Opinión /

La generación perdida


Domingo, 29 de mayo de 2011
Luis Fernando Valero

Los jóvenes de Europa vuelven a emigrar: emigran los jóvenes irlandeses, los portugueses, los griegos, los españoles y miles de ellos se manifiestan en España, tomando las plazas  de las ciudades más importantes: Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza, y el movimiento, llamado “Primavera española” se extiende por Lisboa, Oporto, Atenas, Milán, Roma y miles de carteles claman contra unos políticos convertidos en casta a los que se reclama: “Que alguien se ocupe de los problemas de la gente real”.

La socialdemocracia se bate en retirada, España, Portugal y Grecia se ven incapaces de solucionar que  el 46% de sus jóvenes, en algunos países llega al 58%, están en paro y se ven obligados a mentir en sus curriculum, pues si ponen lo formados que están ni los consideran para los pocos empleos que salen de oferta y otros miles de jóvenes, que abandonaron los estudios en los momentos de las vacas gordas, deslumbrados por sueldos entre 2000 y 4000 euros mensuales y hoy pinchada la burbuja ilusionante se encuentran sin estudios, sin trabajo y sin saber qué hacer, son los que ya se denominan, la generación “nini”: ni estudios, ni trabajo.

Por si este problema fuera poco, Europa tiene el 18% de la población con más de 65 años y va en aumento, quién pagará las pensiones si los que debían trabajar ahora no tienen trabajo.

Las generaciones jóvenes europeas están seriamente cuestionando un capitalismo que ha dejado de tener sentido ya que no permite ahorrar y hacer planes de futuro y eso frustra a la juventud.

No es casualidad que los países que más están sufriendo los embates de la crisis sean los países del sur, los que se denominan despectivamente PIGS (cerdo en ingés): Portugal, Italia, Grecia, España, se encuentran en un callejón sin salida; durante un tiempo, la entrada en la Unión Europea fue beneficioso pero hirieron de muerte sectores que eran tradicionales y mantenían el tejido social: la agricultura, la pesca; la PAC, Política Agraria Comunitaria, los hirió de muerte pues fomentó el abandono del campo y las generaciones jóvenes se fueron a las ciudades.

La pesca por la política de cuotas y de conservación redujo inmisericorde los barcos y la flota pesquera de bajura y de pequeños pescadores, todo ello fue acumulando una masa social que no encontraba acomodo en una industria que no generaba suficientes puestos de trabajo, la modernización de la industria y la globalización no generaron sinergias suficientes y los jóvenes se encontraron, sin lugar, en una sociedad cada vez más competitiva y que no les ofrecía instrumentos para poder entrar en ella.

Y empezaron a nacer:

La generación X. Jóvenes nacidos en la década de los 70 que se enfrentaron a los valores de la sociedad de sus padres y se fue quebrando el baluarte de la familia.

A continuación nació la generación Y, los nacidos a mediados de la década de los ochenta hasta mediados de los noventa, a éstos les afectó de lleno la revolución tecnológica, la caída del muro de Berlín, 1989, y nacieron los movimientos alternativos y las ONG, Organizaciones no Gubernamentales de índole social, que no fueron una solución.

Y por último nació la generación “nini” de la que ya hemos hablado, unos muy bien preparados, otro nada preparados, pero ambos tienen en común que están sin futuro, a pesar de las condiciones tan dispares de los dos grupos. Muy preparados y nada preparados, pero ambos sin trabajo.

Es una nueva “generación perdida”, que así los ha catalogado el Fondo Monetario Internacional, sección Europa, en su último informe. Sobre esta cuestión en España, según datos del primer trimestre del 2011, el paro entre los menores de 25 años es de 45.4%, cifra que es el doble que la media europea del 20,7% para los de la misma edad en la zona euro.

Ya no cabe consolarse citando a Ignacio de Loyola con su famosa frase: 'En tiempo de desolación nunca hacer mudanza” porque la mudanza es nefasta y aunque se pusiera la cita completa, que en demasiadas ocasiones no se usa, tampoco es mucho consuelo: 'En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación'. Ya que el día antes de la desolación es irrecuperable, pues eran otros tiempos y otros momentos, por ello se han lanzado a la calle a miles  al grito de “Democracia real, ya”.

Este grito desesperado de los “indignados” que así son denominados, no se sabe en qué parará, ni cuál será su efecto, de momento han conseguido molestar a la élite política que ha tenido reacciones diversas, desde decir que tienen razón y que su indignación es comprensible, hasta otros que afirmaban que era una conspiración para quebrar la victoria de la derecha,en las recientes elecciones españolas, al no producirse y la debacle del gobierno en España ha sido espeluznante, hoy se inclinan a pensar en qué quedará el movimiento y buscan continuamente ocasión de desacreditarlos; concretamente en Barcelona el desalojo de la Plaza de Cataluña, el viernes 25 del corriente mes, terminó con una centena de heridos, un detenido, puesto libre a las dos horas y el rechazo de la población que si eran unos 400 los que estaban en la plaza en esos momentos, a las dos horas de la intervención policial, gracias las redes sociales y la actuación de la policía autonómica, “Mozos de escuadra”, había en la plaza más del 15.000 personas que han dicho que de allí ya no se mueven durante días.

Lo que es evidente es que el clamor de la ciudadanía viejos, jóvenes, mujeres, adultos sin trabajo, despedidos, jubilados… gritan que es necesario renovar la vida política y social que está en franca decadencia, con un pavoroso abismo entre la clase política y sus teóricamente representados y que la corrupción de bastantes estamentos políticos no son una buena señal para regenerar la política que es la que debe encontrar y ofrecer soluciones a los ”indignados” ciudadanos que, día a día, observan cómo se quedan sin trabajo, como no pueden hacer frente a sus hipotecas y a la cesta de la compra diaria, además de ver recortados sus derechos en educación y sanidad.

Y eso lo claman en Atenas, Lisboa, Roma, Oporto, Barcelona, Milán, Madrid, Dublín…

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