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“Es falso que hubo intentos de instrumentalizar la cultura”

Héctor Samour no tiene idea de por qué el presidente Funes le perdió la confianza a su antecesora. Cree que es falso que la primera dama haya intentado promover su imagen por medio de herramientas de la Secretaría de Cultura y cree que una de sus funciones es ponerse a tono con el discurso del presidente, quien le ha pedido promover una cultura que ayude a formar una sociedad más incluyente.

Lunes, 5 de abril de 2010
Carlos Martínez y Élmer Menjívar

Héctor Samour, durante su juramentación como nuevo Secretario de Cultura. Foto cortesía Capres
Héctor Samour, durante su juramentación como nuevo Secretario de Cultura. Foto cortesía Capres

Hace menos de un mes inició un nuevo capítulo en la tórrida gestión de la cultura del presidente Mauricio Funes. El filósofo Héctor Samour fue juramentado como nuevo secretario de Cultura, llenando el vacío de un mes que dejó la repentina destitución de Breni Cuenca. Samour es un prestigioso académico que ahora entra al ruedo de los servidores públicos, luego de 34 años de trabajo en la UCA, durante los cuales se ha desempeñado como profesor, jefe del departamento de Filosofía, Decano de la Facultad de Ciencias del Hombre y la Naturaleza y director del Doctorado en Filosofía Latinoamericana. Alumno de Ignacio Ellacuría y uno de los más reconocidos especialistas en la Filosofía de la Liberación que su maestro inició, dice no saber bien las razones por las que Funes le “perdió la confianza” a su predecesora, pero su discurso muestra ya una diferencia con aquella y una afinidad fundamental con su actual jefe: “Que quiere una política cultural en función de un proyecto de una sociedad más democrática, incluyente y más justa” y Samour dice estar dispuesto a que su gestión siga los lineamientos emanados de Casa Presidencial.

Suponemos que alguien que deja la universidad luego de 34 años para aventurarse en esto no da un paso en el vacío sin haber visto todas las cartas sobre la mesa. Lo primero que tendrá usted claro son las razones por las que el presidente despidió a la anterior secretaria de la Cultura.
Ahí sí no. No puedo responder. No tengo elementos de juicio, aparte de lo que salió en los medios de comunicación. Y me atengo a lo que el presidente expuso públicamente que fue pérdida de confianza. Razones tendrá él.

Pero para asumir este cargo tendría que tener alguna noción de cómo se gana y cómo se pierde la confianza del presidente.
Yo creo que cuando el presidente me escoge a mí, me demuestra que me tiene confianza.

En su momento también escogió a Breni Cuenca.
Bueno, pero si me escogió es que tiene confianza en mi persona y en mis capacidades, en mi formación académica, en mi experiencia y cree que soy la persona idónea para estar al frente de una Secretaría de Cultura. Creo que cuando el presidente escoge a Breni le tenía confianza... ¿qué llevó a la pérdida de confianza? Eso no lo puedo responder.

Algunos artistas creen que hay suficientes pruebas para demostrar que la Secretaría de Cultura es -al menos en la concepción del presidente- la Secretaría de Asuntos sin Importancia. Pruebas: fue la última oficina del gabinete que tuvo titular; un proceso casi de subasta para escoger a la persona que conduciría la rama, coordinado por el hijo del presidente; se hizo una votación y luego el presidente escogió a quien él quiso, solo para expulsarla luego, junto con todo su equipo, sin tener a un sucesor. ¿Hay algo en lo que se note que esta Secretaría le importa al presidente?
Al menos cuando yo me entrevisté con él, me expresó la importancia que le da a esta Secretaría y dice que le da mucha importancia, sobre todo al tema de la cultura.

Más allá del discurso, ¿dónde nota usted que es importante esta Secretaría para el presidente?
Bueno, que la hizo Secretaría de la Presidencia, eso es bien fuerte. Antes era Concultura, que era dependencia del Ministerio de Educación. Ahí tenía un rol muy secundario. Al elevarla al rango de Secretaría de la Presidencia creo que es una muestra de la relevancia que le quiere dar al tema de la cultura. Lo que ocurrió después, las vicisitudes que ocurrieron después en los nombramientos y destituciones son cosas secundarias que no le quitan la importancia a la Secretaría.

¿En qué medida siendo Secretaría de la Presidencia tiene menor independencia respecto de la figura del presidente?
La comunicación que tengo con el presidente es fluida y me ha dado total libertad y autonomía para que yo haga los nombramientos que considere necesarios y sin ningún tipo de injerencia. Yo no tengo que estar consultando, no tengo que estar pidiendo permiso de ningún tipo.

La anterior secretaria de Cultura argumentaba que fue despedida porque intentó proteger el entorno de la cultura de los zarpazos políticos para la promoción de imagen, particularmente de la primera dama. Frente a esta versión hay tres posibilidades: a) Breni Cuenca miente y se lo inventó todo; b) sí ocurrió y por lo tanto usted consiguió que el presidente se comprometiera a que eso no ocurrirá más, y opción c) usted lo acepta y se siente cómodo con ello.
Yo leí las declaraciones que les dio a ustedes, y ella sugería que la cultura estaba sometida a la política partidista y yo creo que eso es todo lo contrario, él no quiere que esta Secretaría esté al servicio de un partido político, ni mucho menos a la agenda política del FMLN ni ningún otro partido. Esta es una secretaría de Estado.

