borb\u00f3n, que fueron pintados en Guatemala por una mujer: la pintora Mar\u00eda Basconcelos.\u003C\/a\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEste v\u00ednculo me permite se\u00f1alar\u003Cem\u003E\u003Cspan style=\"text-decoration: underline;\"\u003E cu\u00e1ndo \u003C\/span\u003E\u003C\/em\u003E\u003Cspan style=\"text-decoration: underline;\"\u003El\u003C\/span\u003Ea ficci\u00f3n y el archivo se intersectan. Es posible. Pero es de cuidado. La re-creaci\u00f3n e imaginaci\u00f3n de Vergara Ahumada resuenan en un caso espec\u00edfico, encontrado al margen del archivo, en un documento anexo del Archivo General de Centroam\u00e9rica, y permite que, en efecto, en la pintura tard\u00eda de la independencia exista la huella una mujer.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EMar\u00eda Basconcelos, que no puedo asegurar que haya pintado a la nueva reina consorte, es una figura fugitiva del archivo de la historia de la pintura en Guatemala. Sus dos retratos de la reina Borbona fueron colgados en el frontispicio del cabildo durante las fiestas reales por la jura de Carlos IV en la Nueva Guatemala en 1789. Probablemente aprendi\u00f3 el oficio en su familia, como as\u00ed lo hicieron las miniaturistas e iluminadoras medievales que aprendieron a pintar y dibujar en los talleres de sus padres o hermanos: la historiograf\u00eda de la pintura colonial en Guatemala identifica la existencia y popularidad de dos maestros pintores apellidados Basconcelos que crearon en el mismo periodo y la misma ciudad que Mar\u00eda: Pablo y Pedro Basconcelos.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAs\u00ed, como he escrito antes, Mar\u00eda Basconcelos llega a ser en Guatemala, en Centroam\u00e9rica, \u201cla hermana de Shakespeare\u201d que ide\u00f3 Virginia Woolf en su ensayo \u003Cem\u003EUna habitaci\u00f3n propia \u003C\/em\u003E(1929): aquella mujer con el mismo talento, o m\u00e1s, que su hermano, pero que no pas\u00f3 a la Historia ni pudo desarrollar plenamente su arte, porque no cont\u00f3 con las condiciones materiales ni subjetivas necesarias para cumplirlo en su tiempo.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cbr \/\u003E\u003Cstrong\u003EV\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EY, por \u00faltimo, Manuelita.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ELa \u00faltima pintura de Vergara Ahumada a la que har\u00e9 referencia es a \u003Cem\u003EEl ocaso de un sol\u003C\/em\u003E, que retrata la muerte de Manuel Jos\u00e9 Arce en su lecho en San Salvador, en 1847, despu\u00e9s de su propia odisea federal, de exilio y guerras. \u003Cem\u003EEl ocaso de un sol\u003C\/em\u003E\u00a0recurre a la representaci\u00f3n rom\u00e1ntica de la muerte, que en la pintura europea del XIX retrat\u00f3 desde la muerte de Isabel la Cat\u00f3lica hasta la muerte de Fernando VII: se trata del h\u00e9roe en su lecho de muerte, en su cama, rodeado de autoridades, entre eclesiales y civiles y dolientes. Y en el orden de la representaci\u00f3n, jerarqu\u00edas entre esas mismas autoridades y dolientes.