“Como decía mi hermano, monseñor Romero: yo quisiera cumplida y pronta justicia"

Gaspar es el menor de los siete hijos que tuvo el matrimonio formado por Santos Romero y Guadalupe Galdámez. El segundo se llamaba Óscar Arnulfo, y es el más universal de todos los salvadoreños, algo que, para bien o para mal, todos los familiares que le sobrevivieron han tenido que aprender a sobrellevar. Su condición de hermano ha permitido a Gaspar, entre otras cosas, estrechar la mano de la reina Elizabeth II del Reino Unido, pero también le ha supuesto que no pueda llegar a la cripta donde está enterrado su hermano sin que alguna voz le pida que tome un micrófono y hable en público, algo que no le entusiasma. Monseñor Romero era un hombre muy entregado a su labor pastoral, pero también tuvo algo de tiempo para los suyos. Gaspar aún recuerda las reuniones familiares que, en torno a fechas como la Navidad o el Año Nuevo, organizaban cuando su hermano era el arzobispo de San Salvador. “Después de la misa, la cena, y luego contábamos chistes hasta la 1 o las 2 de la mañana”, dice. El 15 de agosto de 2011 se cumplirán 94 años desde el nacimiento de monseñor Romero y, como cada año, la fundación que lleva su nombre realiza una serie de actividades conmemorativas. Gaspar da mucha importancia a este tipo de eventos, como si con ello nos quisiera decir que, en un país tan violento como El Salvador, de las enseñanzas del obispo mártir hay que seguir hablando en presente y no solo hacerlo en pasado.

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