Opinión /

Haití: Reflexiones de una hecatombe


Lunes, 25 de enero de 2010
Luis Fernando Valero

La catástrofe de Haití ha sacudido las conciencias de todas las personas de bien y los que somos iberoamericanos, hispanoamericanos o latinoamericanos (cada denominación tiene una intencionalidad) no podemos por menos de sentirnos más concernidos.

Haití fue un territorio de España, derivado del descubrimiento colombino hasta que España en 1697 por el Tratado de Rijswijk, que ponía  fin a la guerra de Francia y la Santa Alianza, cedió a Francia unos kilómetros de la dominicana, luego sería Haití, por la porción de Cataluña, que tenían invadida los franceses.

Durante años esa parte de la dominicana, ya francesa, fue un nido de bucaneros, piratas que se dedicaban al contrabando y a asaltar los barcos que pasaban por sus costas desde la Cuba, Nueva España, México...

El mercado de esclavos era otra de sus industrias y por ello un ex esclavo, liberado, casado con una mujer rica y que era propietario de una plantación de café educado militarmente por los españoles, el general Toussaint-Louverture, precursor de la independencia y defensor de la abolición de la esclavitud, el 29 de agosto de 1793  hizo pública su proclamación, en la que se presentaba como el líder de los negros:

“Hermanos y amigos. Soy Toussaint Louverture; quizás el conocimiento de mi nombre haya llegado hasta vosotros. He iniciado la venganza de mi raza. Quiero que la libertad y la igualdad reinen en Santo Domingo. Trabajo para que existan. Uníos, hermanos, y luchad conmigo por la misma causa. Arrancad de raíz conmigo el árbol de la esclavitud. Vuestro muy humilde y muy obediente servidor, Toussaint Louverture, General de los ejércitos del rey, para el bien público”. Después de años de lucha en 1801 se promulgó una Constitución de libertad y bajo el cuidado de Toussaint Louverture.

Los franceses intentaron varias veces restaurar la esclavitud y fueron derrotados definitivamente en la batalla de Vertières en 1803 y el 1 de enero de 1804 Jean Jacques Dessalines proclamó la independencia del país, al que se bautizó con su nombre aborigen Haití que significa tierra montañosa.

Este origen tan maravilloso y excelente logró que los esclavos ya solo trabajaran en su terrenito personal y los burgueses, los dueños de las grandes fincas, optaron por cobrar rendimientos, impuestos, pues crearon un Estado y éste se convirtió en un aparato depredador en el que las camarillas de turno se arrebataban el poder violentamente reclamando su parte, ello conllevó una cantidad ingente de luchas internas y de ingobernabilidad, como en otras muchas partes de ibero América en su proceso de asentamiento del Estado emancipado de España.Pensemos que hace casi trescientos años España era considerada en su decadencia como un país atrasado con respecto a las potencias europeas, entre ellas la Francia de la Ilustración.

España fue sustituida por Francia y posteriormente los Estados Unidos que se hicieron cargo del país durante años poniendo a su gusto a dictadores que seguían usando el Estado para enriquecerse, manteniendo a la población, ya no esclava, pero para los efectos igual, solo que ahora no había que alimentarlos pues no eran sus dueños.

Esa es la triste historia de Haití desde que se convirtió en un país, en una nación, en un Estado. Si a eso se añade los desastres naturales y que el 80% de la población es pobre, que todos sabíamos que el terremoto solo ha hecho visible para los que miraban para otro lado; la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití (MINUSTAH), a cargo de lidiar con el narcotráfico, con las pandillas juveniles violentas y con los secuestros, tres grandes males.

Hoy ya es una nación fallida que no podrá salir sola, eso es un real dato. La ONU debe encontrar una nueva fórmula, pues la única que hay es la del caos. 

Recuérdese que Haití era un vergel de exhuberancia que fue arrasado sin prever el futuro.Quien tenga dudas que lea a Matts Lundahl, Robert Fatton,  Leslie Péan, Jared Diamond, o Ian Thomson que han estudiado a fondo el fenómeno del Estado depredador o los efectos del colonialismo. Los dictadores vitalicios que ha tenido Haití alguien los apoyaba y les daba cobertura reconociendo sus gobiernos ignominiosos.

No ocurra como en tantas otras catástrofes que la ayuda internacional sirve para engordar a los que secularmente explotan a los pueblos y por un malentendido buenismo social de no-intervención, de respetar la libertad del otro, por celos o nacionalismos ideológicos negativos y absurdos se deja que los pueblos se pudran como está ocurriendo actualmente Darfur, Somalia, Yemen,Palestina, etc.

La hecatombe de Haití es de tal magnitud que sería una desgracia y nos afectará a todos, que en un mundo global, en donde las desgracias sí son universales, ya se ha visto con la crisis, el egoísmo y la avaricia social volviera a manifestarse de nuevo mirando para otro lado y decir que nosotros damos una ayuda y que ellos la administren.

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