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“Hay pandilleros que hasta dan tumbes de droga en altamar a narcotraficantes locales”

Al comisionado García Funes no le cuesta asociar maras y crimen organizado. Terminarán siendo lo mismo, dice, si no se corta la evolución que llevan. Esa transformación, agrega, ya ha llegado al punto de que las pandillas pagan sueldo a sus miembros y la expansión que tienen en Estados Unidos responde a órdenes emitidas desde El Salvador.


Domingo, 24 de abril de 2011
Carlos Martínez y Roberto Valencia

Douglas Omar García Funes, director del CAT. Foto Roberto Valencia.
Douglas Omar García Funes, director del CAT. Foto Roberto Valencia.

El Centro Antipandillas Transnacional (CAT) nace en El Salvador en 2007, con la idea de monitorear y tratar de controlar la actividad de las pandillas. Financiado con fondos estadounidenses, este organismo lo integra una cuarentena de personas, entre agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), personal administrativo y un pequeño grupo de fiscales seleccionados de la Unidad contra el Crimen Organizado. A este equipo se suman un par de agentes permanentes del Federal Bureau of Investigation (FBI), que buscan encontrar en El Salvador respuestas a investigaciones abiertas en Estados Unidos.

El comisionado Douglas Omar García Funes, conocido dentro de la institución con el sobrenombre de Carabinero, cumplirá en junio dos años como director del CAT. Antes fue subdirector de Áreas Especializadas y subdirector de Investigaciones de la PNC, cargos en los que también tuvo que seguir muy de cerca los movimientos de las pandillas. Si nos atenemos a su currículo, es una de las personas que más de cerca ha seguido la evolución de las pandillas, y quizá esa sea una de las razones para que Estados Unidos lo ubicara al frente del CAT. Eso sí, con una supervisión directa. Cada uno de los miembros del centro, desde su director hasta el personal de limpieza, está obligado a pasar de forma periódica un riguroso filtro al que llaman veteado, que incluye una prueba de polígrafo e investigaciones realizadas directamente por agentes estadounidenses. Este mes deberán ser separados del equipo un par de policías salvadoreños que no pasaron la prueba del detector de mentiras.

Comencemos por lo de rigor: ¿cuántos pandilleros hay en El Salvador, según los reportes de la Policía?
Actualizado a mediados de marzo, hay 20 mil 809 pandilleros fichados; 11 mil 435 están en libertad y 9 mil 374 en cárceles. La MS es la más numerosa, en una proporción de casi dos a uno.

¿Ese número tan preciso deriva de aquellos pandilleros que han sido capturados?
Es del fichaje, claro. Yo respeto al ministro de la Defensa, pero hace pocos días dijo que hay como 40 mil pandilleros en el país. Yo supongo que él deberá tener su censo o un dato estadístico o una herramienta, como la que tenemos nosotros, que es el fichaje. No digo que no haya subregistro, pero será de unos 5 mil, que son los que no han entrado al sistema judicial.

En 2009 usted hablaba de unos 17 mil pandilleros. Pareciera que las estrategias del Estado no solo no consiguieron frenarlos, sino que se están fortaleciendo. ¿Se puede hablar de fracaso?
Yo no lo puedo ver así. Si lo ves como Policía, no es fracaso, porque esos números implican que de 2009 para acá se ha conseguido meter a más de 3 mil pandilleros en la cárcel. Es un éxito para la Policía; quizá no para el sistema, pero sí para la Policía.

Entendemos que su trabajo no es diseñar políticas públicas, pero entiendo que, como CAT, ustedes deberían ser una referencia para comprender el fenómeno…
Por eso te digo que si lo ves como cuestión de política o de estrategia de los gobiernos para combatir el fenómeno, sí hay un fracaso, yo no lo estoy negando. El problema es en la prevención, porque no se ha podido evitar el reclutamiento. Aumenta la cantidad de pandilleros en libertad. Pero si lo ves como trabajo policial, las cárceles están más llenas.

¿Y en qué momento el hecho de que las cárceles estén llenas es sinónimo de éxito? En El Salvador no implica que se rehabiliten, ni siquiera que dejen de delinquir.
Entre más metés más en la cárcel, sacás más de la calle. Sin embargo, aunque en la cárcel están las cabezas, no has cortado el reclutamiento… Ahí es donde está el fracaso para mí. Las estrategias del gobierno están como medio funcionando. Si no cortás las líneas de reclutamiento, esto va a seguir y va a aumentar el delito.

¿Separar las pandillas en cárceles distintas contribuyó a cohesionar la pandilla y a definir liderazgos?
Sí. Las cárceles salvadoreñas no reunían las condiciones para tomar una medida de ese tipo ni las tendrán al menos por unos años más.

¿Fue un error separarlos?
Sí, y es algo que no solo yo lo creo. Concentrar pandilleros en las cárceles los hizo unirse, fusionarse.

¿Serviría de algo desandar ese camino? ¿Mezclarlos de nuevo?
Se podría hacer, pero en cárceles que reúnan ciertas condiciones, como ya ocurre en Zacatecoluca, que hay de la MS y del Barrio 18, y en menor medida en Apanteos. Yo sí creo que funcionaría.

¿Las pandillas son ahora un problema mayor que hace un par de años?
¡Sí, claro! Y si este gobierno no ejecuta políticas adecuadas, va a seguir subiendo. Si hace dos años había fichados 17 mil pandilleros y ahora son casi 21 mil...

El tema de los números es un indicador fiable, pero no el único. Aparte de haber más pandilleros, ¿son ahora grupos más especializados, más complejos, más peligrosos?
Sí, claro que sí, porque la evolución de la pandilla no se ha estancado, como tampoco se ha estancado el reclutamiento. Las estrategias de la Policía y el gobierno pueden cambiar, pero la pandilla se va adecuando. Te pongo el caso de los homicidios, que es delicado de tratar y que hasta me puede traer señalamientos de por qué lo menciono. Decimos que 2010 fue menos violento que 2009, y en efecto lo fue, pero sobre un repunte: eso significa que las pandillas no han disminuido su accionar y que siguen matando para intimidar o para obtener beneficios dentro del crimen organizado.

Pero el homicidio no implica necesariamente que las pandillas se han vuelto más complejas.
Pero hay otros puntos: la facilidad de llegar a acuerdos con la pandilla contraria. No son amigos, pero los está uniendo un fin común y se pudo notar con el paro nacional de septiembre de 2010, donde ellos llegaron a un entendimiento. Eso no ocurría antes. Mirá las manifestaciones conjuntas que hay ahorita. Eso es una evolución: el poder que tienen ahora para dialogar para un fin común. Esa es organización, eso quiere decir que están mejor estructurados que en 2005 o 2006. O la otra tiene relación con la transnacionalización: la pandilla pudo quitarse el yugo de Estados Unidos en cuanto a las órdenes, lo que significa que ahora mandan desde acá, e incluso que la expansión de la pandilla en Estados Unidos responde a órdenes salvadoreñas. Esa es una evolución.

¿La dirección en la que se giran las instrucciones con Estados Unidos se transformó?
Claro. Se transformó. Lo pintoresco es que la pandilla nace en Estados Unidos. Ciertamente los deportados son los principales cabecillas actuales, pero los que están viniendo ya no.

¿En qué papel quedan Guatemala y Honduras? ¿A quién responden?
Es similar. Aunque el fenómeno es transnacional en la misma pandilla, sí tienen en cada país su características especiales: en Guatemala el Barrio 18 es más fuerte, está más ligado a la droga y manejan más la extorsión; en Honduras, igual. En El Salvador la MS ganó más terreno porque tenía cabecillas más estrategas.

