Sin embargo, el destino también puede llegar a ensañarse con aquellos a los que ha beneficiado. Y para un jugador de fútbol joven, con futuro, la tentación llega disfrazada de plata, de noche, de rumba y de bailes. A Paolo Suárez le pasó eso: fue considerado una promesa del fútbol, reclutado por el mejor cazatalentos de su país, y se perdió cuatro años... que le costaron, quizá, un ascenso como el de su hermano, Luis, seis años menor que él.
Paolo, sin embargo, no tardó en aprender la lección y dice haber impedido que su hermano cometiera sus mismos errores. Cuesta, a fuerza de ser honestos, no creerle. Luis, su hermano, está ya en Sudáfrica, esperando su debut mundialista. Tiene 23 años y es uno de los top star del Ajax holandés. Paolo, en cambio, acaba de salir campeón con el Metapán, en una final en donde él contribuyó en los tres goles: dos pases y un gol con un marco solo –el portero del Águila fue a cobrar un saque al otro arco- que sentenció el partido, hace tres semanas.
Pero Paolo también tiene dos o tres lecciones más para quien lo quiera escuchar: una es que la cabeza nunca se agacha, aunque la tormenta arrecie. Contrario a lo que cualquier salvadoreño con sentido crítico podría pensar del fútbol nacional, Paolo defiende con total sinceridad que en nuestro fútbol ha vuelto a la vida. 'En El Salvador volví a vivir en el fútbol', dice. Y cuando lo compara con el balompié de su país, la sentencia de que se parece a la segunda división uruguaya la hace más en tono de aplauso que de burla. 'Aquí meten mucha pierna y no dejan crear'.
Vino a El Salvador hace cinco años, con su mujer, y pareciera que ya nunca se irá. Aquí nació su hijo, Agustín, Agus, que lo acompaña a esta entrevista, y por quien dice quiere nacionalizarse, para que él se sienta orgulloso –si lo logra- de que su papá lo hizo para jugar en la selección de su país. Por supuesto, a su hijo lo quiere futbolista. El niño tiene dos años y ocho meses –los terribles dos, que dicen- y en toda la entrevista nos hace gala de sus maneras juguetonas y graciosas. Como todo niño de su edad, aburrido de estar en una plática de adultos, dejó escapar, también, en más de una ocasión, su inconformidad.
-¡Papi, papi! ¡Pizza Hut....! –le dice el niño a su padre, robándole la atención justo en la primera pregunta.
Estamos en un restaurante de comida rápida, en Santa Ana, que no es el que quiere Agus.
-Sí hijo, Pizza Puch... –le responde el padre.
Para empezar, contanos, ¿cómo fue tu venida acá al país?
Yo en Uruguay estaba en un equipo de segunda división, me formé ahí. Ahí conocí a una persona que se llama Leo Rodríguez, yo jugué con él, y él ya había jugado acá en el país.
¿Con qué equipo?
Jugó con Alianza, él fue el que botó el arco una vez, en un partido. Él me dijo que trabajaría acá, a traer jugadores para Centroamérica...
(-Ahí está Pizza Hut –interrumpe por segunda vez el niño.
-Sí, Pizza Hut… -le responde el padre.)
... y yo le dije que estaba buena la idea, por el dinero y todo. Y llegó un momento y me llamó como en 2004. Pero no quise venir ese año por el terremoto, que recién había pasado, como dos o tres años. Yo le dije que no, que gracias.
Ja, ja, ja. ¿Y qué te imaginabas del terremoto? ¿Te dio miedo?
¡Puta! No quise venir, no sé.
¿No tiembla en Uruguay?
No tiembla nada.
¿Nunca has experimentado un terremoto?
Nada, acá apenas un movimiento, en San Salvador... Y bueno, me habló (Leo Rodríguez) por mayo de 2005 que había una posibilidad con Rubén Alonso, ahí en Metapán. 'Venite, loco, yo sé que vos andás bien'. Y agarré y me vine, hablé con mi madre, mi padre, para ver qué pensaban, y me dijeron que no me viniera. Yo había estado en Colombia ya, en 2003, pero mis padres me decían: 'No es lo mismo Colombia que El Salvador. El Salvador no lo conocemos'. Al final, me vine.
¿Tus papás no querían que vinieras acá?
Porque solo conocíamos aquella imagen del terremoto, que sí salió en todos lados y se sentía bien feo.
Y en Colombia, ¿dónde jugaste?
En Santa Fe, Bogotá, en 2003. Me llevó un técnico uruguayo.
