El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, afianzó este martes su lugar en la historia al ser reelegido tras cuatro años de mandato difícil por la situación económica y tras una campaña encarnizada. Obama obtuvo así una segunda oportunidad para cumplir con las promesas de cambio que cautivaron al mundo durante su primera campaña, pero que no pudo satisfacer durante su primera administración, marcada por la crisis económica provocada por los especuladores financieros.
'Regreso a la Casa Blanca más determinado e inspirado que nunca', dijo el mandatario en su discurso de victoria, en una noche que recordó al mejor Obama de hace cuatro años.
Un solo demócrata desde 1945 había sido elegido dos veces para la presidencia, Bill Clinton, en una situación económica mucho mejor que la actual, en la que la tasa de desempleo nacional es del 7,9%. Ningún presidente estadounidense había sido capaz de ganar la reelección con un porcentaje de desempleados del 7,2%.'Esto sucedió gracias a ustedes. Gracias', dijo Obama en un tuit al conocerse su reelección.
Pero su victoria fue una muy cerrada. Al cierre de esta edición, las cadenas de televisión estadounidenses daban un empate en el voto popular. Obama fue reelecto solo gracias al sistema de votación estadounidense que asigna un número de 'votos electorales' a cada Estado. Es decir, el presidente no es electo por voto directo sino por colegios electorales electos por los votantes. Así, por ejemplo, Obama ganó en California, que posee 55 votos electorales (de los 270 necesarios para alcanzar la presidencia) mientras Romney obtuvo estados con menor número de colegios electorales. Al ciere de esta nota Obama contaba con 303 colegios electorales y Romney con 203.
Las cadenas estadounidenses hacían énfasis durante la jornada del enorme peso que el voto latino tuvo en esta elección, habida cuenta que algunos estados clave, como Colorado o Nevada, pudieron haberse definido por ellos a favor del presidente Obama.
Romney admitió la derrota después de la medianoche, y ya para entonces algunos republicanos moderados le recriminaban a través de las cadenas de televisión su poca atención al voto latino y su dureza contra la inmigración indocumentada. En su discurso de concesión, el candidato republicano llamó a los estadounidenses a unirse y dijo confiar en el liderazgo del presidente Obama.
La hora del cambio
Obama gobernará aún con un Congreso dividido, con la Cámara baja o de representantes en manos de los republicanos y el senado con mayoría demócrata. Pero con el rumbo de la economía en alza, su primera tarea doméstica será la de unir un país dividido y la de recuperar la figura que inspiró la ilusión de cambos históricos en Estados Unidos y el resto del mundo.
Su capacidad de gobernar podría ser beneficiada por la crisis que tendrá que hacer frente el partido Republicano, habida cuenta de que su discurso más conservador y más alejado del centro ha fracasado en las dos últimas elecciones. Si los republicanos más moderados se imponen y llevan al partido más hacia el centro, Obama podría contar con un panorama más favorable a sus medidas y más posibilidades de cumplir una de sus promesas más largamente anheladas por los latinoamericanos en Estados Unidos: una reforma migratoria integral que permita la regularización de millones de trabajadores indocumentados.
En las encuestas previas a las elecciones, 62 por ciento de los estadounidenses dijeron estar de acuerdo con algún tipo de legalización para los indocumentados, y no escapará a los congresistas demócratas, ni a los republicanos, que 70 por ciento de los latinoamericanos aptos para votar lo hicieron a favor de Obama.
Las leyes estadounidenses no permiten más de una reelección, por lo que Obama tiene solo cuatro años más para esculpir su legado en la historia.
Pero para su segunda administración ya hay algunos cambios adelantados: la secretaria de Estado Hillary Clinton ya anunció que no desea seguir en el cargo, y muy probablemente será reemplazada por el senador y ex candidato presidencial John Kerry. Experto en política exterior, Kerry se ha mostrado en los últimos años particularmente interesado en América Central, lo que podría devolver la mirada de Washington a la región.
De las promesas al desafío
Barack Hussein Obama, hijo de un keniano y una estadounidense, se catapultó a la escena política en la convención demócrata de 2004 en Boston, con un vibrante y apasionado discurso en el que expuso su visión de una política de consensos que sedujo al país.
Nacido en Hawai en 1961 y criado por unos años en Indonesia, fue por siete años representante del pobre sur de Chicago en el Senado de Illinois (norte). En 2005 fue elegido para el Senado estadounidense, y gracias a su carisma y su elocuencia, se convirtió en el favorito de los medios de comunicación.
Cuatro años más tarde coronó su ascenso meteórico al instalarse a los 47 años en la Casa Blanca con su esposa Michelle y sus dos hijas, luego de haber derrotado en las primarias demócratas a la favorita Hillary Clinton y en las presidenciales al veterano republicano John McCain.
Estados Unidos eligió 'la esperanza sobre el miedo', dijo Obama tras prestar juramento el 20 de enero de 2009 frente a unos dos millones de personas congregadas en el centro de Washington.
Ese mismo año, y tal vez por las expectativas generadas en todo el mundo, Obama fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz. Pero el ejercicio del poder ha resultado a veces frustrante para este abogado y profesor de Derecho Constitucional graduado en Harvard, sobre todo desde que la Cámara de Representantes fue conquistada a fines de 2010 por los republicanos, defensores de recortar el gasto sin aumentar impuestos.
No obstante, Obama ostenta un balance respetable, en el que se halla la reforma del seguro de salud. Pero el desempleo sigue estando 2,8 puntos porcentuales superior a antes de la crisis, mientras que la deuda del Estado federal aumentó en más de la mitad desde el 2009.
Si bien se convirtió en el primer presidente estadounidense en apoyar el matrimonio entre personas del mismo sexo y puso fin al 'tabú homosexual¨ en el ejército, no logró una reforma migratoria en este país donde viven más de 11 millones de indocumentados, ni una transición hacia las energías 'renovables'.
En política exterior, Obama, quien en 2002 cobró notoriedad con un discurso contra la guerra en Irak, cumplió en 2011 su promesa de retirar a los soldados estadounidenses de ese país.
En cambio, en Afganistán, triplicó en menos de un año el contingente militar, en un intento por relanzar la lucha contra Al Qaida, un esfuerzo que también persiguió en Pakistán, donde obtuvo su triunfo más importante: la eliminación de Osama Bin Laden en mayo de 2011.
Pero no pudo avanzar para acabar el conflicto entre israelíes y palestinos en el contexto de una 'primavera árabe' que buscó encarar a distancia y un aumento de las tensiones con Irán por su programa nuclear. A ese contexto se suman las relaciones difíciles que mantiene con Pekín y Moscú.
América Latina ha ocupado un lugar muy marginal en la agenda de Obama, y esta situación no prometía ninguna mejora tampoco en caso de que ganara Romney. La región ni siquiera fue mencionada en los tres debates que sostuvieron los candidatos. Pero la tremenda influencia del voto latino en esta elección y algunos cambios en el Departamento de Estado podrían modificar las cosas.
Si la llegada de un afroamericano al más alto cargo de la primera potencia mundial, 150 años después del fin de la esclavitud y cinco décadas después de las leyes sobre derechos civiles ha sido calificada como un hecho histórico, Obama, con más canas que hace cuatro años, se las ingenia para parecer un tipo común.
*Con información de AFP