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Libro colombiano vincula al expresidente Alfredo Cristiani con Pablo Escobar

Esta semana se publica en Colombia el libro Así matamos al Patrón, en el que el paramilitar Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”, relata los pormenores de la persecución y asesinato del capo de la droga. En un extracto publicado por la Revista Semana, el expresidente salvadoreño aparece vinculado al desaparecido Pablo Escobar.


Lunes, 28 de julio de 2014
Daniel Valencia Caravantes

Minutos antes de morir, Pablo Escobar habría enviado un mensaje de agradecimiento al expresidente salvadoreño Alfredo Cristiani. Así lo asegura el autor del libro Así matamos al Patrón, la cacería de Pablo Escobar, un relato de la persecución y asesinato del capo de la droga, hecho ocurrido hace más de 20 años, en la tarde del 2 de diciembre de 1993, en el Barrio Los Olivos de la ciudad de Medellín.

“Después de una larga espera, a la 1:41 p. m. (del 2 de diciembre de 1993), Pablo Escobar hizo la primera llamada a su familia. La recepcionista de Residencias Tequendama trató por todos los medios de dilatar la llamada, pero esta no duró mucho. De nuevo escuchamos el ruido de la quebrada, cosa que nos dio esperanzas ya que nos disipó cualquier duda: Pablo estaba cerca del parqueadero donde nos encontrábamos. A las 2:52 p. m., hizo la segunda llamada a su hijo, pidiéndole que enviara una carta de agradecimiento al presidente Alfredo Cristiani de la República de El Salvador, quien les había ofrecido asilo en su país. El teniente Bolívar logró ubicar el sitio desde donde se realizaban las llamadas y me dijo que lo acompañara con todo mi personal, así que salimos hacia el lugar”, se lee en el último capítulo del libro.

Minutos más tarde, aquella tarde, Escobar cayó abatido sobre un techo de lajas. 

Así matamos al Patrón fue escrito por quien fuera uno de los lugartenientes de Escobar. La Revista Semana de Colombia adelanta que es un libro “explosivo” y este domingo 27 publicó un extracto del último capítulo en su portal digital semana.com

El autor del libro es Diego Fernando Murillo, alias “Don Berna”, un paramilitar y exintegrante del cártel de Medellín. A principios de la década de los noventa, Murillo se convirtió en enemigo de Escobar, debido a las disputas internas en la organización liderada por el Capo. Murillo, como otros, se convirtió en uno de los perseguidos por Escobar (Pepes), una organización que más tarde ayudaría a las autoridades colombianas para dar con el paradero del capo, que se escapó de su propia prisión, construida en una montaña de su municipio natal, Envigado, contiguo a Medellín. Hasta 2007, año en el que fue extraditado hacia Estados Unidos por cargos de narcotráfico, Don Berna estuvo en lo más alto de la estructura criminal del Valle del Aburrá, departamento de Antioquia, hasta convertirse en uno de sus líderes.

Una historia con otros pasajes

Esta no es la primera vez que desde Colombia se relaciona a salvadoreños ligados con el gobierno de Alfredo Cristiani entorno a Pablo Escobar. Hace 19 años, en marzo de 1992, el coronel salvadoreño Roberto Antonio Leiva Jacobo fue acusado de liderar una poderosa estructura integrada por militares y civiles que robaron unas bombas de 500 libras de los almacenes de la Fuerza Aérea. Las “papayas”, como les llamaron a esas bombas en el contexto de la guerra civil, las sacaron en unos camiones, y luego fueron cargadas en una avioneta que despegó de la zona paracentral del país. En esas fechas, en Colombia se dijo que llegaron tres a bordo de una avioneta que provenía de El Salvador.

El caso ganó notoriedad internacional porque el gobierno salvadoreño le aseguró al gobierno colombiano que detrás del robo estaba el dinero del Cártel de Cali, que quería eliminar con ellas a Pablo Escobar, el capo de la droga más famoso del mundo. Según los salvadoreños, las bombas fueron compradas con la intención de estrellarlas en la cárcel de Envigado, donde guardaba prisión Escobar, antes de huir para terminar refugiándose en una casa de dos plantas en el Barrio Los Olivos de Medellín. La casa desde donde, según Murillo, Pablo Escobar le pidió a uno de sus hijos que escribiera una carta de agradecimiento a Alfredo Cristiani por haberles ofrecido asilo en El Salvador.

“¿Quién está detrás del complot para matar a Pablo Escobar?”, publicó el diario colombiano El Tiempo. “¿Bombas para Escobar?”, títuló la revista Semana, del mismo país, en aquella época. Un año y siete meses después, el coronel salvadoreño Leiva Jacobo fue absuelto por un juez.

Los reportes de la época perfilan a este coronel como un astuto militar que conocía todos los movimientos de la unidad en la que estuvo destacado. Sabía con quién hablar, a quién convencer y cómo actuar. En la revista Semana, un funcionario del gobierno salvadoreño que habló desde el anonimato, explicó el perfil del militar infiltrado: “Él sabía qué armas había en los depósitos de los batallones y qué capacidad de destrucción tenían. Si algún mercenario o comprador de armas en el mercado negro necesitaba proveerse de material no podía encontrar un mejor socio”.

El Faro intentó obtener una reacción del expresidente Alfredo Cristiani a través de su asistente personal, pero al cierre de esta nota no hubo respuesta.

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