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0-0 y por qué a los gringos les pela nuestro fútbol

Un club de fútbol, la marca Adidas y un político local armaron una fiesta para ver el Inglaterra- Estados Unidos en un suburbio de Nueva York. Llegaron tres veces menos personas que las que esperaban, en un país donde el Black Friday llena los centros comerciales pero al 'soccer' le faltan consumidores.

Nelson Rauda

Fecha inválida
Nelson Rauda Zablah

Uniondale, NUEVA YORK. De entrada, el partido ya era decepcionante. En el Mitchel Field Athletic Complex Indoor Center, los organizadores de la fiesta esperaban unas 600 personas para el Inglaterra- Estados Unidos. Pusieron una pantalla gigante, sonido envolvente, dejaron dos canchas libres para que los niños se entretuvieran, hicieron una rifa de zapatos y camisetas firmados por jugadores de la selección de Estados Unidos, la entrada era gratis. Llegaron 200 personas, 250 siendo generoso.

“Puede ser el invierno o que fue una convocatoria de último minuto”, me dijo Tanner Sands, 26 años, el gerente de Long Island Rough Riders, el club de fútbol que entrena por acá. Pero lo anunciaron hace dos semanas, y el evento lo patrocina la gigante Adidas y la oficina de un político local. La gente se sienta sobre alfombra verde en un gran espacio techado, algunos han traído sillas de jardín, todos han traído abrigo porque estamos a 10 grados centígrados y los vientos de Long Island son poca broma.

Puede ser también que es un día de resaca colectiva: ayer fue Acción de Gracias, y hoy millones de estadounidenses se arrepienten de cuanto comieron o bebieron la noche anterior, en la primera festividad de la temporada, el pináculo del otoño.

O puede ser que la competencia era demasiada con el gran evento del día en este país: Black Friday, el Super Bowl del consumismo. La asistencia en los centros comerciales no fue, como esta fiesta, decepcionante. En Better Sleep Solutions, una tienda de colchones en el centro comercial Smith Haven, pusieron una pantalla gigante con el partido abajo de un letrero que decía gran inauguración. En Estados Unidos, Fox Sports pasa gratis todos los partidos en su aplicación y se pueden ver en vivo incluso en la sección de búsqueda de Twitter. En el país que inventó el sistema de pago por ver, es obvio que ya habría alguien cobrando si esto atrajera mucho interés.

Pero no lo hace. Quise venir a esta fiesta porque me parecía un sitio más honesto que un bar.  Uniondale es un suburbio de Nueva York. En cualquier bar tenés cerveza y creo que con dos o tres este partido habría sido medianamente tolerable, hasta entretenido con un par más. Aquí, en cambio, es lo que es. Una niña en pijamas de Mickey Mouse le amarra los zapatos a su hermanito menor. Dos niños, uno en camisa de Colombia y gorra del Real Madrid, el otro en camisa de Real Madrid, ven a los equipos salir a la cancha en Qatar y huyen a sus canchitas de juego detrás de los pocos espectadores.

Unas 166 millones de personas planeaban comprar en el fin de semana de Acción de Gracias, según la Federación Nacional de Minoristas, citada por la agencia Reuters. Menos del 10 % de esa cantidad están siguiendo la Copa Mundial por televisión en Estados Unidos. En Estados Unidos, el fútbol sigue siendo un deporte de nicho: solo un 21.6 % de la población adulta dijo que sigue el deporte en una encuesta conducida por Statista entre junio de 2021 y julio de 2022. Foto de El Faro: Nelson Rauda.
Unas 166 millones de personas planeaban comprar en el fin de semana de Acción de Gracias, según la Federación Nacional de Minoristas, citada por la agencia Reuters. Menos del 10 % de esa cantidad están siguiendo la Copa Mundial por televisión en Estados Unidos. En Estados Unidos, el fútbol sigue siendo un deporte de nicho: solo un 21.6 % de la población adulta dijo que sigue el deporte en una encuesta conducida por Statista entre junio de 2021 y julio de 2022. Foto de El Faro: Nelson Rauda.

Hay otros periodistas en el Mitchel Field. Un equipo de ABC graba el himno. Un fotógrafo le saca fotos a Bruce Blakeman, el político local, con algunas de las familias asistentes. Otro cámara, Usman, un simpático estudiante de 26 años en CUNY, me dijo que esperaba que hubiera banderas aquí —que se ven mejor en cámara que un puñado de gente sentada— y que preferiría haberse ido a Queens, a uno de esos bares de latinos. En Queens, por ejemplo, los ecuatorianos se juntan y gritan por un equipo más emocionante y que tiene en Enner Valencia al goleador del torneo. Goles son celebraciones y cosas que grabar.

Los latinos, justamente, son los más visibles de los entusiastas del fútbol acá. En los estadios de fútbol se oyen cantos en español. La barra organizada del campeón de la MLS, Los Ángeles FC, es de mexicanos. Y Los Ángeles es prácticamente una ciudad latinoamericana. Pero eso no ha permeado la selección.

En su camerino, Estados Unidos tiene cinco jugadores no nacidos en sus fronteras: tres son ingleses, uno es holandés y uno es colombiano. Para los vecinos latinos, la historia es bien distinta. Durante la eliminatoria para Qatar, el cuerpo técnico de El Salvador reclutó a estadounidenses hijos de salvadoreños para que jugaran en la Selecta. A uno de ellos, Alex Roldán, lo quería también la selección de Guatemala. México también está en la misma pelea: Julián Araujo y Efraín Álvarez son los más recientes jugadores criados en Estados Unidos que representan a México a nivel selección; Ricardo Pepi, nacido de padres mexicanos en El Paso, Texas, decidió jugar con Estados Unidos, hizo goles cruciales en la eliminatoria y no fue convocado. Es como un triángulo amoroso de secundaria: los latinos quieren a los gringos y los gringos, a los europeos.

