Opinión /

La decadencia de la moral


Lunes, 12 de diciembre de 2011
Laura Aguirre

Algunas personas piensan que la homosexualidad es anormal y un signo de la decadencia de valores y la moral. Yo en cambio pienso que apuntes como los de Rafael Domínguez sobre la homosexualidad son la expresión de la decadencia social y moral de nuestros tiempos: señala como abominaciones a personas, iguala orientación sexual con delitos como abuso de niños, destruye conceptos, los confunde y los usa ideológicamente sin entenderlos, tergiversa, mal informa e instrumentaliza la Biblia y el nombre de Dios para que lo que dice parezca irrefutable ¿todo para qué? Para seguir justificando la discriminación de seres humanos y exigir que nuestro estado la practique. 

Como dijo Michel Foucault en una entrevista ante un comentario absurdo: “No puedo más que reirme”. Y sí que me reí, pero también me angustié ante el atrevimiento de este individuo de pedir claramente que la orientación sexual de un ciudadano sea el criterio para privarlo de uno de sus derechos fundamentales.

Las palabras de Domínguez me hicieron recordar cómo la intolerancia ha escrito capítulos oscuros y dolorosos de la historia de la humanidad. Y cómo la sexualidad ha sido reiteradamente utilizada como arma ideológica y la homosexualidad como justificación para privar a personas de sus derechos más básicos.

Alemania con su historia es prueba de eso. Si uno vive en Berlín no se puede caminar mucho sin encontrarse algo que les recuerde a los alemanes su culpa histórica por el mayor exterminio de seres humanos de nuestra época. Pero los nazis no solo exterminaron judíos. Ya es muy conocido que también persiguieron a otros grupos, entre ellos los homosexuales. 

El párrafo 175 de una ley del código penal utilizado por el régimen nazi recitaba: 'Un acto sexual antinatural cometido entre personas de sexo masculino o de humanos con animales es punible con prisión. También se puede disponer la pérdida de sus derechos civiles”. 

Con base en este artículo, en los discursos oficiales los homosexuales fueron catalogados por los nazis como degenerados, enfermos mentales, una amenazada para la familia aria y para la reproducción de niños sanos, verdaderos y normales. Las estimaciones dicen que entre 1933 y 1945 fueron arrestados alrededor de 100 mil personas. A los que consideraban que podían reformarse y curarse les perdonaban la vida o les daban penas más indulgentes. Los que determinaron como casos “irrecuperables” no tuvieron escapatoria. 

Miles fueron enviados a los campos de concentración y privados de todos sus derechos por ser homosexuales. Dentro de estos lugares eran obligados a usar en la ropa un triángulo color rosado o eran tatuados con el número 175. Así los distinguían de los judíos, quienes usaban estrellas color amarillo. Después de más de medio siglo se sigue desconociendo el número total de los que murieron o fueron asesinados por causa de su orientación sexual. 

En Schönenberg, un barrio céntrico de Berlín donde actualmente vive gran parte de la comunidad gay, se edificó un monumento. Un gran triángulo rosadoque, junto a otros repartidos por el resto del país, le recuerdan a Alemania “lo terrible” que nunca más debe pasar. Y de verdad creo que aquí nadie se atreverá de nuevo a sugerir en público que la orientación sexual de una persona debe ser utilizada para violentarla y privarla de sus derechos. Es lo bueno de perder el miedo a conocer la historia, que se puede aprender para no cometer los mismos errores.

Y en El Salvador, mientras tanto, algunas personas parecen ir al revés. Es lo malo de tenerle pavor a la (propia) historia, no ha permitido aprender que la intolerancia, la falta de libertades y la privación de derechos solo solo puede conducir a malos resultados: a una sociedad más injusta. Y así, en lugar de caminar en pleno Siglo XXI hacia un mejor país, lo que hemos aprendido es a vivir con el caos y la incertidumbre que causa la violencia. Y no me refiero solamente a la criminalidad e inseguridad, sino también a la violencia de las palabras y de la intolerancia que envalentona a algunos para sugerir que El Salvador lo que necesita es más injusticia. 

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