¿Y por qué no te quedaste, Santa Fe es un buen equipo?
Sí, de primera división. En el apertura sí llegamos a semis y no hicieron cambios en el equipo; pero ya para el clausura no clasificamos entre los ocho y sacaron al técnico que me había llevado, me sacaron a mí. Me regresé a Uruguay y después salió la oportunidad de venir para acá.
¿Y qué pensaste del país ya estando acá?
Me sentí un poco raro porque vengo de una ciudad que está llena de edificios y acá sólo había montañas y casitas así, precarias, verdad. Pero yo decía que no podía ser todo así, todo país tiene sus cosas pobres. Al principio me costó porque estaba solo y todo, extrañaba mucho a mi familia, pero después la gente y todo... sinceramente que la gente acá es la que más me ha llegado. La gente le quiere a uno y eso me hace sentir bien cómodo.
¿Y en Uruguay con quién jugabas antes de venirte?
Con Basáñez, un equipo de segunda división.
¿Y qué, no viste oportunidad?
Mirá, cuando estaba en las inferiores, creciendo con 16 años, ya me había agarrado el mejor empresario de Uruguay. Su nombre es Paco Casan. Yo era como el nene mimado de él, pero Paco me daba dinero... en ese momento me daba 400 dólares, hace 10 años. Todos me veían ahí como que tenía futuro, pero empecé a salir, me empezó a gustar la noche y salir a bailar: discotecas, las malas amistades y como uno no se da cuenta... vos vivís el momento y disfrutás, pero no me daba cuenta de que estaba perdiendo la oportunidad de ser alguien reconocido, o poder jugar en un buen equipo en Uruguay y después ser alguien en Europa. No me di cuenta en ese momento, y así fueron pasando los años. Él me siguió dando dinero, pero él se daba cuenta de que yo me había quedado. Me quedé en Basáñez. Hasta como los 20 años me dio dinero... Cuatro años jodiendo.
Ja, ja, ja. Vos estabas de 16 años, mimado por este empresario y jugabas siempre en este equipo Basáñez.
Sí, porque él me dijo: 'Te voy a dejar acá hasta los 18'. A los 18 me iba a llevar a Peñarol, y yo le dije: '¡A Peñarol, no!' Yo odio a Peñarol, yo no voy a Peñarol. Le dije que me llevara a Nacional, pero por las malas juntas en la noche...
¿Cómo es el salto, Paolo, contanos como es el salto de un jovencito uruguayo que deja todo por ser futbolista?
Uno crece con eso. La ilusión de todo padre es ver a su hijo futbolista. Mi padre también, la ilusión era vernos así. No venimos de una familia donde haya un jugador, pero todos los hermanos salimos que nos morimos por el fútbol, porque ya el mismo país te lleva a eso. Hay canchitas por todos lados, en cada esquina tenés una canchita o un poco de pasto donde nos juntamos a jugar. Si a vos no te gusta la pelota es porque sos maricón.
Ja, ja, ja.
Te enseñan a jugar a la pelota, siempre. Si sos garrote te toca de portero. Así empezamos todos con el fútbol.
(De repente, un tren quizá negro, quizá azul, quizá morado, irrumpe sobre la carretera, alterando el tráfico, chillando con su locomotora, tirando humos de colores, sonriéndole a Agustín y a su imaginación, que grita, emocionado:¡Papi, papi, ea, ea, el tren, el tren!
-Sí, ¡el tren! Ya vamos a ir…)
Yo no tuve a nadie, en ese período, que me haya dicho no salgás, estás tirando tu carrera por la noche, no tuve a nadie.
¿Vos sos el mayor de tus hermanos?
Sí. Mis padres en ese momento se habían separado, cuando yo tenía 15 años. A mí me afectó y bueno, para no pensar tanto en eso, primero agarré de excusa salir (ríe) para no pensar en el problema que me había pasado. Después ya me gustó. Mi hermano Luis, también, casi algo parecido conmigo, porque él también con 16 años, Daniel Fonseca, el empresario de él...
(Agustín está inquieto ya. Se menea en el asiento, ya intentó, en cuatro ocasiones, tomar la grabadora –parece que le intriga-, ya botó el celular de su papá… Paolo, entonces, los soborna con un dulce: “Qué, ¿querés una dona?”. Interrumpimos la plática porque el padre fue a complacer a su hijo. Unos minutos después regresan. El niño viene sonriente y saltando.)
