Plática / Política

'Yo jugué de portero en los Pumas de la UNAM': Howard Cotto

Platicamos con Howard Cotto en octubre de 2013, un veterano de la guerrilla, y ha sido uno de los principales rostros de la PNC en los dos gobiernos del FMLN. Fue por años una especie de vocero al que los medios acudían para preguntar cualquier hecho relevante que tuvieran que ver con la PNC. Marginado de la élite policial tras el cambio de ministro de Seguridad en 2013, decía que no sabía para dónde agarrar. 'Hasta raro me siento… como un preso que después de 50 años de cumplir su condena, pone un pie en la calle y dice “¿para dónde agarro?', contaba, tras una carcajada. En 2016 ha sido nombrado director de la corporación policial.


Lunes, 21 de octubre de 2013
Sergio Arauz

Howard Cotto, noviemre de 2013. / Foto: Mauro Arias
Howard Cotto, noviemre de 2013. / Foto: Mauro Arias
 

'Soy Howard Cotto y soy policía', empieza para resumirse en un párrafo. 'No soy policía por profesión, ni por vocación. Soy policía por pasión. Me apasiona. Creo que en la policía encontré una de las mejores cosas que pude hacer. Quise hacer otras cosas, ser músico, pero no pude dar ni el primer paso. Soy melómano, pero hasta ahí nomás.'

Antes, cuando el país estaba en guerra,  en los ochenta, Howard Cotto era conocido como Sergio Villanueva, un guerrillero experto en mísiles antiaéreo. Se afilió a la Resistencia Nacional, el benjamín de los cinco grupos guerilleros que, luego, parecieron fundirse para convertirse en el FMLN. Guardó secretos y ahora habla. Habla mucho. De la Policía y de la guerra, aunque cierra la puerta tras la que se esconden los detalles de su entrenamiento militar en el extranjero, y algunas opiniones afiladas sobre la PNC actual. A Cotto le gusta, lo prefiere, se nota, contar viejas batallas. 

'La primera noche en el monte, haciendo la guerra, fue terrible'.

Bueno, usted vivió su infancia en México D.F., viajó a Europa... Había tenido una buena vida, por decirlo de algún modo.
Sí. Y la primera vez que intervine estuve caminando durante una buena parte de la tarde, desde la carretera de Santa Ana a Metapán, no recuerdo en qué calle era. Teníamos que caminar hasta el río Lempa, porque nuestros campamentos estaban en Chalatenango, en un cerro que se llama “La Gloria”.

Ahí aprendí mi primera lección: había que cruzarse el Lempa. Los compañeros que me habían ido a traer eran como 10. Yo llevaba mi mochila y mi ropa, que no era ropa militar precisamente, pero había tratado de prepararla. Me conseguí unos pantalones “Cargo “, que en ese tiempo eran difíciles de conseguir. No me atreví a teñirlos de verde olivo pero conseguí unas bolsitas de anilina para teñirlos allá. Pero bueno...

Había llovido y había que cruzar el río Lempa. Estaba muy grande. Me dijeron “No, no, no te preocupes, que lo vamos a pasar. Hemos traído dos bolsas negras”. Llevaban varias bolsas negras, y fue ahí donde aprendí mi primera lección. Me costó. Fue duro aprenderla.

Me tiene en ascuas.
Me dijeron: “En esta bolsa vos metés tus cosas, la soplas un poquito y la amarrás. No se te mojan tus cosas y además te sirve de flotador. Te vas nadando para allá por donde están aquellos compañeros”. Y lo hice, solo que resulta que ellos habían aprovechado para pasar comprando en una comunidad una pichinga de gas y la habían metido en mi misma bolsa, y esa pichinga se abrió mientras nadaba. Y cuando llegué mi camisa y mi pantalón estaban empapados en gas. Como el ejército había estado patrullando en ese lugar al salir a la orilla caminamos hasta un punto seguro, que era como 200 metros arriba, desnudos, solo los zapatos. “Camina rápido y luego te cambias”, me dijeron.

