Opinión /

Más que un maestro


Miércoles, 5 de enero de 2011
Ricardo Ribera

Con la muerte de Orlando Amílcar Flor el país ha perdido no sólo al destacado teatrero, al maestro de varias generaciones de actores, al director de teatro con un doctorado por uno de los más prestigiosos institutos superiores de arte dramático del mundo; pierde también a un gran intelectual y a un ser humano de excepcional calidad.

En realidad la nación lo había perdido desde mucho antes, pues a pesar de los homenajes que se le brindaron en vida, acá nunca se le abrieron los espacios para que su valía y potencial pudieran ser aprovechados a plenitud. Ello a pesar del apego y lealtad del maestro Flor a su pueblo y a su patria. A diferencia de otros jóvenes que salieron a formarse fuera y aprovecharon la oportunidad para ya no retornar, Amílcar Flor no cayó en la tentación: regresó al país para quedarse. Ni siquiera hizo por permanecer en Cali, con el maestro Buenaventura, el afamado teatrista colombiano. Ni pudieron apartarlo los doce años de guerra civil, con su cúmulo de atrocidades y los obvios riesgos que corría alguien como él, egresado de la Unión Soviética.

Flor nunca militó en política: el teatro era su militancia. Promoverlo en El Salvador constituía su particular utopía. Vivir del arte y para el arte fue su desafío. De ahí ese perfil entre quijotesco y bohemio, socarrón y escéptico, que transmitía su presencia.

Fue un gran maestro: de los que saben educar sin imponer, que indican mediante sutiles sugerencias, de quienes saben inducir al otro a sacar sus propias conclusiones y encontrar su propio camino. ¡Cuántos actores y actrices hallaron en él un consejo oportuno, la reflexión que induce a seguir investigando y a descubrir facetas nuevas al personaje! ¡Cuántos colegas directores, incluidos ex-alumnos suyos, encontraron en Flor al interlocutor y crítico teatral que enriquece su comprensión de la obra, su visión del montaje, su análisis de los conflictos y de las situaciones dramáticas!

En mis ocasionales pláticas con él, en varias oportunidades pude admirar su conocimiento de la psicología humana. Memorable me pareció su búsqueda incesante, obsesiva, perfeccionista, interminable de las posibilidades teatrales que ofrecía el estudio psicológico sobre “los juegos que todos jugamos”. Asimismo admiré su comprensión de la cultura y mentalidad del salvadoreño. Me ayudó a entender muchas cosas de este pueblo, sobre todo en los primeros años de mi estadía aquí, cuando tantas cosas me extrañaban e impactaban. Flor era un gran conocedor de su gente.

Sus intereses incluían ámbitos aparentemente alejados del teatro. En muchos eventos, no sólo culturales, también de índole académica y de coyuntura política, me encontraba yo al maestro Flor. Era un ser al que todo parecía interesarle.

Me sorprendió cuando se apareció en un curso-seminario que yo me disponía a impartir en sesiones sabatinas en la universidad. Versaba sobre el método dialéctico aplicado al análisis del conflicto armado salvadoreño, un tema especializado, un poco técnico, y que yo dudaba pudiera interesarle. Al terminar la primera sesión se me acercó para pedirme una copia del material escrito. Se la facilité hasta el siguiente sábado, cuando llegó puntualmente. Me agradeció con el comentario: “es que está profundo esto, se hace necesario estudiarlo despacio”. Y me demostró, con sus intervenciones en sesiones posteriores, que de veras lo había leído y “estudiado”.

Hombre de múltiples inquietudes, sus opiniones siempre eran agudas y atinadas. Yo me siento honrado de haber podido compartir alguna de mis ideas con él. Y feliz por las veces que él compartió conmigo sus inagotables historias y anécdotas. Recuerdo haber disfrutado su gusto por la ironía, por el sarcasmo y la complicidad. Siempre admiré que lo hiciera de buen modo, sin intención de molestar o dañar a otros.

Su talante y su talento nos van a hacer falta. ¡Buen viaje Flor! Que las musas te sigan acompañando siempre. Y que a nosotros nos acompañen tus enseñanzas y recuerdo, a los que seguimos en este teatro del mundo.

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