El gobierno de Saca preparó ley para expropiar El Espino pero a última hora se frenó
La Secretaría Técnica de la Presidencia presentó a Antonio Saca en 2006 una propuesta de ley para declarar de utilidad pública y de interés social la finca El Espino. El propósito era evitar lo que desde 2000 venían advirtiendo cuatro oenegés ambientalistas: el último pulmón de San Salvador estaba amenazado de progresiva fragmentación y destrucción. Poderosos intereses frenaron el más avanzado intento de blindar el bosque que ha habido hasta ahora.
Lunes, 10 de septiembre de 2012
Gabriel Labrador
La administración del expresidente Antonio Saca (2004–2009) preparó un anteproyecto de ley para expropiar las tierras protegidas de la finca El Espino, convencida de que la fragmentación y deterioro del bosque continuarían, tal como siguió sucediendo, hasta poner en peligro de extinción al último bosque significativo en el Área Metropolitana de San Salvador (AMSS).
La propuesta de la Ley de creación y administración de la reserva nacional El Espino, recogida en 24 páginas, llegó a manos del presidente Saca en diciembre de 2006, promovida por un grupo de organizaciones ambientalistas que desde el año 2000 habían previsto la progresiva reducción del bosque -mayormente cafetalero- del que ahora son propietarias en buena parte empresas constructoras o lotificadoras en un área de gran especulación lucrativa para las empresas de bienes raíces.
La preparación del anteproyecto estuvo a cargo de la Secretaría Técnica, que lo terminó en noviembre de 2006. Aunque el documento nunca llegó a la Asamblea Legislativa para su discusión y votación. Dos razones detuvieron la iniciativa: una, el conflicto de intereses entre el gobierno y las poderosas entidades propietarias de algunas de las tierras de El Espino; y otra, el desgaste político que implicaba echarla a andar.
El anteproyecto de 54 artículos es lo más cerca que ha estado un gobierno de garantizar la sobrevivencia de las 815.74 manzanas de El Espino que en 1993 fueron declaradas reserva forestal y que, en teoría, son inviolables. La ley iba a servir de base para que con las tierras recuperadas se creara un gran parque recreativo forestal, una Reserva Ecológica Recreacional (RER) que iba a estar bajo la administración de “una corporación autónoma de derecho público”.
El borrador de la ley, que nunca se hizo público, sentenciaba que adquirir las tierras protegidas de El Espino era “imprescindiblemente necesario”. Por eso las declaraba “de utilidad pública e interés social”. El artículo 106 de la Constitución dice que cuando un bien tenga dicha categoría será posible su expropiación. El anteproyecto, además, delimitaba con coordenadas lo que sería bautizado como “Reserva Nacional El Espino”.
El objetivo era romper con la especulación de las tierras del último pulmón del AMSS ante el crecimiento de las urbanizaciones en Antiguo Cuscatlán, San Salvador y Santa Tecla que han ido cercando progresivamente El Espino. Otro factor destructor ha sido la construcción del bulevar Diego de Holguín que atraviesa de este a oeste la parte sur de la finca. El atractivo de estas tierras ha hecho que las 350 manzanas de El Espino que fueron declaradas “suelo urbanizable” por la Corte Suprema de Justicia en 1987 ya prácticamente desaparecieron entre centros comerciales como Multiplaza y Las Cascadas y colonias privadas como Portal del Casco. El alto precio de la tierra no ha sido freno para las compra-ventas. Dependiendo del lugar preciso, la vara cuadrada (0.6988 metros cuadrados) cuesta entre 100 y 200 dólares. Por el contrario, dentro de las 815 manzanas protegidas, la vara cuadrada no pasa de los 15 o 20 dólares en el mercado regular debido a que por ahora solo puede utilizarse para experimentación agrícola.
El Decreto Legislativo 432 de 1993 establece que las 815 manzanas son “zona protectora del suelo” y “zona de reserva forestal” y que en ellas solo podrá haber proyectos que garanticen su conservación y que sean para fines de experimentación agrícola. El Espino contribuye al microclima en el Gran San Salvador, infiltra una cantidad enorme de agua llovida y eso permite que no haya inundaciones en las partes más bajas de la capital. También es refugio para decenas de especies animales locales y los que migran de sur a norte en el continente americano. En su bosque hay 60 especies de árboles y 38 de otras plantas.
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