Al llegar arriba fue que me di cuenta de que mis cosas estaban llenas de gas. Y hacía falta caminar aún como 2 o 3 horas, pero dije “no, no me importa” y me puse el pantalón y una camisa…

¡Caaaaarajo!... ¡Caaarajo!

¡Qué dolor!
La piel se me hizo añicos. No llevaba ni 10 minutos vestido cuando empecé a sentir ardor en todo el cuerpo y bueno… esa fue mi primera lección. Luego pase otras peores e incluso veo esa como fácil, pero cuando llegué a mi primer campamento se me quemaba la piel. Llegué con la piel escamada.

¿Y qué le dijeron los demás?
Nada. Ahí en los campamentos había alguna gente que ya había conocido en México, que había venido de Nicaragua, o de Bulgaria… Y llevaba solo una mudada. Recuerdo que un pastor bautista que era amigo de mi papá y andaba cabalgando en las mismas andadas me dejó en la terminal de occidente y cuando me bajé me dijo: “Hijo, vos sabés lo que hacés. De lo único que estoy seguro es de que Dios te va acompañar”. Ahí me despedí y me fui, y pasó esto que les cuento. Años después terminé siendo el segundo encargado de la RN en ese frente, el Frente Occidental Feliciano Ama.

Howard Augusto Cotto nació el 3 de diciembre de 1965 en San Salvador, en uno de los edificios que ahora ocupa la Universidad Tecnológica y que en ese momento ocupaba “La clínica Arce”. “O sea que soy de San Salvador y nacido en el centro”, explica después de tirar una carcajada. Su padre era Augusto Cotto García, originario de un pueblito guatemalteco llamado Jerez, en Jutiapa, departamento fronterizo con El Salvador.

El papá del Comisionado Cotto era un conocido pastor de la iglesia Bautista de El Salvador, muy amigo de Fabio Castillo Figueroa, el respetado rector de la Universidad de El Salvador que protagonizó la marcha de brazos caídos en 1944 y que terminó con el Martinato. Murió en un accidente áereo hace 33 años, el 17 de septiembre. Iba en avioneta privada,  en el mismo vuelo de Managua a Panamá en el que murió Ernesto Jovel, secretario general de la RN (Resistencia Nacional) y líder sindical de los obreros del sector mobiliario. La avioneta desapareció. “Cayó al mar y nunca lo encontramos, hasta hoy…. su nombre está en el monumento del Parque Cuscatlán, ahí voy a enflorar”, cuenta el ahora director de la Comisión Nacional de Drogas.

***

Me han dicho que usted era de los guerrilleros que mejor equipados andaban en la guerra. Cuénteme eso.
!¿El que mejor equipado andaba?¡ Jajajaja. No, yo tenía… lo normal. Solo tenía un pantalón y una camisa militar. Y en la mochila iban solo dos pantalones y una camisa más, dos camisetas, dos pares de calcetines. Claro, tenía un buen equipo: una AK-47, una AK-M de fabricación alemana... A saber qué fue de ellas. Yo no usaba uniformes verdes, solo uniformes negros.

También me dijeron que tenía un cohete Low
No, yo no andaba un Low. Yo era el jefe de una unidad anti-aérea y operaba los misiles. No era un low, era un misil.

¿Un misil anti-aéreo?
Ajá, de fabricación Rusa. El más moderno que había en ese momento era el “Igla”, que quiere decir aguja.

¿Y se bajó algún avión?
No, nunca tuvimos la oportunidad de eso. Cuando yo digo oportunidad me refiero a que, al final hubo una cosa curiosa: las bajas de aviones que hubo durante el conflicto no fueron por los misiles. Lo que pasa es que los misiles se convirtieron en un arma estratégica disuasiva. Cuando la Fuerza Aérea se da cuenta de que teníamos misiles empezó a restringir increíblemente los vuelos. Ese fue el efecto real. Pero que yo recuerde... en Morazán creo que fue una 37 que se botó con un misil. Por cierto, a quien lo hizo yo lo conocía. Nunca más lo volví a ver.