…Entonces... el empresario de Luis le daba dinero, y comenzó a salir y yo le hablaba: 'mirá lo que me pasó a mí'. “No, que sólo quiero salir hoy”. 'Lo mismo te está pasando a vos, no salgas'. Y al final salía, pero sí le iba bien en el fútbol. Él rendía porque ahí en Nacional te dan buena vitamina, buena alimentación. Yo no tuve eso: yo salía a joder y al otro día me levantaba... yo no tenía nada para mí. Él salía, a veces, y se recuperaba...
(Agustín empieza a comerse la dona bañada con dulce de fresa).
...y seguía haciendo goles. Pero después hubo un momento en que estuvieron a punto de sacarlo de Nacional, porque venía para abajo. Yo vivía solo y me lo llevé a vivir conmigo. Yo lo encerraba en mi casa para que él no saliera a joder. 'No salís', le decía yo. 'No, que quiero salir', me decía. 'No salís le decía yo'. Él me puteaba: 'Dejame salir', me decía. Ahora él me agradece todo eso. Ahora él ha dicho en las primeras entrevistas, cuando empezó a crecer, que yo más allá de ser el hermano como que fui y soy como un padre para él.
¿Cuál es la diferencia de edad entre ustedes?
Él tiene 23 y yo tengo 29: seis años.
¿Entonces tu venida a El Salvador fue para seguir jugando fútbol, ya en Uruguay no podías jugar?
No, porque yo me había estancado, me había acomodado en ese equipo de segunda y no veía futuro ahí. No me veía futuro ahí. Estaba ganando 350 dólares, y cuando te los pagaban. Como que estaba en Nejapa. Salió la oportunidad de venir para acá, y yo pensé: 'Bueno si me voy ojalá me vaya bien'. Y cambió todo.
¿Cuando tenías el apoyo de este empresario te presentaban en los periódicos, te miraban como una promesa, eras famoso?
¡Salí, salí! En un torneo de 17 equipos, de 36 partidos yo hice como 38 goles, y ahí fue donde se me acercó y salí en la prensa: 'Paco Casán amarra a la promesa del fútbol uruguayo'. Cosas así. Yo me sentía contento. El peor error de él creo que fue darme dinero. Él me decía: 'Querés dinero para llevarte a tu casa, la familia, comé bien, vitaminizate'. De los 400 dólares, le daba 200 a mi madre y me quedaba con el resto.
¿200 es mucha plata para un joven uruguayo?
Hasta ahora. Te imaginas diez años atrás... era como que te dieran mil dólares ahora y que vos le des 500 a tu vieja y te quedés vos con 500. Con eso ya jodés.
Ja, ja, ja. ¿Y aquí, cómo fue tu proceso de adaptación al fútbol salvadoreño, que, por cierto, es muy malo?
Es casi el mismo estilo del fútbol de segunda de Uruguay: que te marcan, que te pegan en choque... y tal vez por eso me adapté bastante rápido. No sentí mucha diferencia.
¿Qué quiere decir eso del choque, meten mucha pierna?
Sí, muy rudo, que te pegan mucha patada, muy trabado, muy cortado.
¿Y las canchas cómo las sentís, igual?
Las canchas... Acá hay un buen nivel de canchas, ahorita. Pero cuando yo vine, que me tocaba ir a Gotera, ¡no! Bueno, Once Municipal, la cancha estaba mala. Y las canchas que estaban buenas, como la del Firpo y Balboa, bueno, jugábamos a las 3 de la tarde... ¡yo me moría!
Ja, ja, ja.
Sinceramente no me costó adaptarme, a pesar de que el presidente, don Gumercindo el que falleció- no me quería. Cuando vine, él me decía que yo no era el 10 que él quería. Gumercindo era como Wil Salgado, que él decide, por más que al entrenador le guste. Y Rubén Alonso decía 'sí lo quiero', y el presidente que yo no servía. De ahí entró don Óscar Flores y él dijo que me tenía fe, que me dejara. Eso fue en el primer partido que yo jugué contra el San Salvador, donde empatamos 1 a 1. Y el lunes, Gumercindo contrató a Memo Rivera, porque me quería echar a mí. Rubén Alonso y Óscar Flores dijeron que me dejara unos dos partidos más, por lo menos.
Pero, ¿por qué te querían echar, no hacías goles?
A mí me costó hacer goles. Pero ahora, hace cinco años que juego acá y no hago goles tampoco.
Ja, ja, ja.
Lo mismo.
¿Cuál es tu función? ¿Creación?
Sí. Hacer jugadas de peligro y que otros metan los goles, que me hagan faltas, encarar para adelante, tirar centros. Yo no soy goleador. Nunca lo fui.
