Internacionales /

Maras imponen toques de queda en barrios de Tegucigalpa

Prohibido salir de las casas a partir de las 7 de la noche en las comunidades de la capital controladas por las pandillas. Dentro del llamado Triángulo Norte, tanto Guatemala como El Salvador tuvieron en 2012 significativas reducciones en sus tasas de homicidios; en Honduras los asesinatos aumentaron.

Martes, 5 de febrero de 2013
AFP / El Faro

Tegucigalpa, HONDURAS. Con chalecos antibalas y armados con fusiles de asalto, decenas de policías patrullan las polvorientas calles de barrios marginales de la capital de Honduras, en un intento por tomar el control donde las pandillas han impuesto un virtual “toque de queda” a los aterrorizados vecinos.

“A las 7:00 p.m. queremos ver estos negocios cerrados y su gente en la casa”, se leía en rótulos que los pandilleros habían colgado en postes del tendido eléctrico y en las paredes de humildes viviendas, amontonadas en laderas de una de las peores zonas de Tegucigalpa.

Luego de que la situación trascendió en la prensa, unos 60 agentes irrumpieron en autopatrullas y a pie entre la noche de lunes y la madrugada del martes, en colonias como Las Ayestas, Campo Cielo, Los Profesores y Las Crucitas, en busca de miembros de las temidas pandillas Barrio 18, Mara Salvatrucha (MS-13) y otra conocida como “Los Chirizos”, constataron periodistas llevados a la zona por la policía, incluidos de la AFP.

“Los mareros anduvieron de casa en casa diciendo que tenían que cerrarse las puertas a las 7 de la noche, que no querían ver a nadie en la calle”, afirmó a la AFP Alejandra Zelaya, una mujer que se hallaba frente a la sede policial de Las Ayestas.

Como en muchos barrios y colonias de áreas marginales de las principales ciudades de Honduras, en esa zona las pandillas cobran la llamada “renta” (extorsión) a negocios y casas particulares, y también desalojan a las familias para instalarse ellos en viviendas donde montan sus negocios de drogas, tráfico de armas, robo de carros, sicariato y otros delitos.

En paredes de viviendas, las pandillas pintan grafitis con los símbolos que las distinguen para marcar el territorio que tienen bajo control. “Aquí ya no se puede vivir, los asaltos y las muertes son a cada rato”, expresó en un calle de Las Ayestas una estudiante universitaria que se negó a identificarse por temor a represalias.

El pasado 18 de enero, cerca de Las Ayestas pandilleros acribillaron a seis personas que estaban en la acera de una casa.

“Uno mira las cosas pero es mejor callar, es demasiado peligroso hablar, uno mira asaltos, asesinatos; en las noches parece que hay guerra por los tiroteos, hay muy pocos policías”, lamentó el guardia de seguridad de una escuela, que pidió no ser identificado. “A mi hermano lo mataron a machetazos por robarle el arma, era guardia también; la Policía hace nada aquí, son muy pocos policías”, agregó.

Cuando los policías llegaron a Las Ayestas no encontraron a ningún pandillero. Según investigaciones judiciales, la misma institución policial está infiltrada por las maras y les avisan dónde y cuándo se van a realizar operativos.

“Nosotros estamos siempre alertas, las 24 horas hacemos operativos de registros de personas, vehículos”, aseveró Onán Posadas, uno de los 20 miembros de la sede policial de la zona, que participaba en el operativo. Posadas reconoció que la gente “no sale a la calle por temor” a los pandilleros.

Desde hace poco más de un año, la Policía de Honduras, de 14 mil 500 miembros, está sometida a un proceso de depuración tras las denuncias de que está infiltrada por el crimen organizado. Sus jerarcas reconocen que hay “manzanas podridas”, pero advierten de que carecen de recursos humanos y materiales para enfrentar a los criminales.

Los narcotraficantes y las pandillas, así como la delincuencia común, mantiene a Honduras con la tasa de homicidios más alta del mundo: 92 por cada 100 mil habitantes, según un reciente informe de las Naciones Unidas, más del doble de la tasa que en 2012 tuvieron Guatemala y El Salvador.

“La Policía solo pasa, y los pandilleros regresan a lo mismo”, dijo un osado taxista que pasó por Las Ayestas y quien también pidió el anonimato, al expresar su casi nula esperanza de que la situación cambie.

© Agence France-Presse

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.