'Hay que desvestir al periodismo de todo lo accesorio que acompaña a los grandes medios'
Lo llaman gurú del periodismo web. En su discurso mezcla a un hippie, un inconforme, un terco, un curioso y un obseso. Habla de dinosaurios y ardillas del periodismo, ha estado en el cerebro de ambas especies. Es el responsable de la audaz puesta en web de periódico español El País que lo llevó al liderazgo justo en los días en que la empresa enfrenta una crisis inédita. Antes también dirigió a la competencia, El Mundo.
Martes, 30 de octubre de 2012
Élmer L. Menjívar y Sergio Arauz / Fotos de Mauro Arias
Cuando se habla de periodismo en español en internet, el nombre de Gumersindo Lafuente es ineludible. “Sindo”, como se le conoce, nació en Madrid, España, en 1958. Hijo del dueño de un bar de vecindario empezó a trabajar desde los 13 años tras una barra, y desde ahí desarrolló las dos aptitudes que lo condujeron al periodismo: la curiosidad y la capacidad de sorprenderse. “Esa curiosidad permanente y esa capacidad de sorprenderme y ese impulso de luego contarlo fue lo que me atrajo a este oficio”, dice.
Entró a la facultad de periodismo a finales de los 70, y con 19 años, en 1977, entró a fuerza de terquedad a la redacción del diario Ya, luego de convencer a una de sus profesoras de la facultad para que lo llevara a la redacción. Terco empezó y así se mantiene. “Conseguí que me abriesen una pequeña puerta en ese periódico y me colé y ya no me consiguieron echar nunca, me quedé ahí adentro y hasta que me dejaron escribir algo no me fui”. Para que Sindo abandone uno de sus trabajos debe haber destituciones, cierres definitivos o renuncias negociadas. Así paso por las redacciones y direcciones más importantes de España y referencias del periodismo en español: El País, El Mundo, elmundo.es, soitu.es, para volver a elpais.com que volvió a ser El País y al que renunció recientemente.
Su mirada, su discurso y sus proyectos lo han puesto en el altar de los profetas del internet. Lo llaman gurú, maestro, a veces para bien, a veces para mal. Si pone su nombre en Google obtiene un retahíla de titulares que destacan su reciente renuncia a El País, y encuentra sumarios halagadores y otros responsabilizándolo de algún punto de la crisis en la que se ha sumido el poderoso Grupo Prisa, dueño de El País, por sus audaces estrategias al momento de llevar a la web el contenido del periódico.
Platicamos con Lafuente durante su visita a El Salvador el pasado 26 de septiembre, invitado por la Universidad Tecnológica de El Salvador como ponente principal a un congreso internacional de comunicación.
¿Cómo te sienta ese epíteto del hippie del periodismo? Bueno, no sé, no sé... depende de lo que signifique eso...
¿Qué puede significar? Es una etiqueta que se le pone a una actitud. Lo que intento es hacer bien mi trabajo, sinceramente intento divertirme todo lo que puedo haciéndolo, a veces las cosas que hay que hacer no son especialmente divertidas, pero intento pasarlo bien, intento aprender. Siempre he intentado trabajar con gente con mucho talento a mi alrededor, todos los que he podido conseguir que trabajasen conmigo son más listos que yo, siempre me han alimentado y me ha venido muy bien. Tengo un punto de inquietud y eso me lleva a veces a cambiar de lugar de trabajo o de herramienta con la que ejerzo mi oficio. No siempre he podido elegir, a veces sí, soy inquieto, tengo un punto también de cabezonería, de rebeldía.
Lejos de la caricatura acostumbrada que tenemos del hippie, detrás de ese epíteto hay ciertos valores: estar inconforme, disentir, una especie de reivindicación. ¿Es aplicable al ejercicio del oficio? Es posible, relatado así parece muy bonito, ¿no?, ja ja ja... La realidad, como vosotros sabéis porque sois periodistas como yo, no es tan bonita. Es verdad que yo sí he tenido suerte, no lo puedo negar, he podido trabajar en algunas aventuras periodísticas que han sido muy interesantes, unas han salido bien y otras no tan bien. Sí que hay un punto de inconformismo, yo creo que el periodismo que he conocido ha sido algunas veces -no siempre- un periodismo muy acomodado a una situación.