Yo creía que había bajado más de un avión.
¡No, no, no! Yo con misiles no recuerdo que nos echáramos más que uno. El FMLN se echó decenas de naves aéreas pero todo fue con AK, con M16 o con lo que fuera, no con misiles.

Alguien me contó que usted había operado misiles y que había fallado algún tiro.
Los misiles de ese momento, los más modernos de fabricación rusa, tenían el puro tubo y nada más. Y tenían una parte de ensamble que uno llamaba computadora, una caja con un guardamano y un disparador. Eso uno se lo ensamblaba, pero no se podía usar en múltiples misiles. Lo que sí sucedía es que había otra pieza aditamento del misil, la batería, que era como una pelota plástica negra que se ensamblaba. La batería duraba de 30 a 40 segundos, y si el misil no salía en ese tiempo, ya no salía y se mantenía en el estado que estaba. ¿Y qué pasa?, que el misil era el que detectaba la nave aérea y se lanzaba solo.

¿Cómo?
Uno apretaba el gatillo, que era la forma de decirle al misil “podés salir cuando vos querrás”, pero el misil no salía si no detectaba la nave. Y no había problema, lo podías volver a intentar, pero la batería se acababa y la tenías que cambiar. Y si las baterías se te terminaban ya no lo podías usar. Para los 4 o 5 misiles teníamos como 8 o 10 baterías... O sea, era casi imposible que, si el misil salía, fallaras. Pero el asunto estaba en que el misil no saliera.

¿Usted nunca fue capturado?
No, nunca. Sí fuí herido dos veces.

¿De bala?
Una tuve una herida de bala del rozón de un M-60 de un helicóptero en la ofensiva del 89, aquí en Soyapango, por la zona de Los Santos. La segunda vez fue exactamente un año después. Yo estaba a cargo de las unidades anti-aéreas y diseñamos un dispositivo, con la gente de nuestro laboratorio, para que a un mortero 60 se le adaptara un dispositivo de retardo. El mortero tiene un dispositivo que lo disparas, se eleva, y explota donde cae. Pero diseñamos un dispositivo para que estallara en el aire bajo el principio que los helicópteros tienen un problema y una debilidad a diferencia de los aviones: se mantienen en vuelo gracias al “ponchón” de aire que generan. Si hay algo que, aunque no le pegue, estalla cerca, eso desplaza la masa de aire y el helicóptero se queda en el vacío. Entonces se cae.

¡Interesante!
Por eso diseñamos un mortero 60 que estallaba en el aire. Y como yo era el jefe de unidades, y los jefes no eran tanto de escritorio sino que tenías que ir adelante, y había que probarlo, yo lo probé. Y lamentablemente no pudo el mortero… y ahí fue donde me jodió.

¿Le jodió?
Me jodió todo. Me jodió el brazo. Tengo las esquirlas todavía. Me quemó el brazo. Fueron como 10 o 20 esquirlas. Esa vez sí salí un mes para México y regrese después. Estuve allá tres semanas.

¿Cómo lo sacaron?
Por avión. Con mi pasaporte.

¿En serio? ¿Y no tenía miedo de ser capturado en el aeropuerto?
Jejeje, sí.

¿Pero qué les decía usted que era?
Estudiante. Y como yo nunca dejé de estudiar... jajajaja.

¿Ser hijo de la aristocracia revolucionaria no le concedía privilegios?
No, ninguno. No los tenía. No había nadie dispuesto a dármelos. Ni yo los quería. Eso no era bien visto.

¿Hubo otra gente que los usó? No sé... me imagino que el hijo de Shafick Handal tenía que ser más cuidado.
Pues no. Yo conocí a Koky (Handal) allá en un frente, y no.

 

Howard Cotto. Foto Mauro Arias" /></div> <figcaption class=
Howard Cotto. Foto Mauro Arias


Se me ocurre que si hubiera sido guerrillero, hubiera tratado de cuidar al hijo del jefe, jeje.
Los únicos privilegios que tenían algunos comandantes eran de seguridad, por ejemplo. Y cuando estaban enfermos teníamos hospitales y uno se rebuscaba para que tuvieran las medicinas que los pudieran curar. O algunos tenían problemas para comer ciertas cosas y se les conseguían otras. Los privilegios eran tener un poco más de leche en polvo, una libra más de azúcar... O tener 2 o 3 de seguridad. Los de la Comandancia General andaban más, 3 o 4. Y un radio para oír noticias, de esos chiquitos. Pero no eran los únicos que los tenían, otros también tenían su radio.

