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Cultura: en sus marcas, listos... nada

La Secretaría de Cultura tiene previsto anunciar el inicio de su carrera esta semana. A 11 meses de gobierno, parece estar aún en el punto de salida, aunque ya decidió seguir dos proyectos heredados por la destituida Breni Cuenca y ya llenó seis de los siete cargos ejecutivos vacantes desde febrero. Este es el caballo que cabalga el secretario Héctor Samour.

Lunes, 10 de mayo de 2010
Diego Murcia

Después de 11 meses de gobierno de Mauricio Funes, la administración aún no da pistas sobre las líneas culturales a las que desea apostar. La secretaria de Cultura, Breni Cuenca, fue la última miembro del gabinete en tener su nombramiento, y a ese inicio tardío se sumó su despido “por falta de confianza” al final de la tercera semana de febrero, que implicó la salida simultánea de otros siete ejecutivos colaboradores de Cuenca.

Con la cesantía de Cuenca, poco más de un mes de acefalía en dicha institución y la recontratación de personal para que ocupe los cargos de confianza, todo parece estar, por lo menos en el punto de partida. Todo parece haberse rebobinado hasta aquel mes en que el resto de instituciones de gobierno tenían algunos días de estar ya funcionando mientras que la presidencia sorteaba el puesto de secretario de Cultura en un hotel capitalino.

El secretario sustituto, Héctor Samour, todavía “está revisando los proyectos que quedaron pendientes, viendo las propuestas que se pueden modificar y estudiando las nuevas ideas” que su administración quiere aportar a esta dependencia del Estado, informó Vicente Henríquez, director de comunicaciones.

Esta escena se montó por primera vez cuando Breni Cuenca llegó a ocupar el cargo de secretaria de la Cultura e hizo exactamente lo mismo que Samour, solo que auditando la administración de Federico Hernández.

Cuando Cuenca dejó el cargo, se fue argumentando que Funes la despidió porque ella se opuso a despedir a un director que estaba haciendo un buen trabajo. Además, dijo sospechar que su negativa a permitir que la institución fuera utilizada por la primera dama -y secretaria de Inclusión Social-, Vanda Pignato, con fines personales, pesó para que la destituyera el gobernante. Cuando eso ocurrió, el 21 de febrero, los encargados de seis direcciones y una subdirección renunciaron en solidaridad con Cuenca. A esta fecha, ya todos esos puestos están llenos nuevamente, pues se hizo las contrataciones entre el 25 de marzo y el 23 de abril.

Como Directora Nacional de Formación en Artes, se contrató a Rebeca Dávila, pero este cargo nunca se concretó en la gestión de Cuenca; la nueva Directora Nacional de Artes es Ástrid Bahamond, quien entra en sustitución de Óscar Soles; Ramón Rivas sustituye a Sonia Baires en el puesto de Director Nacional de Patrimonio; en el cargo de Director Nacional de Investigación en Cultura y Arte está Sajid Herrera, que se mantiene; como Director de Publicaciones e Impresos (DPI) se contrató a Carlos Serpas, que no sustituye a nadie, puesto que esta es una plaza que estaba sujeta a aprobación del Ministerio de Hacienda; y el cargo de Directora de Cooperación Externa y Relaciones Internacionales le pertenece ahora a Andrea Matte Torres, en reposición de Carol Schwartz. En los cargos de subdirectora de Publicaciones e Impresos se presentó a Jasmine Campos, y a Milton Doño como Coordinador de las Casas de la Cultura

Todavía está pendiente la contratación de la persona que ocupará el cargo de la Dirección Nacional de Espacios, que antes estuvo a cargo de Roberto Quezada. Lo único que se sabe es que “será una mujer y que se encuentra  fuera del país” en estos momentos, según Henríquez. Del resto del personal, dijo el director de comunicaciones, serán los directores nacionales los que se encarguen de contratar a quienes ocuparán esas plazas.  

Cuando Breni Cuenca fue despedida el 12 de febrero pasado, ella dijo a El Faro que sospechaba que su despido obedecía a que había desobedecido una orden directa de Funes de despedir al director de Artes, Óscar Soles, para reemplazarlo por el pintor Rolando Reyes. Además, Cuenca aseguró que rechazó las pretensiones de la secretaria de Inclusión Social, Vanda Pignato, esposa del presidente, de manejar las orquestas sinfónicas juveniles. Un mes y medio después de esos sucesos, Reyes no ha sido contratado.

A Héctor Samour el presidente lo nombró cabeza de la Secretaría de Cultura el pasado 12 de marzo y después de mes y medio de gestión solo hay certeza sobre tres de los proyectos concebidos en la gestión anterior. El primero se trata de la implementación de un plan de prevención de la violencia en jóvenes por medio de un proyecto llamado Estaciones Creativas. La idea es convertir las viejas estaciones de trenes con las que cuenta el país en casas de la cultura que sirvan de espacio para que jóvenes de distintos municipios muestren sus obras de arte a otros jóvenes y se genere un intercambio cultural entre ellos. Este proyecto sigue su camino.