Con la crisis, hoy no se pude estar tan cómodo. Justo la etapa de cambio profundo por la era digital y por la crisis, lo ha puesto todo patas arriba. Esa comodidad nos daba una cierta arrogancia, sobre todo a los periodistas que trabajaban en medios muy grandes y que tenían mucho poder por sí mismos, por su valor profesional, y también mucho poder delegado por la cabecera para la que trabajaban. De pronto les está pasando algo que no habían sufrido nunca: tener que trabajar con un nivel enorme de incertidumbre sobre su futuro, eso es algo que para otros periodistas de medios pequeños ha sido muy cotidiano.
Tú trabajaste en El Mundo, muy recientemente en El País, en periódicos grandes que pasan por ese momento y ese tránsito. ¿Cómo lo pasaste tú? Cuando estás ejerciendo un poco de agitador no es un tránsito cómodo, claro.
¿Gumersindo Lafuente está inconforme frente a...? No solo no me conformo como periodista, sino que como ciudadano, y me estoy refiriendo a España, estoy indignado. Los periodistas somos primero ciudadanos, y estamos viviendo situaciones realmente confusas ante las que no podemos ni conformarnos ni callarnos. Yo creo que en este nuevo ecosistema esta labor de control de los poderes que antes solo podíamos hacer los periodistas, hoy lo puede hacer mucha más gente, y no solo eso, mucha más gente puede ejercer control sobre el trabajo de los periodistas y eso nos lleva a un escenario más incómodo en el que tenemos que hacer mucho más por nuestro trabajo, eso yo todo el rato lo reivindico.
En una entrevista que Jot Down publicó hablabas de ardillas y dinosaurios. ¿Qué tiene que ver con lo que nos estás hablando ahora? Cuando hablo de ardillas y dinosaurios es para establecer una metáfora para intentar acercar con ella la realidad del interior de los grandes medios ante las agresiones, entre comillas, de la nueva situación tecnológica. Las estructuras que soportan los grandes medios son muy inadecuadas ante esta nueva situación, son unas estructuras tan obsoletas, tan pesadas, que difícilmente van a evolucionar, van a tener que mutar. Por eso hablo de dinosaurios, los dinosaurios se extinguieron porque no fueron capaces de mutar, de hecho solo sobrevivieron los que consiguieron mutar en otra especie que, por ejemplo, volaba o lo que sea. Y hablo de ardillas porque lo que hoy nos pide el sistema son estructuras mucho más ligeras que, por otro lado, tampoco son ajenas a la historia del periodismo: los medios que hoy son grandes cuando nacieron eran pequeños y obtuvieron éxito con estructuras mucho más ligeras y solo empezaron a tener estructuras más pesadas precisamente ligadas a ese éxito económico. Pues ahora tendrán que adaptarse a la nueva situación viendo el foco, lo sustancial, lo relevante, que es conseguir hacer periodismo de calidad, un periodismo necesario, útil, que la sociedad demande y que la sociedad reconozca como un nuevo servicio público. Hay que desvestir al periodismo de todo lo accesorio que ha acompañado a esos grandes medios, porque podían pagárselo, ahora hay que poner el foco en lo esencial: el periodismo.
¿Cuál es tu mensaje reivindicativo para los grandes medios? Bueno, yo los mensajes me los doy a mí mismo, si a alguien le parecen interesantes, pues me alegro, si algún empresario piensa que le puedo ser útil, me alegro más, pero principalmente me los doy a mí mismo.
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
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Decía Otto von Bismarck: 'El periodista es un hombre que se ha equivocado de carrera'. ¿Te parece? Sobre los periodistas se suelen hacer muchos chistes, nosotros mismos los periodistas hacemos muchos chistes. Yo creo que es un oficio que no hay que darle ni más ni menos importancia de la que tiene. Pero sí es verdad que es un oficio que requiere una sensibilidad especial, y sobre todo una responsabilidad, según yo lo entiendo, o por lo menos el periodismo que a mí me interesa, no se trata de ponerse demasiado trascendental, pero de verdad que es un oficio delicado.
