El Ágora /

'En un escenario de discusión democrática se podrían superar los obstáculos'

La Secretaría de Cultura de la Presidencia contrató a este consultor colombiano para desarrollar el proyecto de la Ley Nacional de Cultura. Luego de siete meses de trabajo conjunto con Alejo Campos, contraparte local del proyecto, entregó el resultado: un borrador. Magdalena Granadino, secretaria de Cultura, rechazó el resultado, quejándose, en síntesis, de haber recibido algo demasiado parecido a lo que pidió: un borrador de ley.

Jueves, 30 de agosto de 2012
Élmer L. Menjívar

Al final de la tarde del lunes 20 de agosto, Gonzalo Castellanos ofreció una de las conferencias magistrales de la primera jornada del Foro 2012 Cultura y Desarrollo, organizado por la Secultura: 'Industrias culturales, experiencias de Colombia'. Esa era una de las ponencias que más expectativas había levantado, y no tanto porque a la comunidad cultural salvadoreña le apasione el caso colombiano, sino porque él es el autor del que se había anunciado como protagonista absoluto de este foro: el borrador de la Ley Nacional de Cultura.

La discusión 'artículo por artículo' de este borrador estaba agendada para el martes 21. A la hora de inicio de la jornada, a las 10:20 a.m., había dos ausencias notorias: Castellanos y el borrador de la ley. El primero se encontraba en un avión con destino a Bogotá, y el segundo simplemente no llegó a las manos de los asistentes. En su lugar se repartió un 'esquema' del primer borrador de la ley, pero no lo que todos entendemos como una ley, aunque sea en borrador. Fue una mañana de especulaciones. 

Gonzalo Castellanos durante su ponencia el 20 de agosto, en el Foro 2012 Cultura y Desarrollo.
Gonzalo Castellanos durante su ponencia el 20 de agosto, en el Foro 2012 Cultura y Desarrollo.

 

Trascendió que la salida repentina de Castellanos había sido por un desencuentro con Magdalena Granadino, secretaria de Cultura, sus jurídicos y los de Presidencia, que señalaban defectos legales en el borrador de la ley sin entregar un informe técnico y mucho menos voluntad de solución. Granadino negó esta presunción y adujo una 'situación familiar'. El mismo Castellanos, contactado el día siguiente por El Faro, aceptó lacónico la versión de la secretaria. La diferencia es que la funcionaria usaba un tono desdeñoso y descalificativo para referirse al trabajo del colombiano, mientras él hacía alarde de diplomacia en sus declaraciones.

El miércoles 22, al inicio de la jornada, algunos artistas pidieron aclaraciones y tener acceso al borrador de la ley que había dejado Castellanos. Tanto la secretaria como sus directores se alinearon en un discurso ambiguo que rozaba en la negación de la existencia del documento, o bien, insitiendo en que no era 'nada del otro mundo'. Lo cierto es que no hubo nada que comentar, más que enunciados declarativos y abstracciones recitadas al público.

En esta entrevista, Castellanos explica paso a paso su trabajo y los mecanismos de consulta acompañados y validados por el designado de la secretaria hasta el día de aquella 'situación familiar'.      

Reseña biográfica

Gonzalo Castellanos Valenzuela, abogado, comunicador y escritor de 48 años, es especialista en gestión pública y se ha desempeñado como consultor y autor de distintos proyectos culturales en América Latina. Tiene estudios superiores en Organización Territorial del Estado (Instituto Nacional de Administración pública de Alcalá de Henares), Diseño y Gerencia de Proyectos Sociales (Instituto para el Desarrollo Social del BID) y en Ciencias Políticas y Administrativas (Escuela Superior de Administración Pública de Bogotá).

Su experiencia data desde hace más de 15 años, en los que ha trabajado, en cargos públicos o a través de consultorías, con el Ministerio de Hacienda, Educación, Transporte, y el Departamento Nacional de Población en Colombia. Ha sido promotor, además, de proyectos de investigación y legislación cultural en Latinoamérica a través del Instituto Colombiano de Antropología e Historia, el Fondo Mixto de Producción Cinematográfica, El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, entre otros.

