“Se trata de al menos 160 fragmentos de cinco o seis esculturas felinas. Basados en la importancia que tenían los jaguares para la cultura de los pueblos mesoamericanos, podría concluirse que sí son jaguares y que las manchas de pintura se lavaron con el paso del tiempo”, señala el comunicado de la gubernamental Secretaría de Cultura.
Cihuatán es una antigua ciudad indígena ubicada en el término municipal de Aguilares, a unos 30 kilómetros al norte de San Salvador, y que data de entre los años 900 y 1100 d.C.
“El hallazgo es el segundo de este tipo en casi cien años. El último descubrimiento de figuras de jaguar en Cihuatán se realizó en 1929”, reseñó la Secretaría de Cultura.
El trabajo para desenterrar las piezas arqueológicas comenzó en febrero pasado y estuvo a cargo de especialistas de la privada Fundación Nacional de Arqueología (Fundar), dirigida por el antropólogo estadounidense Paul Amaroli.
Amaroli explicó que los fragmentos recuperados son sometidos a un cuidadoso proceso de limpieza y luego serán enviados al Museo Nacional de Antropología, donde serán restaurados para formar las figuras.
Hasta el momento no se ha podido determinar con certeza quiénes habitaron el complejo arqueológico de Cihuatán, pues los vestigios sugieren que era una mezcla de etnias, aunque tenían relaciones con los mayas.
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