El segundo proyecto es el de las orquestas sinfónicas juveniles. La idea de este proyecto es descentralizar el quehacer cultural de las grandes ciudades y llevarlo al interior del país para que de ahí surjan nuevos artistas. Este proyecto también sigue su marcha.

Y hay una tercera certeza: el proyecto insginia de la Secretaría, La Ciudad de la Artes, no va más. “Este proyecto fue descartado por considerarse oneroso”, dice Henríquez.

En una entrevista publicada en El Faro el pasado 16 de febrero, Breni Cuenca explicó cuál sería la naturaleza de este proyecto: “Se planteó la Ciudad de las Artes, que es la formación a nivel profesional de los artistas, es muy grande, de 130 millones de dólares, la primera ciudad de las artes en Centroamérica, que va a crear empleo la construcción de esa escuela, va a significar la venida de estudiantes de Centroamérica, va a significar la posibilidad de que vengan estudiantes de la gente que reside en Estados Unidos, en fin... eso era un macroproyecto que nosotros estábamos pensando entregarlo al final de la administración del presidente Funes”.

En el momento que se genera la acefalía de la Secretaría, dos cosas ocurrían tanto al interior de esta institución como fuera de ella. Por un lado, los directores nacionales junto a Cuenca se encontraban sentando las bases de la reingeniería que suponía trasladar la estructura administrativa del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura)‎ hacia la recién conformada Secretaría de la Cultura, que ahora responde a la Presidencia y no al Ministerio de Educación como hace un año.  “Eso implicó hacer un reacomodo del presupuesto con el que se contaba y adecuarlo a las nuevas necesidades administrativas que teníamos”, recuerda Roberto Quezada, ex Director Nacional de Espacios.  

“Eso fue como entrar a un laberinto”, explica Quezada. Al cambiar de figura, la Secretaría pasó de tener cuatro a siete direcciones nacionales, pues según el ex funcionario, esto les ayudaría a cumplir con la visión de cultura que ellos querían desarrollar desde la Secretaría.  “Lo que implica ese cambio estructural no solo es cuestión de un nombre, hablamos de procesos administrativos y legales complicadísimos. Esto quiere decir que entrabas a nuevos procesos...”.  Esos procesos a los que se refiere Quezada iban desde capacitar al personal de cada una de las direcciones en cosas tan básicas como el uso de blogs, hasta desarrollar un plan de trabajo con el cual armar un presupuesto que se adecuara a su nueva situación administrativa y con el cual trabajar el próximo año.

“El presupuesto se hace a partir de un plan de trabajo y cuando llegamos, tuvimos apenas una semana para entregar un plan. Lo que se hizo fue retomar los modelos anteriores de funcionamiento con los desembolsos de Hacienda, como se venían desarrollando, y quedarse exactamente igual”, dice Quezada. “Recién estábamos levantando el elefante para dar el primer paso”.

Pero también fuera de la Secretaría se estaban cocinando cosas. Antes de la llegada del FMLN al poder, el partido de izquierdas hizo un llamado a sectores organizados de la sociedad para que crearan mesas de participación ciudadana. La idea de esta iniciativa era que, en caso de ganar las elecciones, el Frente tendría una fuente de insumos sobre las políticas a las que debería apostar durante su gobierno. De este llamado nació la Mesa Permanente de Desarrollo Cultural, un ente que, cuando Mauricio Funes asumió la presidencia de El Salvador, se convirtió en intermediario entre la Secretaría y los artistas.

El trabajo de la Mesa consistía, hasta antes del despido de Cuenca, básicamente, en desarrollar discusiones con los gremios de artistas, estructurar propuestas de políticas culturales o asesorar legalmente a las asociaciones y promoverlas al interior de la Secretaría.

Fue así como la institución tuvo conocimiento de propuestas como el proyecto de las Estaciones Creativas, que hoy retoma Samour. También se estaba creando en ese momento una base de datos de los artistas nacionales con dos fines: poseer un directorio nacional de artistas y utilizar esos datos para desarrollar una propuesta de previsión social.

Idalia Zepeda, abogada independiente y secretaria de la Mesa Permanente de Desarrollo Cultural, asegura que un primer esbozo de este proyecto ya estaba en las manos de Breni Cuenca y que ella estaba dispuesta a apoyarlo. “La mesa había construido un directorio de 200 artistas con el cual se determinaría cuánta gente podría beneficiarse de que la Secretaría se covirtiera en su patronal. Dos de los requisitos que se pedían para esto eran estar asociado a algún gremio para demostrar su carrera artística y pagar 22 dólares para cubrir una cuota que le diera acceso a seguro social... Si el Estado se convierte en patrón del artista, esta persona puede aspirar a pensión, a préstamos, a una cuenta de banco o a sacar una casa con el Fondo Social para la Vivienda, un respaldo con el cual no cuenta en estos momentos porque la misma ley no le reconoce ese derecho”, explica Zepeda.

