Joya de Cerén es uno de los poquísimos sitios arqueológicos de Mesoamérica que brindan una visión amplia de cómo vivía la gente común y corriente en el período clásico maya.
Se trata de una aldea agrícola, pequeña, en los márgenes de la órbita cultural maya, a la que la violenta erupción del volcán Loma Caldera alrededor del año 630 sepultó en ceniza de forma casi instantánea. Sus viviendas, jardines y cultivos quedaron enterrados bajo unos seis metros de ceniza. No es un sitio de grandes pirámides o con canchas de pelota para la élite, sino un valiosísimo campo de información sobre las costumbres, creencias y valores de un pueblo.
La excavación arqueológica comenzó en 1976, a cargo de Payson Sheets de la Universidad de Colorado en Boulder. Durante más de 25 temporadas de excavación, Sheets y su equipo encontraron vasijas y cuchillos de cocina, petates para dormir, juguetes infantiles y un pato atado a un poste, entre miles de elementos más de la vida cotidiana de los mayas del período clásico. Encontraron casas en remodelación, restos de ratoncitos en las urnas de granos, y grandes plantaciones de yuca, descubrimiento que ha puesto en duda la noción de que los maya dependían del maíz para su nutrición. No se encontraron restos humanos. Es posible que los habitantes tuvieran tiempo para escapar, o que cuando se descubrió el sitio por accidente (durante la construcción de unos silos para granos básicos) se destruyeron sus restos.
Hasta ahora la gran mayoría de artículos y libros de Sheets sobre Joya de Cerén se han publicado en inglés. En noviembre del presente año se publicará en El Salvador la obra que culmina el proyecto de excavaciones arqueológicas: Joya de Cerén: una antigua aldea centroamericana, que publicará la Editorial Universitaria de la Universidad Nacional.
El libro tiene dos partes. La primera es una traducción (por Roberto Gallardo) del libro The Ceren Site: An Ancient Village Buried by Volcanic Ash in Central America (Thomson-Wadsworth, 2006), actualizada y ampliada. La segunda es un recuento pormenorizado -- inédito en inglés -- de la temporada de excavación de 2009 en la que se descubrieron plantaciones de yuca de gran extensión al sur de la aldea antigua. Los cultivos son contemporáneos a la aldea.
La primera parte comienza con una introducción al medio natural y a la cultura social del sureste del mundo maya en la antigüedad, y relata el descubrimiento del sitio y los esfuerzos de conservación y excavación. El marco teórico del trabajo es la arqueología doméstica (“household archaeology’) que se enfoca en el grupo familiar, su estructura y funcionamiento. Expertos en volcanología, geofísica y paleoetnobotánica hicieron aportes claves al estudio.
Sheets organiza su narración casa por casa. Presenta el Complejo Domestico 1 en gran detalle, con una descripción de las excavaciones de un domicilio y de una bodega de comestibles y bienes domésticos como cuchillos y recipientes. Este complejo tuvo una relación de servicio con dos edificaciones que tienen carácter claramente religioso, las Estructuras 10 y 12. El primero era el edificio ceremonial de la comunidad. En el momento de la erupción los habitantes de Joya estaban reuniendo la cosecha en este edificio. La Estructura 12 es donde una adivinadora o chamana tenía sus ceremonias. El tipo de ofrendas que se encontraron indica claramente que se trataba de una mujer.
Cerca del Complejo Doméstico 2 se encuentra un sauna grande, la primera y hasta ahora la única hecha de tierra que se ha descubierto para la Mesoamérica antigua. Servía a los residentes del Complejo Doméstico. Tenía capacidad para unas 12 personas y probablemente la usaban para purificaciones físicas y espirituales, o con fines medicinales, de la misma manera que los mayas emplean sus saunas en la actualidad. Al parecer, Joya de Cerén era una especie de satélite del complejo ceremonial y político de San Andrés, a cinco kilómetros de distancia, al cual posiblemente rendía tributo con alimentos y objetos.
La segunda parte del libro está dedicada a las prácticas agrícolas. Sheets relata cómo a través de las excavaciones se sabe que poco tiempo antes de la erupción se cosecharon más de 10 toneladas de yuca. El equipo arqueológico llevó a cabo una excavación profunda de los campos agrícolas usando una metodología que incluía rellenar las raíces antiguas con yeso dental. De esta forma comprobaron que eran de yuca. La investigación de la agricultura en Joya de Cerén, y sobre todo el descubrimiento de las plantaciones de yuca, abre nuevas perspectivas sobre la nutrición de los mayas que tienen grandes implicaciones para su historia social y política. Hasta hace poco se pensaba que los mayas obtenían la gran mayoría de sus carbohidratos del maíz, dada la importancia del grano en su arte e iconografía. Pero el maíz no brinda suficientes carbohidratos ni calorías para explicar el nivel de población que se encuentra en la zona maya. La yuca, sí. De manera que la excavación de Joya de Cerén contribuye mucho a aclarar uno de los grandes misterios de los mayas: ¿cómo obtenían suficiente nutrición para construir ciudades y monumentos tan grandes? Comían mucha yuca.
* Roger Atwood es editor colaborador en la revista Archaeology y es corresponsal de ARTnews. Recibió su título de maestría en política pública internacional de la Escuela de Estudios Intlernacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins