La noche del 28 de marzo de 2009, a la mitad de las eliminatorias para la copa mundial de Suráfrica, el portero Juan José Gomes se convirtió en un no querido del aguerrido -pero sin brillo- fútbol salvadoreño. Cuando todo parecía estar más que cocinado, cuando por fin la Selecta le sacaría un triunfo en casa a Estados Unidos en eliminatoria mundialista, Gomes se comió un gol que no tenía que ser gol. Un error sin sentido en el área. Esa noche, 'JJ', como le llaman algunos, descubrió a qué sabe el reproche silencioso, ese que lo miraba de reojo, con los ojos prestados de sus compañeros, cuando pasaban frente a su habitación. Gomes tenía la puerta abierta y miraba por la ventana a la nada. Deseó una palmada en la espalda pero solo uno, su compañero de cuarto y su amigo, se la dio. Tras ese partido, su situación en la Selecta se fue a pique, y la impresión que de su trabajo quedó en el imaginario de la afición fue la de un mal portero, un mal jugador. Más de un año después de aquellas justas, Gomes levanta la cara, reconoce su error pero le resta la importancia que muchos le han impreso. 'La eliminatoria no estaba perdida', dice. Y en su versión de los hechos deja entrever a un dirigente deportivo que se ensañó contra él cuando este le reclamó por las malas actuaciones en la cancha. Omite su nombre, pero asegura que ese partido contra Estados Unidos fue el argumento perfecto para que ese señor lograra sacarlo de la Selecta. Ahora, lejos de lamentarse por ese dirigente y por el resultado de aquel partido, Gomes lamenta más haber descubierto que aquellos en quienes depositaba su amistad, según dice, le dieron la espalda. Y entre estos está el ex seleccionador Carlos de los Cobos. 'Hasta decían que yo era como su hijo...'.
Mirá, yo le he perdido el hilo al fútbol, pero recuerdo cuando vos estabas en el Águila.
Hace 20 años ya.
Esa fue tu época más famosa, ¿verdad?
Ahí empecé, de 17 años, en la liga mayor.
Antes que vos solo teníamos de referente al Superman García… ¿Te han dicho los comentaristas algo así como que fuiste el portero 'después de'?
Siempre hablan, pero la verdad es que con el tiempo he aprendido a no prestarle atención a ese tipo de comentarios. Gracias a Dios a mí me pasó esa etapa famosa de que uno se agranda; y gracias a mi familia, a Dios principalmente, y a muy buenos compañeros que ya tenían edad dentro del fútbol, logré superarla. Al Águila llegué de 15 años.
¿Y cómo fue que llegaste?
Me invitó un amigo a entrenar a las reservas. Fue una etapa de dos, tres semanas en las que ni me paraban bola los primeros cinco o 10 días, hasta que me dieron chance de jugar poquito tiempo. El profesor Paredes y Zapata tuvieron mucho que ver en eso.
¿Y tu primer contrato era por tres gaseosas y una bolsa de dulces?
No, yo tenía un salario. A los 15 firmé mi primer contrato. En la mesa estaba el señor Ventura que era el gerente de Águila, mi madre, por ser yo menor de edad, y Milovan Djoric. Lo firmamos en el Trópico Inn, de San Miguel.
¿Quién te descubrió?
Yo jugaba en los torneos regionales, en un equipo que se llamaba, porque ya no existe, Durán Turcios. Una gran persona don Toño, y de hecho es una de las manos derechas de Wil Salgado ahora. Un empresario exitoso y una gran persona, él siempre estaba encima y era entrenador. Entrenábamos tres veces por semana, y te estoy hablando de infantiles.
¿Tu familia es futbolera?
Sí. Mi abuelo de hecho era portugués. Él falleció hace dos años. Obviamente era puro fútbol, increíble. Él realmente fue el verdadero apoyo cuando inicié. Yo crecí con los abuelos maternos y mi mamá. Mi mamá y mi abuela sí y no, les daba igual, y me regañaban cuando me veían con una pelota. Pero mi abuelo fue siempre el que me empujó hasta que aceptaron mi mamá y mi abuela que sí se podían llevar el fútbol y los estudios.
¿Y qué hacía un portugués en San Miguel?
Pues llegó mi abuelo cuando recién se abrió la pesca en el Puerto El Triunfo. Ahí llegaron muchos europeos, y no fue el único, se quedaron varios. Él viajaba a Brasil, Panamá y venían para acá cuando tenían libre, por llamarlo así, o cuando el barco descargaba. Así fue como se conocieron con mi abuela; y ya al final, cuando se jubiló, se radicó acá.
