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Horacio Castellanos Moya se suma a Rubem Fonseca y Ricardo Piglia al recibir premio Iberoamericano

La tercera edición del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas dará su medalla al escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya destacando la sátira y humor negro como herramientas para la visibilización de los desfavorecidos y marginados de Centroamérica. Se trata de un premio a la trayectoria literaria y por el aporte a la literatura universal.


Jueves, 22 de mayo de 2014
Por Élmer L. Menjívar

Horacio Castellanos Moya. Foto Mauro Arias
Horacio Castellanos Moya. Foto Mauro Arias

“La visibilización de las víctimas de la guerra civil centroamericana mediante el recurso de la sátira y humor negro”, fueron los principales motivos que llevaron al jurado del Premio Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas 2014 a entregarlo por unanimidad al escritor salvadoreño Horacio Castellanos Moya el 14 de mayo recién pasado. La nota de El Mercurio de Valparaíso también destaca otras razones que detalla el acta de última sesión del jurado: “Por la versatilidad de una obra compleja que aborda las repercusiones de la guerra civil en las sociedades centroamericanas contemporáneas. En sus novelas, Horacio Castellanos Moya, se ha enfrentado al fantasma siempre presente del nacionalismo, ha denunciado los alcances deshumanizadores de la violencia, ha desmitificado al género testimonial sin simplificarlo y ha mostrado que, en el proceso vigente de recomposición social de la memoria, está todavía presente la fractura pragmática en los individuos”.

Esta es la tercera edición de este galardón, hermano del Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda, que nació con vocación universal y es convocado por el Ministerio de Cultura de Chile mediante el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) y con el patrocinio de la Fundación Manuel Rojas. La vocero del resultado de este año fue la ministra de cultura, Claudia Barattini, quien mediante una llamada telefónica frente a la prensa dio la noticia al escritor que vive actualmente en Iowa, Estados Unidos. La respuesta de Castellanos Moya consignada por el sitio oficial del CNCA destacó la sorpresa y perfiló el oficio del escritor centroamericano: “Es un honor recibir esta noticia. Siento esto como un reconocimiento a la literatura centroamericana que es tan poco conocida y nos toca vivir en situaciones duras, que no son las mejores para construir una obra. Es una magnífica sorpresa”.

El premio, según detalla una escueta presentación en el sitio oficial, “es otorgado a un autor o autora de reconocida trayectoria, cuyo trabajo consista en una obra destacada a nivel iberoamericano”, y aparte del sustancial abono de prestigio, se materializa con un diploma, una medalla y US$60,000, esto último lo ubica como uno de los premios a la trayectoria mejor dotados económicamente en Latinoamérica, solo superado por el Premio FIL [Feria Internacional del Libro de Guadalajara] de Literatura en Lenguas Romances (US$150,000).

El jurado de esta edición del premio estuvo conformado por el escritor y periodista peruano Santiago Roncagliolo, la autora argentina Ana María Shua, el escritor boliviano Edmundo Paz-Soldán, la académica chilena Patricia Espinosa, la directora del Festival Puerto Ideas, la también chilena Chantal Signorio.

La ministra de Cultura de Chile, Claudia Barattini, da la noticia del premio a Horacio Castellano Moya a través de un llamado telefónico frente a la prensa. / Foto del sito de CNCA.
La ministra de Cultura de Chile, Claudia Barattini, da la noticia del premio a Horacio Castellano Moya a través de un llamado telefónico frente a la prensa. / Foto del sito de CNCA.

El prestigio de un premio se capitaliza precisamente a partir del peso específico de los premiados y sus obras, y la ruta que ha tomado el Manuel Rojas sugiere con fuerza que busca ser la referencia de los mejores aportes en el escenario contemporáneo de la literatura escrita en Iberoamérica. Si con los dos primeros premiados se pudiera hablar de una tendencia, los motes de literatura negra y policíaca cobran brillos, y digo motes porque desde hace algunas décadas la crítica y los autores mismos rehuyen a los apellidos literarios para ellos y sus obras, y prefieren destacar los aportes revolucionarios, las reinterpretaciones, adecuaciones y fusiones de géneros y estilos para la creación de una narrativa nueva y de amplios horizontes.

Este premio se inauguró en 2102 premiando al brasileño Rubem Fonseca, uno de los autores cumbres de la narrativa en portugués, a quien el crítico y catedrático catalán Javier Aparicio Maydeu pondera en estos término en Letras Libres de abril de 2008: “La literatura sin marbetes genéricos, la verdadera literatura, la literatura con mayúsculas está representada por Rubem Fonseca, uno de los más grandes narradores contemporáneos, que si bien finge ser un escritor de novela policíaca porque las convenciones del género sirven bien a sus propósitos de crítica social, invectivas contra el sistema postcapitalista y denuncia de la enajenación y el desquiciamiento del individuo contemporáneo en las grandes núcleos urbanos, representa por encima de todo los valores de la verdadera literatura: sentido crítico, método de conocimiento y reflexión, en última instancia, acerca de la propia literatura”. En 2013, el premio fue recibido por el argentino Ricardo Piglia, a quien el escritor mexicano Juan Villoro, también en Letras Libres (mayo 2005), nos pone en perspectiva: “Las narraciones de Ricardo Piglia suelen ser una forma de la crítica. No es casual, entonces, que sus reflexiones sobre la lectura se desprendan de un relato”, y agrega, “Desde sus primeros relatos, Piglia encontró en la investigación (el desciframiento) un estímulo central para sus tramas. En 'La loca y el relato del crimen' un asesinato se resuelve por un procedimiento lingüístico, analizando el discurso de la única testigo de cargo, una mujer que delira. Para Piglia, el detective representa una versión popular del intelectual, un lector de signos y huellas digitales que pasa a la acción.”

