Un testigo clave ha desaparecido de un puesto policial. El último testigo que le quedaba a la Fiscalía para acusar a José Misael Cisneros, apodado Medio Millón, de un delito, desapareció desde hace más de una semana. El pandillero que iba a declarar ante un juez que Medio Millón había entregado un arma de guerra al líder de la clica Fulton Locos Salvatrucha de la Mara Salvatrucha en Nueva Concepción, Chalatenango, ha desaparecido del puesto policial de Agua Caliente, en el mismo departamento. De momento, la justicia salvadoreña se ha quedado sin argumentos para meter preso al hombre que la justicia estadounidense identifico la semana pasada como uno de los seis pandilleros de la MS-13 que le resultan más peligrosos.
Medio Millón fue absuelto en septiembre del año pasado de los cargos de homicidio, intento de homicidio y asociaciones ilícitas. Era acusado junto a 18 pandilleros y tres agentes de la Policía destacados en Nueva Concepción. Sin embargo, la Fiscalía tenía un proceso paralelo. Desde 2011 tenía contacto con un miembro de la pandilla que había declarado en contra de Medio Millón. Todo esto forma parte de un documento que fue presentado al Juzgado Especializado de Instrucción de San Salvador. Ese juzgado fue el que la semana pasada, el 5 de junio, decidió que había elementos suficientes para abrir un nuevo juicio en contra de Medio Millón y otros 47 pandilleros acusados de múltiples homicidios. La Fiscalía consiguió sentar de nuevo a Medio Millón en el banquillo de los acusados, y pretendía condenarlo con la declaración del testigo al que decidieron nombrar como Abeja.
La Fiscalía espera ahora que el juzgado de sentencia al que llegó el caso los convoque para la vista pública, para iniciar el juicio, el desfile de pruebas en contra de Medio Millón y sus supuestos cómplices. El problema es que espera un juicio que se arriesga a perder el primer día. Abeja desapareció hace más o menos una semana del puesto policial donde lo tenían resguardado. Así, sin más, la versión de una fuente cercana al lugar del resguardo es que Abeja “se fue, no está, lo andamos buscando”.
El Faro consiguió el número telefónico del inspector Linares, jefe de investigaciones del departamento de Chalatenango. Linares aseguró que efectivamente se había fugado un testigo del puesto policial de Agua Caliente, un municipio contiguo a Nueva Concepción. Añadió que él desconocía si se trataba del testigo que acusaría a Medio Millón en un juicio. Se le mencionó al inspector que el testigo tenía el seudónimo de Abeja y que también estaba declarando en contra del pandillero conocido como Simpson por homicidio. Entonces, el jefe policial reconoció: “Sí, él es el que se fugó”.
Abeja declaró por cada uno de los seis homicidios que se juzgan. Dijo que 15 pandilleros participaron, su testimonio resultó en una acusación de asociación ilícita a otros 31 pandilleros, hizo el relato de cómo Medio Millón le entregó en un corral de Nueva Concepción dos revólveres y un AK-47 al palabrero de la clica de los Fulton, llamado Julio Portillo y conocido como Simpson. Todo esto fue registrado en el requerimiento que se presentó al juzgado, pero no constituye una prueba para el juicio, pues nunca el testigo declaró frente a un juez. Lo que dijo, si no lo repite en un juzgado, no sirve de nada. Y hoy por hoy, Abeja no está para repetir nada ante un juez.
Lo que el inspector Linares explicó por teléfono fue escueto. Según él, se realizó una inspección, y se determinó que Abeja se fugó luego de “falsear unos barrotes” de la bartolina donde estaba resguardado. “Recuerde que estos puestos no son aptos para tener detenidos. Se tienen con lo más mínimo de seguridad. Lo más que hay de turno en un puesto policial como ese es uno o dos agentes, por la misma necesidad que hay. El caso lo lleva Asuntos Internos, porque se detuvo a un agente, el comandante de guardia. Yo no sé nada más, no quisiera aventurarme a dar otra hipótesis”, dijo Linares.
La realidad policial contrasta con la pompa con que se exhibió ante los medios de comunicación la captura de Medio Millón. Luego de haber pasado un año y medio prófugo, Medio Millón fue capturado en mayo del año pasado en un operativo en San Salvador ejecutado por la División Antinarcóticos de la Policía (DAN). La captura se realizó a pocas cuadras de la sede central de la Policía luego de tres meses de seguimiento en los que también participaron la Subdirección Antipandillas, el Centro de Inteligencia Policial e incluso el Organismo de Inteligencia del Estado. Ese mismo domingo en la tarde, la Policía montó una conferencia a la que llegaron decenas de periodistas. Dos agentes antinarcóticos rodeaban a Medio Millón. Un agente más de antipandillas le leyó los derechos al recién capturado. Todos con armas largas, todos con pasamontañas.
La Policía finalmente había capturado al hombre que en septiembre de 2010 se había escapado de un centenar de policías que realizaron un operativo para encontrarlo en Nueva Concepción. En algunos informes de inteligencia policial de ese año y de 2011 se sugiere que un agente alertó a Medio Millón de que iban por él. La Policía finalmente había recapturado al hombre al que acusaban de al menos tres homicidios, al que investigaban por ser el señor de la droga en Chalatenango, por tener nexos con el Cártel de Texis, la estructura que según el Estado domina el tráfico de cocaína en el noroccidente del país. Por fin, la Policía había capturado al hombre al que la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) investiga desde hace cuatro años por pistas iniciales que provienen de Maryland, donde la clica de los Fulton tiene un importante arraigo. Y, en los últimos días, la Policía podía colgarse una medalla más: la semana pasada, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ordenó incautar todos los bienes que aparezcan relacionados en ese país con seis pandilleros de la MS-13, entre ellos Medio Millón. La Policía había capturado al hombre que está en la mira de los estadounidenses. Para mayor seguridad lo recluyeron en la celda de la División Antinarcóticos, para que los hombres con armas largas lo siguieran custodiando.
Si las autoridades hubieran tenido la mitad de cuidados con el testigo clave del Estado salvadoreño contra Medio Millón, quizá él todavía estuviera localizable. Sin embargo, si para el criminal internacionalmente conocido la Policía destinó el mayor cuidado, para el muchacho de pueblo que denunciaría al criminal internacionalmente conocido la Policía destinó un municipio que es parte de la zona de control de Medio Millón, una bartolina policial a la que se le pueden arrancar los barrotes, custodiada por uno o, con suerte, dos agentes. La Policía estima que la Fulton, solo en Nueva Concepción y alrededores, tiene unos 200 miembros. Aun así, un policía o, con suerte, dos, custodiaban al testigo, a pesar de que tres policías de la zona ya habían sido acusados antes de colaborar con Medio Millón.
El Faro pidió declaraciones oficiales de la Policía y la Fiscalía. Sin embargo, ninguno de sus voceros respondió al cierre de esta nota.
Medio Millón no aparece como pandillero más que en las listas de los Estados Unidos y para efectos de ligarlo a delitos como asociaciones ilícitas en las acusaciones de la Policía. Por lo demás, todo apunta a que no era un miembro de la Mara Salvatrucha, sino más bien un hombre con muy buenas relaciones con la clica Fulton, que según testigos como Abeja, les proveía de armas, armas de guerra, como el AK-47, y les ordenaba asesinatos.
Las fuentes de la zona dicen que es complicado ahora mismo buscar a Abeja, que quizá se fue del país, que probablemente tuvo miedo, se sintió desprotegido y se fue. Dicen que hoy por hoy la única esperanza es que Abeja, por voluntad propia, regrese.