¿Cfuán sorpresiva es la decisión que tomó el presidente de la República para usted?
Pues bastante sorpresiva, o sea, había ciertos problemas manifiestos, pero en todo caso había pedido audiencia con el presidente.
¿Tuvo la oportunidad de platicar sobre esto con el presidente de la República?
Yo me vi con el presidente tres veces: una vez, que fue la fecha de mi nombramiento, cuando yo le dije: “Yo sé la agenda de un presidente, pero le pido que cuando yo le solicite una audiencia, me atienda, nunca lo voy a venir a molestar por algo que no considere sustantivo”. La segunda vez… bueno, fue parte del consejo pleno de ministros y una tercera vez a raíz del Premio Nacional de Cultura; pero una conversación yo nunca la volví a tener a pesar de que solicité en varias ocasiones audiencias.
¿Tiene elementos para pensar que la decisión de despedirla se relaciona con un desacuerdo con la idea que tenía usted sobre la política de cultura del país?
No lo creo, no creo que sea un conflicto con el concepto de cultura, simplemente podría haber un escaso conocimiento del planteamiento general. Nosotros hicimos en octubre y noviembre un taller estratégico que fue financiado por la GTZ para construir las políticas de la Secretaría y las ideas yo las llevé al consejo de ministros. Te puedo decir que la presentación de la Secretaría en el consejo pleno de ministros fue excelente, felicitaciones de los ministros, ofertas de ayuda en muchos sentidos…
Si las razones del presidente de despedirla no se atienen a cuestiones de política cultural, nos gustaría comenzar a darle vueltas a las otras posibilidades...
Pues mira, yo creo que hay una cuestión profunda en el sentido de que no sólo en El Salvador la cultura es tomada como un instrumento de la agenda política partidista o la agenda política personal. Pero recientemente en muchas partes, justamente el movimiento potente, el movimiento cultural que ha habido, el debate intelectual acerca de la cultura, ha ido protegiendo la cultura de todos estos zarpazos, y yo siempre lo repetí en más de una ocasión: la idea era colocar la agenda de cultura en el corazón del debate, diciendo no solo qué es la cultura sino su extraordinaria importancia para transformar el país, para la transformación de la sociedad, para la innovación de pensamiento por la visión de un nuevo país en términos de su destino, de su espíritu, de su grandeza a nivel de creatividad…
¿Cree que de eso se trata su despido?
Yo hasta diciembre francamente nunca tuve una presión de la presidencia en el sentido de hacer de esta manera, nombrar a tal persona, reestructurar... nada. Tuvimos total libertad de articulación. Hasta diciembre, mientras nosotros dependimos del Ministerio de Educación, no tuvimos ningún problema.
A partir del 1 de enero, cuando en la práctica se convierten en una Secretaría de la Presidencia, ¿cambia el contexto en términos de libertad, de agilización, de independencia?
No es un cambio inmediato. Yo comencé a sentir cuestiones que no se habían presentado antes... tal vez el cambio sustantivo se da en este período corto de enero-febrero.
Háblenos de eso.
Presenté ante el gabinete todas nuestras líneas estratégicas de desarrollo y ahí se mencionaron varios proyectos, entre estos estaban el Encuentro de Cultura y Emancipación del siglo XXI, en agosto. Se planteó la Ciudad de las Artes, que es la formación a nivel profesional de los artistas, es muy grande, de 130 millones de dólares, la primera ciudad de las artes en Centroamérica, que va a crear empleo la construcción de esa escuela, va a significar la venida de estudiantes de Centroamérica, va a significar la posibilidad de que vengan estudiantes de la gente que reside en Estados Unidos, en fin… eso era un macroproyecto que nosotros estábamos pensando entregarlo al final de la administración del presidente Funes. Otro legado: el sistema de niños cantores de El Salvador y de orquestas juveniles. Nosotros veíamos que podíamos llegar a los sitios de menores recursos y donde hay mayor violencia. Una de nuestras grandes políticas es el desarrollo de la cultura a nivel territorial, o sea que no solo de aquí del centro vayan los espectáculos, sino en cada lugar propiciar la participación de la gente y la cultura. La idea era que los niños tuvieran una beca básica de 60 dólares para que los padres se estimularan a mandar a estos niños para ir a los ensayos de los niños cantores y orquestas. Voces entre 8 y 14 años son muy delicadas, los maestros tienen que ser entrenados especialmente porque si le dañas la voz al niño, se pierde. Por eso en mi viaje a Cuba fui a conseguir que nos mandaran profesores especiales en coros infantiles…
¿El presidente sabe esto?
Yo lo expuse en el Consejo de Ministros, ahí lo expuse todo y con cifras, nosotros sabemos cuánto cuestan los niños cantores.
¿Alguna vez el presidente adversó alguno de sus planes?
Nada, si te digo que fue una reunión maravillosa.
No nos ha respondido: según usted hay unos planes que enamoran a medio mundo, que están en desarrollo, que revolucionan el concepto de cultura, todo el mundo está feliz. ¿Por qué la despiden?
Creo que ha ocurrido un fenómeno, es decir: la cultura está en las agendas de toda la cooperación internacional, está en las agendas de toda la ayuda que viene para frenar la violencia en términos preventivos, de alguna manera se ha comenzado a ver como: “yo quiero tener cultura”…
Sigo sin escucharla aventurar hipótesis sobre las razones por las que la separan del cargo.
Bueno… tuve síntomas breves pero que tampoco les di mucha importancia. Pero hace pocos días, antes de irme a Cuba, concretamente se me dijo: “Mirá, la primera dama, secretaria de Inclusión Social, quiere y va a llevar el sistema de las orquestas juveniles”.
¿Quién se lo dijo?
Me lo dijo Magda Granadino, que es la encargada de cultura de cancillería.
¿El anuncio que le hizo Magda Granadino fue oficial?
No. Yo tenía una reunión con el canciller antes de irme a Cuba y estaba el vicecanciller para cooperación internacional y estaba ella. Cuando comencé a exponer y dije 'vamos a traer unos profesores para las orquestas' ella intervino y dijo 'quiero decir precisamente que este sistema de orquestas juveniles es un sistema que va a manejar la primera dama”, y el canciller le dijo: “En este momento no estamos tratando ese punto sino el punto de la agenda de Breni en el viaje”. Sentí, sinceramente, muy cordial la actitud del canciller como diciendo, bueno, no mezclemos agendas, esto no tiene nada que ver.
¿Usted no expresó desacuerdo en esa ocasión?
No, porque estábamos platicando cosas muy importantes. Inmediatamente pedí una reunión con el secretario técnico, y qué era lo que yo le iba a decir: “Tenemos una muy débil institucionalidad, para que a mí se me transmita una cosa que tiene que ver centralmente con los planes que yo te presenté a ti en el Consejo Económico y Social y que se me transmita por una persona que no es para esto”.
Lo que nos está planteando es que le querían robar uno de sus planes.
Simplemente las palabras fueron esas: “Quiero decir en este momento que la secretaria de inclusión social y primera dama va a conducir este programa”.
¿Cómo interpreta la decisión de la primera dama de hacerse con el sistema de orquestas juveniles?
La verdad tendrías que preguntárselo a ella.
Usted antes decía que la cultura es una herramienta apetecible. Supongo que si lo mencionaba era porque de alguna manera considera que esta decisión podría estar enmarcada en ese contexto.
Lo que yo pienso es que al quitar el sistema de orquestas juveniles era un desmembramiento de la institucionalidad, porque el sistema implica un concepto de gestión cultural en el territorio, implica un delicado trabajo de orden técnico musical de primer nivel.