Las finanzas públicas han recibido mucha publicidad esta semana en buena medida debido a que Arena ha querido ocupar el tema para su interés partidario y, por tanto, los principales medios de comunicación le han dado gran cobertura. En esa campaña mediática Arena culpa al gobierno actual de los problemas de las finanzas públicas. Lo cierto es lo contrario, Arena dejo nuestras finanzas publicas en muy mal estado y, más peligroso que eso, encaminadas en una dirección que de no haberse revertido, El Salvador ya hubiera enfrentado una situación mucho más crítica y las esperanzas de recuperación serian mucho menores.
Dos son los temas que han sido el centro de este debate, el endeudamiento público y la dolarización. En ambos temas la herencia de Arena es muy mala y, de haberse continuado con esas tendencias, desastrosa. Así, la deuda del sector público no financiero que dejo Arena en el 2009 fue del 47.9% del PIB, la que subió desde el 38.8% en el 2007. Pero lo más grave es que gran parte (21%) de esa deuda era de corto plazo y la mayoría era de corto o mediano plazo (71%). O sea, la nueva administración no solo heredó una deuda alta, la más alta en la historia del país, sino que también una deuda que tenía que pagar a la brevedad en medio de la crisis financiera internacional.
La nueva administración ha tomado varias medidas para revertir esa tendencia en el endeudamiento público. Primero, renegociando la deuda por una de más largo plazo, sustituyendo fuentes de financiamiento de corto y mediano plazo por las de largo plazo, especialmente el financiamiento de multilaterales. Segundo, continuando el endeudamiento pero en una tendencia menor que la de los últimos años, ya que se espera cerrar el 2010 con una deuda del sector público del 51%, o sea, un aumento de 3% en el año (comparado con el promedio de 4.5% de los últimos años de Arena) y planificando revertir la tendencia a partir del 2012. Tercero, y lo más importante, tratando de incrementar las fuentes de ingresos nacionales por medio del ajuste fiscal ya implementado, la propuesta de un nuevo impuesto especifico para el ataque a la violencia, y la lucha por lograr un pacto fiscal. Las dos deudas pendientes de esta administración, el comenzar a disminuir la deuda pública y el pacto fiscal, son importantes y algo que la ciudadanía deberá vigilar.
Sobre el tema de la dolarización se ha escrito y debatido mucho recientemente dejando tres puntos bastante claros. La dolarización no fue buena, y peor aún, Arena no implementó las otras medidas que deberían haber acompañado a esa decisión para hacerla más eficiente, sobre todo la de trabajar por una economía con ingresos externos y balances fiscales positivos. Igual de dañino para el país fue la forma en que esa medida tan importante se impuso, de forma totalmente antidemocrática, sin ningún intento de formar consenso, sin discusión. El último punto, que el Presidente Funes deja claro, es que la desdolarización no es conveniente y no se hará, ya que hacerlo sería muy oneroso para el país pues incrementaría la incertidumbre, alejando posibles inversionistas, y provocando mayores intereses.
Arena en su comunicado sobre la desdolarización vuelve a eludir sus responsabilidades al argumentar que para “que la solución para que el estado tenga mayor liquidez es el gasto responsable, la austeridad y la orientación adecuada del dinero”. Fiel representante de los intereses del poder económico del país, Arena vuelve a negar la necesidad de, en el país con la segunda carga fiscal más baja del continente y una desigualdad grande, subir impuestos de forma equitativa o sea que lo que más tienen más paguen.
Las finanzas públicas son asunto de gran interés nacional, por ello los partidos políticos deberían tratarlas con mucha seriedad, desvinculadas de los intereses partidarios y de intereses de sectores, especialmente de los sectores de mayor poder. En las finanzas públicas deben primar los intereses de nación, de una nación que trata de efectuar un cambio hacia una sociedad más sostenible y justa.