Era marinero.
Sí, marino y futbolero, prácticamente él toda la vida la hizo ahí en altamar.
¿Cómo se llamaba?
Joao Gomes. Gomes con “s”, aunque algunos lo ponen con “z”, ja, ja, ja.
Buen dato. Mirá, y a la hora de firmar el contrato, ¿le rogaste a tu mamá? Como no estaba de acuerdo.
No, obviamente cuando ya vieron una propuesta seria... ella me incentivaba, pero sabía que era complicado y bien difícil. Cuando vio que era serio, obviamente, ella orgullosa. Así fue como me acompañó. En esa época ella ya era abogada.
¿Por qué portero y no otra posición?
Porque quien me inspiró a mí para jugar esa posición fue mi abuelo, obviamente, y Rinat Dasayev, en el Mundial de México 86, portero ruso, siempre sobrio, así, grandote, vestido de amarillo o de negro.
¿Cómo es que te acordás de México 86 si tenías cinco años?
Tengo esa imagen bien grabada de ese portero. Los partidos de Rusia (dice Rusia por decir URSSS) no me los perdía y sobre todo el nombre porque a mí me costaba pronunciarlo.
Rinat Dasayev.
Sí, me gustaba sobre todo la frialdad. Cuando terminaban los partidos -al frente de la casa había una pequeña área verde- ahí me ponía a jugar con los vecinos y yo en la portería: “Portero ruso, portero ruso”, siempre, ja, ja, ja.
¿A qué porteros nacionales querías imitar y superar?
A Raúl García, a Misael Alfaro y también estaba el profe Carlos Rivera.
“La carlanga” Rivera.
Sí.
¿Lo viste jugar?
No, yo no lo vi jugar. Pero me dicen que fue un gran arquero.
¿Y Guevara Mora?
También, Mora me ha ayudado mucho en su momento. Fue preparador de arqueros en San Salvador, en la selección estuvo también. Pero tampoco ha sido mucho. Bueno me tocó hacerle gol... Son muchos, pero los referentes son ellos tres.
Yo había oído que los que son porteros es porque desde chiquitos les gusta estar tirándose y revolcándose en el polvo.
Sí, sí, a mí no me paraban. Curiosamente yo debuté en primera división como delantero, no como portero. Pero siempre era portero en Águila.
¿Cómo que delantero?
Sí, contra Alianza y ganamos, yo eché un gol, ja, ja, ja. El portero era Mora y tenía como ocho o nueve partidos sin recibir gol.
Ja, ja, ja.
Es que yo hice mi etapa de reserva como portero. Etapa de selecciones nacionales, sub17, sub20, sub18: como portero. Pero justo cuando a mí me suben a primera división a entrenar, justo salió una regla de que tenía que jugar por obligación 45 minutos mínimo, por ser juvenil.
Para poder estar en primera.
Sí. ¿Cómo le iban a decir a Raúl García que no va a jugar? ¡Y eso no es nada! Tenía primero a Raúl García, Raúl Rodríguez, Melvin Barrera, Óscar Buruca y yo. De los cinco, cuatro éramos porteros de selección, selecciones menores y selección mayor. ¿Cuándo iba a jugar? En los entrenos siempre hacía falta un jugador o dos jugadores para complementar los equipos. Y decían: “hace falta un delantero”, y yo levantaba la mano e iba, pues. Eso gustó al entrenador, que era Vieira en ese momento. Yo no era el mejor con la pelota en los pies, pero la perdía y me tiraba a los pies, me barría a recuperarla. La actitud.
¿Y te acordás de la jugada del gol?
Toda la jugada. Estábamos atacando nosotros, donde se pone la barra del Águila. Amaya decide y se la abre a José Luis Herrera, por la banda izquierda. Él se quita al contrario, lo desborda y hace el centro. Yo llegué a cerrar de cabeza. Fue el uno a cero.
Y lo celebraste con todo.
Sí, imaginate, y aparte de que -si no me equivoco- debuté el día de mi cumpleaños, un 8 de noviembre.
Ja, ja, ja, debutaste como delantero.
Sí, igual en la selección mayor. Mariño Pérez era el entrenador de la selección mayor en 1999. Nosotros disputamos esa eliminatoria con Panamá en la Preolímpica. En Panamá jugué como portero, y acá en el segundo partido Pablo Hernández jugó de portero y yo jugué como defensa central.
¿Y es posible?
Sí, claro que sí. No solo yo, cualquier portero. Misael, Dago, pueden hacerse el uniforme de cancha y si el técnico no se opone pueden jugar, ¿por qué no?