Yo afortunadamente nunca tuve nada de eso. Andaba los misiles porque era mi trabajo, pero no era mi instrumento de defensa personal. Y otra cosa: yo nunca use una identidad falsa.

Pero tenía seudónimo. Era Sergio, ¿verdad?
Sergio Villanueva. Pero siempre preferí usar mi nombre. Creo que tenía una ventaja, que me la dicen hasta hoy: “Es que usted no tiene plante de guerrillero”, me dicen. A mí nunca me detuvieron, en un retén sí, claro, un montón de veces, pero…

¿Y cuál es el plante de guerrillero?
No sé cuál es.

¿Cuál se imagina?
Jajajajaja Hoy ahí están, en la Asamblea.

Gordote, con saco y corbata y una súper camioneta...
Sí, cabal, jajaja. No, no sé, quizás el plante era el mismo prototipo vendido por el gobierno o el ejército en ese momento. Que los guerrilleros eran barbudos, chucos, peludos y con plante de delincuente. Quizás ese era el prototipo. Alguien como el Che, o algo así.

¿Usted no usaba barba?
No. Usaba bigote a veces. Por ahí tengo algunas fotos.

Howard, ¿De dónde sacó la idea de hacerse guerrillero?
Por mi papá, en gran medida fue por mi papá. Yo tuve las primeras nociones o contactos con organizaciones del FMLN desde que tenía 13-14 años. Me acuerdo que en la escuela en México, yo iba a mis compañeros de séptimo y octavo grado a hacerles exposiciones de la realidad de acá.

¿Su papá colaboraba con la guerrilla desde allá?
Claro. Él fue fundador de las relaciones internacionales del FMLN. Era un poco más de colaboración jajaja.

El papá de Howard Cotto también fue el rector de un seminario bautista en México. Además de teología,  estudió sociología y antropología. Fue alumno de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México y de la Universidad Iberoamericana, hasta  que, a mediados de los años 70, se involucra con los movimientos revolucionarios y se convierte en uno de los fundadores del trabajo internacional del FMLN. La mamá del Comisioando se llama Isabel Castaneda, una maestra especialista en educación del método Montessori y que a sus 76 años sigue trabajando . Isabel tuvo 4 hijos. Howard Cotto es el mayor. “Estoy yo, luego sigue Gerardo; Carlos y Damaris. Tres hombres y una chica. Todos vivimos aquí salvo mi hermano segundo que vive en Alemania. Su madre volvió de México luego de la firma de la paz. “No había ningún día de su vida en el que mi mamá no dijera “yo me voy de regreso”. Todo estaba en función de volver.”, dice.

***

Una vez termina la guerra, ¿cómo decide ser policía?
Me llamó mucho la atención. Cuando la guerra termina, se empieza a dar una especie de separación entre las organizaciones del FMLN. Yo recuerdo el último congreso que hace la RN. Se celebró en aquel local que era de Fenastras que hoy es una iglesia, atrás del mercado excuartel. Había mucha gente. Yo fui elegido como miembro de la Comisión Política. En esa misma comisión estaba Carlos Ascencio a quién yo había conocido antes, en los frentes.

El FMLN formó una comisión integrada por todas las organizaciones y que sería la contraparte del gobierno, y se entendería con Naciones Unidas para la formación de la Policía y de la Academia Nacional de Seguridad Pública, y Carlos Ascencio fue nombrado en la comisión. Y recuerdo que una vez, hablando en una reunión, yo le dije que ese tema me interesaba. Recuerdo que le dije: “este tema creo que me gusta más a mí que a vos”. Y me dijo: “¿por qué no proponemos que seas parte de la comisión?” Así fue. Ya en la Comisión Politica, los dos nos encargamos de esa parte.

