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"Tenemos la función de recordarles lo que dicen las normas constitucionales"
Por Sergio Arauz, Daniel Valencia y Ricardo Vaquerano / Fotos: Mauro Arias / Vídeo: Óscar Luna
Su misión es darle más peso a los derechos de los ciudadanos que a los de las instituciones y meter en cintura constitucional a quien haya que meter. Estos cuatro magistrados dicen querer dejar atrás la justicia constitucional plegada al poder político y económico y, en su lugar, hacer una transparente, honesta e independiente.
Estos cuatro magistrados se han ganado que algunos les llamen "Los 4 fantásticos" y otros "Los 4 jinetes del Apocalipsis". No solo por sus sentencias, sino también por el talante con que llegaron a la Corte Suprema de Justicia en julio de 2009, pontificando sobre probidad y denunciando abusos en el Órgano Judicial y en la misma Corte.
Cuando concedieron esta entrevista, el 21 de septiembre, ya habían emitido la sentencia que anuló el sistema del que se valen los partidos para preelegir diputados y la que declaró inconstitucional la alimentación millonaria a la partida secreta de la Presidencia de la República. Tres días después declararon inconstitucional el fuero del que gozaban los editores o jefes o directores de medios de comunicación por la publicación de expresiones que constituyeran delitos contra el honor o contra la imagen.
Ese aire de renovación que le dieron a la Sala de lo Constitucional los puso en choque no solo con extraños, sino también con algunos de sus colegas. En la misma Sala es usual la convergencia de estos cuatro magistrados y la disidencia del quinto, Néstor Castaneda, quien no estuvo en la entrevista. "Es que nosotros somos los indiciados", explica el presidente de la Corte, Belarmino Jaime. Saben que están conmocionando al poder político y saben que han golpeado al poder mediático con sus fallos. Y saben que se pueden estar jugando el puesto con su rol. "En este momento creo que estamos siendo un tribunal incómodo porque las interpretaciones constitucionales que estamos haciendo no han sido las tradicionales, acomodaticias y en alguna medida estamos recordándole a los otros Órganos sus límites", dice Rodolfo González.
Podría pensarse que si acciones como su nombramiento y remoción dependen de los partidos políticos, estos magistrados tienen vocación suicida. Pero al explorar sus porqués, coinciden en que están enderezando desde sus bases un sistema de justicia que privilegiaba a las instituciones y no al ciudadano, que excluía, que estaba plegado al poder político y al poder económico, y que era extremadamente conservador en la interpretación constitucional. Sus sentencias tienen no solo el respaldo del análisis lógico e intelectual, dicen, sino también la interpretación de cosecha propia que esta Sala piensa que deben llevar para potenciar los valores democráticos y constitucionales que a El Salvador le hacen falta.
Belarmino Jaime: Antes de que empezara esta entrevista me preguntaban si ya nos conocíamos antes de llegar a la Sala y les decía que a Rodolfo yo no lo conocía. Acá nos hemos conocido y pienso que a estas alturas ya hay una verdadera amistad a pesar del poco tiempo. Con Sidney, pues éramos conocidos de lejos, pero de igual forma hoy tenemos una gran amistad y estamos igualmente comprometidos. Les entendí que preguntaban que si las cosas en que hemos coincidido eran producto de una cosa planeada, y yo les decía que no, que en realidad ha habido una coincidencia en la forma de ver cómo se desarrolla la justicia en el país, y en ese sentido no tenemos absolutamente ninguna diferencia. Les explicaba también que algunas veces en sesiones de Sala puede haber diferencias de criterio jurídico, pero eso no es ninguna tragedia. Es bien corriente que ante el mismo fenómeno haya diferentes puntos de vista. Lo que ha pasado no ha sido una cosa planeada ni mucho menos, esto ha sido quizás una casualidad, un accidente -no sé ni cómo llamarlo-, pero ha habido coincidencia en cuanto a la concepción sobre justicia, sobre cómo vemos el país, que en este momento está pasando una etapa muy difícil. Esto que les estoy diciendo que sea, pues, como una especie de preámbulo a la entrevista que nos van a hacer. No se sientan nerviosos, ustedes tienen que estar tranquilos y nosotros vamos a responder a las preguntas, así que empiecen a disparar, je, je...
Florentín Meléndez: Nos conocíamos muy poco, no habíamos tenido un acercamiento humano como lo tenemos ahora y hemos hecho una buena amistad, un buen compañerismo en la Sala entre los cuatro. Fundamentalmente por una razón: es que en materia de justicia tenemos ideales comunes. Queremos una justicia más sana para este país, una justicia que llegue a sectores a los que no ha llegado, queremos mejorar la justicia constitucional para que esta sea el principal baluarte de la seguridad jurídica y de los derechos de la ciudadanía salvadoreña.
