Hace seis meses, Verdi vestía jeans y una camisa blanca con la leyenda “el triunfo es de todos” y aplaudía junto a otro suramericano, de nacionalidad brasileña, mientras esperaban la llegada del recién proclamado vencedor de los comicios presidenciales. Pasadas las 11 de la noche del 15 de marzo de 2009, Verdi y su amigo esperaban en la tarima montada en el redondel Masferrer para celebrar el triunfo de Funes.
El argentino llevaba bigote espeso y entrecano y el brasileño, Joao Santana, un cabello blanco como la nieve. Estaban en primera fila, en el centro, junto al mentor del Mauricio Funes político, Franzi Hato Hasbún, hoy secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia.
Cuando Funes subió a la tarima, en su segundo discurso de la victoria, agradeció de nuevo a los suramericanos. Funes ya había mencionado en público al brasileño, cuando dos horas antes, en un salón del Hotel Presidente, en medio del discurso de proclamación, dijo: “Agradezco, y quiero esta noche hacer un testimonio público a mi asesor y amigo, Joao Santana, su esposa y su formidable equipo de producción y de trabajo. ¡Muchas gracias!”. En el salón, los dirigentes del FMLN y los seguidores de Funes aplaudieron. También aplaudió Verdi quien, siempre en segundo plano, se escondía detrás del recién electo presidente.
Dos horas más tarde, en la tarima instalada en el redondel Masferrer, Verdi estaba emocionado al escuchar el agradecimiento presidencial, que esta vez le tocaba más directamente. “Por supuesto que no puedo dejar de saludar y felicitar y de hacer partícipe de esta victoria al equipo que asesoró mi campaña y que hizo posible el poder articular y producir la más importante campaña publicitaria que lanzamos como partido político”, dijo Funes.
Esa campaña, según la Fundación Nacional para el Desarrollo (Funde) le costó al FMLN un aproximado de 5.3 millones de dólares. Muy por debajo de los 12.9 millones que gastó Arena, pero lo suficiente como para que en la última etapa de la contienda superara a su rival en “cuota de participación” –aparición en medios- para la primera quincena de marzo de 2009. En ese momento, en cada corte de las franjas prime time de la televisión nacional y pagada, Funes aparecía hablando de Barack Obama y de Lula da Silva, en un intento por alejarse de la campaña en su contra que aseguraba que gobernaría como y con el presidente venezolano Hugo Chávez. Esa fue la última estrategia de campaña de Santana y su mano derecha en El Salvador, Luis Verdi: alejar a Funes del fantasma del FMLN.
Por eso, aquella noche del 15 de marzo, en la plaza Masferrer, Funes agradeció con precisión a Verdi: “Agradezco a nuestros amigos del Brasil y la Argentina, que hicieron posible que pudiéramos enfrentar la campaña del miedo, la campaña sucia que lanzaron nuestros adversarios”.
Santana y Verdi tienen una larga trayectoria como asesores comunicacionales de funcionarios de gobierno –o de candidatos- en Suramérica. Santana es un veterano periodista que trabajó para los medios O Globo, Veja, Istoé y Jornal do Brasil, y que luego hizo carrera como publicista en la agencia de Eduardo “Duda” Mendonça, una consultora que en la Argentina tuvo, entre otros clientes, al ex presidente Carlos Menem.
Más tarde, Santana dejaría esta compañía para fundar las propias: Polis Proganda & Marketing y Santana & Associados. Polis, al menos, tiene sedes en Brasil y Argentina… y ahora también en El Salvador.
En su tierra, Santana es conocido como un gurú del marketing político. Su carta de presentación, entre otras importantes, es haber limpiado la imagen del Partido de los Trabajadores, luego de perder tres veces consecutivas las elecciones presidenciales en las que el candidato era Luiz Inácio Lula da Silva, el histórico dirigente de ese partido de izquierda radical, que a la cuarta oportunidad se convirtió en presidente y quien ahora es uno de los más populares de Latinoamérica. Santana fue pilar en la campaña que llevó a Lula a la presidencia y en 2006 dirigió la millonaria campaña de reelección. Tras su paso por El Salvador, regresó a Brasil y dejó en el país “a sus ojos”, según interpreta uno de los tres funcionarios de gobierno consultados por El Faro que conocen de la participación de estos consultores.
Verdi es licenciado en comunicaciones, ex catedrático y ex funcionario de la provincia de Argentina. También fue vocero del presidente argentino Eduardo Duhalde (2002-2003), que llegó en sustitución de Fernando de la Rúa en medio de la peor crisis económico-financiera de ese país. La revista Imagen número 64 del año 2003 da una idea del papel del periodista y comunicólogo en aquel rol. “De no haber sido por Luis Verdi, el ex presidente Eduardo Duhalde podría ser percibido como el hombre que provocó el mayor derrumbe económico de la historia mundial en un país que no está en conflicto bélico o guerra civil. También podría ser recordado como el presidente que dejó a la Argentina con 60% de su población bajo la línea de pobreza...”, concluía el informe.
En El Salvador, nadie sabe explicar cómo Verdi y Santana terminaron trabajando juntos. Lo que sí se sabe es que las principales confecciones al discurso y a la imagen de Funes candidato la hicieron a cuatro manos. Santana como el director y Verdi como el operativo. El 1 de junio, por ejemplo, fue Verdi -y no el secretario de comunicaciones- quien estaba afinando detalles del discurso presidencial minutos antes de la toma de posesión.
Sobre Santana y su influencia actual, las fuentes cercanas a Funes ponen un solo ejemplo para ilustrar. El lunes 19 de octubre, según un rumor que corrió por internet con la fuerza de un spam devastador, el gran San Salvador tendría un toque de queda orquestado por las pandillas. Para ese mismo día, Funes tenía programada una de sus conferencias de prensa quincenales, en la que obligadamente el tema principal sería el de la violencia y el de la supuesta amenaza del toque de queda por las maras. La cita era a las 10 de la mañana. Después se pospuso para las 3 de la tarde, luego para las 5 y finalmente se canceló.
En Casa Presidencial, dicen las fuentes, Funes estuvo reunido con el gabinete de Seguridad analizando la situación. Para ese mes, el país registraba un promedio de 14 homicidios diarios, y la noticia -cierta o no- de un toque de queda habría cobrado fuerza gracias a la promoción que le hicieron algunos medios de comunicación.
También en Casa Presidencial, Verdi y su equipo –que no es el mismo de David Rivas- discutían si era conveniente que Funes saliera a dar declaraciones. Se suponía que ese día el presidente anunciaría que sacaría más soldados a las calles, pero las redacciones de los medios estaban urgiendo información oficial sobre el rumor y los asesores del presidente debatían si ese tema iba a opacar el anuncio presidencial. La última palabra, narran las fuentes, la tuvo desde Brasil Joao Santana, quien le recomendó a Funes, por teléfono, no salir de su oficina. Para Santana y para Verdi, el silencio gubernamental –única salida que vieron posible- era la aceptación inequívoca de que fueron derrotados por un rumor en internet. No pudieron vencerlo y evaluaron que los menores daños iba a provocarlos no dar la cara.
Verdi y Santana cuidan la imagen del presidente. Y diseñan y producen campañas comunicacionales del presidente. Y están pendientes ellos y su equipo de lo que se divulga en internet desde Casa Presidencial. Unas tareas que suenan muy cercanas a las que recoge el 'propósito' de la Secretaría de Comunicaciones, según consigna la Ley del presupuesto: 'Facilitar una comunicación amplia, oportuna y efectiva entre la Presidencia de la República y las distintas dependencias del Gobierno Central y la sociedad salvadoreña'.