Dejamos el 2010 atrás con mejores números que hace un año, particularmente en materia de seguridad, pero sin haber terminado de salir de una crisis económica, social y de seguridad púbica que domina hoy toda la realidad nacional.
El año que nace presenta enormes desafíos, particularmente a un sistema político que dedicará buena parte de su tiempo a administrar la campaña electoral para marzo de 2012.
Los funcionarios públicos en el gabinete, en la Asamblea y en las municipalidades, deberán hacer un tremendo esfuerzo para aportar soluciones reales a los problemas del país sin pervertir sus funciones por intereses electorales. Los retos que enfrentamos no admiten subordinaciones a la campaña electoral, porque entonces terminaremos con un panorama muchísimo más complicado en diciembre de 2011.
Es necesario entonces establecer las prioridades del país, para tener claro el norte y la concentración de todos los esfuerzos. Y habida cuenta de la actual situación no son más de dos las prioridades nacionales: recuperación económica y seguridad pública.
En materia económica, El Salvador aún sufre los efectos de la crisis mundial, debido a la lenta recuperación de remesas y exportaciones, el aumento de los precios del petróleo, la pérdida de cosechas y la falta de inversión en el sector privado. Y sobre todo porque seguimos siendo un país eminentemente consumista y no productivo. Con honrosas excepciones, los empresarios salvadoreños continúan argumentando inseguridad política para no reinvertir aquí su capital; y si algo ha demostrado la actual adminsitración es seguridad política, por lo que la decisión de estos empresarios obedece a otros intereses. Mal haría el sector privado si vuelve a unirse a la campaña política y toma decisiones que afectan la recuperación económica para dañar la imagen de la administración Funes.
La generación de empleos y la recaudación de impuestos son urgentes para paliar los efectos de una crisis que literalmente ha dejado a miles de salvadoreños en la calle, y hasta ahora el gobierno ha sido también incapaz de cumplir con su promesa de fábrica de empleos.
La recuperación económica pasa por los mismos canales de siempre: más inversión y más recaudación, para redistribuir los ingresos a través de la inversión pública. Y por el lado del gasto, recorte para generar ahorro.
En seguridad pública, cerramos 2010 con una leve disminución de la tasa de homicidios, con medidas contundentes que aún esperan demostrar su efectividad (como los despidos en la Dirección de Centros Penales) pero que cortan de tajo la red de corrupción y complicidad entre carceleros y presidiarios.
Hay, sin embargo, enormes desafíos que no podrán ser enfrentados sin la voluntad política de todos los que componen el sistema de seguridad pública, una masiva depuración en la fiscalía y el sistema judicial y mayores recursos destinados a las áreas de inteligencia y equipamiento policial.
Toda las demás áreas que no sean la económica y la de seguridad pueden esperar; algunas, las más sensibles, como educación y salud, dependen directamente de mayores recursos públicos, por lo que también están supeditadas a un mejor rendimiento económico y eficiencia fiscal.