Tu primer contacto con El Salvador fue en nuestra transición, viniste después de que se firmaran los Acuerdos de Paz y antes de la desmovilización de la guerrilla. ¿Qué recuerdas de ese momento? Estaba trabajando en El País Semanal, en España, era el año 92, un año de muchos fastos y celebraciones como sabéis, fueron los Juegos Olímpicos, se celebraba el quinto centenario del descubrimiento de América. Recuerdo que propuse al redactor jefe hacer tres historias sobre Centroamérica, tres países. Vine a Guatemala, Nicaragua y El Salvador. Cuando vine a El Salvador efectivamente estaba ONUSAL, instalada en el hotel Sheraton. La guerrilla todavía estaba en sus campamentos, sin desmovilizar, pero ya se había terminado la guerra, no se habían empezado el proceso de entrega de armas.
¿Tú habías seguido el proceso de la guerra antes de venir aquí? No vine a hacer un gran reportaje de la situación en El Salvador sino a fijarme en la vida de una familia que al final acabó siendo una familia de San Francisco Javier, en Usulután, una zona bastante castigada durante la guerra. Quería reflejar a través de la vida de esa familia un poco las vicisitudes de este país un tanto atormentado. Ese reportaje terminaba con una frase de esperanza. De los tres países en los que estuve, el que me pareció que tenía un futuro más halagüeño era El Salvador.
¿Y? Luego volví hace 4 años y la verdad es que me llevé una gran decepción porque bueno, creo que la situación en Guatemala es un tanto complicada, la situación en Nicaragua sigue siendo un tanto complicada, pero la situación en El Salvador, no había mejorado sino al contrario, habían surgido nuevos problemas que no los sabía en el 92 y que son tremendamente complicados y que tienen que ver con la violencia, con la extorsión, con las pandillas, con las armas, con las muertes, y bueno, pues te da mucho coraje ver que un país que parece tener las condiciones para ir mejorando tiene algo que le impide mirar para adelante, algo que yo no soy capaz de deciros, que vosotros lo sabéis mejor que vivís aquí, que habéis nacido.
Queremos hablar un poco de ti también. Esta sección se llama Plática Viva con... ¿Siempre estás hablando de periodismo? Somos aburridos porque el periodista vive… yo vivo muy obsesionado con la noticia, con lo que está pasando. Cuando estás trabajando en un medio tan trepidante como es internet, pues tiendes a obsesionarte y a leer y acostarte pensando en la portada y a levantarte pensando en la portada. Conectado todo el día y conectado toda la noche y con alertas que suenan y estás en un cine y pasa algo a media película y a mí ha habido épocas de mi vida en las que eso me ha condicionado en mucho mi vida personal, sobre todo la época de elmundo.es, que era como una especie de -aunque ni yo era el dueño de la empresa, lo cogí como un proyecto personal, como un reto personal en realidad- juguete que yo manejaba, es como el niño que hoy tiene el mando de una Wii...
¿Has oído eso de las tres “D” de los periodistas: dipsómanos, depresivos y divorciados? Vale, yo soy doblemente divorciado.
Llegaste a las cuatro “D” ja, ja, ja... Bueno, porque al final es verdad que llevas una vida que para ti es apasionante, pero a lo mejor para los que tienes más cerca alrededor es un desastre, porque no tienes horario, porque a lo mejor hay momentos que tiendes a pensar que lo tuyo es lo único importante. Y claro, pues los que tienes alrededor normalmente suelen no estar de acuerdo con eso, ja, ja, ja... Entonces se te complica la vida, por eso decía que cuando estaba dirigiendo elmundo.es hubo momentos, a raíz del atentado del 11 de marzo, que de pronto un día en el mes de julio me di cuenta de que desde el día del atentado había trabajado prácticamente todos los días incluidos sábados, domingos y festivos con un nivel de obsesión tan grande que tenía en casa cerros de cartas sin abrir, no había pagado los impuestos del coche, debía un montón de impuestos que tuve que pagar con sus cargas oportunas, o sea, mi nivel de obsesión había llegado a ser tan grande que me había aislado de todo el mundo exterior, y claro, eso acaba destrozando tu vida personal sin duda alguna. Bueno estoy en una fase de cambio, estoy intentando recuperarme de esa enfermedad.
¿Y cómo te va en la rehabilitación? De momento bien, ja, ja, ja... Pero llevo apenas tres semanas.
