Opinión /

Cualquiera tiempo pasado fue mejor


Lunes, 4 de febrero de 2013
Héctor Lindo

Mi colega Carlos Gregorio López dijo en una ocasión que en El Salvador a los historiadores se nos asigna el papel de 'administradores de nostalgias'. Esta idea me llevó a recordar mis dorados tiempos de estudiante de secundaria. Los textos que usábamos en la clase de literatura incluían fragmentos de los clásicos del Siglo de Oro. En mi bachillerato teníamos, al comenzar la tarde, una hora de estudio para repasar lo que habíamos aprendido en clase. Entre los sopores y calores propios del momento buscábamos los pocos escapes disponibles en la ausencia de celulares, iPods, iPads y podcasts. No teníamos más remedio que leer literatura de calidad. Así terminábamos leyendo una y otra vez los mismos resonantes versos, '¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido, / y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido ...'. Difícil de olvidar. También estaba aquello de 'cuán presto se va el placer, /cómo, después de acordado, / da dolor; /cómo, a nuestro parecer, / cualquiera tiempo pasado / fue mejor...' Regresan así las memorias de vientos de octubre, piscuchas y elecciones presidenciales.

Recordando con nostalgia las elecciones presidenciales pasadas se me ocurrió buscar lo que decían los periódicos a mediados de febrero de 2008. Tal vez le podemos tomar el pulso a la presente competencia electoral retrocediendo, con nostalgia, media década. Haciendo honor a mis memorias de colegio me limitaré a una semana laboral de cinco días (el sábado y el domingo eran días sagrados dedicados a excursiones, cortar mangos y pasear en bicicleta). De esta forma me concentraré en revisar el contenido de uno de los periódicos matutinos durante la semana del lunes once al viernes quince de febrero de 2008.

¡Qué días aquellos! El FMLN había escogido a sus candidatos mientras que el partido ARENA se dedicaba a un refrescante ejercicio democrático de elecciones internas. El titular de primera plana del lunes once era 'Iglesia pide a FMLN romper con chavistas' y el reportaje correspondiente en la página seis tenía como título 'Dice Arzobispo Sáenz Lacalle, FMLN no debe comprometerse con Venezuela'. El mismo periódico del lunes informaba a sus lectores, en historias separadas, que Chávez amenazaba con cortarle crudo a Estados Unidos, y que las políticas económicas del venezolano creaban escaseces que aumentaban el precio del arroz.

A medida que transcurrió la semana el público lector se enteraba a la hora del desayuno de los vínculos de Hugo Chávez con el narcotráfico, del financiamiento ilegal de su campaña presidencial, de sus afanes por nacionalizar hasta la planta de Nestlé. Su políticas llevaban a la subida de los precios de petróleo y a la pérdida de soberanía de sus aliados. Para continuar con el tema chavista la Cámara de Comercio organizó un foro con analistas de Venezuela y Perú para discutir los peligros del populista venezolano. De esta forma, en cinco días el público leyó noticias, editoriales, artículos de opinión y caricaturas que indicaban que la Iglesia Católica, los editorialistas, la Cámara de Comercio y expertos internacionales no tenían una impresión favorable de Chávez. Cada día uno podía tener la garantía de que aprendería cuatro cosas nuevas sobre lo que ocurría en Venezuela. Afortunadamente esa semana los pandilleros parecen haber estado de vacaciones (o al menos no pareció apropiado informar al público sobre sus actividades). El veredicto periodístico era que la disponibilidad de chocolates Nestlé en Venezuela era más importante que la seguridad ciudadana en Soyapango o Santa Tecla.

Si el público lector no era lo suficientemente perspicaz, el matutino se hacía cargo de explicar que todo tenía que ver con la campaña presidencial. Los artículos periodísticos no perdían la ocasión de vincular Chávez con el FMLN y su candidato presidencial. Un ejemplo memorable es un editorial condenando los desacatos de Chávez contra los medios de comunicación de masas. El editorial culminaba con la siguiente reflexión: '¿Le gustaría a usted, estimado lector, que su novela favorita de la TV o el comentarista que lo orienta, fueran suprimidos para que Mauricito el rojo despotrique noche a noche sin dejar otra alternativa?'

El año 2008, a menos de una año de los comicios, la derecha salvadoreña no tenía candidato pero tenía un mensaje claro. El FMLN era el vehículo para que Hugo Chávez convirtiera a nuestro país en un satélite. El Salvador podía esperar nacionalizaciones, control de la prensa, escasez de productos de subsistencia, pérdida de soberanía, y una relación conflictiva con Estados Unidos. Dejo a lectoras y lectores que decidan si El Salvador de los últimos cuatro años estuvo dominado por el populismo irresponsable, grandilocuente y errático de Chávez, o si pasaron las noches escuchando despotricar a Mauricito el rojo. Pero al llegar febrero de 2013 parece difícil reproducir la campaña presidencial anterior. En febrero de 2008 el partido ARENA tenía una estrategia clarísima (que se mantuvo inalterada hasta el día de las elecciones) pero no tenía candidatos. En febrero de 2013 el partido ARENA tiene candidato (que algunos areneros quieren alterar antes del día de las elecciones) pero no tiene estrategia.

Da nostalgia. Ahora Chávez está reducido a un eco distante. Venezuela parece destinada a una debilitante lucha por el liderazgo. Castro ha sustituido la chaqueta de comandante con una chumpa de viejito jubilado. Cuba está sumida en la pobreza. Ya no hay enemigos fáciles. Invito a los lectores a que sugieran nuevos enemigos para que los periódicos matutinos se ocupen de inflar su peligrosidad. De otra forma habría que tener una discusión seria de los problemas del país.

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