El mismo Manuel Rojas, cuyo nombre corona el galardón, fue reseñado por el emblemático crítico chileno Hernán Díaz Arrieta (1881-1984) como uno de los autores decisivos de la primera mitad del siglo XX por “las innovaciones narrativas que aportó a la literatura nacional”, de las cuales destaca “la incursión sicológica y existencial en sus personajes, situados en la condición de marginalidad social, personajes tales como ladrones, pescadores, aventureros, actores de teatro, bohemios, anarquistas, obreros revolucionarios y adolescentes en su proceso de formación”.

El Mercurio de Valparaísco reproduce el breve diálogo que mantuvo Castellanos Moya con el presidente de la Fundación Manuel Rojas, Jorge Guerra, quien expresó: “Pienso que Manuel Rojas estaría muy contento de que seas tú el ganador del premio que lleva su nombre. Te tengo que decir que sin ser un propósito del premio, en este caso coincide tu mirada con la de Manuel, en el sentido de estar puesta en el dolor, pero también en la esperanza, en una manera de reencontrarse a partir del dolor como seres humanos. Yo creo que tu obra, encarna muy bien ese sentido”, a lo que el autor de El Asco contestó: “Con Manuel Rojas comparto una cosa de origen: nacemos en un lugar, nos criamos en otro. Creo que es un vínculo que tenemos algunos escritores. Además pareciera ser común lo que debemos pasar algunos escritores de escribir en condiciones poco propicias, algunas veces evitando ser reprimidos por las ideas que profesamos, pero también sin hacer de la literatura un panfleto, sino que rescatando siempre la belleza de las formas literarias”.

Horacio Castellanos Moya nació en Tegucigalpa, Honduras, el 21 de noviembre de 1957, pero reivindica con énfasis la nacionalidad salvadoreña. “Yo soy salvadoreño por nacimiento, como consta en mis documentos, porque todo hijo de salvadoreño nacido en el exterior es salvadoreño por nacimiento, según la Constitución, con los mismos derechos y obligaciones que alguien nacido dentro del territorio nacional. No soy ‘nacionalizado’, porque no he pasado ningún proceso de jurídico de nacionalización para asumir una nacionalidad que es mía por derecho paterno”, nos explicó en una ocasión en que una reseña biográfica decía que era “nacionalizado salvadoreño”. A pesar de tal reivindicación, en una entrevista nos dijo “Ya no me siento cómodo en ningún lado del planeta”, cuando se le preguntó si volvería a vivir El Salvador, ya que vive y escribe en una suerte de autoexilio desde hace casi 10 años luego de las reacciones que provocó con su novela El Asco (1997).

Cuenta en su haber con el Premio Nacional de Novela Universidad Centroamericana 'José Simeón Cañas' por La diáspora (1988), el XVIII Northern California Book Award, por Insensatez (2009). Recibió invitación del programa 'Cities of Asylum' para vivir en Fráncfort entre 2004 y 2006, y durante el 2009 fue investigador invitado en la Universidad de Tokio. Actualmente trabaja en la Universidad de Iowa y dirige la revista especializada Iowa Literaria, la revista web del programa MFA en Escritura Creativa del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Iowa.

Más de una decena de los libros de Castellanos Moya están publicado por la prestigiosa editorial Tusquet. Su obra se reparte en 11 novelas [La diáspora (1988), Baile con serpientes (1996), El Asco. Thomas Bernhard en San Salvador (1997), La diabla en el espejo (2000), El arma en el hombre (2001), Donde no estén ustedes (2003), Insensatez (2004), Desmoronamiento (2006), Tirana memoria (2008), La sirvienta y el luchador (2011), El sueño del retorno (2013)]; 7 libros de cuentos [¿Qué signo es usted, niña Berta? (1981), Perfil de prófugo (1987), El gran masturbador (1993), Con la congoja de la pasada tormenta (1995), El pozo en el pecho (1997), Indolencia (2004), Con la congoja de la pasada tormenta. Casi todos los cuentos (2009)]; y se suman otros géneros como la poesía y el ensayo: Poemas (1978), La margarita emocionante (1979), antología poética, Recuento de incertidumbres: cultura y transición en El Salvador (ensayo, 1993), Breves palabras impúdicas. Un ensayo y cuatro conferencias (2010), La metamorfosis del sabueso: ensayos personales y otros textos (ensayo, 2011).

''El sexo alcanza profundidades abominables con su comercio, una práctica que te carcome las facultades espirituales de una manera fulminante.'' Narra la novela El Asco. Thomas Bernhard en San Salvador de Horacio Castellanos Moya. / Foto de Jose Carlos Reyes.

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