Por eso es que yo en la policía soy de la segunda promoción, porque estaba encargado por el FMLN del ingreso de la primera promoción. Nosotros nos encargamos del proceso de ingreso de la primera promoción, pero nosotros no entramos.

¿Usted cree que eso ya se superó el conflicto entre exguerrilleros y exmilitares en las filas de la PNC? 
¿Totalmente? Creo que no.

Porque con los policías con los que he hablado el origen siempre es una viñeta diferenciadora. Él es militar, viene de no sé dónde... Y el FMLN incluso hace subcategorías: este es del ERP, de la RN…
Nuestro origen nos va acompañar siempre, hasta que nos vayamos, jeje.

¿Cree que es un pecado de origen que no se puede eliminar de la PNC?
Se podría, pero bajo ciertas condiciones que no existen. Ese pecado de origen no va a dejar de existir hasta que los que no entraron por cuota de nadie dirijan la policía.

Cuestión de tiempo.
Eso tendría que ir pasando lo antes posible. Cuanto antes mejor.

¿Usted se considera parte de la generación que debe salir para que la unidad en la Policía se consolide?
Sí claro. Pero es que eso no es una decisión personal. Desde el primer día en que yo estoy en la PNC, y así me voy a ir de ahí, no he procurado lo mejor de mi esfuerzo a un ciudadano por el hecho que sea de derecha o de izquierda. Este soy yo, pero para vos esto que te estoy diciendo podrían ser solo palabras.

Ajá…
Es más, tengo amigos del alma que son del FMLN y tengo amigos del alma que son de derecha. Pero claro, Cotto entró como cuota del FMLN y tengo claro lo que eso implica. No sé cómo…Decime vos: ¿cómo te lo quitarías? Eso es negarte a ti mismo. Como que yo te diga que me voy a quitar los 15 o 16 años que viví en México.

Usted llegó a ser oficial de la PNC por tener rango en el FMLN, algún pedigree en la guerra…nunca ha patrullado, pues.
Sí he patrullado, pero siempre fui sub-comisionado.

Vio nacer la policía salvadoreña. ¿Cómo son los policías salvadoreños? Yo le puedo decir en términos generales cómo es un periodista salvadoreño: joven, muy mal pagado, poco formado y muy supeditado a una estructura de medios voraz que le obliga a hacer miles de notas…
Una maquila….

No hay tiempo para pensar mucho. Así trabaja el periodista promedio en El Salvador. Y además, sometido a presiones, muchas veces de amigos del poder.
¿Aquí estás categorizando a un periodista o a un policía? ¡Jajajajajajajajaja!

¡Ya vio!
¡jajajajaja! No, no. En alguna medida... pero no. Bueno, la policía es una institución muy joven. Si te pones a ver el rango de edad de quienes entran a la Academia, ¡están en el mínimo de edad!

¿18 o 21?
21 creo… ¡No, no, no! ¡Es 18! Vos te vas a ver una promoción que tiene un nivel básico, que deberían ser de entre 18 y 27 creo, y todos tienen 18, jajaja. Te encontrás uno de 20, dos de 25, de 22 y los otros 300 tienen 18. Siempre ha sido así, salvo en las primeras promociones, que tenían las cuotas. Los policías son jóvenes, con salarios y prestaciones que deberían ser mucho mejores, con una formación buena... Yo diría que es una formación buena, no excelente, sino buena.

Y creo que la Academia y la Policía todavía no hemos logrado romper el concepto de formar de forma “andragógica” es decir, formar a adultos para una función. Eso te puede hacer que caigas mucho en teorizar demasiado y que a la hora de la práctica caigas en conflicto con la aplicación y en errores operativos.

¿Usted no ha caído en eso?
Muchas veces sí. Es de superar esa parte.

¿Más práctica?
Más práctica, sí. ¿Cómo aprendes a manejar? No vas aprender a manejar un vehículo si te traigo fotos y videos de cómo se maneja y te traigo como es la palanca, el motor y me paso un día y dos días explicándotelo. Al tercer día me vas decir: “Yo no sé manejar”.

