Nacionales / Política

Cruz León dice que Funes le llevó mensajes de Fidel en el año 2000

El salvadoreño condenado por terrorismo en Cuba dice que el entonces periodista Mauricio Funes le adelantó que no le aplicarían la pena de muerte. El otro salvadoreño preso, Otto Rodríguez Llerena, se ofrece para testificar contra Posada Carriles. A ambos se les conmutó la pena en diciembre pasado.


Miércoles, 9 de febrero de 2011
AP / El Faro

La Habana, febrero 9. El salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León, preso en Cuba y que pasó años condenado a muerte en ese país, dijo a la agencia de noticias AP que el entonces periodista Mauricio Funes le transmitió un mensaje de Fidel Castro en el año 2000: que la condena a muerte no sería ejecutada. 

Funes, que nueve años después se convirtió en el primer presidente de izquierda de El Salvador, viajó ese año a la isla para entrevistar a Fidel Castro y a los dos salvadoreños acusados de terrorismo: Cruz León y Otto Rodríguez Llerena. 'Funes estuvo aquí en el año 2000... el único periodista de mi país al que se le permitió venir, con la autorización de Fidel Castro', dijo Cruz León a la AP en una entrevista exclusiva.  'Me trajo un mensaje del presidente Fidel Castro, que estaba al tanto de mi cooperación para esclarecer estos eventos, y que por ello no sería aplicada la pena de muerte, pero todo lo que tenía era su palabra'.

En diciembre pasado, dos meses después de la primera visita oficial de un Funes a Cuba, la justicia de ese país conmutó la pena de muerte a los dos salvadoreños por 30 años en prisión. 

Además de Cruz León, la AP pudo hablar también con Rodríguez Llerena, el otro salvadoreño preso en la isla involucrado en los ataques con bombas.

Para la entrevista, ambos fueron conducidos hasta una espaciosa vivienda del gobierno en un barrio residencial en La Habana y hubo funcionarios presentes, pero los hombres no estaban esposados y vestían sobriamente de civil.

Ambos dijeron que sus declaraciones eran voluntarias. Rodríguez reconoció que con su cooperación espera obtener algún beneficio personal, mientras que Cruz León expresó que decidió hablar ante las autoridades y ante la prensa como una forma de mostrar su arrepentimiento y aliviar su conciencia.

La decisión de permitirles una entrevista con la AP es parte de una estrategia de las autoridades cubanas de colaborar con el proceso que se le sigue en El Paso a Posada Carriles, considerado enemigo público número uno en la nación caribeña.

Rodríguez Llerena aseguró haber revelado a un fiscal estadounidense que recibió explosivos y dinero del anticastrista y antiguo agente de la CIA, Luis Posada Carriles, ahora preso y procesado en Estados Unidos por perjurio, y explicó que estaba dispuesto a testificar ante la corte estadounidense si se lo pedían e identificar a Posada Carriles.

'El (Posada Carriles) mirándome a los ojos no me puede decir 'yo no te conozco'. Sí me conoce', dijo Rodríguez.

Rodríguez fue capturado en el aeropuerto de La Habana en 1998 cuando arribaba a la isla con 1,5 kilogramos de explosivo C-4 escondido en su equipaje y durante el juicio que se llevó a cabo reconoció haber colocado una bomba que explotó en el Hotel Meliá Cohiba en 1997, en un primer viaje a Cuba.

Según el salvadoreño, fue precisamente Posada Carriles quien le dio el material para las bombas, le enseñó algunas partes de su ensamblaje y finalmente le pagó 2.000 dólares cuando tuvo éxito en el ataque --que no dejó muertos--, mientras lo convenció de regresar a Cuba aunque en esta última ocasión sería sólo para 'entregar' el explosivo a un tercero.

Posada no enfrenta un juicio en Estados Unidos por los ataques con una decena bombas que causaron terror en Cuba, sino por mentir a las autoridades federales sobre la forma en que ingresó a Estados Unidos en 2005.

'Aquí (en Cuba) estuvo un fiscal norteamericano que habló conmigo y yo me comprometí a que si tenía que testificar contra 'Ignacio Medina', lo hacía. A mi nadie me presiona para hacer eso, yo mismo ofrecí colaborar', dijo Rodríguez, quien conoció a Posada Carriles bajo este alias.

Durante el juicio en El Paso, Texas, se ventiló que uno de los alias que el anticastrista usaba era el de 'Medina'.

La historia de Rodriguez podría ser una importante pieza en el proceso contra Posada Carriles. Sin embargo, el salvadoreño dice que no ha sido llamado a testificar formalmente. Tampoco recuerda el nombre de un fiscal estadounidense que lo visitó junto con cuatro agentes del FBI a finales del 2009 o principios del 2010.

