Opinión /

Municipalidades también deben transparencia y creatividad


Miércoles, 23 de mayo de 2012
Mauricio Silva

Las finanzas, la transparencia y la reducción de la violencia son prioridades a nivel nacional pero también lo deben ser al nivel municipal; es más, es a ese nivel donde deberían empezar muchos de los esfuerzos nacionales y donde es más factible darle sostenibilidad a los mismos. Los esfuerzos que se hacen al nivel local tienen mayor viabilidad porque las alcaldías están más cerca de la gente, porque la gente se apropia más de ellos y los controla mejor. En el mundo existen muchos ejemplos de programas o acciones en esas áreas que se pueden fácilmente adaptar en el país.

En la gran mayoría de los países desarrollados y de América existen los concejos pluripartidistas; en casi toda Europa las sesiones de los concejos municipales son abiertas al público, incluso la prensa tiene un espacio reservado para ellos, y todas sus actas, estados financieros y la gran mayoría de sus documentos oficiales son públicos. Los concejos formados por miembros de varios partidos y abiertos al público, evitan muchas componendas o por lo menos las hacen más difícil de ocultar y hacen a los concejales más responsables de sus acciones y decisiones. Para evitar mucho desgaste por impases en las decisiones de los concejos pluripartidistas, varios de esos países han optado porque el alcalde, síndico y una mayoría del concejo le corresponden al partido con mayoría de votos, logrando así eficacia en la toma de decisiones pero manteniendo la transparencia.

Los programas de prevención y reducción de la violencia han dado buenos resultados a nivel local, ya sea a nivel de alcaldía, escuela o comunidad. Las comunidades y población del municipio saben quién es quién en la colonia o pueblo, si hay participación, si hay alianza y colaboración – y no temor - de la policía, la reducción de la violencia se hace más fácil. Herramientas muy útiles en la prevención de la violencia, especialmente con los jóvenes, han demostrado ser el arte, la cultura y los deportes; ellos enseñan a valorar el trabajo de equipo, la disciplina y la autoestima, dan sentido de pertenencia a otros grupos que no sean las maras, proveen incentivos y desarrollan talentos. Para que el deporte, la cultura y el arte sean útiles a nivel local requieren recursos y mucho trabajo de organización y logística y hay que llevar ese arte, cultura o deporte a los municipios, no hacer que los jóvenes de esos municipios se trasladen para poder practicarlos. Todo ello requiere asignar recursos, financieros y humanos, a esos programas.

Por último, la parte más difícil, y por ello la que siempre sirve de excusa para los alcaldes y concejos, las finanzas municipales. Decimos que sirven de excusa o justificación para no emprender programas como los antes descritos, porque mucho de lo señalado arriba se puede hacer sin plata y en otros de esos programas lo más importante no es el dinero. Para los alcaldes en El Salvador lo más fácil es pedir recursos para hacer obras y poco esfuerzo ponen en buscarlos en sus propios dominios. Los programas de arte, cultura y deporte requieren más organización, logística y recursos humanos, que dinero, por ello son más complicados, pero también más efectivos en formar jóvenes buenos. La transparencia requiere muy poca plata. 

Pero también las autoridades locales deben hacer algo más que pedir plata al gobierno central, deben asumir responsabilidades y echar mano de sus propios recursos. En vez de pedir “tasas preferenciales” o aumento del FODES o transferencias del gobierno central para seguir aumentando la deuda pública, deben tener el valor de subir sus propias tasas y tarifas a la vez que brindan un mejor servicio; pueden también – como en varios pueblos del país – compartir la responsabilidad del servicio con la comunidad (agua por ejemplo) o con otros municipios (rellenos sanitarios).

Existen otras fuentes de recursos, un buen ejemplo es lo que acaba de pasar con la aprobación del presupuesto de la ciudad de Washington en EUA, un presupuesto de $9,400 millones, la mayoría de lo cual viene de impuestos – especialmente el predial - y tasas por servicios. El alcalde presentó un presupuesto que el concejo le revisó y cambió significativamente. El presupuesto presentado por el alcalde contemplaba un déficit presupuestario de $50 millones para dos programas – salud y vivienda- que el concejo no aceptó. Para lograr cubrir ese déficit el concejo y la administración tuvieron sendas negociaciones que lograron cambiar montos asignados entre varias partidas, elevaron las tasas de los parquímetros (tercera fuente de ingresos del gobierno local), parqueaderos públicos y guarderías, identificaron y congelaron plazas vacías, extendieron las horas en que los bares y ventas de licor pueden estar abiertas (lo que incrementa las ventas y por tanto los impuestos), pusieron mas cámaras para control de velocidad (lo que sube ingresos por multas), etc. Esto demuestra varias diferencias importantes con las finanzas públicas y su administración en nuestros municipios. Primero, un concejo que hace políticas, no solo aprueba lo que el alcalde dice. Segundo, gran transparencia en las deliberaciones del concejo ya que esta información la obtuve del diario local un día después de haberse celebrado el debate (Washington Post, 5.16.12). Tres, el peso de los impuestos y tasas en el presupuesto local. Cuarto, la gran variedad en las fuentes de ingresos de la alcaldía.

Estos ejemplos ilustran que se puede hacer mucho al nivel local en las áreas de seguridad, finanzas y transparencia en el país, y que podemos – y debemos – ser creativos en esa tarea. Para que esos esfuerzos a nivel municipal sean exitosos deben ir acompañados de una fuerte participación, las autoridades locales deben tomar decisiones difíciles y ocupar incentivos positivos (reconocimientos, obras) y negativos (sanciones, impuestos) para lograr sus objetivos.

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