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'Tendría todo el derecho del mundo a participar'

Recuerda su gobierno como uno de incuestionable transparencia, aunque dice que no recuerda sus millonarias campañas publicitarias, las compras a precios inflados, ni quién firmaba los cheques de Casa Presidencial. 10 meses y medio después de dejar la presidencia, a quienes temen que busque la reelección en 2014, Antonio Saca les deja un acertijo de seis palabras: 'No me interesa' y 'Nunca digas nunca'.

Lunes, 26 de abril de 2010
Carlos Martínez y Ricardo Vaquerano / Fotos: Mauro Arias

Antonio Saca. Foto Mauro Arias
Antonio Saca. Foto Mauro Arias

El edificio completo parece una exposición de fotografías. Se abren puertas y sucesivamente aparecen paredes forradas de fotografías. Fotografías de él, de él con su familia, de él con su esposa, de él con Bush, de él con su banda presidencial, de Michelle Bachelet, de él con los presidentes latinoamericanos, de él con su banda presidencial, de él con Jacques Chirac, de él con Lula da Silva, de él con Cheng Shui-bian, de él con su banda presidencial...

En su despacho del Grupo Samix, un amplio escritorio de madera lo separa de las visitas. A su derecha, un teléfono, atrás de él, otras fotografías, frente a él algunos papeles sobre la mesa y, en ninguna parte a la vista, una computadora. Solo pide dos cosas antes de comenzar la entrevista: 'Primero vamos a hablar sin grabadora, ¿verdad?' Luego, cuando repara en la cámara fotográfica: 'Les voy a pedir que no me tomen fotos fumando'. La conversación sin grabadora dura unos cinco minutos. Aclara que solo dispone de unos 50 minutos y al final concede 90. Se pone su saco y comienza la entrevista.

No tarda mucho en encender un cigarro, un habano. Saca tiene verbo fácil, ya se sabe. No obstante, en algunos tramos de esta conversación se atropella repetidas veces, recurre a argumentar fallas de memoria y a experimentar evasiones creativas: 'Como periodista me voy a reservar mi fuente', responde, cuando se le pide que explique de dónde saca los datos de homicidios que según él ocurrieron durante su administración, y que no concuerdan con los oficiales.

Si hay un momento en que luce cómodo y relajado en su sillón, es cuando habla del futuro de la derecha en El Salvador y de sus intenciones como político. Sin provocación alguna, martilla en diversas ocasiones sobre la posibilidad de que quiera ser candidato presidencial en 2014, y martilla también la afirmación de que no le interesa. No obstante, cuando se le pregunta explícitamente sobre ese punto, admite dos cosas: que no descarta lanzarse y que si el momento es propicio para eso, estará en todo su derecho de hacerlo.

Hay quienes, dentro de su partido, le atribuyen la responsabilidad de que ahora Mauricio Funes sea el presidente. ¿Eso lo toma más como un piropo o como una afrenta?
Cuando a un partido como Arena, que gobernó 20 años El Salvador, le llega el momento de una derrota, todo el mundo busca culpables y los procesos de restaurarse a veces tardan. Yo no voy a entrar en la discusión, que me parece morbosa, de quién tiene la culpa o quién no la tiene. No le quitaría méritos ni al ingeniero Rodrigo Ávila, que tuvo una derrota de solo 60 y tantos mil votos y, por otro lado, el mérito propio que tuvo el presidente Funes para lograr darle el techo al FMLN.

Supongo que lo que sus ex compañeros de partido creen que al país le va mal por tener a Funes como presidente. ¿Es realmente malo tenerlo a él como presidente?
Evidentemente los dirigentes de mi ex partido Arena buscarán cualquier tipo de hecho histórico para restarle méritos al liderazgo de Saca en Arena. Yo no sé si lo hacen peyorativamente y derecho tendrán a hacerlo, pero considero que aquí tuvimos una elección democrática sumamente difícil y después se dio una transición democrática ejemplar. No puedo adelantarme a dar un juicio de valor sobre el gobierno del presidente Funes, porque apenas va a cumplir un año.

Sin embargo, tras casi un año, de seguro tendrá algunas valoraciones que hacer.
El presidente Funes ha estado demostrando que tiene su propio pensamiento político y prácticamente ha estado en una lucha frontal con el FMLN. Esa parte no es buena.

¿Lo que ha visto del gobierno de Funes es diametralmente opuesto a como se imaginaba un gobierno de Rodrigo Ávila?
Cualquiera de los dos tendría problemas enormes. Son dos pensamientos totalmente diferentes. Afortunadamente había programas sociales, carreteras y una serie de obras que se habían comenzando con endeudamiento hecho por nuestro gobierno. Me alegra muchísimo que el gobierno actual le dé continuidad a Fosalud, a Red Solidaria.