Acaba de decir usted "nosotros tenemos ideales comunes". ¿Quiénes son "nosotros", porque aquí hay cuatro magistrados, no cinco? ¿Por qué no está Néstor Castaneda?
Belarmino Jaime: Bueno, yo les decía al principio que yo entendí que ustedes querían tener una entrevista -como lo expresé a modo de broma- con "los indiciados", pues.
¿Con "los indiciados"? Ja, ja, ja...
Belarmino Jaime: Sí, con los cuestionados, pues, que somos nosotros. Por eso es que no se le dijo nada a él, pero si quieren lo podemos llamar, aunque no sé si estará ahí.... pero no creo que haya ningún problema...
Ja, ja, ja, ja... A raíz de estas sentencias que han estado emitiendo hay quienes les han llamado "Los 4 Fantásticos" y otros que les llaman "Los 4 Jinetes del Apocalipsis". ¿Y ustedes qué se creen que son?
Belarmino Jaime: Bueno, simplemente somos magistrados, estamos aquí para servir al país, para realizar lo mejor dentro de las posibilidades que cada uno de nosotros tiene y no nos creemos nada especial. Somos magistrados comunes y corrientes y tal vez con un poco de diferencia en cómo se manejaban antes las cosas: queremos manejarlo todo correctamente. Eso es lo que en términos generales pensamos de nosotros mismos.
¿Cómo se manejaban antes las cosas?
Belarmino Jaime: De manera diferente. No quiero hacer juicios de valor sobre si eran buenas o eran malas. El juicio de valor se lo dejaría a ustedes y a la población.
Pero acaba de decir dos cosas: que se hacían de manera diferente y que ustedes las quieren hacer correctamente. ¿O sea que antes se hacían...?
Belarmino Jaime: ... Se hacían de manera diferente.
Ja, ja...
Belarmino Jaime: Con "correctamente" lo que estamos diciendo es que dentro de los cánones que la ley nos establece. Ya la interpretación que usted le da de que si antes no se hacían así, ya es su interpretación.
Sidney Blanco: Yo quiero agregar algo sobre eso de qué nos creemos. Nos creemos jueces. Y además nos creemos jueces con la obligación de respetar los principios éticos. Esto, traducido al terreno práctico significa ser independientes, ser imparciales, creemos que no tenemos prejuicios ni favoritismos ni preferencias hacia ningún sector. También creemos que a los poderes o los ciudadanos que intervienen en los procesos constitucionales debemos verlos en igualdad de condiciones. Entonces nos creemos jueces independientes y hemos demostrado que somos independientes. La palabra independencia judicial podría estar muy gastada ya y nosotros queremos darle vida a esa palabra independencia. También otro principio ético que nosotros nos creemos y que estamos dispuestos a cumplir es la transparencia. Esto significa que poco a poco iremos poniendo más a disposición de la sociedad las actividades que desarrollamos en la Sala de lo Constitucional y en la Corte Suprema en general. Queremos ser honestos, ¡somos honestos! En el sentido de que no estamos para favorecer a nadie, ni tampoco estamos en condiciones de recibir en ningún momento dádivas, dinero, favores, absolutamente de nadie, y yo creo que eso también tiene que ver con la diferente Sala de lo Constitucional actual.
Lo que nos quieren decir es que esa diferencia se expresa en que antes sí había dádivas, sí había favores, sí había dependencia...
Sidney Blanco: Ehhh... bueno, si usted entiende que tácitamente está dicho eso, es la valoración que hace usted. Porque cuando uno afirma que antes había corrupción, claro, eso hay que dejárselo a las instituciones que les corresponde indagar.
Llama la atención que los máximos jueces del país vengan y se definan como independientes, transparentes y honestos, si se supone que esas son características inherentes a un juez. ¿Por qué hace falta que ustedes hablen de estas características?
Belarmino Jaime: Le voy a decir por qué. Es bien evidente -y ustedes lo ven en una cantidad de encuestas- que la gente no ha confiado en el Órgano Judicial. La concepción que la gente ha tenido sobre el Órgano Judicial es otra respecto de la que estamos expresando en este momento. Si ustedes ven, creo que solo la Asamblea Legislativa le ganaba al Órgano Judicial en cuanto a desprestigio. Por eso necesitamos hacer esas aclaraciones, para que la ciudadanía en general llegue a tener confianza en el Órgano Judicial.