Si no me equivoco los primeros dos goles del Metapán, en la final, fuero pases tuyos...
Jugadas mías. El primero, yo agarro la pelota acá…
(Paolo hace jugadas imaginarias con los índices de ambas manos sobre la mesa. Todos observamos, Mauro toma fotos, Agustín, que había permanecido quieto, comiéndose su dona, aprovechó para darle vuelta al matero de su papá, y las hojas húmedas cayeron sobre su celular, justo cuando Paolo narraba el último gol de la final, que fue suyo. “¡¿Qué, Agustín?!”, gritó Paolo, molesto. “Mirá lo que hiciste…”. Ingenioso, Agustín burló su defensa y le metió a su papá un gol que le salvó de una tunda: “La pelota”, dijo. “Sí, la pelota. Ya vamos a ir…”)
Ya estando en Metapán, te fuiste un año al FAS, ¿verdad?
Yo jugué un año en Metapán. En ese año perdimos la final con Vista Hermosa y al otro torneo clafisicamos y quedamos eleminados en semifinales contra Águila. A mí se me venció el contrato, y me vine para FAS, por lo económico, porque en ese momento FAS pagaba bien. Pero para lo único que me sirvió haber venido a FAS fue que conocí a muchas personas buenas, muchos amigos.
¿Vos vivís acá en Santa Ana?
Sí. Al principio uno viene a otro equipo con la ilusión de que te salga todo bien, pero me sentí cómodo al principio no más, pero después fui perdiendo confianza del entrenador, de los compañeros. Había muchas figuras en FAS... todos querían la pelota. Si uno no les daba la pelota, como era nuevo, a escupidas te agarraban. Y eso te va quitando confianza, más que el entrenador...
… te exige.
El Turco, en ese momento, él sabía quiénes eran los que habían ganado el quinto título y era obvio que él estaba del lado de ellos. ¡Dale la pelota a Cristian! ¡Dale la pelota a Murgas! ¡Dale la pelota a...! ¡A la gran puta!
Ja, ja, ja.
Al final, no jugaba. Marcaba yo en FAS porque quitaba la pelota y se la daba a ellos, ¿no?. Perdí toda la confianza.
(Agustín se siente empalagado y le pide agua a su papá. Suspendemos de nuevo, mientras Paolo va por el agua para su hijo. En el trayecto al mostrador, Paolo es saludado, por cuarta vez, por aficionados que lo reconocen de entrada. 'Así se hace', le dice uno. Unos minutos después, regresa a la mesa con el agua.)
Terminé el contrato con FAS –me faltaba un año- y me fui a Uruguay. Cuando regreso me entero como que Ancheta había dicho que no, que don Reynaldo dijo que sí… Después de un chambrerío bárbaro, agarré, y regresé a Metapán. Lo mejor que pude haber hecho. Lo peor que pude haber hecho fue haberme salido.
Para un jugador que fue promesa en Uruguay, pese a lo que haya sucedido después, y que tiene un nivel, digamos, difícil de encontrar en un jugador salvadoreño, ¿no es fácil sobresalir en un circuito futbolero como este?
¿... Me das permiso, que ya ves...? Ya no aguanto...
(Agustín encuentra una nueva distracción: como la grabadora la tomó Óscar con su mano para evitar que el niño la tomara, y como el matero ya está resguardado por su padre, Agustín agarra de juguete el vaso lleno de agua. Mete sus manitas, las sacude, vuelve a meterlas, bota un poco de agua en la mesa, y moja a su papá).
... Me decías...
Que si te resulta fácil sobresalir en un fútbol como el nuestro.
Acá han venido extranjeros de buenos currículos, que han jugado en muchas partes de Sudámerica. El mismo Boes… Todos los argentinos han jugado en Boca, River, Independiente… Y todos los brasileños han jugado en el Santos, San Paulo y todo… y vienen acá y no les va muy bien a todos. Es difícil jugar acá. No es muy fácil. Por eso mismo, por la marca que te imponen, que es muy fuerte. Acá se usa mucho que cortan la jugada a cada rato, no te dejan jugar. Pero te hablo en lo personal, yo me sentí bien cómodo desde que vine al país. No traía… ¡Ni currículum traía yo! Pero me fue bien. Y el tema de las creaciones es lo que uno siente en la cancha. Ya eso es personal, como dice ahí el profe Portillo: 'Improvisación de uno en la creación', porque las defensas siempre están bien paradas. Eso es lo que resalta en mí: muchas veces no soy táctico en la cancha, no tengo un orden táctico ja, ja, ja…
Ja, ja, ja.