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ELa muerte de Arce nos permite introducirnos en su intimidad, por primera vez. Las mujeres, ya se sabe, sentimentales y hasta pla\u00f1ideras, por eso frente a Manuel Jos\u00e9 Arce son las \u00fanicas que lloran. \u00bfQui\u00e9nes son esas mujeres? Su hermana Manuela Arce de Lara, encumbrada por la historiograf\u00eda rom\u00e1ntica como la mujer que cosi\u00f3 la primera bandera salvadore\u00f1a no aparece en la imagen. Su biograf\u00eda indica que muri\u00f3 en la d\u00e9cada de 1830, no se sabe cu\u00e1ndo. Lloran las mujeres o rez\u00e1n por \u00e9l, pero ninguna de ellas es tampoco Mar\u00eda Felipa, su esposa, pues los bi\u00f3grafos han indicado su muerte en 1845. Estas especificidades son importantes para comprender que las dolientes son mujeres de servicio: todas est\u00e1n peinadas con trenzas y ataviadas con ropas de \u201ccampesinas\u201d, principalmente \u201cvolcane\u00f1as\u201d, representaciones de mujeres ind\u00edgenas inventadas por los gobiernos salvadore\u00f1os entre 1920 y 1950. Y as\u00ed tambi\u00e9n, bajo ese arquetipo que pas\u00f3 a ser estereotipo, fueron representadas las mujeres del grito de 1811.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ELa operaci\u00f3n es esencial: es una pintura \u00e9pica en la que hay mucho de investigaci\u00f3n iconogr\u00e1fica y otro tanto de ficci\u00f3n. De invenciones e imagi-naciones. Vergara Ahumada logra introducir a las mujeres en las estampas \u00e9picas, aunque no sabemos si su operaci\u00f3n obedeci\u00f3 a alguna \u00e9tica feminista. Ser\u00eda mucho pedir a la biograf\u00eda del pintor y a una trilog\u00eda de pinturas que hemos sobrevalorado porque la pintura \u00e9pica no tuvo desarrollo en el pa\u00eds.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cbr\/\u003E \u003Cfigure class=\"pict pict_land pict_move_posc 0 cs_img cs_img--curr rule--ss_c\" data-shot=\"pict\" data-hint=\"pict\"\u003E \u003Cdiv class=\"pict__pobj text-overflow\"\u003E\u003Cimg src=https:\/\/elfaro.net\/get_img?ImageWidth=2000&ImageHeight=851&ImageId=36483 class=\"pobj\" style=\"max-width: 100%\" rel=\"resizable\" alt=\"El ocaso de un sol. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto.\u00a0\" \/\u003E\u003C\/div\u003E \u003Cfigcaption class=\"pict__text cs_img_caption folk_content typo_buttons line--ss_s0c line--ss_s0c--auto block full-width text-overflow rule--ss_l relative\"\u003E \u003Cdiv class=\"__content block-inline full-width align-top tint-text--idle relative\"\u003E El ocaso de un sol. Obra realizada por el pintor Luis Vergara Ahumada. Pintura ubicada en la ex Casa Presidencial, en San Jacinto.\u00a0 \u003Cdiv class=\"photographer text_italic rule--ss_l tint-text--idle\"\u003E \u003C\/div\u003E \u003C\/div\u003E \u003C\/figcaption\u003E \u003C\/figure\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEl 11 de diciembre de 2003, Manuelita Arce, Felipa Aranzamendi, Mar\u00eda Feliciana de los \u00c1ngeles Miranda y Manuela Miranda \u003Ca href=\"https:\/\/www.asamblea.gob.sv\/sites\/default\/files\/documents\/decretos\/171117_073711766_archivo_documento_legislativo.pdf\"\u003Efueron finalmente reconocidas como \u201cpr\u00f3ceres\u201d de la independencia patria, por decreto Legislativo 227. \u003C\/a\u003ESe realizaron las biograf\u00edas de estas mujeres y se incorpraron, a los materiales del Ministerio de Educaci\u00f3n.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEntonces fueron introducida en los cromos escolares y algunos pasquines c\u00edvicos, esos que atesoramos entre 1950 y 1990, como los mejores materiales para hacer las tareas elementales sobre la historia de El Salvador: los s\u00edmbolos patrios, el mapa y su geograf\u00eda y las biograf\u00edas de pr\u00f3ceres de la Independencia. Ahora incluso un \u201cretrato\u201d de Manuelita acompa\u00f1a la capilla ardiente de Manuel Jos\u00e9 Arce en el Museo de Historia Militar.