Opinión /

Lo bueno, lo malo y lo feo


Martes, 10 de julio de 2012
Mauricio Silva

Dos casos de relevancia nacional - la disputa alrededor de la Corte Suprema de Justicia y los casos de violencia familiar  que involucran a funcionarios públicos de alto nivel – han resaltado lo bueno, lo malo y lo feo de varios actores claves nacionales, especialmente la Asamblea Legislativa y los partidos políticos. Ellos también dejan lecciones importantes que como país debemos ir absorbiendo y consolidando en este duro y largo camino de asentar la democracia.

Lo bueno

Parece difícil encontrar algo bueno en ambos casos, pero lo hay y es importante señalarlo. El caso de la Corte ha dado relevancia a la importancia de la separación de poderes, todos parecen ahora reconocer esto, aunque algunas suenen a “conversiones milagrosas” como las llama Héctor Dada, pero es clave que actores que nunca reconocían eso lo hagan y que la ciudadanía se los recuerde si luego se olvidan de ello.

Temas que antes no se discutían a nivel público, pues se solucionaban por medio de componendas privadas generalmente entre partidos y muchas veces ni siquiera eso sino que entre dirigentes de partidos, ahora se discuten abiertamente por todos. Casos que antes no se discutían pues involucraban a funcionarios públicos de alto nivel, ahora son de dominio público. La transparencia empieza a abrirse camino.  

Temas como la violencia doméstica ya no están protegidos por la cultura machista, es algo que se reconoce como un problema y uno que se debe castigar. La sociedad civil representada en varias formas se ha manifestado en ambos casos, su repudio a posiciones no correctas han tenido efecto y cobran, cada vez más, mayor relevancia. 

Lo malo

Es mucho más fácil señalar lo malo, y en ello lo primero, lo que más duele, es la falta de visión de país por la gran mayoría de los actores involucrados. Lo que más importa a los partidos políticos es su visión cortoplacista del juego electoral, lo que parece ser el criterio principal en su toma de  decisiones es qué posición deben adoptar para lograr mayor fruto electoral. La falta de consideraciones éticas es lo normal en las discusiones parlamentarias en ambos casos. 

En el caso de la Corte es muy malo la falta de diálogo, aunque en estos últimos días parecen abrirse algunas posibilidades de ello. La mayoría de actores nacionales han preferido, antes de aceptar el diálogo, acudir a actores institucionales internacionales, en negación en algunos casos - como el acudir a la Corte Centroamericana o a la Embajada Americana – de la soberanía nacional; esos son actores  que no deberían intervenir en disputas internas, o por lo menos no abiertamente y a solicitud de dignatarios nacionales.

La opinión expresada por el diputado Samayoa, y avalada por su partido, de que la violencia doméstica no es delito grave, es en sí una afirmación grave, sobre todo en un país como el nuestro; es ejemplo también de la falta de valores éticos. En El Salvador una de cada dos mujeres que han tenido una relación de pareja han sido víctimas de alguna forma de violencia doméstica. Una de cada dos mujeres ha sido maltratada, y el 31% lo fue antes de cumplir los 18 años. La madre, el padre o el esposo son los principales agresores. Tres de cada diez de las agredidas reportan que su pareja estaba borracha cuando se dio el hecho. Casi la mitad de las agresiones sexuales fueron protagonizadas por los maridos o ex compañeros de vida. Aparte pues de consideraciones jurídicas, el caso de la violencia doméstica, dadas estas estadísticas, es muy relevante para el país. El que los agresores sean funcionarios públicos hace todavía más importante el que los casos sean tratados de la forma más transparente posible y reciban alta prioridad.

Lo feo

Es feo ver - en el caso de la Corte - cómo se alinean los intereses de sectores claves nacionales como sindicatos, gremiales, medios de comunicación, poderes públicos, etc., con las posiciones de los partidos políticos con que generalmente se identifican. Parecería que lo que prevalece no son los principios jurídicos, éticos, morales o constitucionales, si no la defensa de sus pequeños intereses partidarios y/o económicos. Ello se da también en el caso del diputado Samayoa y el partido GANA.

En el caso del diputado Samayoa fue muy buena la defensa por parte de las diputadas, independientemente de su afiliación partidaria; fue feo no ver mayor presencia de los diputados. Es clave que los hombres nos expresemos en contra de la violencia doméstica, no es de hombres golpear, no es de hombres callar ante las injusticias, es de hombres reconocer la igualdad de género.

Lo más feo son las posiciones de funcionarios públicos que parecen inmaduras: si ellos lo hicieron, lo hago yo;  es uno de los nuestros, debemos protegerlo; yo no pierdo y cuando pierdo hago berrinche.

Ambos casos – el de la Corte y el de los funcionarios acusados de violencia doméstica – siguen abiertos. Hasta ahora las actuaciones de la mayoría de los órganos del estado dejan mucho que desear, más aun la de muchos funcionarios públicos. Por lo bueno, y por rechazo a lo malo y lo feo, es de esperar que esos casos se resuelvan sobreponiendo los intereses de país y que los ciudadanos sigamos atentos a ellos, premiando lo bueno y castigando lo malo y feo.

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