Opinión /

Respuesta a Lafitte Fernández


Domingo, 16 de febrero de 2014
Efren Lemus y Óscar Martínez

El pasado lunes 10 de febrero publicamos el reportaje “La historia de Lafitte Fernández, el Cártel de Texis y el Payaso Tontín”. El martes 11 en la noche, Lafitte publicó en Diario Uno, donde trabaja, una columna titulada: “Les pasó un gran elefante por la nariz y no lo vieron”. Esta es nuestra respuesta a su columna.

1. No tiene mucho sentido entrar a discutir el fondo de la columna de Lafitte, pues es falaz. Él argumenta que nosotros fuimos miopes y no vimos la gran revelación que nuestra investigación arrojaba aunque la teníamos enfrente, enorme como un elefante. Él cree que la gran revelación tenía que haber sido que la Fiscalía actuó en un caso que, a lo mucho, podía ser difamación hacia las empresas que los comunicados -e investigaciones del Estado salvadoreño- relacionan con El Cártel de Texis. Una difamación es un delito de ámbito privado, uno contrata un abogado y demanda al difamador, la Fiscalía no se mete. Parece ser que Lafitte no ha hecho una lectura detenida del reportaje, pues ahí se explica con claridad que el proceso judicial no es por difamación, sino por falsedad ideológica, un delito penal castigado con entre tres y seis años de prisión. Según la Fiscalía, los que enviaron al Payaso Tontín a poner un comunicado que no era de su autoría y firmarlo como tal, cometieron falsedad ideológica en perjuicio de la fe pública. O sea que mintieron, quisieron hacer parecer que alguien era el autor de un mensaje que jamás había escrito. Tras las declaraciones de Tontín, llegaron al testigo Mario, y tras sus declaraciones llegaron a Lafitte, que de momento es el último en la cadena, pues él no quiere revelar el nombre de los empresarios que le pagaron para encargarse de publicar el comunicado. El argumento de Lafitte, pues, depende de la existencia de un delito, el de difamación, que nadie persigue en este caso, aunque Lafitte quiera repetirlo (En una segunda columna, Lafitte asegura que tampoco lo pueden acusar de falsedad ideológica, porque eso solo podría ocurrir si se tratara de un documento elaborado por un empleado público o notario; sin embargo, el artículo 284 del Código Penal dice que se aplicará la misma pena si se trata de “documento privado”).

2. No nos interesa ahondar en un debate jurídico con quien está directamente involucrado en esta historia que investigamos. Pero en cuanto al método periodístico y eso de llegar al meollo del asunto, de revelar los trasfondos, discrepamos con él. La enrevesada historia de unos empresarios que contratan a un periodista para publicar unos campos pagados -que finalmente firma un payaso- en contra de un cártel podría ser algo cómico y nada más. Lo anecdótico hubiera sido quedarnos con la historia de un payaso engañado por un periodista y unos empresarios anónimos. Pero la novelesca historia nos permitió develar un mundo en el que más allá de lo formal y lo público hay tensiones escondidas por una disputa de un mercado de millones de dólares salpicada por sospechas de violaciones a la ley: la industria harinera. Nos permitió entrevistar a un empresario -Adolfo Salume Artiñano- que acusa al Cártel de Texis de estar utilizando a empresas de la harina para posiblemente lavar dinero producto de sus actividades delictivas. Nos permitió descubrir un mundo de precios y competencia entre empresas al que nunca antes nos habíamos asomado. Y, además, nos permitió abrir muchas líneas de investigación periodística que no se cierran con este reportaje. Según nosotros, el periodismo trata, en parte, de alumbrar las esquinas oscuras de la sociedad. Este pleito escondido por los precios de la harina estaba en una de esas esquinas que hoy ya es un poco menos oscura que antes del reportaje.