Claro.
Estoy caricaturizando, pero muchas veces en la Academia pueden decir “En el artículo 28 del código penal dice Homicidio, el que matase a otro será condenado…” y a mí eso no me sirve de nada. A mí dígame si un tipo que mató a otro y se va a meter a una casa y yo voy corriendo detrás de él, ¿reviento la puerta para entrar o me quedo afuera? ¡Eso dígame! Explíqueme si lo puedo hacer o no lo puedo hacer, si la ley me protege para hacerlo o no. No quiero saber el concepto de homicidio culposo, perfecto o imperfecto… Para eso hay que ir a la universidad a estudiar Derecho, no a la Academia de Policía.

En la Academia usted dígame si entro o espero la orden de allanamiento del juez. ¿Qué es violación? En el código penal, en el art. 53, dice que es el acceso carnal bla bla bla, pero yo con eso no soy policía. Yo soy policía si usted me dice qué hacer si una chica que ha sido violada viene a mí y pide auxilio. ¿Qué tengo que hacer? ¿Darle atención médica o llevarla a la Fiscalía?...

***

Howard Cotto es un hombre viajado. Pero hay una parte de sus viajes en la que se reserva comentarios. No le gusta hablar de cómo lo entrenaron para la guerra. 'Esa parte la iba a obviar un poco', dice. ¿Por qué? Vaya, dice y luego da una breve explicación de dónde fue entrenado: 'Estuve en Bulgaria un año. Pero no era entrenamiento militar, sino que era en una academia de ciencias políticas, estudiando un año y nada más. Luego en Nicaragua. Estuve en Cuba pero nunca fue por mucho tiempo.'.  

Sigamos con su vida policial entonces. 
A vos la que más te gusta es mi vida policial y a mí la que más me gusta es la de la guerra, jajajaja.

Jejejeje. ¿Acaso no las dos son guerras?
¡Jajajaja! Te digo algo: yo con 18 o 19 años entré y ¡puya!, siento que no he parado de hacer lo mismo hasta hace 3 meses.

Ya vamos a llegar a eso.
Hasta raro me siento… como un preso que después de 50 años de cumplir su condena, pone un pie en la calle y dice “¿para dónde agarro?” Jajajaja.

Además, usted entró a la Policía por la puerta ancha, cómo comisionado.
Sí, sub-comisionado al nivel superior.

¿Cómo empiezan a ser las tareas de una Policía después de venir de una guerra?
Hay gente que no entiende esto: los que entramos como cuota no es que el FMLN dio el nombre de uno y uno ya entró. No fue así. Nosotros nos sometíamos a un proceso de ingreso, igual que cualquier persona, con la única diferencia de que teníamos reservados cupos que podían ser rellenados por exmilitares o exmiembros del FMLN.

 

Usted, en su vida policial y de armas, ¿nunca ha matado? 
No, no creo. No sé, jeje, pero no creo. Estuve en un montón de combates en la guerra, pero en la Policía estoy seguro de que nunca he matado.

¿En la guerra sí?
En la guerra no sé, porque la guerra es otra cosa. La guerra es un enfrentamiento entre unidades, donde nosotros éramos 100 y ellos eran 1000, y eran refriegas de 2 o 3 horas. La ofensiva del 89 yo me la hice completa; mañana, tarde y noche. Era una guerra de posiciones en dónde vos estás en una loma y el otro también, o caes en una emboscada y al final tenés muertos y el otro también. Pero es muy difícil poder individualizar quién disparó. Estuve en una gran cantidad de combates donde hubo soldados muertos, pero yo no puedo decir “Yo los maté”. No sé. ¿Y cómo identificar qué soldados de estos mató a mis compañeros?

Pero disparó para matar.
Sí. Otra cosa es ver quién torturó, quién detuvo, eso es otra cosa.

Que dentro de la guerrilla también pasó.
Nunca lo ví.

Hubo ajusticiamientos.
Claro, pero fíjate que yo tuve la ventaja, para bien o para mal, de estar en un frente, dónde nunca enfrentamos problemas de ese tipo. Porque incluso ¿te acordás del problema de Mayo Sibrián…?

