Afuera del supermercado la esperaba una de sus hijas. Sus captores dicen que hurtaba mercadería valorada en 27 dólares y que murió al acercarse a unos transformadores después de que se las ingenió para violentar un candado. Karen Yamileth no puede defenderse, y la Fiscalía, que no cree esa versión, tiene como testigos a los mismos acusados de homicidio y encubrimiento.