Frente a un salón repleto de familiares, amigos, embajadores, empresarios y funcionarios de gobierno del más alto nivel, el investigador, escritor, lingüista, antropólogo y crítico literario Rafael Lara-Martínez recibió el jueves pasado el Premio Nacional de Cultura 2011, con dedicatoria especial este año a la celebración del bicentenario del primer grito de independencia.
El galardón, anunciado el 25 de octubre, es el reconocimiento más importante que desde el gobierno se hace a quien tiene una larga trayectoria de rescate de la cultura, la identidad y el arte salvadoreños, premio que se materializa en un diploma firmado por el jefe de Estado, una medalla de oro y un incentivo de 5 mil dólares.
Héctor Samour, secretario de Cultura, calificó la obra de Lara-Martínez como “intensa, acuciosa y brillante”, razones que para él hacen justa y válida su elección de entre 24 candidaturas más, por su capacidad intelectual, sensibilidad social, pero sobre todo por el interés que le ha dado a la cultura originaria y a la realidad del mito.
El presidente Mauricio Funes habló de la importancia que tiene para El Salvador renacer y difundirse a través de los intelectuales, de las mujeres y hombres de cultura que son la vanguardia de pensamiento de una nación.
“La creación, producción y difusión de nuestros intelectuales y creadores se convierte en una prioridad insoslayable… El rol de los intelectuales y creadores es fundamental porque el país necesita superar su atraso y su subdesarrollo”, dijo el mandatario, alegando la necesidad eminente de sacudir la tendencia del 'subdesarrollo mental' en sectores de la clase dirigente.
En el discurso de aceptación, que tituló “Gracias a la gracia de los ancestros”, el homenajeado hizo especial énfasis en que espera que su obra sirva de base a los jóvenes para que estos se interesen en seguir forjando la identidad nacional. Añadió que su interés principal es seguir esparciendo la memoria salvadoreña, “algo así como pétalos de flores por todo el mundo”.
Para Lara-Martínez, es importante que exista un renacimiento de la cultura salvadoreña, y a corto plazo espera que este ocurra en los estudios antropológicos de El Salvador, refiriéndose al vacío en literatura indígena salvadoreña.
El jurado que seleccionó a Lara-Martínez estuvo compuesto por Knut Walter, Márgara Zablah de Simán, monseñor Jesús Delgado, Federico Huguet y Ricardo Córdova.