Mayo Sibrián, claro
Yo lo conozco pero por referencias. Nunca estuve en un lugar donde se enfrentaran problemas así. Afortunadamente, nunca. Sí estuve en situaciones dónde soldados se rindieron, pero nunca “¡matémoslos!” Fueron de los que después se entregaron a la Cruz Roja. Bueno, y también los hay que se hicieron guerrilleros, que decidieron no irse y ahora ahí viven en Suchitoto.

Usted es un hombre de armas. ¿Usted cree que todos debemos andar armados?
No, no, no. ¡Ufff! No.

¿Está en contra del uso de armas generalizado?
Lo rechazo, completamente. No creo en las armas, y si al mundo vinimos con una cuota de tiros yo ya los tiré. No me interesa eso y no creo que la alternativa sea que la gente se arme. Respeto las decisiones de cada quién, pero no es la solución para nadie. Personalmente creo que es la fuente generadora de problemas.

¿Por qué cree que aún no se ha hecho nada con eso? Cuando el FMLN y mucha gente que estuvo ligada a comisiones de seguridad defendían…
No comparto el gusto a las armas y siento que en nuestro país lamentablemente se ha avanzado muy poco en cuanto a eso. Me imagino que eso está ligado a intereses económicos o a convencimientos.

Un amigo cercano del presidente se dedica a eso, a la venta de armas, ¿verdad?
Sí, pero lo que te quiero decir es que esto es una combinación, que va desde los intereses económicos hasta las convicciones de cada uno. Yo me opongo, pero me imagino que hay gente que tiene un gusto a las armas por convicción. Así como hay izquierdas hay derechas.

Este gobierno pudo haber despistolizado, por ejemplo. Y no lo hizo.
No son procesos fáciles.

¿Cree en la despistolización usted?
Sí, pero no es solo decir “quítenles las armas a todos”. Es un proceso que tiene que ver con leyes que lo aseguren, porque si no aunque despistolice hoy dentro de un mes va a ser lo mismo otra vez. Se regula o no se regula, ese es el punto. Para mí, debería haber una regulación que empiece por la no portación de armas de fuego y que luego podamos avanzar a la no portación ni tenencia, que es muy diferente. Es decir, empecemos por únicamente permitir que vos tengas un arma en tu casa pero no podás llevarla en la calle, para después dar el paso de que no tengas armas ni en tu casa.

Usted es policía. ¿Qué piensa de la tregua? 
Es difícil hablar de ese tema, pero sí te puedo decir algo…

Dice que ya tiene tres meses de estar fuera…
Sí, pero igual mañana me regreso, no sé, jejejeje. Te diré algo: cuando la tregua empezó yo ya no era subdirector en Seguridad Pública, pero nunca, nunca vi yo amarradas mis actuaciones a algo que me implicara hacerme del ojo pacho por la tregua.

Hay algunas cosas que dan qué pensar…
Es complicado, porque debería haber mucha información de los pros y los contras (de la tregua) y yo creo que de eso ha faltado mucho. Yo la tregua la categorizaría como algo muy complicado, porque por un lado ves que han bajado un montón los homicidios, pero eso de pactar con delincuentes no me parece, es bien fregado.

Hay mentiras y bastante oscuridad sobre este tema…
Y bastantes verdades no reveladas, jajaja.

Exactamente.
Sí, claro. Es fregado. Aunque siempre se ha sostenido que el pacto es entre ellos... Yo creo que en esto, para tener un buen criterio de qué es lo correcto y qué lo incorrecto, hay que tener mucha información.

¿Y si le pregunto cosas básicas como si le gusta o no le gusta?
¿El qué?

La tregua.
Es que la tregua la veo como... Si es algo que sucede entre ellos y deciden no matarse, perfecto. Pero que el gobierno pacte con ellos, no. Eso no lo comparto. Así de claro.

¿Y no es eso lo que pasó? ¿O no lo sabe?
No lo sé. Por lo menos, como te repito, en mi trabajo nunca vi algo en lo que el gobierno tratar de limitarme o amarrarme las manos. Si se dejó de hacer algo por un acuerdo que se tomó a otro nivel, yo nunca lo supe. Sinceramente te lo digo. No conocí a ningún compañero de la policía que me comentara “mirá, fijáte que me dijeron esto”.