Por eso importaba tanto, para unos, el partido con Inglaterra.

Los medios ciertamente han tratado de fabricar entusiasmo. En la tele, el día antes, un comentarista de Fox Sports dijo que era el partido más anticipado de la historia de la Copa del Mundo para Estados Unidos. El delantero Tim Weah, autor del único gol gringo en lo que va de Mundial, apareció en Good Morning America el día anterior, justo antes de las carrozas del desfile de acción de gracias de Macy’s. La estrella de cine Ryan Reynolds (Deadpool, La propuesta) narró un trailer del partido justo antes del inicio, un combinado de videos con música épica de esos que Hollywood ha perfeccionado tanto. La aplicación del New York Times manda actualizaciones minuto a minuto de los partidos del mundial, énfasis especial en los de su selección.

Aun así el rating es contundente. En el debut de Estados Unidos contra Gales, 12 millones de espectadores se conectaron. La noche anterior a este segundo juego, la audiencia fue casi cuatro veces mayor para un partido del deporte que aquí llaman fútbol: 42 millones vieron el partido de los Dallas Cowboys y los Giants de Nueva York.

Muchas personas en este país se hacen la pregunta de por qué el deporte más popular del mundo no lo es aquí. Hasta el boxeo y el hockey le ganan al fútbol, según una encuesta de Statista, ya ni se diga los tres grandes: béisbol, baloncesto y fútbol americano. Puede ser parte del excepcionalismo gringo, la misma razón por la que marcan la temperatura en Fahrenheit y la distancia en millas. Puede ser que esto tiene muy poco que ver con los deportes que sí gustan al americano.

Por ejemplo, eso de los empates no es muy americano. No existen, por ejemplo, en béisbol ni en baloncesto, donde hay entradas adicionales o tiempo extra hasta que haya un ganador. En el fútbol americano, los empates son tan poco comunes que solo ha habido cuatro en los últimos mil juegos, es decir, un empate en cada una de las pasadas cuatro temporadas. Tampoco son comunes esos marcadores ajustados. Ese partido rompe récord de los Giants y los Cowboys terminó 20 a 28. Los juegos en la NBA regularmente llegan a los cientos de puntos.

Si este era el partido marcado en el calendario, fue una mala apuesta para seducir a los inconversos.

El delantero de Inglaterra #09 Harry Kane (C) intenta anotar durante el partido de fútbol del Grupo B de la Copa Mundial de Qatar 2022 entre Inglaterra y Estados Unidos en el Estadio Al-Bayt en Al Khor, al norte de Doha el 25 de noviembre de 2022. (Foto de Paul ELLIS / AFP).
El delantero de Inglaterra #09 Harry Kane (C) intenta anotar durante el partido de fútbol del Grupo B de la Copa Mundial de Qatar 2022 entre Inglaterra y Estados Unidos en el Estadio Al-Bayt en Al Khor, al norte de Doha el 25 de noviembre de 2022. (Foto de Paul ELLIS / AFP).

Tenemos un tiro de Harry Kane que desvía Tim Ream y la jugada en que Sergiño Dest desborda a Harry Maguire que finalmente se recompone suficiente para desviar el disparo al córner. Matt Turner, el portero gringo que juega para el Arsenal, hizo tres atajadas. Weston Mckennie, un enérgico volante de la Juventus que se ha pintado el pelo azul, rojo y blanco, se sacudió a un defensa inglés con un giro a lo Cruyff y le dio la pelota a Cristian Pulisic que le reventó el travesaño a Jordan Pickford. Así, en un párrafo, les puedo contar todo lo emocionante que ocurrió en un partido que terminó cero a cero.

Hay un par de gritos, un par de agarrones de cabeza. Pero lo que más hay es padres pateando la pelota con sus hijos y llamándolos para que vayan a comer una rebanada de pizza. A mitad del segundo tiempo yo pienso que estaría más contento si me fuera a jugar sacagol con los niños o, aunque sea, me acostara a ver este juego en la nueva tienda de colchones.

Estados Unidos se iría a los penales si hubiera un campeonato de países a los que un mundial importa menos. En Arabia Saudita decretaron un feriado el día después de que le ganaron a Argentina. En Argentina, los niños entraron temprano al colegio para ver el partido de su selección. Aquí no. No hay grandes eventos públicos. No se acabaron las estampitas del álbum del mundial ni tampoco he visto muchas tiendas —creo que no he visto ninguna en tres meses— que los vendan.

6Al final del partido, Danny Quinne, un padre de familia de 37 años con gorra de los Buffalo Bills de la NFL, me dijo que vino a la fiesta con su familia porque a su hijo le gusta Pulisic. Otra madre de familia le dice al camarógrafo Usman que le gusta el fútbol porque es un deporte bien accesible para las familias: “podés solo agarrar una pelota y jugar afuera”. Nadie está enojado por el empate ni con el técnico, no como los ingleses que quieran colgar al técnico Gareth Southgate porque no metió a Phil Foden, uno de los delanteros estrella del Manchester City. El fútbol sigue sin ser de vida o muerte y mucho tiene que cambiar para que eso sea distinto en cuatro años, cuando ellos sean los anfitriones.

 De camino a la casa, sí me encontré con un grupo más agresivo. Haciendo tráfico en una salida, decenas de carros se agolpaban para tratar de entrar al centro comercial Roosevelt Fields, en las últimas horas del Black Friday.

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