Eso es pensar que el desprestigio de la Corte Suprema se ha debido a problemas de comunicación.
Belarmino Jaime: No sé si esa es la verdadera razón para que se haya entendido así, pero la verdad es que las encuestas indican el nivel de confianza que el pueblo ha sentido en el Órgano Judicial. Y nosotros no es que queramos ser independientes, ¡somos independientes! Y eso lo remarco, pues, y ustedes han visto lo que ha pasado con las sentencias que hemos pronunciado.
¿Qué ha pasado?
Belarmino Jaime: Bueno, ustedes ven la presión de los medios. Ustedes ven que nosotros pronunciamos una sentencia e incluso antes de que la firmáramos la Asamblea se había adelantado a hacer una reforma constitucional. Pero esas cosas no nos asustan.
¿Y cómo debemos leer esa presión de los medios o que la Asamblea se adelantara a la sentencia?
Belarmino Jaime: Bueno, la forma como va a leer es particular de cada uno. Pero simple y sencillamente les digo: esto que ha pasado lo único que está confirmando es la independencia con que nosotros resolvemos. No nos han importado reacciones de otro tipo, sino que simplemente hemos hecho lo correcto. Así lo veo.
Y usted, ¿qué se cree, magistrado González?
Rodolfo González: Somos -no porque seamos los más guapos o los más inteligentes, sino por el cargo- los jueces con más poder jurisdiccional del país. Y eso deriva no de condiciones personales, sino de la función: nos toca interpretar y aplicar la Constitución, que son las reglas del juego de la democracia, del estado de derecho, donde -como se ha visto en otros países- los temas son usualmente controvertidos. En este país todos nos conocemos y todos valoramos el mal uso de la justicia constitucional que se ha hecho en los tribunales anteriores, en el sentido de verdaderas manipulaciones de la interpretación constitucional para hacer llegar a normas constitucionales cosas que realmente no dice la Constitución, y a justificar bajo una mal entendida gobernabilidad lo que venían haciendo los otros Órganos del Estado. Los otros Órganos tienen tareas muy importantes. Nosotros no podemos decidir qué se va a hacer en políticas de seguridad, ambiental o económica, pero sí hay una función importante en cuanto a recordarles -que buena falta hace en este país- lo que dicen las normas constitucionales. En cada sentencia determinamos si los Órganos se basaron o no en las reglas del juego, si cumplieron o no las reglas del juego constitucional y eso es lo que hace aquí y en todas partes a un tribunal constitucional un poco incómodo. En este momento creo que estamos siendo un tribunal incómodo porque las interpretaciones constitucionales que estamos haciendo no han sido las tradicionales, acomodaticias y en alguna medida estamos recordándole a los otros Órganos sus límites, que no los determinamos nosotros, sino la Constitución. A mí me da mucho gusto cuando ha habido gente que dice que ha leído nuestras sentencias palabra a palabra. Qué bien. Y que se analice la coherencia y la consistencia de las argumentaciones, los adecuados usos de las técnicas interpretativas para decir lo que tenemos que decir, y un poco con una cierta conciencia de impulsar al país hacia potenciar mejor la democracia, los frenos y contrapesos, los controles recíprocos, sobreponer los derechos sobre las instituciones -algo de eso hicimos en la sentencia sobre las candidaturas independientes-, cambiar un poco la interpretación de que primero la institución y luego el ciudadano para decirlo como según la Constitución debe de ser, que es primero el ciudadano en sus derechos y luego las instituciones a través de las cuales el ciudadano ejerce sus derechos.
Acaba de mencionar el mal uso de la justicia constitucional y las resoluciones acomodaticias en los tribunales anteriores. ¿Y eso pudo ocurrir sin intención?
Rodolfo González: Sí, puede ocurrir. O puede ocurrir también dependiendo de cuánto el tribunal cree que puede hacer con su sentencia. Hay dos etapas cuando usted interpreta la Constitución: toda la parte puramente lógica, intelectual, y luego, de las varias posibilidades interpretativas, cuál usted impulsa en función de los valores constitucionales. Yo creo que en la interpretación constitucional quizás no hay interpretaciones neutras y entonces usted ve cuál potencia más la democracia, el estado de derecho, los frenos y contrapesos, la vigencia de los derechos fundamentales. En Estados Unidos, por ejemplo, hay un debate sobre cuánto pone de su propia cosecha la Suprema Corte al interpretar la Constitución y cuánto ha jugado políticamente, pero políticamente no en el sentido de favorecer intereses partidarios, sino en el alto sentido de potenciar, mejorar la apertura para grupos que han estado excluidos, abrir las puertas al debido proceso, etcétera... Yo me puedo tomar cada una de las sentencias que se han pronunciado -las nuestras también- y decir cuánto de eso ha sido que se quedó el tribunal en la pura interpretación intelectual y cuánto más podía haber hecho. Entonces ahí ya se puede determinar si ha sido impericia o error o el tribunal no ha tenido la clara conciencia de su independencia de tal manera que simplemente se ha acomodado a lo que se esperaría de manera conservadora de él.
