Cuando Bukele decide presentarse a unas elecciones que le están vedadas por la Constitución, no ataca directamente la democracia. Erosiona el Estado de Derecho, es decir, la sujeción del poder a las leyes. Diría Polibio que Bukele degrada el componente monárquico y lo transforma en tiránico. Pero la democracia sigue en pie, en tanto las elecciones de 2024 sean limpias y le permitan a la ciudadanía mantener al actual presidente en el poder o expulsarlo.
Ariel Sribman/Latinoamérica21