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EComo ni\u00f1a estudiosa que fui, y quiz\u00e1 por la intuici\u00f3n de la historiadora que ser\u00eda, busqu\u00e9 el cromo en el que se incorporaban las mujeres. Quer\u00eda ver a esas mujeres que entraban al fin a la Historia salvadore\u00f1a. Aunque, como sabemos, no exist\u00eda El Salvador entre 1811 y 1821, y lo que ha llegado hasta nuestros d\u00edas es un relato nacionalista fragmentado de un proceso regional centroamericano. Cuando al fin lo encontr\u00e9, reconoc\u00ed a Manuelita. Era una copia exacta del rostro de su hermano Manuel Jos\u00e9 dibujado en la d\u00e9cada de 1950, que se volvi\u00f3 iconogr\u00e1fico. \u00a1Era m\u00e1s bien Manuel Jos\u00e9 Arce con peinado de mujer! Aquello me pareci\u00f3 una burla. Un insulto.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EA pesar de que las hermandas Mar\u00eda Feliciana y Manuela Miranda fueron acusadas como \u201cagitadoras a la rebeli\u00f3n\u201d, pronto pasaron al pante\u00f3n nacional oficial en las mismas condiciones que Manuela Arce y Felipa Aranzamendi, presentadas como las mujeres que cosieron la primera bandera salvadore\u00f1a en oposici\u00f3n a la invasi\u00f3n mexicana de Iturbide, en el proceso fallido de anexi\u00f3n de Centroam\u00e9rica a M\u00e9xico: reducidas a los oficios mujeriles.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ESus representaciones, como la pintura que en 2014 se inagur\u00f3 en la Asamblea legislativa en honor a Mar\u00eda Feliciana, son las del retrato. Vemos solo su rostro, en un fondo oscuro m\u00e1s de foto de estudio de 1990 que retrato del siglo XIX: as\u00ed como falta el paisaje, falta el contexto. Son im\u00e1genes sin acci\u00f3n, encapsuladas como daguerrotipo en camafeo que, al tener contacto con el aire, se borran.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ESi la rebeli\u00f3n subvierte la tradicional divisi\u00f3n sexual del trabajo y permite a las mujeres ser instigadoras, rebeldes, insurgentes, insurrectas, agitadoras, llamar al levantamiento con instrumentos musicales y hasta tomar armas, en el curso de la insurrecci\u00f3n, las relaciones de los sexos se modifican, como ha escrito Godeinau: \"mientras que, en las sublevaciones m\u00e1s o menos espont\u00e1neas, las mujeres desempe\u00f1an un papel motor, apenas el acontecimiento es dirigido por las asociaciones revolucionarias, se les expulsa a la periferia\u201d. La misma praxis opera en la narrativa, escritura o visual, de la historia oficial: las abstrae de su contexto hist\u00f3rico y las retrae: las coloca en la narrativa de los oficios mujeriles y privados de representaci\u00f3n tradicional: encapsula a las mujeres en ese retrato falso de la esposa que un pintor, con referencias al Romanticismo, coloc\u00f3 sobre el escritorio del primer presidente de la Rep\u00fablica Federal. \u00c9l, entre armas y papeles, funda la rep\u00fablica. La mujer observa encerrada en un marco, sin acci\u00f3n.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAhora puedo decir tambi\u00e9n que esa \u00faltima operaci\u00f3n por llevar la representaci\u00f3n femenina a la Historia nacional demostr\u00f3 tambi\u00e9n desidia, un desinter\u00e9s verdadero en comprender a las mujeres dentro de los procesos hist\u00f3ricos. La incapacidad de pensar a Manuelita y a cualquier otra mujer de su tiempo era un s\u00edntoma de una sociedad machista, mis\u00f3gina y con una fascinaci\u00f3n por la desmemoria, el olvido y la mitoman\u00eda. Preferimos la mentira por encima de cualquier ejercicio cient\u00edfico o jur\u00eddico por la verdad.