… Eso es lo que hace, a veces, desintegrar a las defensas, porque ando por todos lados, no tengo orden táctico. Eso lo que el profe me dice.
¿Supongo que el otro viernes vas a estar clavado en tu televisor?
Sí, voy a estar esperando. Mi hermano, mañana (viernes) está viajando de Uruguay para Sudáfrica ya. Y bueno, he hablado mucho con él.
¿Hablás mucho con él?
Sí, sí, todos los días. Por chat hoy es fácil. Y él quería que vaya con mi niño para Sudáfrica. Me dijo: 'Dale, venite. Yo quiero que vos estés acá'. Porque ir a un Mundial es un sueño. Yo le dije: 'Yo te entiendo, Luis, que vos querés que yo esté. Pero yo no voy a arriesgar que le pase algo a Agustín por ir a un Mundial', le dije. '¡Si no pasa nada, Pao! Solo lo vacunás'. Porque nosotros averiguamos acá, que para ir tenía que darle como cuatro vacunas, por la fiebre amarilla, el mosquito… hay una mosca que no sé qué… tenía que darle mucha vacuna por todos los virus que dan por ahí. Y bueno, no quise arriesgarme a nada porque si se me enferma el niño allá, ¿qué hago?
¿Te imaginaste alguna vez, cuando niños, cuando jugaban pelota en la calle, que el destino los pondría tal cuál están ahora?
¡Yo lo entrenaba a Luis como portero! Ja, ja, ja.
Ja, ja, ja.
¡Nada que ver!
Ja, ja, ja. Vaya, nunca lo imaginaste.
Desde que Luis empezó a jugar en la familia siempre, siempre, estuvimos seguros que él iba a llegar. Siempre. Te cuento y me erizo porque es verdad (se toca el brazo izquierdo). Siempre le tuvimos fe a él, siempre le tuvimos fe. Es más, cuando yo era como la promesa, no me sentía seguro de mí mismo, de que sí iba a hacerlo...
¿Por qué?
No sé... pero de él, sí. Él sí se sentía seguro de que iba a triunfar. Él me dijo: 'Pao, yo el sueño que tengo es jugar en El Nacional, en Uruguay, e irme a Europa'. Todo, todo se le cumplió, ¡todito! Yo nunca dije eso. Nunca le dije a mi madre: 'Sueño jugar con la selección'. ¡Nunca!
¿Nunca te proyectaste?
No, nunca. Él, sí. Y nosotros, al verlo tan seguro, le apoyamos mucho. Estábamos seguros de que él iba a llegar. ¡Segurísimos! Y mirá dónde está él ahora. ¡Increíble! Pero yo, en lo personal, no me quejo de nada porque vine acá y volví a vivir, me entendés. En El Salvador volví a vivir en el fútbol. En Uruguay estaba desmotivado, sin ganas de nada ya. Y acá en El Salvador volví a la vida, futbolísticamente y en todo, porque crecí como futbolista, como persona… Económicamente, ya tengo mi casa en Uruguay. Estoy bien. A Dios le debo la vida acá en El Salvador.
¿Has visto la película “Rudo y cursi”?
No.
Es una película donde sale Gael García Bernal…
… No sé…
Y sale Francella, un cómico argentino.
¡Francella, sí! Ya sé quién es.
… Bueno, Francella hace el papel de cazatalentos que anda por una región rural de México, y encuentra a dos hermanos que juegan fútbol. Entonces, les da la oportunidad de llevarse a uno nada más. Uno es portero, y el otro es delantero. Entonces les da la oportunidad que definan quién se va a ir en un penalti.
¡Yo hubiera perdido!
Ja, ja, ja.
Yo hubiera perdido… Y bueno, lo del Mundial, el viernes voy a estar metido con todo. Ya siento eso. Estoy ansioso porque juegue.
¿Y vos le das consejos a tu hermano? 'Mirá, los franceses son bien maricones y por aquí se les puede meter'...
No, no, no. ¡Huevos! Él tiene grandes consejeros allá, ¡qué le voy a andar diciendo yo!
Ja, ja, ja.
Antes sí, cuando él empezaba, porque a mí me tocaba andar chineándolo para todos lados. A mí, a mi madre y a mi hermana. Nos turnábamos para llevarlo a los entrenos.
¿Nunca te dijo que fueras a Holanda y que probaras?
No. Él ahora sí tiene fuerza como para llamar y pujar porque mi hermano entre y se quede en las inferiores, Pero, ¿yo? No. Por mi edad.
