Opinión /

En defensa de la libertad


Domingo, 7 de noviembre de 2010
Carlos Fernando Chamorro*

Quiero agradecer a la Universidad de Columbia y a los miembros de la Junta del Premio María Moors Cabot que me han otorgado este prestigioso reconocimiento. Se trata de un gran honor, que como ningún otro, tiene para mí un significado íntimo muy especial.

Hace 33 años este premio fue otorgado a mi padre Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa. El Decano de la Facultad de Periodismo de Columbia, Elie Abel, dijo al presentarlo: “si hay un periodista en el hemisferio más consistente que el Dr. Pedro Joaquín Chamorro en su oposición a un gobierno dictatorial, no lo he podido encontrar”. Y al otorgarle la medalla de oro, el presidente de Columbia, William J. McGill, proclamó: “Lo que usted ha podido hacer en las circunstancias más difíciles confiere un honora la raza humana que nos enorgullece reconocer”.

Dos meses después, mi padre  fue asesinado por sicarios de la dictadura de Somoza. Su muerte abrió un camino de redención para los nicaragüenses y cambió la historia del país. En medio de mi más profundo dolor, también cambió el rumbo de mi vida. Dejé a un lado mis aspiraciones de seguir una carrera como economista, para dedicarme al periodismo. Y aquí estoy ahora recibiendo este mismo premio, en una especie de carrera de relevos, con la esperanza de que inspirará a las nuevas generaciones de periodistas de mi país.

Lo acepto, con emoción y humildad, renovando mi compromiso con la memoria de mi padre, con su extraordinario legado periodístico, y sobre todo ante la coherencia entre su pensamiento y su acción, que sigue siendo mi primera fuente de inspiración.

Quiero agradecer a mi esposa Desirée, y a mis hijos Roberto y Luciana Andrés, por el apoyo moral que siempre me han brindado en los momentos de mayor adversidad.         

Permítanme también exaltar el ejemplo de mi madre Violeta de Chamorro, quien como estadista hizo tanto por la tolerancia y la libertad de prensa en Nicaragua, que hoy se encuentra asediada por el autoritarismo.

Comparto este premio con mis compañeros en Esta Semana, Confidencial, Esta Noche y Cinco, que han sido protagonistas en la aventura de practicar un periodismo creíble y comprometido con la verdad, a pesar del clima de secretismo oficial bajo el que trabajamos en Nicaragua.  

En América Latina, el periodismo sigue siendo una profesión altamente riesgosa. Los asesinatos de periodistas en países como México y Honduras, exigen una condena firme para que no queden en la impunidad. En mi país el peligro de la represión física es menos grave que en otras partes, pero hay otras amenazas igualmente letales para la democracia. Desde el poder se practica la violencia institucional, el fraude electoral, las violaciones a la Constitución, y se pretende intimidar a la prensa. Se trata de una nueva tendencia que también se practica en otros países de América Latina, en los que se promueven Golpes contra la institucionalidad democrática desde el gobierno. Y cuando todas las otras instituciones colapsan, el periodismo independiente se convierte en la última reserva democrática de la sociedad. Tengo, además, tengo la más profunda convicción de que no se puede luchar de forma efectiva contra la pobreza y la desigualdad social sin plena libertad de expresión y sin democracia.

Este premio nos confiere a todos una enorme responsabilidad. Y digo a todos, periodistas y ciudadanos, porque a través de una persona se le está otorgando un reconocimiento a todo el periodismo independiente y crítico de Nicaragua. Y también a los ciudadanos que nos otorgan su confianza cada día. A los que hablan cuando otros callan y comparten con la prensa sus tragedias y sus esperanzas, las historias que hacen las noticias. En última instancia ellos son los depositarios de la libertad de expresión. A todos los que han asumido y continúan asumiendo riesgos por defender la libertad,  también les pertenece este premio María Moors Cabot.

Muchas gracias.

Palabras de agradecimiento, al recibir el premio María Moors Cabot

Universidad de Columbia, Nueva York, 28 de octubre 2010

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