Excelentísimo e Ilustrísimo Señor Rector de la Universidad Dr. José Matías Delgado.
Excelentísimas autoridades académicas.
Amigas y amigos todos.
En primer lugar quiero agradecer esta distinción con la que me honran, y que al mismo tiempo me llena de ilusión y de orgullo. Tengo que reconocer que el honor que hoy me conceden con este acto es el premio al trabajo y a la perseverancia.
Un trabajo que comencé en los últimos meses del año 1968, de esto hace ya 44 años, que fue cuando edité el primer libro de la Colección Visor de Poesía. Hace unos días salió de la imprenta el número 840. Es una vida dedicada a la poesía que he visto recompensada con creces.
El camino no ha sido fácil, ha sido un recorrido lleno de dificultades, de contratiempos y, por supuesto, algunas decepciones, pero también repleto de emociones y de alegrías. En realidad me siento un privilegiado por haber vivido siempre de la poesía. La poesía ha sido mi amiga, mi compañera, mi vida y por ella, gracias a ella, he podido conocer gentes extraordinarias, personajes singulares, y con ella he encontrado auténticos amigos, algunos de los mejores aquí presentes, en este día tan emocionante para mí. Gracias a la poesía he vivido experiencias irrepetibles, únicas, y he encontrado caminos que nunca pude imaginar cuando me decidí a editar poesía, cuando decidí que ella sería mi compañera.
Naturalmente que algunos desengaños y ciertos desaciertos han estado presentes en ocasiones, pero no es hoy el momento más apropiado para recordar las contrariedades.
En estos últimos días, antes de embarcar para este maravilloso país que es El Salvador, revisando anotaciones que hacía en una libreta de hule, de color negro, he encontrado una cita del entonces famoso y admirado Mao Tse Tung, del no menos famoso “Libro Rojo” que les voy a leer y que he procurado que me acompañe siempre en mi trabajo: “Hay que ser modesto y prudente y evitar la arrogancia y la impetuosidad. Siempre debemos de tener muy cerca de nosotros el espíritu de la autocrítica, y de saber aprender y saber corregir los errores propios. No debemos de camuflar los errores en nuestro trabajo adjudicándoselos a los demás, y los éxitos para nosotros”.
Modestia y prudencia, pero también moderación y respeto, han sido los instrumentos en los que me he basado esencialmente, pero nada podría haber conseguido sin el continuo trabajo diario durante tantos años.
Como antes señalaba la Colección Visor de Poesía comenzó su andadura en los últimos meses del año 1968. Era una época en la que las escasas librerías españolas carecían, entre otras muchas cosas, de una sección con libros de poesía, y como consecuencia su mercado era prácticamente inexistente. Eran unos años muy oscuros y lóbregos, tristes y deplorables, los que se vivían en España.
Yo, que siempre me he considerado más un lector de poesía que un editor, más consumidor que fabricante de libros, más público lector, sólo encontraba numerosos obstáculos para poder cubrir mis más elementales necesidades lectoras. Y esto cuando los autores que buscaba, que quería leer, eran españoles, cosa que sinceramente era poco frecuente. En aquellos años yo mantenía una estrecha relación con la poesía más vanguardista y mis preferencias lectoras estaban señaladas en estos autores. Curiosamente de los poetas que más me importaban, de ninguno de ellos había alguna edición disponible. Ni de Rimbaud, ni Tristan Tzara, ni E. E. Cummings, ni André Breton, ni Mallarmé, ni Vicente Huidobro, de ninguno de ellos había libro alguno.
Yo era un joven de 23 años lleno de ilusiones y con muchas ganas de conocimiento, pero con muy pocas nociones editoriales. La incertidumbre y la inseguridad fueron menores que mi esperanza. Y así, con un sorpresivo y sugerente diseño editorial del también joven e inexperto Alberto Corazón, hoy uno de los grandes diseñadores españoles, todo en negro, comenzó su camino la Colección Visor de Poesía. La acogida del público desde el primer libro fue muy buena y desde la prensa, el recibimiento fue extraordinario. Había comenzado una aventura cultural a la que nadie podía presuponer, y mucho menos yo mismo, que duraría tantos años y que pudiera llegar hasta el número 840. Aquella simple escaramuza se estaba convirtiendo en necesidad de continuar con ella y hasta de ampliar miras.
Pronto me decidí a dar a conocer en España el complejo y muy desconocido campo de los poetas de Hispanoamérica, actualmente ya son casi 150 los poetas de este continente hermano los que están presentes en el catálogo de Visor, y son más de 200 los títulos en total.
Además de la Colección Visor, en la misma editorial Visor, edito una colección que llamamos “La Estafeta del viento”, y que dirigimos Luis García Montero y yo mismo, y que son Antologías Poéticas de la poesía de cada uno de los países hispanoamericanos. Ya están 14 en las librerías siendo el último editado el de este hermoso país que es El Salvador, y que ha seleccionado el poeta Fernando Valverde.
Robert Escarpit en su conocido libro “Sociología de la literatura” comparaba el papel que desempeña el editor con el de las matronas, para concluir que la obra literaria no cobra definitivamente vida hasta que no echa a andar entre los hombres: “Para que una obra exista en tanto que fenómeno autónomo y libre, en tanto que criatura, es necesario que se aparte de su creador, y ella sola prosiga su destino”. Así es. Cada libro editado anda su propio camino, pero sin la mano maternal, protectora y vigilante del editor, muchos libros el camino se le haría demasiado corto. La labor del editor es importante y necesaria, pero sin los poetas y los lectores de poesía nada serían, seríamos insignificantes. Ellos, los poetas y los lectores son los verdaderos soportes de las editoriales y es a ellos a quienes estoy eternamente agradecido, como más que agradecido estoy a la Universidad Doctor José Matías Delgado por este acto.
Quiero concluir mis palabras recordando a ustedes que en el año 1981, con el número 101 de la Colección Visor de Poesía, edité una antología con el título de “Homenaje a El Salvador” con prólogo de Julio Cortázar y una introducción de Claribel Alegría. Claribel concluía su escrito señalando “La hermosa hermandad de los pueblos español y latinoamericano”. Julio Cortázar concluía indicando que “en la poesía anida el futuro”.
Estoy extraordinariamente agradecido y orgulloso de ese reconocimiento que han hecho a la poesía, y en ella a mí mismo.
Muchas gracias a todos.
Jesús García Sánchez. Chus Visor.