3. Según Lafitte, fallamos porque no contamos el “final jurídico” de la historia. No terminamos de entender a qué se refiere con eso de “final jurídico”: ¿Que encarcelen a alguien por falsedad ideológica? ¿Que se cierre el caso? ¿Que lo llamen a declarar a él? ¿Que el proceso dé un giro y abra otro en el que se investigue a Molinos San Juan? El proceso judicial sigue abierto, y cualquiera de estos escenarios es posible. Sin embargo, nosotros nos remitimos a explicar hechos que descubrimos, hechos amparados en testimonios y documentos, y con eso obtuvimos lo que creemos es posible: un sentido de cancelación de la historia, una historia redonda hasta el momento que, como todas, deja abiertos varios caminos. Los reportajes, en periodismo, no son materia de historias definitivas, cerradas, no son fábulas con desenlace. A veces, como en este caso, son historias complejas con decenas de posibles finales. Eso sí, creemos que algo que ayudaría mucho a cerrar de mejor manera el círculo de este reportaje sería que Lafitte revelara los nombres de los empresarios que acusan a Texis de utilizar empresas para lavar dinero. Quizá ellos tengan pruebas que serían de gran valor periodístico y judicial. Quizá, si ellos dejaran de escudarse en un payaso pobre, y dieran la cara, el debate fuera más rico, más abundante.

4. Nos alegra que se haya abierto el debate ético sobre el oficio. Creemos que es sano discutir sobre la ética periodística de cara al público, que es al final el dueño del derecho a la información, ese que nos hace trabajar en esto que trabajamos. Nos parece que, en resumen, el periodismo trata de alumbrar esquinas oscuras de nuestras sociedades, de hacer -como decía el gran Seymour Hersh- que las cosas sean más difíciles para el corrupto y para el cobarde. Creemos que los empresarios que contrataron a Lafitte actúan con enorme cobardía al escudarse tras un payaso pobre, que vive en unos condominios humildes de la Zacamil, para publicar unos comunicados que no firman porque temen estar en riesgo. Ellos temen por ellos, no por el payaso que necesita un poco de dinero. Ellos, que tienen seguridad privada, que viven en colonias privadas, temen que el Cártel de Texis los ataque a ellos, pero no les importa lo que hagan con el Payaso Tontín. Lafitte, al encubrir a estos empresarios, hace la labor contraria a alumbrar esas esquinas oscuras, a revelar hechos. En las antípodas de hacer eso, él oculta nombres, oculta verdades, las disfraza con el nombre de un payaso. Sacrifica a un payaso que necesita un pooco de dinero. Eso, creemos, no es parte del código ético de un periodista.

5. Según Lafitte, nosotros cometimos algunos errores éticos, y sobre eso quisiéramos seguir hablando. Él dice que cuando decidió actuar como relacionista público de estos empresarios anónimos, lo hizo sin ser periodista. Sin embargo, era columnista de La Prensa Gráfica y panelista del programa Debate Periodístico con Nacho Castillo -en ese entonces en Canal 33- y se identificaba plenamente como periodista. Sí decía ser periodista en algunas ocasiones. La pregunta es si uno puede ser periodista de 8 de la mañana a 4 de la tarde y luego quitarse el traje. Nosotros creemos, al contrario, que como los curas, uno no trabaja de periodista, lo es, y no puede despojarse de ese traje para ser relacionista público de empresarios en la mañana y periodista en el programa de la noche. ¿Por qué es difícil partirse en dos? Porque Lafitte, cuando esos empresarios se le acercaron, tuvo acceso a información privilegiada de interés público: unos empresarios querían iniciar una campaña anónima contra el Cártel de Texis porque están convencidos de que saben en qué empresas estos lavan el dinero. Nosotros, como periodistas, hemos intentado rastrear esas empresas, y lo seguiremos haciendo. Lamentablemente, esos empresarios se lo contaron al Lafitte relacionista público, no al Lafitte periodista. Ese es el problema de partirse en dos. Ahora, cuando nos habla de que nuestro reportaje es la prueba de que el ex fiscal Romeo Barahona trabajaba para el Cártel de Texis, nos pide que le demos fe ciega a esa versión. Sin embargo, es él quien dice tener pruebas de que Adán Salazar -mejor conocido como Chepe Diablo, identificado por las autoridades salvadoreñas como uno de los líderes de El Cártel de Texis, mencionado ante agentes encubiertos por otros líderes apresados- entra a menudo en las actuales oficinas del ex fiscal. Él dice tener incluso video de eso. Esperamos que esta vez actúe el Lafitte periodista y nos permita leer esa valiosa información.

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