Si le tocara señalar las diferencias entre una clica de 2003 y una de 2011, ¿cuáles serían?
Antes eran territoriales, o sea que la violencia la ejecutaban territorialmente, se tatuaban. Hoy sí manejan territorio, pero el fin común es el crimen, la organización ha cambiado. En 2003 los cabecillas no estaban encarcelados, y las órdenes no venían de los penales; aunque a partir del año pasado comenzaron por estrategia a nombrar gente dentro de los programas en las clicas libres con poder de decisión. Además, no habían evolucionado hacia la extorsión, eso ocurrió en 2005. Ellos se dieron cuenta de que el negocio lucrativo era la extorsión. De 600 extorsiones que se cuentan en 2005, en el 2006 se subieron a 2 mil o 3 mil y eso está documentado. La 18 cambia en el sentido de la participación de las mujeres: ya no están reclutando mujeres, sino que las tienen de socias, o de amantes, pero ya no las ingresan a la pandilla. Son cambios que realizan estratégicamente.

Entiendo que a nivel de estructura también se han vuelto más complejos: al principio la clica de San Salvador se relacionaba poco o nada con la clica de San Miguel…
Hoy aglutinan clicas a nivel nacional: los “programas” para la MS y las “tribus” para el Barrio 18. Están más cohesionados, eso es cierto.

¿Y eso ocurre con las dos pandillas? ¿Han evolucionado de igual manera?
No de igual manera. La MS es más fuerte en El Salvador, y una de las razones es por la fragmentación que hubo en el Barrio 18.

Carabinero se refiere a una división en las filas del Barrio 18, que en El Salvador se origina en una serie de hechos ocurridos en el primer quinquenio de este siglo. La división separó a la pandilla en dos grupos: sureños y revolucionarios, que también se odian a muerte y que ha llevado a las autoridades penitenciarias incluso a separarlos en las cárceles. Los detonantes fueron discrepancias sobre la administración del dinero, lo que llevó a una sangrienta purga que los líderes de aquel momento llevaron a cabo contra sus propios homeboys.

Aparte de esa mayor organización interna, ¿cuál ha sido la evolución en el tiempo de la relación entre pandillas y narcotráfico?
Ya hemos hablado de la evolución de las pandillas, de los homicidios que cometen y del desarrollo de una capacidad para poder negociar con el rival en temas estratégicos, como el paro nacional de los buses. Además, dentro de esa evolución, hay un tercer indicador, que son los informes de inteligencia que confirman la comunicación con los grandes cárteles de la droga, como es el caso de Los Zetas. En 2005 o 2006 no se veía nada de eso en las pandillas.

¿Los Zetas están en El Salvador?
Ha habido detenciones de zetas que estaban incluso organizando acciones para liberar a algunos narcotraficantes de la zona oriental del país. En Zacatecoluca hay algunos mexicanos presos, incluido un coronel que se detuvo en el bulevar de Los Héroes con numerosas armas. También se ha sabido de reuniones de enviados de Los Zetas con pandilleros.

Según el CAT, ¿las pandillas participan de forma activa y continuada en el narcotráfico?
Fue público lo que sucedió en El Tamarindo. Hace cinco años no se oía que clicas participaran en el traslado de armas y droga, y eso es lo que estaba sucediendo en La Unión. Eso es una evolución hacia el crimen organizado, aunque todavía falta investigar qué tan sólida es la relación con los narcotraficantes.

¿Esos contactos entre pandillas y narcotráfico son excepción o regla?
Hasta donde sabemos, siguen siendo acciones puntuales de clicas concretas. Los San Cocos Locos Salvatruchos, una clica de la MS, operan en la zona de Acajutla, y distribuyen droga y hasta dan tumbes en altamar a pescadores que trabajan para redes de narcotraficantes locales. No se ha comprobado que Los Zetas u otro cártel sean socios de la MS, pero hay clicas que tumban cargamentos, y esos son indicios de que pueden existir esas conexiones.

¿Hay pruebas de que algunas clicas han tomado el rol de estructuras de apoyo para Los Zetas y otros cárteles?
Se tienen indicios claros. Las reuniones entre enviados de Los Zetas y ciertas clicas son un hecho. Ahí están los casos de la San Cocos y de la Normandie Locos Salvatruchos, las dos de la MS y de la zona occidental. Y no tengan duda de que esto va a seguir evolucionando hacia el narcotráfico, si no se corta. Otro indicador claro es la capacidad que ahora tienen algunas clicas para adquirir armamento y explosivos. ¿Y por qué? Por el dinero que manejan. Son millones de dólares cada año los que se mueven solo con las extorsiones. ¿Qué se está manejando estos días? Que han amenazado no solo a policías y militares, sino a sus familias. Y eso no se hacía unos años atrás. Es una evolución. ¿Crees que a los pandilleros antes no les daba miedo matar a policías por las represalias que tenían? Hoy lo están haciendo, sea como pandilla o sea cosa de algunos líderes en particular, y las órdenes vienen de dentro de los penales.