Durante la campaña electoral, usted externó un temor frente a la posibilidad de un triunfo del FMLN: el primero era que dado que Funes era un títere del FMLN, la llegada de este gobierno marcaría una ruptura en el rumbo del país. Ahora dice que el presidente tiene su propia manera de pensar y que no ha habido una ruptura con respecto del rumbo del país.
En primer lugar, ha quedado absolutamente claro que el presidente Funes no es ningún títere. Y lo otro, yo creo que todo el tiempo hay que hacer cambios. Mi preocupación eran los temas de las libertades y todavía hay algunas dudas en ese tema, pero el presidente sabe que en libertad el país camina mejor, que con el respeto de la libertad de expresión el país camina mejor, que con la apertura comercial el país camina mejor. Yo me refería a romper e irnos a esquemas de socialismo del siglo veintiuno. En lo que más ha tenido que trabajar el actual presidente es en la generación de confianza en los sectores productivos del país. Y, por otro lado, estamos hablando del mantenimiento de los programas sociales, aparte de los que este servidor dejó en la administración 2004-2009 hay algunos otros que se han anunciado y que tendrá que saber el gobierno de dónde los va a financiar. Es un gobierno en que el presidente ha decidido darle continuidad a los planes sociales del gobierno que encabecé, en razón de los resultados que tenemos. Digamos que el presidente ha despejado las dudas sobre el miedo existente a una administración de izquierda radical, hoy por hoy. Tiene déficit en la parte delincuencial, muy grande.

Hay, en su ex partido, gente como Mario Acosta Oertel, que hacen permanentemente este señalamiento: “Saca entregó el país”. En resumen, lo que usted está diciendo es: “Yo lo que hice fue perder una elección para un gobierno que en realidad no asusta, que en realidad no es malo”.
Yo no perdí la elección porque yo no estaba compitiendo. Yo tenía 70% de popularidad a la hora de la elección. Conozco muy pocos partidos de gobierno que se hayan mantenido en el poder frente a una crisis brutal. Cuando nos acercamos al día de la elección, teníamos a 5.15 dólares el galón de gasolina. Eso influye en la gente.

Cuando Arena lo expulsa, la tesis principal era que quien competía en esa elección era usted y que alteró el proceso interno para poner a su títere y continuar gobernando. Esa sigue siendo la tesis de su ex partido.
Sí, pero esa es una tesis totalmente descabellada. Había dos candidatos y Rodrigo Ávila era el que mejor aparecía en las encuestas en el partido Arena y lo que tú estás observando es una expulsión totalmente arbitraria. A mí se me violaron mis derechos fundamentales, estaba fuera del país. La expulsión rápida de tu servidor tiene más que ver con el miedo que existe en algunos de que yo piense lanzarme a una contienda electoral para 2014, ¡eso está más claro que el agua!

¿Y por qué supone usted que le tienen miedo a eso?
Porque si puedes tener un presidente con el 70% de popularidad mantenido a lo largo del período, eso significa que hay una identificación de la población, pero también es una lectura equivocada de lo que yo pienso hacer. Se tendrían que meter en mi cabeza para hacer comentarios de que yo voy a hacer esto o lo otro. Por supuesto, como ciudadano común y corriente, tengo derecho a hacer lo que me dé la gana, mientras no viole la ley. Pero no forma parte de mis prioridades ser candidato presidencial.

¿Qué valores que representa usted le son odiosos o rechazables a Arena?
Es bien sencillo: yo no soy dócil.

¿Dócil con quién?
Yo nunca fui dócil frente a gente que querían varias cosas, entre esas ¡hombre! (golpea el escritorio), alguien que quería que regaláramos LaGeo. Hay algunos que querían que vendiéramos el puerto de Acajutla. Cuando yo llegué había una licitación y solo un ofertante, entonces una comisión de notables determinó que lo mejor era que lo siguiera manejando el gobierno. Habían ofrecido 12 millones de dólares por el puerto de Acajutla y el puerto ganaba 9 millones de dólares al año. Hubo ideas de concesionar las presas hidroeléctricas. Hubo ideas de algunos que vendiéramos el Banco Hipotecario y el Banco de Fomento Agropecuario...

Intento resumirlo: “A Arena le resulta rechazable que yo no sea dócil ante el gran capital”.
Mira, ponle tú el nombre que quieras. Pero yo te voy a decir algo que es bien importante: yo fui elegido presidente de El Salvador y no gerente de El Salvador, porque yo nunca vi a El Salvador como El Salvador S.A. de C.V. y muchos sí lo vieron así.

¿Cristiani entre ellos?
Esa es una cuestión que cada quién tendrá que decirlo.

Pero esas mismas personas le permitieron llegar a ser candidato, le promovieron...
A mí no me eligieron cuatro o cinco personas, sino que las bases del partido y las bases del partido estaban exigiendo un cambio: de una derecha cerrada, sin ninguna visión hacia lo social, hacia un cambio de un gobierno que se preocupe por la gente.