El consultor llegó a El Salvador en 2011, invitado por la gestión del exsecretario de Cultura Héctor Samour, para discutir la posibilidad de fungir como asesor en la elaboración de un proyecto de ley. Fue, sin embargo, hasta febrero de este año, al iniciarse el mandato de Magdalena Granadino, cuando la Secultura lo contrató formalmente para que acompañara el diseño, la conceptualización y la gestión de la Ley de Cultura para el país. La consultoría tuvo un plazo de siete meses y expiraron en agosto.

Castellanos no era ajeno al espectro legal en materia de cultura en El Salvador. El 6 de marzo de este año la Asociación Salvadoreña de Cine y Televisión (Ascine) presentó el ‘teaser’ de una Ley de Cine e invitó al colombiano a intercambiar sus puntos de vista con base en las leyes de cine de Colombia y República Dominicana que él había gestado. En esta cita, ya advertía que las leyes “no funcionan para nada”, aduciendo que en ocasiones el Estado se vale de la burocracia para poner excusas, como la falta de normativas y de presupuesto, y frenar las iniciativas.

¿Cómo llegó usted al equipo de desarrollo de la Ley Nacional de Cultura?
El año pasado fui invitado por la Secretaría de Cultura de la Presidencia (Secultura), cuando era secretario el doctor Samour, para tratar la posibilidad de una asesoría en el proceso de conformación de la ley. Mi vinculación, sin embargo, se da tiempo después mediante un proceso de selección llevado a cabo por la Secultura en el que presenté una propuesta que fue evaluada. Mi contratación con Secultura se celebra en febrero de este año con la actual administración de la entidad, entiendo que con fondos de cooperación. En este proceso prestó su invaluable apoyo el Centro Cultural de España, sin ninguna injerencia en decisiones administrativas o de contenidos, sino en el marco de la cooperación que brinda al país.

¿Qué le pidieron exactamente?
Acompañar el diseño, conceptualización y gestión de un proyecto de Ley de Cultura para El Salvador.

¿Quiénes han sido sus contrapartes en Secultura?
El trabajo que hemos desarrollado, con base en unos lineamientos y premisas de los objetivos definidos desde el inicio, ha tenido como contrapartes y acompañantes a los diversos directores de áreas y sus equipos humanos, con quienes nos reunimos en juiciosas sesiones anteriores para tratar lineamientos, posibles contenidos, visiones, aspiraciones de un proyecto de ley, en lo concerniente a cada área. Igualmente el trabajo ha tenido el valioso acompañamiento de Alejo Campos y, por supuesto, el apoyo de la secretaria de Cultura, Magdalena Granadino.

¿Cómo fluyó el proceso en términos de cumplimiento de plazos, responsabilidades, metas?
Excelente. Conté con todo el apoyo de la Secretaría, con la coordinación estricta de agendas, con la interlocución necesaria con otros ministerios e instancias públicas, con la coordinación de reuniones con diferentes sectores y agremiaciones artísticas y culturales. Mi propuesta pública contempló unos plazos para el cumplimiento de cada etapa y al momento hemos desarrollado suficientemente ese proceso.

¿En qué consistió ese proceso? 
El proceso de elaboración del proyecto contempla las etapas de diagnóstico sobre la legislación cultural vigente en el país, definición de lineamientos, necesidades, aspiraciones y visiones de la legislación que se propondría. Reunión con las instancias gubernamentales y comunidad artística y cultural involucradas para tratar conceptos, aspiraciones y propuestas, elementos que debería contemplar un proyecto de esta magnitud.

Entendemos que hubo reuniones con diversas instituciones del gobierno... 
Además de los funcionarios de Secultura en todas las áreas de artes, patrimonio, bibliotecas, archivo, investigaciones, casas de cultura, y otros, nos reunimos, entre otros con el director ejecutivo de Proesa, el director ejecutivo del Centro Nacional de Registros (CNR); con la diputada Lorena Peña, miembro de la junta directiva de la Asamblea Legislativa y presidenta del Grupo Parlamentario de Mujeres; con la ANEP; con consultures y expertos en materia de cuentas satélites de cultura en la región, con el Ministro de Hacienda; con la Cámara de Comercio e Industria. También con agremiaciones y diversos sectores culturales en teatro, artes, cine, entre otros.