Hay algunos episodios: con la conmemoración de los 30 años del homicidio del arzobispo Romero, ha sido la secretaria de Inclusió Social, Vanda Pignato, esposa del presidente, quien ha organizado los conciertos, los discos, un mural, la presentación de la orquesta sinfónica... en su momento la anterior secretaria se quejaba de que a ella ni le habían contado que la primera dama iba a organizar esta serie de eventos y utilizar recursos de la Secretaría de Cultura. ¿Usted ve esto normal?
Estos eventos van más allá de lo cultural, aunque evidentemente tienen componentes culturales... la orquesta sinfónica, los musicales... la Secretaría de Cultura da apoyo... pero toda la celebración de monseñor Romero se enmarca en un concepto de inclusión social, de rescate de un homenaje al arzobispo y esta es una iniciativa que la asume la Secretaría de Inclusión Social y que la Secretaría de Cultura se incorpora y apoya las actividades.

¿De forma que le parece natural y bien?
Me parece bien. Y si le pide apoyo a la Secretaría de Cultura para los componentes culturales que tienen estos homenajes, pues bien. Yo no le veo ningún problema.

¿No vería ningún problema en que se planificara el uso de la orquesta sinfónica sin contarle a usted?
Bueno, yo apenas tengo dos semanas de estar en el cargo... hay que entender qué es una Secretaría de Inclusión Social, que tiene que ver con inclusión de grupos que tradicionalmente han sido excluidos, pero por ejemplo tenés el tema de discapacitados y la Secretaría de Inclusión Social está pensando hacer una serie de eventos y me ha pedido apoyo. Hay un componente cultural en estas actividades y me han informado y me han pedido el apoyo. Hay una complementariedad.

Como que aparece ya una diferencia importante entre la visión de la anterior secretaria de Cultura y usted: ella creía que había que ser más combativa en la protección de los intereses de la cultura ante los embates políticos y usted no.
Es que partimos de una premisa falsa: que hubo embates políticos. Esa es una premisa falsa, o que hubo intentos de instrumentalización partidista. Esa premisa es falsa. ¡Eso hay que dejarlo claro, esa premisa es falsa! La secretaria de Inclusión tiene su agenda, sus actividades, un objetivo importante y en la medida en que me pida apoyo, se lo voy a dar. ¿Eso es estar en favor de una agenda personalista? Es la primera dama y por serlo ya tiene su figura y su imagen, no necesita publicitarse.

Así como lo plantea, la Secretaría de Cultura va a ser una proveedora de eventos culturales...
No, cuidado. Ustedes me preguntaron por el caso concreto. Es un aspecto de lo que puede hacer la Secretaría de Cultura. Otra cosa es que no tenga su propio plan estratégico con sus propias políticas culturales. Una función mía es darle colaboración a otras secretarías y a otros ministerios que lo soliciten, pero esa es solo una de las funciones que puede cumplir esta Secretaría.

La ex secretaria estuvo siete meses haciendo un plan estratégico y diseñando políticas, y según declaró a El Faro, presentó todo esto al consejo de ministros. ¿Conoce usted este plan? ¿Qué será eel trabajo de esos siete meses? ¿Habrá borrón y cuenta nueva?
La primera fase es conocer, sé que tenía planes de reestructuración, de difusión, de creación de nuevas direcciones, planes temporales como el Bicentenario, el Encuentro Cultura y Emancipación, la Ciudad de las Artes, todo eso lo vamos a revisar y lo que sea bueno lo vamos a rescatar. Lo que no nos parezca viable financieramente, aunque sea bueno, no lo vamos a realizar. No será cosa de descartar todo de entrada. Yo creo que ella hizo cosas valiosas, definió políticas importantes y eso se puede rescatar. Claro, no vamos solamente a copiar, yo estoy nombrando un equipo de directores y con ellos conjuntamente vamos a elaborar un plan estratégico para estos cuatro años.

En el comunicado oficial sobre la destitución de Breni Cuenca, uno de los argumentos del presidente era la falta de cambios evidentes en su período de trabajo. El Presidente no ha contado por qué el trabajo de Cuenca no le satisfizo. ¿Se lo ha contado a usted? ¿Le dijo exactamente qué espera de su gestión y en cuanto tiempo?
No me ha contado eso, pero sí me ha contado lo que espera de la cultura, sobre el papel que la cultura debe tener en el cambio del país, en la transformación de la sociedad. Él quiere que la cultura juegue un papel importante, que no solo sea importante lo político y lo económico. Podríamos llamarlo una cultura del cambio, no de cualquier cambio, sino para una sociedad más democrática, más incluyente, más justa...

¿Qué pide que haga esta Secretaría en concreto? ¿Qué le dijo el presidente como criterios?
Lo que pide es eso, que se utilicen todos los recursos en función de eso, bajo el supuesto de que la cultura no es un simple elemento secundario, y ahí podemos entrar en una discusión teórica de qué es cultura y esas cosas.

Eso es discurso. ¿Qué le pide en concreto?
Estamos hablando de una idea de cultura en específico, no de cualquier cultura, sino de una que ayude a que la sociedad sea más democrática, más incluyente y más justa. Por ejemplo, en el caso de nuestra memoria cultural, ¿qué elementos vamos a rescatar si queremos promover más democracia, más inclusión y más justicia? ¿Todas las tradiciones? Tenemos una tradición cultural autoritaria, machista, hay tradiciones culturales alienantes y todo eso no podemos rescatarlo ni promoverlo.

Pedir que hagamos una producción de cultura que en lugar que ser mala sea buena sigue siendo abstracto. ¿Cómo debe funcionar la institución, bajo qué criterios? ¿Cómo se come eso de que le ha pedido que la cultura ayude a que la sociedad sea “más democrática, incluyente y justa”?
Estamos hablando del punto de vista de lo que dijo el Presidente al asumir el cargo, de su inspiración que es monseñor Romero, eso vamos a privilegiar. Y ese es el criterio para evaluar. En la cultura hay muchos elementos, hay elementos progresistas, hay elementos liberadores, pero también hay elementos alienantes, opresores, y a esos no les podemos dar promoción ni darles vigencia en la nueva realidad del país. Es cierto que hay gente desencantada porque no han visto cambios, al menos no los que esperaban, ¡pero en ocho meses es difícil que haya cambios tan visibles!

Pero eso fue precisamente lo que reclamó el presidente y por lo cual despidió a Cuenca: ¡que en siete meses no había cambios!
Pero yo creo que las razones no van por ese lado.

Eso fue lo que el presidente explicó en ese comunicado.
La palabra clave ahí es “pérdida de confianza”, no porque no había producido cambios. Yo creo que él se refería en general, y en el contexto también de los otros funcionarios despedidos como el de ANDA, SIGET, de otras dependencias…

Pero el presidente nos dijo que la pérdida de confianza era porque al cabo de siete meses no había producido los cambios que él esperaba… Y ahora usted nos dice que no se pueden esperar resultado en ocho meses…
Me refería en general, en todas las instituciones, no se puede esperar cambios en 8 meses…

¿En la Secretaría de Cultura sí?
Espero que en mi gestión sí, a partir de mi nombramiento sí. Pero no podemos esperar cambios tan espectaculares, tengamos en cuenta que hay condicionamientos, no todo lo que te proponés hacer lo puedes hacer, no hay todos los recursos que quisieras, los recursos humanos adecuados, hay un montón de intereses políticos, económicos. Tienes que ir jugando con un proceso gradual.

Para tratar de dejar clara la diferencia entre la visión de Cuenca y la suya, permítanos elaborar una interpretación a partir de sus reflexiones aquí y las de ella: en la concepción de ella, la función de un secretario de Cultura es “resguardar”, como palabra clave, a la cultura, su producción y su gestión, en un espacio con suficiente autonomía para que esta sea lo más independiente posible de visiones políticas, partidarias y sobre todo de visiones gubernamentales. Según lo que hemos entendido aquí, para Héctor Samour, por el contrario, la función de un secretario de Cultura es adecuar la visión de la cultura, su producción y su gestión, a la manera en que el gobierno elabora su discurso de cómo debe ser la sociedad.
Bueno, hay que tener cuidado, porque eso de autonomía de una secretaría de Estado, habría que relativizarlo, porque si tienes una secretaría de la presidencia de la República es porque vas a actuar según las políticas del presidente de la república. No son políticas partidistas, son políticas de Estado, y no están subordinadas a agendas partidistas.

Pero no solo los partidos políticos instrumentalizan.
Si a mí el presidente me dice que quiere una política cultural en función de un proyecto de una sociedad más democrática, incluyente y más justa, yo no le veo problema a seguir esa línea para elaborar políticas culturales de Estado.

En medio de los discursos de los políticos siempre se plantea la promesa de una sociedad mejor. Esa es la función de sus discursos. Pero en la práctica, ¿cómo se concreta un plan de cultura que siga el discurso de este gobierno? ¿En apoyar grupos con contenido afín a esta visión social, en hacer más conciertos para monseñor Romero...?
En eso que han dicho y mucho más. También implica crear, investigar, producir conocimiento, políticas culturales que incidan en formar una conciencia colectiva a favor de una mejor sociedad. Tiene una parte de rescate de tradiciones en el sentido que ya dijimos, conservación de patrimonio. Es una creación de cultura que pueda incidir en una sociedad más democrática, incluyente y justa, que ayude a consolidar el cambio que empezó en marzo de 2009.

A dos semanas de asumir el cargo, ¿considera factible que se pueda sentir un cambio significativo en la cultura en esta línea?
Es gradual. El primer mes será de terminar de cuadrar, llenar plazas vacantes, completar los directores, elaborar el plan, resolver el tema del escalafón, mejorar infraestructura, y después empezar a implementar un plan, sobre la base de esta visión. Yo espero que en cuatro o cinco meses ya veamos cambios.

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