En un blog apareció que habías ido a Holanda, y que habías intentado probar…
¡Sí! Yo vi esa noticia allá. Estaba en Holanda con Luis. Apareció en Goal, una página de deportes. Yo fui a visitarlo, porque Luis es el padrino de mi hijo, de Agus. Él sólo lo conocía por fotos y la cámara web, y lo quería conocer. Y me dijo: 'Paolo, quiero que te vengas, por lo menos dos meses'. Yo le dije: 'Luigi, yo juego hoy Concachampions, me van a pagar más…" '¡Deja todo¡ No te preocupes por el pisto', me dijo. 'Arregla todo. ¡Ya, venite!'
(Agustín, desesperado, sin juguetes, sin atención, llora por primera vez. La dona está, literalmente, despedazada sobre la mesa. Ya no quiere agua. Quiere irse del lugar.)
¿Y a hacer qué?
... Él quería que yo estuviera con él. Y como él, problema de dinero...
(Paolo, por primera vez, lo regaña. '¡Andá a correr un rato! ¿Querés ir a correr por ahí?' El niño, con pucheros en la cara, mueve la cabeza de un lado hacia el otro. No quiere ir a correr por el restaurante.)
Yo le dije a mi hermano que me diera una semana para arreglar las cosas. '¡Qué querés arreglar! Dejá todas las cosas ahí, ya te mando las cosas y te venís. No te preocupés por nada, mi Pao'. Y así fue que me fui de vacaciones. A la primera semana fue todo lindo. Pero después sentí que necesitaba jugar o ir a fútbol rápido o algo así. Y él me dijo que en Ajax había un equipo amateur. Eso es como que ustedes jugaran en el amateur del FAS, sin contrato y sin nada. Él me llevó ahí, a chonguenga, vaya. Fui a entrenar –porque sí entrenan- y el primer día llegó la prensa. Como yo era el hermano de Luis Suárez, y fui a probar… 'a probar'. ¡A entrenar ahí!
¿Y qué te decían?
Al siguiente entreno llegaron más periodistas, y le preguntaron a Luis que qué andaba haciendo yo. Él les dijo que nada, que andaba divirtiéndome. Pero en Goal salió:...
(Agustín, hoy sí, le grita a su papá: '¡Mamos, mamos!')
'Hermano de Luis Suárez quiere convencer al coach para quedarse en el amateur del Ajax'. Cuando ahí ni te hacen contrato para jugar en un equipo amateur. Es como si yo firmara un contrato para ir a jugar al Modelo.
Ja, ja, ja.
¡Era mentira! Risa me dio, y también aquí cuando alguno que otro envidioso me dijo que había ido a probarme y que no la hice. Eso me da risa y me fortalece para seguir adelante. Allá, con mi hermano, fuimos a Alemania, Bélgica, por toda Europa.
Buenas vacaciones.
Sí, buenas. Lo vi jugar por UEFA. Disfruté muchísimo. Lo que más me dolió fue dejar al equipo en fase de grupo de la Concachampions.
('¡Mamos, mamos, mamos!', sigue Agustín.)
¿No te regañaron?
Sí, pero es que la idea de irme para allá era presentar un proyecto de llevar chicos de Uruguay a las inferiores del Ajax. Y ellos aprobaron siete chicos para mitad de 2013 poder llevarlos. Yo tendría que hacerme cargo de los chicos allá.
('¡Cachate cha!', le dice el padre, con su marcado acento uruguayo-argentino, que hace sonar las letras ll como ch.)
Tenés hasta 2013 aquí.
Esa es la idea. Es una linda oportunidad para meterme tipo empresario: andar promoviendo chicos. Gracias a Dios tengo a Luis que tiene muchos contactos, y eso me hará más fácil todo, para dedicarme a eso.
('¡Agustín!', lo regaña, cuando el niño comienza a pegarle a la mesa con las manos.)
¿No ves ni un salvadoreño en esa lista?
No sé, porque no veo… a mí el Rusito de Metapán me gusta mucho. Tiene un futuro bárbaro pero ya tiene 20 años. No se puede. La idea es ir a Uruguay y ver. Allá hay campeonato y se puede ver. Mi niño tendrá seis años en el 2013 y ya me lo voy a llevar.
Ja, ja, ja
Él será el pionero. Si todo el día me tiene en el parque jugando pelota. En la casa, igual.
(Paolo tiene los brazos manchados. Le pedimos que nos cuente de los tatuajes, con la esperanza de que eso distraiga a su hijo; y nos cuenta que en el brazo izquierdo lleva los nombres de su familia. En el derecho, el nombre de su hijo: 'Paolo Agustín' en mandarín. 'En la espalda tengo los piecitos de él, los plantares', dice, orgulloso. Agustín, entonces, comienza a gritar desesperado, diciendo que se quiere ir.)