¿Cómo se nutre el borrador de la propuesta de ley que usted presentó? 
Este primer borrador se nutrió de los antecedentes legislativos existentes, de las definiciones conceptuales acordadas sobre lo que debería de ser una ley de esta naturaleza, los aportes de los sectores con los que nos reunimos, los insumos que durante todo el proceso, tanto en las reuniones como las que con posterioridad recibimos de los diferentes sectores, con quienes hemos mantenido comunicación desde entonces y hasta la fecha; también ha tenido en cuenta materiales de investigación, políticas, foros llevados a cabo en el país por diferentes administraciones de Secultura o de las instancias culturales, en fin una amplia gama de documentación actual y antecedente.

Una vez entregado ese borrador, ¿qué se hace? 
El proceso contempla etapas siguientes de revisión de las propuestas, del primer borrador, consolidación de un documento que contemple diversas observaciones de todos los involucrados, sociedad civil, instancias públicas, Secultura, hasta consolidar un documento definitivo que pueda ser presentado al Legislativo. El foro realizado era parte de este proceso en esta etapa.

¿Qué implicaciones nacionales tiene una conceptualización de ese tipo? 
El proyecto de ley, como siempre lo he planteado, solo sirve si una vez convertido en ley genera instrumentos para la transformación social, para la superación de la inequidad, para lograr reequilibrios sociales a través de la gestión cultural en sus diversos procesos creativos, de producción, circulación y acceso ciudadano a bienes, productos y servicios de la cultura. El proyecto como siempre lo planeamos debe ser un instrumento de desarrollo de derechos humanos.

¿Qué tipo de resistencia podría encontrar una propuesta como la que usted realizó?
Durante mi trabajo en El Salvador no encontré resistencia a esta propuesta. Solo recibí apoyo, convocatoria, confluencia de opiniones hacia esa visión.

Pero veamos, según su experiencia, ¿cuáles son los obstáculo políticos que puede enfrentar una propuesta como la suya?
Creo que los obstáculos políticos normales, pero que en un escenario de discusión democrática se podrían superar. La verdad es que este tipo de iniciativas que se están movilizando en la región son iniciativas coherentes con modelos de integración social, coherentes con el desarrollo cultural contributivo al desarrollo social y económico del país, con propósitos de descentralización, de integración regional, entre otros aspectos. Yo creo que cuando se aprecia lo que se puede instrumentar allí para la sociedad, las resistencias ceden. Este proyecto debería servirle a todos: a los sectores culturales, a las instancias gubernamentales, al país en el concierto internacional, a la memoria histórica del país, a la solución pacífica de conflictos, a la superación de factores de violencia. No sé a quién podría incomodar una propuesta de tal dimensión.

¿Esta metodología de consulta realizada por Secultura en un foro la ha visto usted en algún otro país? ¿Cree que es efectivo? ¿No es solo un evento político para después decir que sí fue participativa?  
Es una metodología de consulta que hemos utilizado en diversos escenarios y procesos nacionales en otros países. He tenido la oportunidad de asesorar políticas y proyectos en materia de cine, bibliotecas, industria editorial, patrimonio cultural material e inmaterial, archivos, modelos de participación ciudadana en Colombia, Perú, Bolivia, Honduras, Panamá, República Dominicana y ahora El Salvador. En casi todos hemos tenido notable éxito, porque la propuesta de la cultura para la transformación social es sincera. Mi experiencia ha sido siempre guiada por procesos similares, por mecanismos de concertación y consulta participativa, y he visto resultados sociales exitosos.

