La mañana de este lunes, unos jóvenes estudiantes de comunicaciones de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, reunidos en un aula, escucharon una primicia: 'Nuestro invitado de hoy acaba de ganar el premio Ortega y Gasset de periodismo'. Quien les hacía el anuncio era un catedrático que había decidido invitar para la sesión de este día a Carlos Martínez, periodista de El Faro.
Solo un par de minutos antes, Carlos había recibido de parte de los organizadores del premio, el aviso de que su trabajo El criminalista del país de las últimas cosas había sido uno de los tres trabajos periodísticos publicados en Hispanoamérica durante 2010 que habían sido escogidos como lo mejor en cada categoría.
Los premios Ortega y Gasset se crearon en 1984 y premian 'los mejores trabajos periodísticos del ámbito hispano', según el organizador, que es el periódico El País, de España. En su resolución, el jurado describió la obra galardonada: 'Es el relato escalofriante de un país desgarrado por la violencia que el autor, con la capacidad de un cirujano, ha diseccionado el dolor de familiares, testigos y víctimas de secuestros, violaciones y homicidios'.
El criminalista del país de las últimas cosas es un multimedia que triunfó en la categoría de periodismo digital y sus autores son Martínez y Bernat Camps. Aunque la nota del diario El País solo menciona a Martínez, el trabajo fue inscrito por los dos periodistas. Esta es la primera vez que el Ortega y Gasset llega a El Salvador. Antes, en 2005, había llegado a Centroamérica, cuando un equipo del periódico La Nación obtuvo el premio.
Junto al reportaje de El Faro, en la categoría de periodismo impreso hubo otro centroamericano triunfador: Octavio Enríquez, de La Prensa, de Nicaragua. Enríquez investigó la corrupción del político Tomás Borge y el jurado destacó la minuciosidad, la valentía y lo bien documentada que fue la investigación.
En periodismo fotográfico, Cristóbal Manuel fue el ganador por la imagen de un joven con trastornos mentales paseando desnudo por las calles de Puerto Príncipe un par de semanas después del terremoto de 2010.
Manuel, Enríquez, Martínez y Camps escribieron sus nombres junto al de Moisés Naím, cuyo trabajo fue escogido como el mejor en la rama de opinión.
La historia del Ortega y Gasset está llena de nombres ilustres. Los escritores Mario Vargas Llosa y Tomás Eloy Martínez lo recibieron en 1999 y 2009, respectivamente. Yoani Sánchez, la bloguera cubana que retrata las barreras contra la libertad de expresión en su país, fue galardonada en 2008, y Fernando Savater y John Carlin lo recibieron en 2000.
El equipo de La Nación, de Costa Rica, lo ganó en 2005 por su investigación de corrupción que llevó a la caída del ex presidente Miguel Ángel Rodríguez. El periódico Reforma, de México, descubrió en 2000 que el empresario que había ganado una licitación para proveer el servicio de revisiones vehiculares en ese país no era otro que un torturador de la dictadura militar argentina.
'Con estos premios, el diario El País quiere resaltar la defensa de las libertades, la independencia, el rigor y la honestidad como virtudes esenciales del periodismo', explica el periódico español.
Los Ortega y Gasset son posiblemente los más prestigiosos galardones del periodismo en castellano, junto con los que entrega la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI).
En los últimos años, El Faro ha recibido numerosos reconocimientos internaconales al buen trabajo periodístico. En 2011, con el Ortega y Gasset suman tres los galardones recibidos. Uno, por el trabajo fotográfico de Mauro Arias en El terremoto que duró 10 años. Recibió el 'Premio a la excelencia' de 'Pictures of the Year International Latinoamerica' (POYILatam 2011). Además, Edu Ponces, Toni Arnau y Eduardo Soteras ganaron el 'Premio mejor libro del año' también en POYILatam 2011, por el trabajo fotográfico 'La ruta de los migrantes que no importan', que formó parte de la sección El Camino, de El Faro.
El criminalista del país de las últimas cosas originalmente pretendía ser la historia de un personaje singular en un país singular. El país con la mayor tasa de homicidios del continente tiene la particularidad de que solo tiene un criminalista al servicio de la investigación de asesinatos. A medida que la historia fue ganando sustento también se fue transparentando y mostró que dentro de ella había unas historias aún más importantes y reveladoras. Esa historia de historias resultaba integradora de la realidad de la violencia salvadoreña y agregó dos cosas al perfil del criminalista: el rostro de la cotidianidad de la violencia más brutal y absurda, y el grito silencioso de esos fantasmas sin rostro que recorren el país buscando a sus hijos desaparecidos.
Martínez, a sus 32 años, es un veterano. Cuando inscribió su trabajo al concurso, lo veía como un sueño. Y sus amigos le hacían ver que si a nivel de FNPI -que suele premiar trabajos latinoamericanos- solo había logrado ser finalista en una ocasión, aspirar a ganar el Ortega y Gasset era, efectivamente, un sueño. 'Pero era mi sueño', dice él.
Esta mañana, cuando el catedrático hizo el anuncio a sus alumnos, en realidad la primicia la habían tenido un puñado de alumnos que iban a escuchar la intervención de Martínez. 'Me acaban de avisar que gané el Ortega y Gasset', les compartió él mismo. Y luego, el profesor decidió que él tenía que hacer algo. 'Para que no digan que sos presumido, mejor yo se lo voy a decir a toda la clase', dijo. Y entonces hizo el anuncio.