Hace dos años, la ex vicepresidenta, Ana Vilma de Escobar, dijo que usted le saboteó su precandidatura desequilibrando la mesa para favorecer a su candidato, Rodrigo Ávila, y además aseguró que había personas muy específicas haciendo ese trabajo: Adolfo Tórrez y Herbert Saca.
Por respeto a las mujeres voy a decir lo siguiente: yo le tengo a ella un respeto muy grande, pero las bases decidieron quién iba a ser el candidato. Yo incluso me aparté de la presidencia del partido al momento de elegir. Pero es que el tema es el siguiente: en Arena todavía están revolviendo quién tuvo la culpa, mientras que el FMLN está sacando en las encuestas 40 y hasta 50 puntos porcentuales y hay una caída estrepitosa de Arena a 17 puntos y a una Gana que está en tercer lugar con 10 o cinco puntos. Para mí, la preocupación que deben tener todos los partidos que son oposición es cómo presentar la oferta electoral de 2012 y luego se tendrá que revisar la de 2014, porque tú no puedes pasarte lamentando todo el tiempo.

¿Es irrelevante revisar las circunstancias de la derrota?
No, pero eso ya le tocará a Arena.

Según usted, Arena le teme porque usted no es una persona dócil ante el gran capital. La versión que nosotros tenemos es que, por el contrario, la reforma fiscal avanzó tanto como lo permitió el gran capital y en particular de la banca, que tuvo una reunión con usted en Casa Presidencial, en la que prácticamente le pidieron cabezas.
No es cierto. No solamente nos reunimos en Casa Presidencial, sino también en mi quinta, en la carretera a Panchimalco, con los banqueros, porque ellos tenían algunos puntos que les interesaba platicar; pero al final toda la reforma se empujó. Toda. Te voy a poner un ejemplo: nosotros recaudamos más de 2 mil millones de dólares (al año) entre 2005 y 2008. ¿Y eso qué significa? Significa que la reforma fiscal funcionó.

Esa es una manera de verlo. Otra es que durante su gobierno, El Salvador estuvo a la cola de Latinoamérica en el nivel de inversión social, y que, con la excepción de Guatemala, es el país con el menor nivel de recaudación tributaria. Y eso que somos un país de renta media.
Hemos tenido una inversión social de acuerdo con el tamaño y la capacidad del país, de gran nivel. ¿Que tiene que ser más? Claro que sí. Todos los años hay que invertir más en lo social.

¿Y por qué no lo hizo?
Porque no hay dinero, porque hemos tenido una crisis económica.

Pero sí hay dinero, porque el informe de desarrollo humano también mostró que durante su gobierno El Salvador estuvo entre los países con más grandes desigualdades en Latinoamérica.
Es que es bien sencillo hacer una discusión de un texto escrito por alguien en un escritorio en Nueva York y que te diga “las cosas son así y asá”. Distitnto es venir aquí y hacer las negociaciones con los sindicatos, pagarle a los empleados públicos. Yo les aumenté el salario a los empleados públicos...

O distinto es venir a pedirle al gran capital que pague un poco más de impuestos.
Aquí no se trata de que el gran capital pague más impuestos. Aquí es que todos paguemos los impuestos que nos corresponden. Yo no voy a entrar en una discusión clasista. Es que los impuestos deben tener las características de universales, deben ser igualitarios. Esa expresión tan trillada y totalmente ideologizada y que además siembra odio de clases de “que pague más el que más tiene”... ¡Eso es así! Vos pagás más porque tenés más, porque si alguien compra un Mercedes Benz paga más impuestos que el que compra un vehículo sedán Toyota pequeño, o un carro usado. Esa no es la discusión. Los impuestos deben ser iguales para todos.

La OCDE le presentó a su gobierno un informe titulado “Perspectivas Económicas de Latinoamérica”, en el que sustentaban la importancia de recaudar más impuestos como elemento redistribuidor de riqueza, y ponía el ejemplo de Dinamarca, como el país con la mayor carga tributaria y donde la gentes es más feliz. ¿Ese informe promueve el odio de clases?
Es que no me traigás de una discusión a otra. Es que no se trata de una discusión entre ricos y pobres, sino de un país en desarrollo que tiene que ir creciendo de acuerdo con su capacidad. No podemos comparanos con Dinamarca.

Honduras es más pobre que El Salvador y tiene una mayor carga tributaria que El Salvador.
Sí... Nosotros aumentamos la carga tributaria de una manera importante.

¿Esta discusión sobre la necesidad de recaudar más le costó el puesto al ex ministro de Hacienda Guillermo López Suárez?
Noo... ¿el tema de la reforma fiscal?

Así es.
No tiene absolutamente nada que ver.

Oficina de Antonio Saca de su empresa Grupo Samix. Foto Mauro Arias
Oficina de Antonio Saca de su empresa Grupo Samix. Foto Mauro Arias

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