Sebastián Piñera ya es Presidente de Chile. Cuando ganó las elecciones no pudo imaginarse que la herencia que recibiría sería tan cruel y dolorosa.
El terremoto de una intensidad de 8.8 en la escala de Richter, seguido de un maremoto, en la mitad sur de Chile, dejó kilómetros y kilómetros de destrucción. Ciudades y pueblos arrasados. La ex presidenta Michele Bachelet valoró las pérdidas en treinta mil millones de dólares, equivalente al 15 por ciento del PIB de Chile. El tiempo para poner en pie el país no será inferior a tres o cuatro años. El mandato Piñera que es hasta el 2014. Deberá reconstruir, material y socialmente, buena parte de un país devastado por el azote de la naturaleza. Todo esto, como es obvio, ha cambiado totalmente el plan de acción social y económica del nuevo presidente.
El candidato que ha recuperado el poder, para el centro derecha desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90) se verá obligado a aparcar proyectos ambiciosos como la ampliación de una red hospitalaria y de centros escolares, entre otros; no obstante hay quien ve en esta hecatombe una nueva posibilidad.
Jorge Edwards, Premio Cervantes 1999, y José Joaquín Brunner, que fue ministro secretario general de gobierno con Eduardo Frei, señalaban en una intervención, el martes pasado, en la Casa de América en Madrid, que Chile a pesar de lo doloroso y tremendo de los terremotos por el coste humano, a la larga, usa estas catástrofes ya padecidas en una resurrección que obliga a seguir adelante.
Esos planes de modernización de hospitales y escuelas serán incluso mejores ya que no será sólo sustituir lo viejo y arcaico por lo nuevo, sino que todo será nuevo, ya que todo está derruido y caído. Dicho con otras palabras no hay mal que por bien no venga.
Chile es un país con las cuentas en orden y con fácil acceso a los créditos internacionales. En esto momentos es el país con mayor renta per capita de Iberoamérica, 14.000 dólares que se había propuesto llegar a 24.000 dólares, considerado el límite para el desarrollo definitivo, esta ambición deberá posponerla pero ello no será inconveniente para que el país se reconstruya. Una gran ventaja, Chile tendrá con la reconstrucción pleno empleo abandonando las cifras de gente con paro. Chile tiene fama de tener capacidad de reacción y gestión. Y ambos intelectuales estaban de acuerdo en que la unión de los partidos será más adecuada pues la tragedia obliga a un entendimiento colaborativo por encima de los vaivenes ideológicos.
Ambos coincidían también en que no habrá grandes cambios en la política internacional, si acaso Piñera sólo matizará el discurso hacia Cuba o Venezuela.
El tiempo dirá si se abre un nuevo espacio en la política iberoamericana y si algunas cuitas ideológicas se aparcarán, ante la urgencia de las necesidades primeras, un símbolo quizás de ello ha sido el partido solidario que ha jugado el Presidente Sebastián Piñera con el mandatario boliviano, Evo Morales, para demostrarle su apoyo después del terremoto del 27 de febrero. Ambos jugaron en el mismo equipo. Como símbolo no está mal.