¿Estás desintoxicándote del periodismo? ¡No! Pero estoy en una fase así, es verdad que llevo muchos años con un trabajo intenso y que sí me apetece... bueno, en realidad eso es una contradicción: por un lado me apetece parar pero soy incapaz, es decir, creo que me dedico al periodismo por todo lo que os he dicho antes, pero también porque soy poco constante y necesito algo que me demande todo el rato... no, que me obligue todo el rato a estar. Es que a lo mejor resulta que de repente seis meses para hacer una cosa por muy complicada que sea la intento hacer el último día, o sea, necesito el cierre, y el internet con el cierre es permanente, pues me va bien esa tensión.
Has dicho varias veces que eres alguien inquieto, que te aburres con facilidad cuando se vuelve monótona tu dinámica de trabajo y que en el internet has encontrado antídoto a esas cosas. ¿Crees que si el internet no hubiese aparecido en el periodismo seguirías haciendo periodismo?
Supongo que sí, llegas a una edad en la que te es difícil cambiar de oficio y además porque a mí siempre me ha gustado esto, he trabajado en periódicos, he trabajado en revistas. Me resisto a pensar qué hubiese pasado si no existe internet, y afortunadamente existe, creo que es una buena noticia a pesar de que a la industria de los periódicos le complica la vida, ya lo estamos viendo. Y a muchos periodistas les complica tanto la vida que a veces oyes a algunos decir algo que me ha dolido, que ojalá no existiese el internet. Pero como existe y la historia no la podemos parar... Creo yo que vivir de las nostalgias pasadas es muy poco práctico y eso a mí desde luego no me interesa, como tampoco me interesan los aniversarios como objeto periodístico, prefiero mirar hacia adelante.
Para muchos periodistas las nuevas tecnologías y el internet son algo más propio de las nuevas generaciones y hay mucha resistencia, y resulta interesante que alguien como tú lidere este tema... ¿Alguien con mi elevada edad? ¿Me estás llamando viejo? Ja, ja, ja...
No, ja, ja, ja... con tu madurez y experiencia, con tu sabiduría, ja, ja, ja... La verdad es que yo soy más lento para comprender las cosas y por eso... ja, ja, ja... Yo creo que al final, y tú lo acabas de decir, no es un problema de edad, es un problema de mirada, hay gente moderadamente mayor, como yo, más abierta, y gente joven más cerrada a los cambios. Yo creo que esto es algo que es así, que es un tema de actitud. Yo lo viví también cuando llegaron las computadoras a las redacciones y vi cómo -y esto es un caso real- algún redactor ató con una cadena su máquina de escribir a la mesa para que no se la quitasen.
Hay colegas que desconocen la importancia de las redes sociales pero que siguen enfatizando la relevancia del método periodístico, de la calidad de la información… La calidad de la información para mí es lo básico. No creo tampoco que haya que poner en un altar la importancia de las redes sociales, creo que hay que tener en cuenta lo que está pasando en las redes sociales porque forma parte de la realidad pero no es la realidad. Claro que puede haber periodistas que no estén en redes sociales y que jamás lleguen a estar, y sin embargo su trabajo sea extraordinariamente relevante. Ahora bien, a un periodista joven que está empezando, me atrevo a aconsejarle que se entere bien de cómo funciona este nuevo sistema.
Retomemos estas ideas en tu trabajo en elpais.com, donde te incorporaste luego de cerrar Soitu... Ya no se llamó más elpais.com, hay una sola marca que se llama El País, y ahora hay una sola redacción, una estrategia totalmente diferente a la de El Mundo: hay una sola marca, una sola redacción y un único director, que es Javier Moreno.
¿Eso lo propusiste tú al llegar? Bueno, era mi filosofía, cuando yo llegué El País se llamaba elpais.com, había una persona que era la directora de elpais.com. Al día siguiente del cierre de Soitu me llamó el director de El País para preguntarme que si me apetecía hablar con él de cara a la posibilidad de integrarme a trabajar con ellos, yo le contesté que bueno, acababa de quedarme en el paro y que por lo tanto no era difícil.
