Opinión /

El beneficio de la duda


Miércoles, 1 de agosto de 2012
Aída María Betancourt*

Tengo 23 años. No viví la guerra, nací en el año de la ofensiva y tenía dos años cuando se firmó la paz. No crecí en una cultura radical y reductora de izquierda versus derecha, ni tuve a mi alrededor discursos de guerra fría. Pero hoy, a pesar de que mi generación supone haber superado esta lógica polarizada, sus integrantes no pueden escaparse de las etiquetas. Aunque mi generación ya no piense así, el clima para crear consensos y promover el debate tampoco es favorable, y en este sentido las dificultades vienen de todos lados. 

Nadie niega que hoy la sociedad civil esté más despierta y organizada que hace unos años. Puede que sea resultado de una maduración democrática o, siendo menos optimistas, un fenómeno forzado por la coyuntura política; en cualquier caso, los ciudadanos están cada vez más conscientes de sus derechos y dispuestos a defenderlos. 

El editorial de El Faro del 16 de julio, “Autoritarismo y protestas” hace alusión a esta realidad, y en referencia a las reivindicaciones de la sociedad civil, menciona las manipulaciones de ciertos actores del poder para secuestrar las voces que se han alzado en esta coyuntura y utilizarlas para servir sus propias agendas. 

Es cierto que hay grandes grupos interesados en mantener el status quo que están tratando de manipular a muchas de las iniciativas jóvenes. También es cierto que  hay muchas “trampas” rodeando estos movimientos y aún más tentaciones que pueden empujarnos a caer en ellas.  Es cierto además que la clave para que estas fundaciones, asociaciones e iniciativas en general sigan construyendo credibilidad y cumplan con su objetivo de aportar al país de forma honesta, es mantenernos fieles a nuestros principios.

#YoMeVistoDeBlanco es uno de los movimientos que han surgido en las últimas semanas como reacción a la crisis generada por el desacato de los diputados ante los fallos de la Sala de lo Constitucional. Y es también uno de esos movimientos de los que han tratado de apropiarse. La primera de sus actividades fue el pasado 11 de julio, cuando invitamos a la ciudadanía a vestirse de blanco. Repartimos Constituciones, listones blancos y banderas de El Salvador con el objetivo de hacer conciencia sobre la importancia de cumplir las reglas del juego, de respetar el Estado de Derecho y de pronunciarse a favor de esta lucha sin interrumpir sus actividades cotidianas. Unos se unieron, otros se dedicaron a deslegitimar la actividad con una remarcable pobreza de argumentos, limitada a desacreditar personas, enfrentados a una idea tan sólida e indiscutible como lo es la importancia de respetar la Constitución.

Seguimos trabajando y la segunda expresión de #YoMeVistoDeBlanco se dio el jueves pasado, cuando llegamos a manifestarnos de forma pacífica frente a Casa Presidencial, armados con cartulinas y una Constitución gigante, aparentemente representando una tremenda amenaza. La reacción de los agentes de la UMO que nos hicieron desalojar el área fue la misma que hemos recibido de muchos lados: ¿quién los manda? Es triste que tanta gente se sorprenda de ver jóvenes independientes actuando por sí solos, sin ser títeres de nadie.  

¿Dónde estábamos cuando ARENA estaba en el poder? Muchos no teníamos aún edad de ejercer nuestros derechos políticos, por lo que somos nosotros quienes hoy tenemos la legitimidad de preguntar a la generación anterior: “¿Adónde estaban ustedes y sus movimientos civiles independientes en esos años?” 

¿Quién nos financia? Con mucha creatividad y pocos recursos, se logra más de lo que se piensa: cuando una idea es fuerte y las intenciones son rectas, no faltan particulares desinteresados que ofrecen colaborar a nivel individual. Sin embargo, llama la atención la ironía de cuestionar a un movimiento que defiende la institucionalidad y ha sido transparente desde sus inicios, cuando a nivel estatal sobran los financiamientos oscuros.

Hablo sobre este movimiento, aunque sé que hay muchos otros con las mismas características. A las personas que empujaron #YoMeVistoDeBlanco, más allá de las visiones políticas divergentes, nos fortalece el sentido de compromiso por el Estado de Derecho, motivado por un criterio independiente y la conciencia de la responsabilidad que tenemos como generación. Muchos de los que critican afirman que lo hubieran manejado de forma diferente, que habrían apuntado a objetivos más específicos; y sin embargo, no lo han hecho. La invitación queda abierta para que estas personas aprendan de las lecciones de los movimientos existentes y aprovechen los espacios que existen en esta coyuntura.  

Es desalentador y frustrante darse cuenta de que muchos de los esfuerzos que surgen de iniciativas jóvenes sin afiliación partidaria, con nada más que sus convicciones y sus ganas de hacer algo, son malinterpretados. Con esto, no quiero decir que no haya que cuestionarse ni cuestionarlos y, lamentablemente, los tiempos hacen que tengamos todas las razones para ser desconfiados; pero es también importante que reconozcamos las energías de los que se entregan a esta lucha, convencidos de que pueden contribuir a construir un mejor país, contra los que destruyen desde la comodidad de la indiferencia. Pienso que los primeros se merecen, por lo menos, el beneficio de la duda. 

*La autora es miembro de Medio Lleno y organizadora de #YoMeVistoDeBlanco

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.