El FMLN conmemoró este domingo un año de la victoria electoral de 2009. Lo hizo para festejar con sus bases pero sin su presidente, el mismo que le aseguró los votos extras que le permitieron ganar por primera vez en 15 años una elección presidencial. Que el primer presidente que un partido de izquierda lleva a la presidencia en la historia de El Salvador no estuviera en la fiesta, no fue problema para que la dirigencia del Frente le hablara un mensaje: “Unidad y coherencia… lo que diga uno, tiene que decir el otro”.
El consejo lo dio Medardo González, coordinador general del FMLN, y la gente silbó y aplaudió. “Lo que diga uno, tiene que decir el otro. Y no podemos andar hablando babosadas uno y babosadas otros”, fue el cierre de su discurso, después de haber hecho un llamado a la unidad de las bases del partido, de los miembros del gabinete, de los diputados y de los alcaldes alrededor del plan de gobierno de Funes, un plan previamente consensuado con el partido.
“Unidad”. La palabra la había dicho más de un dirigente del partido. Nidia Díaz, diputada al Parlamento Centroamericano y parte de la Comisión Política, había dicho que el FMLN seguía más unido que nunca y que sus actuaciones eran cada vez más coherentes. ¿La unidad incluía la relación con Funes? “No en todo se va a coincidir, pues la naturaleza del FMLN, como partido, es ser un proyecto revolucionario de corte socialista, y la del gobierno de unidad nacional es más amplia”, dijo, y se marchó para celebrar.
Pero la fiesta no fue la misma de hace un año. Entonces era un río rojo que se extendía desde el redondel Masferrer hasta casi la 79a. Avenida Norte, de la colonia Escalón, de San Salvador. Era un mar de gente, militantes de hueso colorado y/o cansados de gobiernos de Arena, celebrando. Ahí estaba Mauricio Funes.
Este domingo, la celebración del aniversario de la victoria era diferente. Aunque fue en el mismo lugar y a un solo día del cumpleaños preciso, el anfitrión era el FMLN, su dirigencia. Los invitados, las bases. El principal cumpleañero, Mauricio Funes, no asistiría. No tenía por qué hacerlo, es lo que él ha estado diciendo en los últimos meses. Su argumento es que una vez asumió el cargo, se convirtió en presidente de todos los savaldoreños y, como tal, prefiere mantenerse al margen de actividades meramente partidarias.
Aún sin Funes, al menos el Masferrer estaba repleto de camisas rojas. Las vestían personas que habían llegado de todos lados, la mayoría en viajes directos que la dirigencia había organizado. Sobre la avenida Masferrer o en la calle Schafik Hándal, buses interdepartamentales y vehículos de algunas alcaldías gobernadas por el Frente se habían estacionado desde las 9 de la mañana. Desde ahí, la gente caminó hasta la plaza para esperar el mensaje de su dirigencia.
La espera fue larga. Los líderes del partido llegaron hasta las 12 del mediodía. A esa hora, el maestro de ceremonias tomó el micrófono y dio por iniciada la celebración con la presentación, uno a uno, de los dirigentes que subían a la tarima. Aplausos, gritos y vítores para diputados, funcionarios, alcaldes y miembros de la comisión política. Los más, para Medardo González y para el vicepresidente Salvador Sánchez Cerén, acuerpados con la presencia de Tania Bichkova, la viuda de Schafik Hándal.
Fueron González y Sánchez Cerén los únicos encargados de hablarle a las bases, después de nueve meses y medio de gobierno en los que Funes y su partido han tenido numerosos enfrentamientos públicos. Funes ha descalificado repetidas veces las declaraciones de funcionarios o de dirigentes del FMLN que se han atrevido a sugerir política exterior como incorporarse al ALBA de Hugo Chávez, o anunciar medidas de gobierno en el ámbito local, y el presidente ha salido a desmentirlos. O como cuando el vicepresidente ha hablado con hostilidad del gobierno de Estados Unidos y de sus políticas en la región, mientras Funes ha estado vendiendo su imagen de socio de Barack Obama.
El mensaje era unión y cohesión este domingo. Era trabajar de la mano, a todos los niveles, con el gobierno del presidente Funes. La gente aplaudió. Como lo hicieron los pocos miembros del gabinete presidencial que estaban sentados en la tarima: Manuel Melgar, Hugo Martínez, Humberto Centeno, Calixto Mejía y Franzi Hato Hasbún.
Trabajar, según lo definió Sánchez Cerén, es hacerlo en función del pueblo. “Ese es el cambio que debemos de ver. Arena estuvo en el gobierno 20 años y administró en función de sus intereses. Nosotros no podemos hacer eso. Sería una gran traición si tuviéramos esta visión. Arena se sirvió del Estado para que estos grupos económicos se enriquecieran aún más”, dijo el vicepresidente, y en el aire quedó planteada la duda de si hablaba de no ceder ante la empresa privada o las compañías transnacionales, como pasó en la negociación por la reforma fiscal, primero, y en el cobro a los servicios de telefonía fija, después. Solo fue eso, una especulación, porque nadie habló de ello después.
De lo que sí hablaron González y Sánchez Cerén por igual fue de los logros a un año del triunfo electoral: de los paquetes escolares en el sistema público de educación, de la entrega de títulos de propiedad del ISTA a campesinos, de los esfuerzos de estudiantes en combatir el dengue y del apoyo económico a personas de la tercera edad sin pensión. Los primeros tres, logros en los que el vicepresidente y ministro de Educación ha sacado una tajada política importante y que, sin embargo, lo dejan como cumplidor a medias porque aún hay muchos estudiantes de centros educativos públicos que no han recibido el paquete prometido que incluía útiles escolares, uniformes y zapatos gratis.
En el mitin del FMLN también se habló de retos: más trabajo, mejor salud y combate a la delincuencia. Para González, mejorar en esas tres áreas garantiza, desde ya, una victoria electoral en las municipales y legislativas de 2012, reafirmando que el FMLN es la mayor fuerza política del país, y en 2014, en las presidenciales, cuando el partido deberá escoger entre un militante orgánico o una figura foránea más del estilo de Funes.
De nuevo, Sánchez Cerén volvió a hablar de la unidad. “El pueblo es nuestra razón de ser. Debemos de unirnos al pueblo”, dijo y aseguró que eso solo será posible si el partido se mantiene cohesionado. Luego habló de la unidad con sus socios: “Hemos trabajado junto a otras fuerzas amigas. El FMLN llegó al gobierno el 15 de marzo junto con otras fuerzas, y con ellas tenemos que avanzar, tenemos que trabajar, para no perder el rumbo. Sabemos que esa composición de fuerzas del gobierno tiene mucha diversidad y muchos intereses de por medio. Pero así como nos unió a todos para sacar a Arena, todos tenemos que unirnos para sacar a la gente humilde y los trabajadores de la pobreza”, dijo, para ganarse más aplausos, más silbidos de aprobación y más vítores.
¿Qué tipo de intereses? Sánchez Cerén no dijo más. Bajó de la tarima, pasó entre una valla humana hecha por miembros del Cuerpo de Agentes Municipales de Soyapango, que prestaban seguridad a la reunión partidaria, lejos de su municipio. El vicepresidente abordó su vehículo y se marchó. Atrás dejó a las bases de su partido, la música bailable, la fiesta y muchas dudas sobre a quién le había hablado ese mediodía.