Es difícil imaginar que comer mariscos será una leyenda para las generaciones futuras. Pero los ecosistemas naturales marinos en El Salvador colapsarán en el lapso de una generación si las prácticas de pesca no sostenible continúan permitiéndose.
Los 321 kms de zona costera de nuestro país se convertirán en una zona con ecosistemas muertos, provocando un desequilibrio generalizado marino, se romperán las cadenas alimenticias, el desbalance de microorganismos ocasionará la muerte de micro algas que no solo cambiarán el balance de nutrientes en el agua sino que producirán olores desagradables debido a la descomposición; La playa, en estas condiciones, será poco atractiva; en vez de un destino turístico será considerada un basurero.
Una de las pocas apuestas actualmente razonables a mediano plazo para mejorar la economía nacional, el turismo de playa, se verá truncada. Este es el futuro que espera a nuestra costa sino hacemos algo pronto. Muy pronto.
Está confirmado por las autoridades nacionales que casi todo nuestro recurso hídrico está contaminado, entre otros elementos, con coliformes fecales. Asimismo, muchos medicamentos administrados al ser humano que no logran procesarse en el organismo finalizan en las aguas residuales que terminan en el mar y concluyen en el pescado que comemos. Los bivalvos como las ostras y conchas ejercen una función de filtros naturales en el ecosistema costero-marino, cribando toda la porquería de la misma manera que lo hace un sistema de filtro en una pecera; luego termina siendo alimento en tu mesa. Solo basta caminar unos metros por cualquier playa del país para encontrase con un bazar de desperdicios plásticos que en su mayoría son depósitos de bebidas, tapaderas y bolsas. Es importante reflexionar en el impacto negativo que el desarrollo en la zona costera del país ocasionaría, agravando la realidad amenazante en el mar, si no es considerado previamente un plan lógico para revertir el daño actual.
Los ríos no solo transportan contaminantes al mar, también son los encargados de llevar toda la tierra que se erosiona a lo largo de la cuenca fluvial, azolvando los esteros en donde se produce la mayor parte del desarrollo de las especies en su etapa juvenil; también se entierran los arrecifes y gran parte de la vida en ellos. El país está exportando miles de toneladas de tierra al mar, enterrando gran parte de la biodiversidad bentónica que son la base de la sostenibilidad de la cadena de vida marina.
Desde 1996 con mi cámara en mano, me sumerjo y realizo filmaciones submarinas, monitoreo regularmente la población de peces comercializables en un sector del área natural protegida del arrecife de Los Cóbanos en el departamento de Sonsonate. En los últimos 17 años la población de peces comercializables para consumo humano ha disminuido aproximadamente en un 40%.
De continuar esta tendencia, si se siguen utilizando los ríos para verter residuos tóxicos y fertilizantes, si el mar sigue recibiendo contaminación nociva para los ecosistemas, se siguen utilizando métodos de pesca no sostenibles, no se implementan adecuadas regulaciones de pesca, no se aplican vedas, no se realiza investigación científica, no se implementa seriamente en el sistema educativo el componente ambiental, no se aplica la ley y no se acompañan las medidas de mitigación con alternativas económicas y desarrollo social en las áreas de impacto, en los próximos 30 a 40 años colapsará nuestro mar y el alimento que de él extraemos. En 30 o 40 años.
Solo las decisiones correctas nos darán el resultado deseado en el tiempo que lo necesitamos.
