El arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, insistió la mañana de este domingo en que la razón por la cual mandó destruir el mosaico de la fachada de la Catedral Metropolitana sin la autorización de las autoridades culturales, fue la de salvaguardar la seguridad de la feligresía, pues las piezas de cerámica vitrificada podían desprenderse con facilidad. “Podía causarse la muerte de una o más personas”, dijo Escobar Alas.
El arzobispo leyó una parte del informe técnico que le remitió la empresa Arquitectos, Ingenieros y Servicios Inmobiliarios Molina con fecha 20 de diciembre. En ese documento se reseñaba que el 70% de las 2,700 piezas de cerámica ya no tenían capacidad de adherencia y que, por tanto, podían caer en cualquier momento. “Es más importante una vida humana que todas las obras de arte del mundo”, dijo Escobar Alas.
La versión del prelado y de la empresa choca con lo planteado por los autores del mural, quienes han explicado que utilizaron pegamento epóxico para colocar los azulejos. En las aulas universitarias se enseña que un pegamento epóxico es tan potente y tan confiable que en caso de que sea usado para reparar algún elemento de concreto, es más posible que el elemento falle en otra parte y no donde se hizo la reparación.
Como ejemplo de que había un daño en la cerámica, el prelado recordó que la ingeniera Tatiana Molina, de la empresa mencionada, había mostrado el revés de una pieza de cerámica en la que era evidente que no había pegamento. En las imágenes de los trabajos de remoción del mosaico se puede ver cómo algunas de las más piezas tuvieron que ser arrancadas o pulverizadas con la ayuda de taladros.
Escobar Alas admitió que fue que él fue la persona que tomó la decisión final de retirar el mural de la fachada de la Catedral, frente a la plaza Gerardo Barrios. Lo hizo en su calidad de obispo, dijo. Sin embargo, serán él y otros tres sacerdotes los encargados de consensuar una solución junto a la familia del artista, Fernando Llort, y la secretaría de Cultura. Los detalles del diálogo, sin embargo, no pueden ser ventilados en público, dijo monseñor.
El arzobispo tampoco mencionó cuáles habían sido los detalles previos a la decisión de botar el mosaico. “Las discusiones internas de la Iglesia no pueden ser públicas”, dijo. Después agregó que es muy difícil determinar en qué momento la firma de ingenieros le sugirió derribar el mural o si fue conclusión suya a partir de la información provista por los técnicos.
El prelado repitió, igual que hace una semana, que no informó ni pidió autorización a ninguna autoridad sobre la remoción del mosaico debido a que nadie le había notificado que se trataba de un patrimonio cultural nacional. Cuando se le hizo ver que los creadores del mosaico, varios arquitectos y especialistas en el tema han señalado ante la opinión pública que la versión de la poca adherencia era insostenible, Escobar Alas dijo que no entraría en ese debate y que respetaba la diversidad de opiniones que había sobre el tema.
Los trabajos de demolición del mural comenzaron la semana siguiente a la Navidad, el lunes 26, y tomaron por sorpresa a la Secretaría de Cultura de la Presidencia, que es la encargada de velar por el cumplimiento de la Ley Especial de Protección al Patrimonio Cultural, que establece que todo bien cultural declarado patrimonio no podrá ser intervenido ni parcial ni totalmente a menos que se cuente con autorización de la Secretaría de Cultura. La Asamblea Legislativa declaró en 2008 todo el centro histórico de San Salvador como bien de patrimonial y que, por lo tanto, debe ser conservado y protegido por el Estado.
El arzobispo de San Salvador dice que nunca nadie le notificó que la Catedral Metropolitana era un bien que debía ser protegido.
La familia Llort ha comunicado tres peticiones, de las cuales solo una tiene que ver con el futuro de la obra de Fernando Llort que adornaba el más importante templo católico. Llort ha dicho que estaría dispuesto a reconstruir su obra “La armonía de mi pueblo” que fue encargadaa él en 1997 y tardó un año en culminarse.
Secultura suaviza postura
Desde su primer pronunciamiento púbico hecho por medio de la cuenta oficial de la institución en Facebook (el 30 de diciembre), la Secretaría de Cultura ha cambiado su postura. En el primer comunicado y en el segundo, las alusiones a que la remoción del mural constituían una violación a la ley de protección de patrimonio cultural eran explícitas. Sin embargo, en el último comunicado emitido la semana pasada, lo que dijo fue que se encontraría una solución negociada al problema y que eso no implicaba necesariamente que se buscara una sanción como lo establece la ley.
En una conferencia brindada el viernes, el secretario de Cultura, Héctor Samour, se sumó al escepticismo de la familia Llort sobre la explicación que dio el arzobispado de San Salvador por la destrucción de las lozas que componían la fachada de la Catedral Metropolitana.
Samour dijo que no se le había reportado a su institución sobre los daños en las lozas de las que habla Escobar Alas. “Nosotros contamos con una oficina de inspecciones y licencias, y es la que se encarga de hacer las inspecciones patrimoniales. De la Catedral no se había reportado daños”, señaló Samour.