Un funcionario cercano al proceso dijo a la AP el miércoles que es cierto que varios investigadores del FBI viajaron a Cuba y que los fiscales quisieron incluir el testimonio rendido por los salvadoreños. Sin embargo, la juez de distrito de El Paso, Kathleen Cardone, no incluyó las declaraciones por solicitud del abogado defensor de Posada Carriles. El empleado gubernamental pidió no ser identificado porque no está autorizado a dar detalles sobre el expediente judicial.

Posada Carriles admitió tener la responsabilidad de los ataques en una entrevista en 1998 con la entonces reportera del New York Times, Ann Louise Bardach. Posteriormente la periodista fue llamada a testificar y él se retractó.

Posada Carriles se vinculó a la CIA entre los 60 y los 70 y posteriormente trabajó para la inteligencia de Venezuela. También fue sindicado por la voladura de un avión civil cubano en 1976 que costó la vida a 73 personas. Luego se escapó de una cárcel venezolana.

Posteriormente, fue acusado de participar en acciones contra la guerrilla en Centroamérica y a comienzos de la década pasada fue acusado un intento de magnicidio contra Fidel Castro.

Cuba se ha quejado amargamente de que Posada Carriles nunca ha enfrentado cargos por terrorismo en Estados Unidos. Ahora la sanción más alta que enfrentaría sería menor a los 10 años de prisión por mentir a los funcionarios de inmigración.

La corte trata de determinar si Posada Carriles también mintió sobre su participación en los atentados en Cuba y que costaron la vida a un turista italiano e hirieron a una docena de personas.

De 52 años, regordete, de pequeño bigote y una coleta de cabello cano amarrado a la nuca, Rodríguez Llerena indicó que había conocido a Posada Carriles bajo el nombre de Ignacio Medina cuando trabajaba en una agencia de autos en 1997. Explicó que se presentó como un cubano exiliado que luchaba por la libertad de su país y se interesó por el servicio que podría ofrecer el salvadoreño, un militar retirado que había combatido a los insurgentes en El Salvador.

Una médica y un investigador del Ministerio del Interior de Cuba, quienes se preparaban el martes para testificar en el juicio por perjurio del ex agente de la CIA, deberán esperar al menos otro día para rendir sus testimonios luego de que la defensa presentara una serie de objeciones.

En la entrevista con la AP, Cruz León, quien admitió haber puesto la bomba que mató al turista italiano Fabio di Celmo, dijo que no conoció personalmente a Posada Carriles, pero no duda de las pruebas que lo involucran en la autoría intelectual de los bombazos.

El salvadoreño aseguró que había recibido los explosivos, entrenamiento para colocarlos y el dinero de pago de otro compatriota, Francisco Chávez Abarca, arrestado a mitad del 2010 en Venezuela bajo una falsa identidad e inmediatamente extraditado a Cuba a pedido de la Interpol.

En declaraciones hechas públicas por la televisión cubana Chávez Abarca reconoció a su vez trabajar para Posada Carriles y haber reclutado a Cruz León. 'Yo simplemente soy un soldado al que mandaron una guerra a la que no pertenecía y a la que nunca debí haberme metido', dijo Cruz León al relatar su historia personal en El Salvador de los 80.

Durante la entrevista, Cruz León y Rodríguez narraron interesantes detalles de su estancia en la prisión cubana, incluyendo cómo pasaban el tiempo en el 'pabellón de la muerte'.

Ambos contaron que estaban junto a otras tres personas de origen guatemalteco convictos por la misma causa, pero separados del resto de los reos en un área especial a la que Cruz León describió como 'una cárcel adentro de otra cárcel' en la prisión de máxima seguridad de Guanajay, en las afueras de La Habana.

Según sus comentarios fueron tratados en estos años con respeto y con el tiempo consiguieron mejorar su situación obteniendo algunos beneficios como trabajar en un pequeña huerta, plantando vegetales, cocinar su alimento, tener un televisor y hasta una línea de teléfono que les permite recibir llamadas, aunque no hacerlas.

Cruz León indicó que se le permitió tener un perico que cuida a diario y una gata, que murió hace algunos meses tras vivir 10 años con él.

De trato afable, vestido con una camiseta tipo polo y zapatos negros, Cruz León se definió como un católico devoto que lleva en su conciencia un profundo remordimiento por sus actos, pero sobre todo por la muerte que causó. 'Pienso que voy al infierno, porque ya cegué una vida y eso no tiene perdón', dijo.

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