Opinión / Violencia

Violencia doméstica


Domingo, 30 de enero de 2011
Mauricio Silva

En el área de violencia contra la mujer las estadísticas de nuestro país son muy duras; una de cada dos mujeres que han tenido una relación de pareja han sido víctimas de alguna forma de violencia doméstica. Una de cada dos mujeres ha sido maltratada y el 31% lo fue antes de cumplir los 18 años. Cada día se reporta un homicidio de una mujer en el país. Estas estadísticas, según los expertos, solo pintan una parte de la realidad pues muchos casos no se reportan.

En la mayoría de los casos las víctimas de la violencia doméstica se refugian en el silencio, no denuncian al agresor, ya que los agresores son miembros del grupo familiar. Del total de mujeres agredidas dos de cada tres no buscó ayuda. La madre, el padre o el esposo son los principales agresores. Casi la mitad de las agresiones sexuales fueron protagonizadas por los ex compañeros de vida o esposos. Tres de cada diez de las agredidas reportan que su pareja estaba embriagada y que ello fue causa del abuso.

Los patrones culturales que ilustran al macho como el que se embriaga y utiliza la fuerza física y los que se basan en el sometimiento y sumisión de la mujer al hombre, son factores que contribuyen al problema y su justificación social. De igual forma contribuye al problema la dependencia económica y psicológica de la mujer. A la mujer dependiente le es mucho más difícil denunciar y romper con una relación que le es dañina. Contribuyen también los tabús y falta de educación que ellas y los hombres tienen en el área de salud, sexo, y VIH-Sida.

Por todos nosotros y por el país, es necesario romper ese círculo de violencia doméstica, y es necesario hacerlo con la mayor fuerza posible. Los niños y niñas productos de la violencia o que han vivido en hogares violentos, tendrán mucho mayores posibilidades de tener problemas en su desarrollo emocional; ellos también tendrán mayores probabilidades de reproducir esos patrones de violencia. Dos de cada diez mujeres maltratadas observaron a un hombre agredir a otra mujer antes de alcanzar la mayoría de edad. Las mujeres que sufren la violencia doméstica sufren miedo, sufren degradación personal, sufren físicamente, y en muchas ocasiones sufren por no poder compartir su tragedia. Los jóvenes que han experimentado la violencia domestica son más propensos a la violencia fuera del hogar. Por todo esto, parar la violencia doméstica debe ser parte de una estrategia nacional integral contra la violencia.

Parte de esa lucha contra la violencia doméstica debe ser el quitar los tabús de discriminación antes señalados. Para ello es necesario educar sobre la igualdad de género,  lo que debe empezar desde temprana edad y en las escuelas. Los hombres debemos aprender que ser hombre es compartir las tareas con la mujer, es amar y ser cariñoso; debemos entender que la mujer tiene los mismos derechos, que no es no, y que la violencia no es de hombres. No se puede llamar hombre quien utiliza su superioridad física para abusar y generar violencia contra la mujer, y menos aun cuando esa violencia es contra miembros del grupo familiar.

Las mujeres deben de estar conscientes de sus derechos, incluyendo los derechos sobre sus cuerpos y sus derechos ante la ley. Para las mujeres víctimas no es fácil denunciar, requiere mucho valor y confianza, pero deben hacerlo, por ellas, por sus familias, y por la sociedad; para ello necesitan un marco de protección legal e institucional.

Nuestros índices de igualdad de género y potencialidad de la mujer han mejorado, pero lo han hecho muy despacio. Dada la dimensión del problema y sus efectos tan profundos en nuestra población y sociedad, los esfuerzos dirigidos a reducir la violencia contra la mujer deben ser mayores. Como dijo el Padre Tojeira en un editorial en noviembre pasado “Erradicar la violencia contra la mujer es volvernos más humanos. El pensamiento humano y la fuerza bruta siempre han sido antagónicos ..”, por ello, el terminar la violencia contra la mujer es base indispensable para vivir una cultura diferente.

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