Claro, el asunto de la tregua no es solo de la policía, pero en la policía yo nunca vi en ninguna reunión una decisión tomada. Eso de “hay que bajar la operatividad” o disminuir la patrullada en ciertas zonas, nunca, nunca, nunca.

Usted dice que se sintió como un preso en estas dos guerras, la “guerra fría” y la “guerra después de la paz” Ahora que ya no es policía…
Sí soy policía. Estoy en la comisión de servicio, pero yo soy comisionado de la PNC.

Lo que quiero decir es que ya no está en el ajo. ¿No piensa en la política, por ejemplo?
¡Ah no! No, no, para nada.

¿No le interesa?
No, no. Además, nadie me ha buscado para temas políticos. Ni me ven madera, ni me veo en esa posición. Ni por cerca.

¿Usted se considera del FMLN?
No. No me considero del FMLN. Me considero policía. Yo no me considero de ningún partido político.

Pero es un hombre de izquierda.
Sí, claro. Yo soy del FMLN de la guerra. El FMLN de hoy es el de las elecciones, el de la participación política... Eso yo nunca lo viví. O sea, hoy el FMLN es un partido político legal que además tiene instalada una enorme capacidad de mover muchas cosas para ganar elecciones. Esa experiencia que tienen hoy los dirigentes del FMLN yo nunca la viví. Cómo construyeron esa maquinaria de participación política yo ya no lo viví.

¿Y le gusta El FMLN que ve?
Realmente no hay ningún partido político que me llame la atención como para militar o participar en él. No podría hacerlo, porque soy policía, pero al margen de eso no hay nadie que me llame la atención. Nunca nadie se me ha acercado para proponerme una participación política, y ojalá no se me acerquen.

***

Creo que ya es tiempo de hablar de su carrera en el fútbol. Confiese. 
Desde chiquito jugué fútbol en las ligas infantiles de los Pumas. De hecho, varios que jugaron en el mundial de México del 86 fueron compañeros míos. Fui a jugar con ellos a Europa, a España, Holanda, Inglaterra y Suecia. Fui portero. 

O sea que era buen jugador.
¡Sí! Yo fui a jugar la “Gothie cup” que sale anunciado que van los bichos hoy. Yo fui con los Pumitas allá. De hecho, Memo Vásquez jugó conmigo, en los Pumas, luego salió como el entrenador de Pumas y se paso al Cruz Azul. Fuimos a las ligas infantiles.

Yo jugué hasta que tenía 12-13 años. Terminé mis 13 años yendo a Europa. Cuando regrese de Europa, seis meses después, dejé el futbol que era mi pasión, porque el fútbol me consumía los fines de semana y yo lo que quería era estar en actividades.

A mis 14 años en vez irme a fregar los fines de semana, yo estaba en actividades políticas y actividades culturales. Las actividades que se podían dar como México, un país donde se da más eso de la solidaridad y levantar temas. Pues yo estaba en todo eso los fines de semana. Era parte de un equipo del Frente que trabajaba en esa área.

Y claro, la revolución le ganó al fútbol.

 

logo-undefined
CAMINEMOS JUNTOS, OTROS 25 AÑOS
Si te parece valioso el trabajo de El Faro, apóyanos para seguir. Únete a nuestra comunidad de lectores y lectoras que con su membresía mensual, trimestral o anual garantizan nuestra sostenibilidad y hacen posible que nuestro equipo de periodistas continúen haciendo periodismo transparente, confiable y ético.
Apóyanos desde $3.75/mes. Cancela cuando quieras.

Edificio Centro Colón, 5to Piso, Oficina 5-7, San José, Costa Rica.
El Faro es apoyado por:
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
logo_footer
FUNDACIÓN PERIÓDICA (San José, Costa Rica). Todos los Derechos Reservados. Copyright© 1998 - 2023. Fundado el 25 de abril de 1998.