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EEsas mujeres representadas a lo largo de los a\u00f1os en los pocos atisbos de cultura visual salvadore\u00f1a son estereotipo, no canon. Y m\u00e1s all\u00e1 de invenci\u00f3n, son realmente un artificio que articula un discurso subrepticio en el que subyacen injusticias, desigualdades y desintereses.\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EAntes de preguntarnos por las \u201cpr\u00f3ceras\u201d o \u201clas esposas\u201d, como me surgiri\u00f3 hace a\u00f1os la entrevistadora, debemos preguntarnos c\u00f3mo accedemos a la informaci\u00f3n sobre las mujeres, c\u00f3mo la buscamos, si la hay, qu\u00e9 hacemos con ella, c\u00f3mo la construimos dentro de una narrativa hist\u00f3rica, c\u00f3mo la articulamos o desarticulamos, dentro de un discurso patriarcal, nacionalista y mit\u00f3mano que expande estos vicios como una estructura institucional que tambi\u00e9n nos aleja del archivo y de los derechos a la informaci\u00f3n y la verdad.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp align=\"right\"\u003E\u003Cem\u003EEn Ciudad de M\u00e9xico, 27 de septiembre de 2021, a\u00f1o del bicentenario.\u003C\/em\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp align=\"right\"\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cstrong\u003ENota:\u003C\/strong\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003EDedico este texto a las vendedoras del mercado San Miguelito, que perdieron su patrimonio y su espacio de trabajo el pasado 22 de septiembre. Ellas tambi\u00e9n han sido constructoras de la naci\u00f3n, desde la econom\u00eda informal, la identidad cultural y la cultura visual. Ellas, cada septiembre, se preparan con las representaciones de la patria: banderas, escudos, gallardetes y escarapelas, retratos de pr\u00f3ceres, cromos escolares, papeles azul y blanco y arreglos florales para los monumentos y los actos oficiales de la independencia patria.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003ELas vendedoras de los mercados, como demuestran las investigaciones de Patricia Parkman y H\u00e9ctor Lindo Fuentes, tambi\u00e9n han sido, hist\u00f3ricamente, agentes de la lucha por la democracia y contra la desigualdad.\u00a0 A ellas, mi reconocimiento y gratitud, por ense\u00f1arme, con su trabajo y sus s\u00edmbolos, lo que patria era y no es.\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Chr \/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u003Cem\u003E*Elena Salamanca es historiadora y escritora salvadore\u00f1a. Es candidata al Doctorado en Historia en el Colegio de M\u00e9xico. Es Maestra en Historia por El Colegio de M\u00e9xico (2016), M\u00e1ster en Historia Iberoamericana Comparada por la Universidad de Huelva, Espa\u00f1a (2013). Actualmente es catedr\u00e1tica de G\u00e9nero y Cultura en la Universidad Iberoamericana Le\u00f3n, M\u00e9xico. \u003C\/em\u003E\u003Cbr \/\u003E\u003Cem\u003EHa recibido las becas de estancia de investigaci\u00f3n de los programas Llilas Benson, Instituto Teresa Lozano Long de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Texas en Austin (2016); la beca del Programa de Movilidad Acad\u00e9mica de la Secretar\u00eda General del Sistema de Integraci\u00f3n Centroamericana (SICA, 2017); la beca estancia del programa Residencias Art\u00edsticas para Creadores de Iberoam\u00e9rica y de Hait\u00ed, del FONCA y AECID en M\u00e9xico (2009); y la beca Y.ES para te\u00f3ricos del arte, Estados Unidos-El Salvador (2017).\u003C\/em\u003E\u003C\/p\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cbr\/\u003E\u003Cp\u003E\u00a0\u003C\/p\u003E"}