¡Que el mundo ha cambiado, es indudable!, entre La Bastilla y Tahrir está la decapitación y la sangre del poderoso, aunque siempre se derrama la sangre del pueblo, entre Tiananmen y Tahrir la situación han sido radicalmente distinta.
Entre las revoluciones latinoamericanas, con años de lucha, para hacer caer a los dictadores y los sátrapas y las caídas de Ben Ali y Mubarak, debe reconocerse que hemos mejorado eficientemente en el proceso de racionalización hacia la libertad por medio de la manifestación pacifica no violenta, aunque mediaran provocaciones por medio.
Entre ejércitos vendidos a los sátrapas corruptos y baluartes de la represión, y la actitud de los ejércitos de Túnez y Egipto, media un abismo.
Impresionante la lección que han dado los árabes al mundo, ahora solo queda pensar: ¿cuál será el próximo? Pues en ese entorno aún quedan gobernantes autoritarios que nadan en una abundancia insultante mientras sus pueblos se mueren de hambre y su juventud no tiene esperanza.
Ojalá la metodología árabe cunda y el tsunami árabe se extienda, esperemos que la alegría de todos ellos, que hemos visto en las imágenes, no sea engañada y no se cumpla aquello de Giussepe Tomasi di Lampedusa: Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie .