El candidato a la vicepresidencia por el Fmln, Óscar Ortiz, ha comenzado a poner en orden a protagonistas de su partido. En apenas dos días desacreditó al presidente de la Asamblea, Sigfrido Reyes, sobre su iniciativa de reforma para dar paso a referendums, y desarmó también los argumentos de quienes temen que con un triunfo efemelenista El Salvador siga los pasos de Venezuela.
La fuerza con la que Ortiz ha asumido su protagonismo para esta segunda vuelta viene acompañada de un candidato presidencial, Salvador Sánchez Cerén, que habla de conciliación y de concertación con todos los sectores en las escasas oportunidades en que se presenta ante los medios de comunicación. Hay, pues, un marcado cambio en la formula presidencial que más votos obtuvo en la primera vuelta; un cambio que reside en que las voces más conciliadoras, y las más sensatas, han cobrado un protagonismo que antes relegaron al presidente de la República, al presidente de la Asamblea y a voceros con un discurso más confrontativo.
En Arena pasa algo similar. El desastre de la primera vuelta los obligó a replantearse su estrategia de campaña para la elección de marzo y la primera decisión es evitar el discurso confrontativo. Hasta su propaganda parece más enfocada en mensajes positivos que sustituyen a aquellos que prometían acabar con las pandillas o responder al president Funes. Quijano y Portillo Cuadra, por estos días, también llaman a la conciliación y extienden su mano al Fmln para dialogar sobre los principales problemas de país.
Aún seguimos esperando que ambos equipos de campaña nos digan cuál es su apuesta de país, cuál es su visión de desarrollo y qué harán para llevarnos hasta allá. Y difícilmente obtengamos estas respuestas antes del 9 de marzo. Pero es importante asistir a un cambio de discurso que puede ayudar a bajar las tensiones en un país dividido.
El próximo presidente, uno de los dos candidatos que hasta hoy han estado enfocados en sus campañas más que en un eventual gobierno, recibirá un Estado en crisis financiera, un país en crisis económica y social y con altísimos niveles de inseguridad. Para colmo de males, de seguir así las cosas recibirá un país difícil de gobernar debido a los conflictos políticos entre las dos principales fuerzas del país y a la inflexibilidad de los gremios empresariales. Un Estado semiparalizado mientras en las calles los problemas van aumentando.
No se requieren soluciones mágicas, sino acuerdos, para revertir la actual situación. Los estudios, uno tras otro, concluyen en lo mismo. Hoy las dos formulas deben plantearse, además de la visión de nación, una concepción común y compartida con sus rivales políticos, como punto de partida para avanzar en acuerdos mínimos pero urgentes.
El nuevo tono con el que los candidatos han afrontado esta segunda vuelta es de gran utilidad para ello. Solo falta que se lo hagan saber al actual presidente.