El argumento que el Presidente Funes ha esgrimido para justificar la destitución de Breni Cuenca como Secretaria de Cultura ha sido la “pérdida de confianza”, y lo más parecido a una explicación de por qué le perdió la confianza es una declaración ambigua que bien podría poner a temblar a muchos otros de sus funcionarios aún en sus cargos: “como gobernante exijo a los funcionarios resultados concretos que impliquen un cambio visible con respecto a gestiones anteriores y este no es el caso en la Dra. Cuenca”.
Bajo la lógica de esta expresión del señor Presidente, el Ministro de Justicia y Seguridad Pública tienes sus días contados en el cargo, lo mismo el director de la Policía Nacional Civil, porque es innegable que no hay cambios positivos visibles con respecto a gestiones anteriores, aunque sí hay cambios negativos sumamente visibles en el aumento sin precedentes del número de homicidios diarios y en la ampliación del menú de prácticas delictivas. No queda claro si lo que le da confianza al señor Presidente es únicamente ver cambios, aunque estos sean para empeorar.
Sepa el señor Presidente que buena parte del mundo cultural e intelectual de El Salvador está desconfiado, conmovido, confuso y desencantado por la destitución repentina de la doctora Breni Cuenca como cabeza de la nueva Secretaría de la Cultura. Hay un significativo número de personalidades con mucha relevancia para la cultura de El Salvador que estaban esperanzados, comprometidos y entusiasmados por los proyectos que había anunciado la SC. Muchos expertos interpretan la gestión interrumpida como testimonio de muchos cambios positivos respecto a las administraciones anteriores ¿Cómo piensa el Presidente explicarle a los actores culturales del país una decisión que choca con la percepción que ellos tienen de la situación? ¿Acaso ignorará las preguntas y desacuerdos de los artistas, intelectuales y académicos? ¿Conocía el señor Presidente todos los planes y proyectos levantados hasta ahora? ¿Descartará todo los planes y proyectos levantados hasta ahora? ¿Hablará franca y abiertamente sobre el tema alguna vez con quien tiene que hacerlo? ¿O en este caso también abanderará aquello de que “no tiene que darle explicaciones a nadie”?
Por la forma en que el Presidente Funes se ha asomado al tema cultural deja muchas dudas sobre su conocimiento efectivo del estado de la cuestión y de sus actores. Tres veces ha aparecido la mano presidencial para actuar sobre la Cultura: una al abrir el tortuoso y particular camino que escogió para tomar la decisión de nombrar a la Secretaria de Cultura; la segunda para corregir el error y tomar una decisión bien recibida por la mayoría, aunque con detractores con el legítimo derecho a disentir. Y la tercera, para deshacer la corrección y dejar otra vez a la cultura a la deriva, y peor aún, sin ningún asomo de interés por ahondar en explicaciones racionales.
Los artistas, los intelectuales, los académicos y sus audiencias son gente inquieta, apasionada, amante de las ideas y del debate, creen en la razón, aunque no siempre están de acuerdo ente sí, pero en este país mueren de sed por un gobierno que le dé importancia a la Cultura, y esperan que el Cambio prometido implique calmar esta sed. No se trata de un sector con intereses empresariales oscuros, no se trata de una argolla que ostenta poder fáctico, no se trata gremios que van a paralizar el tráfico ni a boicotear el trabajo del gobierno. Se trata de personas que en su mayoría están consientes de que su trabajo tendrá una influencia decisiva en el desarrollo del país, en el crecimiento espiritual de toda la población, en elevar la sensibilidad de la sociedad entera. No están pidiendo privilegios, sino verdadera voluntad de cambio, coherencia, racionalidad, sensibilidad y respeto.
Los hechos en torno a la destitución de la doctora Breni Cuenca han sembrado muchas dudas y han esparcido desencanto.
La noticia la divulgó El Faro la mañana del viernes 12, y se citaban las declaraciones de Cuenca sobre dos hechos que presentaba como posibles antecedentes de la decisión del presidente. Uno de estos hechos era la negativa de Cuenca a la petición del Presidente Funes, mediante una llamada de su Secretario Privado, Francisco Cáceres, de destituir a Oscar Soles como director de Artes, para nombrar a Rolando Reyes en ese cargo.