Florentín Meléndez: ¿Qué somos? Mira, no nos creemos ni los 4 fantásticos ni los 4 magníficos y mucho menos los 4 jinetes del Apocalipsis. Somos cuatro abogados y ante todo cuatro salvadoreños que hemos tenido la bendición de Dios de estar en este momento histórico en un tribunal que tiene una importancia vital para el estado de derecho en el país, tomando en cuenta el avance democrático que ha tenido El Salvador, particularmente después de la firma de los Acuerdos de Paz. Eso tiene profundas implicaciones para la vida institucional, para el desarrollo democrático y para la vida digna en el país, hablando en términos de la vida cotidiana de los salvadoreños y salvadoreñas. La Sala es garante de la supremacía constitucional. Somos garantes de la división de poderes. Ahora, en estas sentencias está en juego y a prueba la división de poderes. Somos garantes de la independencia judicial. Somos garantes de la responsabilidad del Estado por sus actos y, sobre todo, somos garantes de los derechos constitucionales. Nosotros nos movemos en la Corte Suprema de Justicia en dos escenarios: en el escenario de la Sala y en el de la Corte plena, donde contamos con colegas que, al igual que nosotros, están comprometidos con una nueva visión de la justicia en este país, una justicia con visión humana, que sea incluyente y no excluyente, como la hemos tenido hasta ahora.
Algún grupo político o de presión que le apostó a ustedes puede estar muy desilusionado.
Rodolfo González: Creo que es problema de visión de los políticos. Todavía no termino de entender, 14 meses después, cómo veían ellos una correlación. Me decían algunos amigos: la izquierda está contenta porque dice que la Sala ha quedado tres a dos. No sé quiénes serán los tres de izquierda. Luego me decían: la derecha está contenta porque dice que han quedado tres a dos. Y luego dicen que estamos cuatro a uno, y yo no sé si eso es cierto. Hay un vínculo que lo decía Florentín al inicio y es de compromiso con la institucionalidad. Yo no firmaría una sentencia donde ponga en riesgo a la institucionalidad. Yo no quiero un estado que siquiera se acerque a la débil institucionalidad de Guatemala, ya no digamos de México. Por supuesto que no quiero eso. Sé que estas sentencias han movido la rama, sí. Y si con los siguientes casos -que no los planteamos nosotros, los traen los demandantes- yo ya percibo con estas sentencias un aumento de la litigiosidad... Vaya, nos han venido a demandar a las pandillas en un amparo, por violación al derecho de la seguridad y a la integridad...
Florentín Meléndez: ... A raíz del paro.
Rodolfo González: ... A raíz del paro, y que le ordenemos a la Asamblea régimen de excepción. Bueno, eso lo tendremos que resolver con criterio jurídico. Cuando un tribunal constitucional empieza a dar nuestras de independencia empieza a aumentar –eso es ineludible- la litigiosidad. Es decir...
... La cantidad de demandas.
Rodolfo González: Sí. No todas muy bien fundamentadas, pero yo prefiero que la gente confíe en exceso en la Sala y nos traiga pleitos de vecino porque alguien lo vio mal, a que la gente por verdaderos casos de violaciones de sus derechos ni siquiera se tome el trabajo de escribir una demanda porque piense que venir aquí es una pérdida de su tiempo. No estamos afectando contra la institucionalidad. Si han perdido los partidos que apostaban a cuotas partidarias, nosotros no podemos ser reflejo de cuotas partidarias ni de visiones partidarias. A mí me da vergüenza cuando oigo en otros países, en encuentros de justicia constitucional regional, que algunos magistrados se autocalifican que son del partido tal. La Constitución, para representación de ideologías y de sectores partidarios, establece a la Asamblea. En la Corte hay representación de corrientes de pensamiento jurídico. Y por eso no me asusta tampoco que tengamos diferentes visiones sobre un mismo artículo a interpretar con Florentín o con el presidente o con Sidney.
¿Y a qué corriente de pensamiento representa Néstor Castaneda?
Rodolfo González: Ya me gustaría a mí saberlo.
Florentín Meléndez: A nosotros también, je, je, je.
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