… Que tenías tiempo para tomarte un café je, je, je... Eso, que tenía tiempo para tomarme un café... y entonces empezamos a hablar, nos reunimos varias veces y entonces yo le expliqué cuáles eran mis ideas para El País, ideas que no me costó mucho explicárselas porque uno de los juegos que siempre habíamos hecho tanto en elmundo.es como en Soitu era hacer el supuesto de lo que haríamos si trabajáramos en la competencia y por lo tanto la receta para El País yo la tenía bastante clara y se basaba en principio en esas cosas que les he dicho: un único director, una única marca, es decir, dejar de llamarle elpais.com —no sé si habéis visto que en el cambio de diseño que hicimos cambiamos la portada antigua que ponía “elpaís.com” con un 'punto com' muy grande y color azul, en la portada actual se ha recuperado la mancheta del papel de El País—, por eso, yo en ningún momento reclamé el cargo de director de El País en internet.
Entonces tu cargo era... Adjunto del director. Yo le dije a Javier (Moreno) que lo que él dijese, a mí lo que me interesaba era poder hacer el cambio, mis condiciones me daban casi igual... Bueno, era un consejero.
Lo de la única marca y el único director fue lo primero... ¿qué siguió? Una única redacción, que era la otra parte fundamental del proyecto y probablemente la más difícil. De lo que se trataba era de que hasta ese momento había una pequeña redacción que hacía la página de internet y una gran redacción que trabajaba mirando hacia el papel y muy de espaldas a internet. Eso se debía a diferentes estrategias que habían ocurrido ahí y yo estaba convencido de que el cambio pasaba por tener a toda la redacción y sobre todo a la mejor parte de esa redacción trabajando para el digital y en eso consistió el cambio. Por supuesto, hubo muchas cosas más, había que cambiar toda la base tecnológica sobre la que trabajaban porque era muy anticuada, muy obsoleta, muy poco adecuada; cambiar toda la arquitectura de la información pensando en el futuro, en el sistema de etiquetado de las noticias que genera automáticamente un montón de portadillas de multiplicidad enorme de temas, cambiar el diseño del producto porque había quedado muy anticuado y reorganizar todo el trabajo de la redacción. Enfocar todo el trabajo y toda la producción a las diferentes salidas a través de las que se consulta hoy la información, pensando mucho en las salidas de movilidad tanto las tabletas como los teléfonos y todo esto con el fin de ser líderes, porque otra cosa de las que hablé con el director desde el principio era que El País tiene que ser líder en internet, líder y referencia mundial, no puede ser que El País sea un segundón en esto de internet, porque es líder en el papel desde hace tantos años, y la verdad que El País hoy, desde enero, es líder en internet. Yo creo que es un producto bastante innovador y además el liderazgo lo que ha dado como resultado es que la facturación publicitaria en 15 meses se ha duplicado.
Pero no mantiene la estructura del papel todavía... Ni nunca la va a mantener, ni creo que sea inteligente pensar que una estructura de internet va a mantener al papel, a mí eso me parece el gran error, es imposible, de ahí el juego de las ardillas y los dinosaurios, yo creo que los medios deben de cambiar radicalmente su estructura y su manera de crear un periodismo de calidad con estructuras mucho más ligeras que se correspondan a la dimensión del negocio, hay que adecuar las estructuras a la dimensión real del negocio y la dimensión real del negocio hoy es mucho menor que hace cinco años y es así, es una realidad que es insoslayable, no hay todavía un modelo de negocio maduro para sostener unas estructuras como las que tenían hace cinco años los medios impresos, y es más, no creo que lo llegue a haber en los próximos 10 años y es que tampoco creo que sea necesario, quiero decir que se puede hacer periodismo de calidad sin esas superestructuras tan pesadas, y vosotros en El Faro lo estáis demostrando.