El otro hecho que mencionó Cuenca fue su resistencia ante las intenciones de la Sectaria de Inclusión Social, también Primera Dama, Vanda PIgnato, de asumir el liderazgo del proyecto del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles —no de la Orquesta Sinfónica Juvenil, de la ONG Proarte, como han divulgado algunos medios de comunicación. Según Cuenca, estas intenciones fueron expresadas oralmente por una funcionaria de Casa Presidencial en una reunión entre ella y el Ministro de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez.
En términos de la burocracia política a esto se le llama “desacato”, desobediencia a una orden de la máxima jerarquía institucional, aunque ambas órdenes no se hicieron a través de canales documentables, sino por las intervenciones orales ya mencionadas. Cuenca justifica sus desobediencias en la defensa de la institucionalidad y alega que en ninguno de los casos hubo explicaciones racionales.
En horas del mediodía, la Secretaría de Inclusión Social divulgó un escueto comunicado en el que rechazaba las declaraciones vertidas en la nota de El Faro sobre las intenciones de la doctora Pignato de hacerse del proyectos de Sistema Nacional de Orquestas.
A las dos de la tarde, Cuenca ofreció una conferencia de prensa oficial en las instalaciones de la Secretaría de la Cultura para dar a conocer su versión, su sorpresa, sus sospechas y sus cuestionamientos. En la misma conferencia tres directores de la Secretaría anunciaron su renuncia, luego se fueron sumando más renuncias en mandos medios y operativos.
Después de esta conferencia, Cuenca acudió a una reunión con el comité que daba seguimiento a la organización del Primer Encuentro Latinoamericano “Cultura y Emancipación”, que se llevaría a cabo en el país en agosto, con la presencia de ministros de cultura del continente y un staff de renombrados intelectuales con quienes ya se han tenido las conversaciones preliminares. En este comité hay varios funcionarios, intelectuales y artistas que se hicieron presentes en la conferencia para dar su apoyo a Cuenca.
Hasta esa hora ningún teléfono de Casa Presidencial atendía preguntas sobre este tema. Fue hasta el final de la tarde que el presidente Funes dio declaraciones y se divulgó un comunicado oficial que confirmaba la destitución de la funcionaria y citaba las lacónicas razones que expresó el presidente: “El mandatario informó que la destitución se debió, principalmente, a la pérdida de confianza de la presidencia hacia la titular de la Secretaría”. Luego seguía otra afirmación contundente: “como gobernante exijo a los funcionarios resultados concretos que impliquen un cambio visible con respecto a gestiones anteriores y este no es el caso en la Dra. Cuenca”.
Funes, según el comunicado, también desmentía los dos hechos relatados por Cuenca referentes a sus órdenes de destituir al director de artes y también afirmaba “Nunca hemos pensado en ningún traslado, nadie tiene interés en trasladar las orquestas sinfónicas de la Secretaría de Cultura”. El presidente se refiere en plural a las orquestas sinfónicas, cuando solo existe una dentro de la SC, sobre la cual no había alusiones en las declaraciones publicadas.
Por la noche, los directores que renunciaron y un amplio grupo de colaboradores y simpatizantes de la gestión de Cuenca se dieron cita en La Luna. En este encuentro la catarsis fue el plato principal, aderezado por el esboce de algunas ideas que pasaban desde la solicitud a los directores que no renunciaran para dar seguimiento a los proyectos configurados por Cuenca, pasando por hacer una solicitud de restitución de la funcionaria, hasta desarrollar los planes desde la sociedad civil. Ninguna idea fue aterrizada en una propuesta concreta, sin embargo, quedó abierta y sin fecha la convocatoria para una nueva reunión de este improvisado grupo de apoyo al proyecto de la administración saliente de la SC.
Gozar de la gracia de la confianza del señor Presidente sin duda es importante, pero si nadie tiene claro cómo cultivarla es difícil apoyarlo a depurar sus criterios con información válida y plural. Sirva esta reflexión y este recuento para poder valorar qué y cómo ha sucedido. Sirva para que el Presidente Funes tenga una visión distinta a la suya y a la de su círculo íntimo. Sirva también para que otros y otras ofrezcan la suya, afín a esta o no. Sirva, al menos para no dejar que el silencio y la desidia nos arrebate nuevamente la oportunidad del cambio que la cultura necesita con urgencia. Sirva para que el Presidente sepa que también puede perder la confianza de los que estamos de este lado.
*Escritor y colaborador de El Faro
Lea, además:
Cancillería aclara sobre columna '¿Cómo se pierde la confianza de Funes?'