¿Hasta dónde creés que llegue Uruguay en este Mundial?
Uruguay va a pasar la primera fase.
¿Creés que le gana a México y a Sudáfrica?
Sí... fácil.
¿Por qué Uruguay ha sido dos veces campeón mundial, con una población de 3.5 millones de habitantes, mientras que El Salvador tiene más población y un fútbol muy malo? ¿Cuál es la diferencia?
Es la mentalidad, creo yo.
¿Solo mentalidad? ¿O estructura?
Sí, mentalidad... está buena la pregunta. Yo creo que es la mentalidad de no conformarse con cierto nivel. El jugador uruguayo es más aventurado para crecer. Por ejemplo, yo estaba en Uruguay muerto, pero me la jugué para venir a experimentar y descubrir cómo me iba a ir. Pero en cambio el jugador salvadoreño no sale, se acomoda a jugar solo aquí. Yo he visto que agunos reciben ofertas de Guatemala o algo así, y no se van, o los que se van vuelven en seguida porque les gusta estar aquí, les gusta estar en su país. Yo creo que es mentalidad lo básico… y también un poco la infraestructura, porque allá en Uruguay, a los 5 años vos ya tenés competencia. Compiten, ponele, Santa Ana Norte contra el IVU, por decir algo...
¿Recordás el nombre de tu primer equipo?
Deportivo Artigas.
(En este momento Paolo pierde la paciencia con su hijo, que sigue llorando intensamente y lo abraza del cuello. Le da una palmada y le ordena: '¡Cachate, cachate, cachate!”. Y el niño sigue ululando. '¡Dormite!', le insiste, y entra en una breve conversación en la que solo se entiende lo que dice el padre, pues el niño grita cosas ininteligibles. '¡Ssh, dormite!', repite. Luego, a modo de disculpas, explica: 'Se levanta temprano y ahora viene la hora del sueño'. Entonces continúa con la respuesta que había dejado a medias.)
Deportivo Artigas se llamaba mi primer equipo. Y allá hay muchas canchas de fútbol por todos lados, y acá no las vemos. Allá vos entrenás lunes, miércoles y viernes, y el martes no entrenás pero igual te vas a jugar al fútbol, porque tenés la canchita, un parque donde podés jugar. Y eso a pesar de que solo somos 3 millones nosotros. En cambio, acá no veo ese amor por el fútbol de parte de los chicos. Eso siento yo, porque también debés tener deseo. Acá los niños crecen con la ilusión de irse a Estados Unidos.
¿Y allá crecen con la ilusión de jugar?
De jugar al fútbol, sí. Allá no te inculcan mucho estudiar...
¡Ja, ja, ja!
Sí, de verdad, 'primero tienen que jugar y, después, si querés estudiar, estudiá'. Acá es al revés, primero estudiá, tenés que ir a la universidad y todo...
(Agustín, finalmente, calla.)
¿Y tus otros hermanos qué hacen?
Mi hermana y yo tenemos un negocio, una panadería en Uruguay; la otra no hace nada, pero el marido sí trabaja; el más chico, Facundo, tiene 7 años y está con mi mamá. Hay otro, que se llama Diego, que es el segundo menor; ese juega en Nacional, en las inferiores... tiene 17 años y pinta lindo también...
¿Hay futuro?
Hay futuro ahí, es zurdo. Él juega y trabaja en la panadería que tenemos con mi hermana, le ayudamos nosotros porque ya tiene un niño él, como de seis meses. El otro, Maxi, él trabaja también.
¿Y en qué trabaja él?
Ahí en la panadería también, je, je... porque mi mamá también puso una panadería. Mi padre es taxista.
(El niño lleva ya un minuto de silencio y Paolo se dirige a él: '¿Querés dona?' Agus le responde que no.)
¿Y tu hermano no se los ha querido llevar a todos?
Sí, han ido de vacaciones todos.
¿A vivir?
No, porque él tiene a su señora, y ella está ahora embarazada y ya en agosto tiene familia y uno... está bueno de vacaciones, ¿verdad? Él sabe cómo pensamos y que no le queremos molestar ni nada...
¿Alguna vez lo vas a traer para que venga a dar unas clínicas de fútbol o algo así?