Usted está convencido de que todo eso que menciona son síntomas de que las pandillas se están convirtiendo en estructuras del crimen organizado.
Sí… si no se les para. En Honduras, por ejemplo, la situación está más descontrolada. En las reuniones regionales de los servicios de inteligencia policiales, los hondureños nos cuentan que los cárteles están metidos ya con la MS y la 18.

¿En El Salvador no se ha dado ese paso?
Creo que aún no. Si se hubiera dado, el problema sería aún más grave, como en México, donde se mueve tanto dinero. Ah, otra novedad en las pandillas que indica su evolución hacia organizaciones criminales, y creo que esta no es pública, es que muchos de sus integrantes ahora están recibiendo sueldos. Hace unos años, la mayoría de las detenciones de pandilleros las hacíamos en champas, estaban todos jodidos, porque ellos no se quedaban el dinero de las extorsiones. No sé a qué se deberá, si a la deserción o a que están teniendo problemas para reclutar, pero hemos sabido que muchos de los que están libres tienen ahora salarios de 100 o 200 dólares.

¿El coqueteo con el narcotráfico se está dando en las dos pandillas?
Sí, en las dos. Las dos operan de forma muy parecida. Extorsionan igual, cada una en sus zonas, pero extorsionan las dos.

¿Hay vínculos definidos y claros de organización de las pandillas salvadoreñas con sus pares en Guatemala y Honduras?
Yo creo que sí existen, pero como CAT no los tenemos tan definidos por un hecho muy simple: el análisis y el control que se tiene de las pandillas en Guatemala y Honduras. Ellos están un poco atrasados en el monitoreo de las pandillas; nosotros, gracias a Dios, estamos adelantados. Si no, a saber cómo estuviéramos.

El primer Centro Antipandillas Transnacional se creó en 2007 en El Salvador y, si bien la idea original del financiador (Estados Unidos) era establecer oficinas similares en todos los países del área con problemas de pandillas, el proyecto se ha ido retrasando por distintas razones. En la actualidad, además del ubicado en San Salvador, solo opera otro centro en Guatemala, inaugurado hace apenas unos meses. El de Honduras, el país en el que se estima que hay más pandilleros, el CAT aún no ha cuajado. El golpe de Estado es, según Carabinero, una de las razones por las que la iniciativa se ha paralizado.

Comisionado, pero estamos hablando de un problema que surgió hace ya casi 20 años.
Yo creo que eso de los nexos regionales se sabrá cuando se creen y comiencen a trabajar a fondo los CAT en los otros países. Aunque también hay bastantes pandilleros en la frontera sur de México, y hoy por hoy no se tiene buena comunicación sobre este asunto con las autoridades mexicanas, no se comparten datos.

¿Usted confía en sus pares guatemaltecos, hondureños o mexicanos?
Yo he tratado con policías guatemaltecos, hondureños y mexicanos, y en esos países hay policías de policías, igual que en El Salvador. En el caso de los CAT, el equipo de policías ha sido seleccionado e investigado por autoridades de Estados Unidos. El caso de Guatemala es quizá el más significativo, por tantos cambios que ha sufrido, pero yo sí confiaría incluso información delicada en los policías del CAT guatemalteco.

¿Los CAT tienen fecha de caducidad? ¿Los fondos de Estados Unidos están garantizados solo para un tiempo determinado?
No, el de El Salvador fue el primero y se concibió como algo experimental, para monitoreo e investigación. Se planteó que se quedaría solo si funcionaba, y ya pasó esa prueba. En El Salvador se han hecho incluso algunas reformas jurídicas para garantizar su existencia, y a Estados Unidos es al que más le interesa, por el rápido crecimiento de la MS y la 18 en su territorio.

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