Que en un país iberoamericano haya sido elegido democráticamente para presidente una persona cuya fortuna se estima en más de mil millones de dólares debe reconocerse como un hecho insólito. Más aún que en ese país su presidenta actual se vaya del cargo con una aceptación del 81% es otro hecho inaudito y en cambio el candidato que ella apoyaba no haya ganado demuestra palpablemente la madurez democrática de ese pueblo. El pueblo chileno.
Esas elecciones merecen una seria atención por parte de todos y en especial de los demás pueblos iberoamericanos, por si pueden aprender algo de sus vecinos de continente.
La elección en Chile de Sebastián Piñera es un hecho de singular importancia para la zona, dada la situación del continente, prácticamente dividido, en dos corrientes antagónicas y que cada elección que se hacía inmediatamente se calculaba si era de un lado o del otro.
El triunfo de Piñera no es ningún avance en un sentido o en otro, es signo, en primer lugar, de madurez democrática y señal de que Chile avanza hacia la alternancia política, como ejemplo de lo que debe ser la democracia. Ya lo comentamos en su día también sobre la elección del presidente salvadoreño Funes, que fue otro ejemplo digno de loa.
La elección chilena según ha comentando un analista de ese país es algo más que un simple cambio de nombres y siglas en el poder. Es constatación de que cuando se llevan muchos años en el poder, en este caso más de 20 años, se pierden reflejos, nacen vicios y se pierden virtudes y puede comenzar el cáncer de la corrupción, y por ello un pueblo con reflejos cree que es momento de la alternancia política.
Desde otro ángulo de visión, Chile se apunta a que los millonarios, no deben ser condenados a no participar en política y cabe pensar que los que han triunfado en las finanzas trasladen a la vida pública su carisma y su quehacer: Bloomberg, Berlusconi, Reagan, Rockefeller...
La dicotomía de cuanto menos Estado mejor o cuanto más Estado mejor nos la encontramos en Iberoamérica en pleno auge ya que conviven países con los dos axiomas. La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América ALBA: Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia Ecuador, Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y Granadinas y en el otro espectro México, Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú, y Brasil; pero como en muchas actuaciones políticas las cosas no son ni blancas ni negras y hay muchos grises.
El balance de estos 20 años en Chile del centro izquierda, conocida como de la Concertación, es excelente. Chile ha desmochado las ataduras y los lastres de los aparatos represivos de las leyes de excepción de la dictadura, que Pinochet había dejado para estar todo atado y bien atado, se ha iniciado un proceso de reparación y desagravio de las víctimas, y ha proyectado un despegue económico evidente, que ha reducido la pobreza nada menos que de un 42% a un 13% .
La clase media se ha consolidado, ha atraído inversiones extranjeras y ha conseguido en Chile una estabilidad y una solidez como las de las democracias occidentales de prestigio.
Viendo cómo están en otros países que juegan al populismo en donde las clases medias sienten como se empobrecen a marchas forzadas, aumenta la delincuencia, vuelven a haber muertos en las manifestaciones, se cierran canales de televisión y se amordaza a la prensa, debe reconocerse que el giro dado democráticamente por los chilenos es una seria advertencia para la reflexión.
Hoy sí puede decirse aquello que se comenzó a señalar desde que en 1993 llegó al poder Patricio Aylwin y que se continuó señalando con Ricardo Lagos y con Bachelet: la transición ha terminado y comienza una nueva etapa.
Habrá quien quiera inclinar la balanza del triunfo de Piñera hacia el enfrentamiento con la corriente del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI, pero no debe ser así, hay que esperar a que los hechos hablen por sí solos.
El camino que ha emprendido Chile con su cambio democrático debe ser un ejemplo y los discursos que por ahora está haciendo Piñera también y cada quien compare esa actitud con la huida hacia delante o el tobogán de renuncias con que se enfrenta el líder de la otra corriente y la contestación de parte de sus conciudadanos.
Chile tiene un exitoso modelo económico, que ha contribuido a reducir la pobreza del 43% al 13% de la población en las últimas dos décadas y si sigue por ese camino y se cumplen las previsiones será el primer país iberoamericano en alcanzar al final de la legislatura los 24.000 dólares de renta per capita.
Piñera continuará por ese camino, ya que en su propia vida ha demostrado que le ha servido, no necesitará decirlo con la boca pequeña, que es lo que ha hecho la presidenta Bachelet, para no asustar ni ofender a algunas bases de su militancia, que la podían acusar de ser una capitalista vergonzante.
Si se me permite Piñera será un Lula de centro-derecha. Y será la contraparte del Lula de izquierda que en ocasiones no dice algunas cosas por aquello de su adjetivo.
Dicho de otra manera, en la OEA y en otros foros de la zona las fuerzas estarán más equilibradas y también los voceros del otro punto de vista, deberán ser mas comedidos, ante la realidad de los hechos.