Sí, eso estamos hablando con el presidente de Metapán. Si no hubiera estado el Mundial hubiera estado bueno que viniera ahora, en sus vacaciones largas. Creo que para el otro junio, si Dios quiere, lo voy a traer para que venga acá y se meta a jugar algún partido conmigo ahí en Metapán. El Metapán, porque es el equipo que yo quiero acá.
¿Y cuál fue el secreto del Metapán, que ha crecido tanto en los últimos años, siempre se mete en semifinales y ahora es el campeón?
Primero es que la directiva está haciendo un gran trabajo. No es una persona ni son dos la directiva, como pasa en otros equipos. En Metapán no decide uno o dos, sino que hay una directiva bien conjuntada, son como cinco personas que quieren al equipo y no trabajan para sacar beneficio al equipo, sino para el jugador y la institución. Y como ellos no se quedan con dinero del equipo, hacen buenas inversiones... Le tienen a uno al día, te motivan con tener tu salario al día. Te tratan como persona y después como jugador. Y han mantenido una base de jugadores que eso es importante también. Y bueno, el técnico, mantener el mismo técnico durante casi cuatro años. Eso, más que es un técnico nacional.
¿Alguna vez te ofrecieron nacionalizarte salvadoreño?
Si, ya estoy en trámite ahora.
¿Te vas a nacionalizar?
Si.
¿Para jugar en la selección?
Es un sueño que yo tengo.
¿Por qué?
El sueño que yo tengo primero es nacionalizarme, poder hacerme salvadoreño porque como mi hijo es salvadoreño, siento que él se va a sentir bien cuando crezca y todo. Por eso lo voy a hacer. Y después, lo de la selección, porque quiero que mi hijo cuando crezca, diga: 'Mi padre se nacionalizó pa’ jugar donde yo nací'. Creo que sería eso muy bueno para él, para que se sienta bien. Así que esperemos que salga todo en este mes o mes y medio. Hay gente que se ha enterado que yo empecé los trámites para nacionalizarme y me está ayudando.
Vaya, digamos que para cuatro años tú ya te proyectás vistiendo la azul, digamos para la próxima eliminatoria.
No sé, primero voy a ir paso a paso.
('¡Mamiiii!', grita Agus, mientras llora por su madre. '¿Mami?', le pregunta su padre. 'Ya vamos a ir donde mami'.)
Uno si se puede poner eso en la cabeza, pero vos para eso tenés que seguir manteniendo un nivel bastante aceptable, tenés que seguir sobresaliendo. Vos te podés mentalizar en que sí, me voy a nacionalizar y sí me van a llamar, solo porque gané tres títulos con el Metapán. No es así. Vos tenés que seguir manteniendo un nivel para estar en la selección y más para uno que es extranjero. Y yo sé que cuando yo me nacionalice capaz que voy a crear un poco de ilusiones y más en la gente del Metapán, que me piden que yo me nacionalice. Pero vos para eso, como te digo, tenés que seguir manteniendo un nivel con el equipo, estando en los primeros lugares.
(¡Mamos! ¡Mamos!', insiste el niño.)
Si viene la situación y ya una vez me he nacionalizado, yo voy a estar ahí con todo, con mucho gusto.
¿Hay jugadores salvadoreños que podrían jugar en ligas sudamericanas?
Sí.
¿Quiénes?
'El Ruso' Flores, Francisco Flores es un joven ahí con mucho, mucho futuro. La Rastra.
¿La Rastra creés que podría jugar?
Sí, sí. Mardoqueo.
('¡Papá, papá, papá!', implora Agus. 'Ya, ahorita vamos', le responde Paolo, con un tono que lo convence… o quizá Agus se serena al leernos la mirada, a Óscar, a Mauro y a mí, de que no lo queremos hacer sufrir más, que estamos a punto de cortarla.)
Pacheco ya jugó. ¿Quién más? Por ahí, debe haber otro que me estoy olvidando ahora. Martín, ese me gusta a mí, es rápido. No me he puesto a pensar, pero sí. Pacheco, Mardoqueo, la Rastra, Lester Olanco, Leste puede jugar. Son jóvenes que si no se marean pueden hacer mucho por el fútbol de acá, tienen mucho futuro, son chicos de veinte años.
¿Vos te arrepentís de haberte mareado?
¿Yo? No. No porque disfruté mucho.
('Enano: ¿Va que sí?', le dice al niño. '¡Sí! ´As nenas, papá. ´As nenas', contesta Agus. 'Ja, ja, ja', ríe Paolo. Y termina explicándonos que la mamá del niño se enoja porque él le ha enseñado a decirle “nenas” a las nenas, cuando las ve pasar. 'Y luego les tira besitos'.)