Pero el proyecto no solo era tinta sobre papel. Cuenca se había reunido con Óscar Katán, director del Seguro Social, y con la ministra de Salud, María Isabel Rodríguez, para hablar de la posibilidad de la firma un convenio con el Hospital Rosales y el Zacamil para que se diera atención médica a los artistas que no tuvieran posibilidades de pagar tratamientos privados. La jefa de comunicaciones del Ministerio de Salud, María Teresa Escalona, confirmó que, aunque ese convenio no se firmó, sí “se han dado facilidades a algunos artistas ancianos” producto de esos acercamientos.

Meses antes de la destitución de Cuenca también se trabajaba en la compilación de leyes relacionadas con el quehacer cultural.  “A Breni se le había presentado un documento en donde se encuentran compiladas las leyes vigentes y que solo necesitan reactivación por parte de los diputados. Por ejemplo, el decreto de creación del bachillerato en Artes está vigente. Que el gobierno lo haya quitado es ilegal”, asegura la abogada.

A este trabajo se suma el impulso de la creación de dos leyes que favorecerían al gremio de artistas de la música y del cine: la primera, en la que, entre otras cosas, se exige que un 30% de la música que se transmite en las radioemisoras sea de artistas nacionales, sin importar su género musical. La segunda: se está construyendo una ley de cine que propicie el fomento y la inversión en el cine salvadoreño. La ley buscaría que, por ejemplo, si una empresa extranjera viene al país a realizar cualquier tipo de trabajo audiovisual, esta deberá incluir entre su personal laboral a mano de obra salvadoreña para que se capacite o contribuya en la realización de las producciones.

Sobre la mesa también se encontraban otros proyectos ambiciosos como la digitalización de la Biblioteca Nacional, del Archivo General de la Nación y de la Red de Bibliotecas Públicas. De los pocos planes que se pudieron concretar o que estaban bastante encaminados en su ejecución, en los siete meses de gestión de Cuenca, se destacan la creación del Instituto de Investigaciones de Cultura y Pensamiento, el logro de un convenio para el Centro de Restauración del Patrimonio Cultural -apoyado por el gobierno italiano,- y la transformación de la Dirección General de Publicaciones e Impresos en una verdadera editorial.

Pero, ¿qué de esto será materia prima para la administración de Samour?  De manera muy general, el secretario lo explicó recientemente en una entrevista en un programa de la radio YSUCA: “Estamos en una fase de la definición de las políticas culturales y definir, también, estrategias para cada política. Una primera política cultural, que hay que perfilarla todavía un poquito más, es tratar de cambiar el paradigma cultural que se tiene en el país. También, tratar de difundir esa comprensión de la cultura como estructura simbólica. En esta línea, hay toda una serie de estrategias que se desprenden de eso. En consonancia, se ha creado una Dirección Nacional de Investigación en Cultura y Arte”.  

Samour profundiza más sobre su discurso y explica cómo hará lo antes expuesto:  “Investigar en el campo de la historia, de la cultura y el arte y tratar de dar a conocer... Hay un núcleo de investigadores básicos de esta dirección, pero también tienen pensado en buscar investigadores asociados, vincularse con universidades para que se pueda generar un conocimiento importante en esta dirección. La otra área fundamental es el patrimonio cultural y ahí abarca toda una estrategia de conservación, protección, revitalización del patrimonio cultural histórico, tangible e intangible; promoción de las industrias culturas populares (fiestas patronales, juegos florales, artesanías...), reinvidicar la cultura de los pueblos naturales; revitalización de la memoria histórica, etcétera”.

Y agrega: “A nivel de las artes, se piensa una estrategia de desarrollo y apoyo a las agrupaciones artísticas, a las iniciativas de cultura y arte de la sociedad civil; facilitar recursos a los artistas; difusión nacional e internacional de sus obras... A nivel de editorial, la DPI tiene toda una política editorial renovada que busca promover la publicación de las obras de autores salvadoreños poco conocidas; se busca también fomentar la lectura en las bibliotecas”.

¿Cuánto tomará poner en marcha toda esta maquinaria sobre la que está montada Samour? Él mismo respondió a esta duda en una entrevista concedida a El Faro a pocos días de ser nombrado secretario: “Yo espero que en cuatro o cinco meses ya veamos cambios”.

El primer paso de esta marcha retrasada, según revela Vicente Henríquez, es dar a conocer los frutos de un diagnóstico que se lleva a  cabo en la institución y cómo se encuentran los proyectos que se elaboraron en la gestión de Breni Cuenca. Eso se hará en esta primera quincena de mayo, dice Henríquez. Se hablará de las  líneas generales de trabajo de la Secretaría, de los temas a los que se les dará continuidad, de los proyectos que se mejorarán y de las nuevas propuestas que tiene bajo el brazo el secretario Samour.

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