¿Cómo fue tomada la propuesta de crear un Ministerio por la Secretaría de Cultura y la Presidencia de la República?
Un Ministerio es uno de los instrumentos a discutir. Un ministerio sirve solo si contribuye a una propuesta de participación y democratización como la que he explicado. Que exista o no un Ministerio de Cultura es un cometido menor frente a la necesidad de consolidar un sistema de cultura participativo que conjugue acciones privadas y públicas, independientemente de si hay un Ministerio, una Secretaría, un Consejo o cualquier otra instancia de las que existen según la particularidad de cada país.

¿Hablaba su propuesta de diversidad cultural y sexual? ¿Fue algo de lo eliminado?
El proyecto que elaboré, y que trabajamos de la manera que ya le he explicado, contempla esos temas y muchos más, bajo los lineamientos y ambiciones sinceras que ya he comentado.  

La secretaria de Cultura dijo durante el foro que usted dejó una 'ley establecida' y que ella no la aceptó porque era como imponer algo que se suponía debía ser participativo. ¿Cuál fue la retroalimentación de la Secretaría de Cultura ante el documento presentado? 
Yo no establezco nada porque solo elaboro una propuesta. En mi experiencia en todos los países que le he comentado facilito procesos, presento alternativas y propuestas y, por supuesto, es cada país, cada sociedad civil nacional, los sectores artísticos y culturales y los gobiernos respectivos, el que define el contenido final de cada iniciativa.

¿Se mantiene el espíritu y el precepto conceptual del documento final que usted presentó en la versión que conocimos en el foro?
Ya le he comentado las ambiciones, aspiraciones y visones del proyecto que elaboré como borrador y la forma en la que fue construido a partir de todos los insumos que he revisado, estudiado, recibido, decantado durante mi consultoría al país, con el apoyo de información de todos. También le he expresado que es una decisión libre de todos ustedes, del gobierno y de los diferentes sectores artísticos y culturales definir cuál es el documento que debaten y cuál el que finalmente aprobarán. No me corresponde a mí, de manera alguna, definir si el texto discutido, o el que se discutirá o el que se aprobará es idéntico al que elaboré, o si es mejor, o si es de menor calado, pues es una decisión soberana y autónoma de todos ustedes definir cuál es la visión de política y de instrumentos culturales que quieren y sueñan.

¿Cómo se han justificado los cambios realizados? ¿Son técnicos o son políticos?
Yo no he tenido, ni conozco ninguna imposición política en todo este bello proceso. Le puedo asegurar, con la mayor sinceridad, que de Secultura y de las instancias ya comentadas solo he recibido apoyo y buen trato. También le puedo asegurar que jamás en mi trabajo he recibido una presión política de nadie. Confío en la independencia y transparencia de Secultura en todo el proceso adelantado y en lo que seguirá del mismo.

¿Su salida repentina del país fue por causas de este desencuentro con la secretaria de Cultura, como han dicho algunos medios?
Como ya le expresé, de la señora Granadino solo he recibido apoyo y excelente trato en todo el trabajo adelantado.

¿Seguirá usted trabajando con el equipo de la ley de cine y Ascine?
Ascine me ha pedido de tiempo atrás que les ayude a revisar su propuesta de ley. Ellos legítimamente han aspirado a una ley de cine, como existe en varios países latinoamericanos. Yo los apoyaré en cuanto requieran de mí.

En perspectiva de su trabajo con varios proyectos similares en varios países, ¿como calificaría su experiencia con Secultura?
Califico mi experiencia en El Salvador como otro escaño enriquecedor en mi vida personal y profesional. Yo soy un latinoamericanista, promotor de procesos culturales, escritor de la integración latinoamericana a partir de la cultura, soñador con que un día seremos un espacio cultural común capaz de hacer resistencia a flagelos históricos de dependencia internacional, de exclusión social, de inequidad. Creo en la transformación social que la gestión cultural ayuda a generar. He comprobado el éxito de varios de los proyectos en los cuales he tenido la bendición de participar. Amo mi trabajo. Me apasiona a veces con exageración. Por lo tanto, mi experiencia en El Salvador, como en otros países, me reivindica con la vida, con el destino.

 * Con aportes de María Luz Nóchez y Elena Salamanca

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