Gumersindo Lafuente
Despierta mucha curiosidad el hecho de que a pesar de esa racha de buenos resultados para una empresa como El País, renunciaste hace tres semanas. Bueno, porque habíamos llegado a un momento en que de alguna manera esos encargos que se habían hecho se habían cumplido. Yo tengo la convicción de que el trabajo no está terminado en absoluto, de que hay que hacer muchas más cosas, de que se pueden hacer y de que el sitio ideal para hacerlas es El País, creo que El País tiene una redacción en la que hay mucho talento y que probablemente todavía no está suficientemente explotada la salida digital, por lo tanto creo que hay todo un mundo de oportunidades y muchas cosas que hacer en los ámbitos de la movilidad, hacia la creación de ámbitos de comunidades de intereses a través de nichos de información especializada y en ámbitos relacionados también, con experimentos que puedan conducir a áreas en las que se pueda establecer pago por la información, pero bueno, los tiempos de esa segunda fase de la estrategia no coincidían con lo que el Grupo Prisa tiene pensado, y me parecía una pérdida de energía y de tiempo andar peleando, y antes de andar peleando he preferido dar el paso atrás y decidí, de mutuo acuerdo, marcharme. Como os decía, porque además tengo otras inquietudes y a lo mejor en este momento me apetece hacer otras cosas, pero es verdad que si se hubiesen dado las condiciones que yo pensaba que necesitaba, no me habría ido. Habría preferido quedarme al menos dos años para completar, cerrar el círculo de lo que yo creo que se debe hacer.
@el_pais tiene un gran futuro digital por delante y siempre estaré cerca de ese proyecto y de ese equipo. Ahora me voy a seguir aprendiendo.
¿Y tus inquietudes que ahorita están en tu cabeza van en torno al periodismo? Sí, es que es que ya llega uno a una edad en que es difícil, como te decía antes, pensar en hacer otra cosa...
¿Querés criar una ardilla? Sí, pero muy pequeñita, sabes, no creo que toque ahora crear un medio, por lo menos para mí. Me apetece hacer otras cosas, estoy dándole vueltas, tengo algunas ya pensadas y tengo que ver si es posible hacerlas. Creo que en unos meses me tendré que enfrentarme a la realidad de ganarme la vida, ¿no? ja, ja, ja... Espero inventarme algo cuando llegue ese momento.
En los últimos meses has estado mucho por Latinoamérica... Llevo ya muchos años viniendo a América Latina. He ido bastante al Perú, bastante a Chile, muchísimo a México, algo a Colombia a Costa Rica, acá a El Salvador, y bueno, la verdad es que me apasionan todos estos países, tengo muchos amigos, muchos contactos, me interesa mucho lo que está pasando en América Latina, Brasil también, y no me importaría la verdad tener alguna cosa que hacer por aquí a nivel profesional.
España se ha hecho hostil para los españoles, es decir, las crisis ha provocado que muchos se quieran ir... Sin duda, España está en una situación complicada, se está instalando un descontento civil muy enorme entre la gente. Todas las personas más inquietas, más preparadas, con más talento están marchándose porque ahora mismo en España todo es muy difícil, todo es muy complicado, y es una pena porque obviamente es un país que tiene sus problemas pero es un país estupendo que yo creo que no ha sabido aprovechar bien estos últimos 25 años de crecimiento, pues ha sido un crecimiento que ha tenido una parte de especulación enorme, de burbuja enorme y no ha servido para que la sociedad madure, para crear una didáctica, para convertirnos en una sociedad más educada.
¿Crees que las empresas periodísticas tienen alguna responsabilidad en todo este problema en España? Sin duda ninguna, claro que sí. No le podemos echar la culpa solo a los políticos, que la tienen, yo creo que es un fracaso de toda la sociedad.
¿Qué responsabilidad le achacarías a la prensa, a los periodistas por lo menos? Pues haber estado demasiado cerca del poder y una falta permanente de crítica hacia lo que estaba pasando. Yo creo que todos hemos vivido cómodos de alguna manera en esa situación, me pongo el primero de la lista. Todos, de alguna manera en mayor o menor medida, hemos hecho cosas que ahora nos sorprenden, y no me refiero a cosas relacionadas con el oficio, sino en nuestra propia vida cotidiana, y hoy cuando vivimos en una situación de crisis económica muy brutal, cuando vemos que el índice de paro es muy elevado y que afecta a personas de nuestro entorno más cercano, a nuestros propios hijos, pues nos damos cuenta de que no vivimos en el país en que creíamos que vivíamos y que de alguna forma hemos malgastado una oportunidad como país y que hemos tirado mucho dinero a la basura, mucho lo habrán robado, pero mucho otro ni tan siquiera lo han robado, simplemente se ha invertido en cosas en las que jamás se tendría que haber invertido.
[Reciente participación de Lafuente en análisis de situación española en Cala, de CNN]
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